Fotografo: Michel Trevilla

Foals en el Pepsi Center WTC

Una entrega total al frenesí musical del proyecto de Oxford. 

Después de unos cuantos meses desde la última presentación de la banda inglesa en nuestra capital, Foals regresa a la Ciudad de México para dejar una presentación legendaria en los libros del Pepsi Center WTC. Su vuelta también representa la reincorporación de una de sus piezas medulares en su alineación, el bajista Walter Gervers, quien se unió justo a tiempo para tocar en suelo mexicano y disfrutar de esta gran gira junto a Yannis Philippakis, Jack Bevan y Jimmy Smith.  

La noche comenzaba con el caos de la lluvia que inundaba las calles aledañas al Pepsi Center WTC, la gente que esperaba a sus amigos dejó su lugar para escapar de la lluvia y entrar al foro. La pista se encontraba llena de personas empapadas y piso mojado, lo que generó un calor insoportable por unos 30 minutos, hasta que las luces se apagaron por primera vez para dar oportunidad de que Niño Viejo subiera al escenario. 

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Directo desde Mexicali, el estilo frenético e irónico del rock panchero de Niño Viejo levantó el ánimo del público con la interpretación de temas como “Ya no puedo más”, “Pocos Huevos” y “Fuimos Pop”. Se debe reconocer la capacidad de Baruch Argil para conectar con la audiencia y hacerlos parte de su viaje melancólico dominado por el folk y el garage rock, el vocalista no desaprovechó ningún momento para platicar con todos y hasta hizo de un falso arranque del baterista, un momento agradable y divertido. Gran manera de comenzar la noche. 

Sin darnos cuenta, habíamos llegado al final del set de Niño Viejo, la gente ya no se quejaba del calor y se recorría cada vez más hacia adelante, todos queríamos estar lo más cerca posible del escenario, formar parte de él y disfrutar de una gran noche junto a Foals. Algo era seguro, la amargura de la lluvia se quedó afuera y el Pepsi Center WTC solo sería inundado por la potencia musical del proyecto de Oxford, y en punto de las 20:33 H, las luces se apagaron y con un espectáculo de luces increíble, Yannis y compañía tomaban el escenario con los primeros acordes de “Wake me up”

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El inicio del concierto fue una declaración de todo lo que se avecinaba pasando por “The runner” y “2001”, un frenesí sonoro interminable, dominado por la voz de Yannis y los acordes lisérgicos de las guitarras del mismo vocalista y de Jimmy Smith. Para terminar esta primera parte del concierto, el frontman se tomó un momento para recordar que Walter Gervers se reincorporaba a la alienación, mientras comenzaba “Blue blood”, tema en el que se le dió un espacio a Walter para lucir sus habilidades con el bajo y dejar en claro que su regreso era definitivo. 

De este modo llegamos a un momento en el que solo importaba bailar sin detenernos, el viaje musical de Foals nos movía entre lo más reciente de su discografía y sus primeros pasos como una banda que buscaba ganarse su lugar dentro de la memoria del público mundial. Recorrimos temas como “2am”, “In degrees”, el clásico “My number” y “Black gold”, siempre con una energía de locura del frontman Yannis, quien dirigía al público como un director de orquesta buscando que todos tuviéramos una noche inolvidable. 

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Por un momento todo se detuvo y la banda se dirigió al público para agradecer nuestra asistencia y decir “amamos tocar en México, porque ustedes son increíbles y su energía es incomparable”. De fondo a estas palabras comenzaba a sonar “Spanish Sahara”, lo que culminó en uno de los momentos más especiales de la noche, con un público totalmente entregado y cantando cada palabra del clásico tema del álbum de 2010, Total Life Forever.  

Pasamos por los temas “Olympic Airways”, “Milk & Black Spiders” y “Late nigth” para llegar a la recta final del concierto, un final que sería caracterizado por un ritmo más acelerado y en palabras del frontman, “pura música ruidosa” con la interpretación de “Black Bull”  y el épico cierre del concierto con “Inhaler” canción que más se extendió con un Yannis que bajaba del escenario para abrazar a los fans que estuvieron desde temprano esperando entrar para tomar su lugar hasta adelante de las barricadas. Final frenético y asombroso por la entrega de la banda con su público. 

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Entre gritos de “olé olé olé, Foals Foals”, la banda regresaba al escenario para entregar el encore que comenzaba con “Mountain at My Gate” y “What went down”, dos temas que fueron coreados por todos los presentes en agradecimiento por el gran concierto que se nos había entregado. De esta manera llegamos al final, regresando a los inicios de Foals, quienes cerraron con la interpretación de uno de sus primeros hits proveniente del Antidotes  y que se ha vuelto un clásico atemporal de la  banda, “Two Steps Twice”, generando una locura increíble en la que ya la mojada del inicio no importaba, el frío de la salida aún no existía y solo éramos nosotros y uno de nuestros proyectos más queridos de la actualidad. 

Austin TV en el Foro Indie Rocks!

Gracias por no olvidarnos.

En medio del concierto, después de los últimos acordes de “Rucci” (o “Voces iluminadas…”, no me acuerdo), Chiosan (tecladista) se alzó ante el micrófono y pidió que levantáramos la mano aquellos quienes estábamos viendo a Austin TV por primera vez. Sorprendentemente, junto a la mía, se levantaron varias decenas de manos. Preguntó quiénes íbamos en la primaria o secundaria cuando la banda se despidió, qué hicimos en estos “diez o nueve” años de ausencia, a quién conocimos, si tuvimos hijos —”yo sí tuve uno”, celebra— y a qué grupos nos unimos. Nos invitó a no dejar de lado las comunidades que hemos construido.

Dimos vueltas a la nostalgia y a los nudos en la garganta en medio de los acordes ruidosos y disonantes del acto inicial a cargo de la chelista Mabe Fratti y su guitarrista —una gran elección de acompañante para Austin TV, pues mientras el grupo capitalino se forjó en el Multiforo Alicia, la guatemalteca ha tomado el relevo como artista de casa de este foro; hasta parece que se la vive ahí cada semana junto a Diles Que No Me Maten o Torso Corso—.

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Entre el muro de sonido, nos dimos cuenta de que, efectivamente, pasó casi una década, y ya no somos los mismos que despidieron a Austin TV en 2013. En el día a día, entre todas las “cosas culeras que han pasado” acusadas por Rata en su turno de tomar el micrófono, crecimos para ser otras personas: se terminó el sueño emo, la energía punk fue captada por el sistema, y dejamos de ser los jóvenes que, pasada una noche de borrachera, podíamos formarnos a las afueras del Alicia una madrugada con el deseo de alcanzar un boleto para el concierto de nuestra banda favorita.

Por ello, desde el momento en que bajó la cortina con el logo de la banda, cientos de recuerdos se expresaron en gritos de alegría a lo largo de un Foro Indie Rocks! casi a reventar. Cuando menos nos dimos cuenta, nos entregamos a la nostalgia con “El secreto (de las luciérnagas)”, “Nadie está aquí, no hay nadie aquí, nada hay aquí”, “Marduk”, y un centenar de lágrimas contenidas en medio de un slam que casi abarcó toda la pista del escenario exterior del Foro, seguido de coros unidos con las melodías interpretadas por Chiosan o Totore (guitarra) y el cántico de “Olé, olé, olé, olé, Óstiiin, Óstiiin”. “Nos sentimos rebasados, no nos esperábamos esto”, expresó Xnayer (batería), casi con la voz cortada.

Después del “¡uno, dos, tres, cuatro, cinco!” de “Hombre pánico” (ahora convertido en, vaya, un “nuevo clásico”), y antes del recibimiento de “Hazme sentir” y “Satélite” —junto al snippet de un cover a “Exit Music (for a Film)” de Radiohead—, Rata coronó el show con la declaración de que éste era una oportunidad para abrir nuevos ciclos y evitar el estancamiento como músicos y como humanos —no faltó quien lamentara la ausencia del ex guitarrista Chavo, ahora reemplazado por Héctor Fermatt, como si Austin TV no fuera un grupo de constantes metamorfosis—. 

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Recordó, también, la encrucijada que representaba para el grupo evadir el tema de su regreso a los escenarios, motivada por el temor de no estar listos. “Pero ahora lo estamos, y hay Austin TV para un buen rato”, concluyó. “Y nos vemos en el Vive Latino 2023”, remató Xnayer, sin aguantarse las ganas de revelar aquel secreto por todos ya sabido.

“Ella no me conoce” fue la despedida del concierto, pero también la despedida a los “diez o nueve años” que transcurrieron desde la separación de Austin TV hasta su regreso. “Cisne de pan”, pieza del Caballeros del albedrío (2011) fue la encargada de cerrar la velada, como una declaración de continuidad y apertura de nuevos caminos desde donde se quedó el trabajo de la banda —su graduación como músicos, como alguna vez describió Chavo a aquel álbum—.

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Ya sea por el vacío cultural o la sensación perenne de repetición a la cual nos ha acostumbrado el mundo contemporáneo, los últimos 18 meses han sido un vaivén de nostalgia y reciclaje del pasado. Volvió Tobey Maguire como Spiderman, volvió Soy tu fan y volvió Jeff Goldblum a Jurassic Park. También, volvieron grupos que no pisaban un escenario en casi una década, como The Mars Volta, The Smashing Pumpkins, Porcupine Tree, el no menos importante Hulespuma… y, por supuesto, Austin TV, a quien menos esperábamos, pero quien más falta nos hacía para dar cuenta del “nuevo México” que se formó desde su partida.

Nadie imaginó que Austin TV volvería en este momento. Un día, simplemente despertamos con la noticia de un nuevo sencillo y al día siguiente tuvimos al grupo de vuelta en un escenario —casi en el que lo vio nacer; lástima por la cancelación del Alicia—. Pasaron diez años para que personas como yo cumpliéramos la promesa de verlo al menos una vez en la vida y, quienes encontraron en ella una banda de adolescencia, revivieran la nostalgia de la juventud extinta. “Gracias por no olvidarnos”, concluyó Chiosan, entre un centenar de aplausos.

Carnaval de Bahidorá 2022

10 ediciones conectando a la gente con el arte y la música.

Dos años de espera transcurrieron para volvernos a ver bajo el sol abrasador de Las Estacas, la increíble sede del Carnaval de Bahidorá, que este 2022 festejaría su décima edición a lo largo de tres días llenos de colores, música, arte, cine, conferencias y, sobre todo, mucha alegría y diversión.

Las acciones comenzarían desde el viernes en El Umbral de la mano de Joey Beltrán, Tygapaw, Verraco, Paurro y DJ Minx, brindando a los asistentes una amplia oferta de géneros musicales, como techo, acid house, drum and bass y dubstep; a su vez en La Madriguera tendríamos el takeover de Algo Bien, colectivo que nos traería bailando gracias a las tornamesas de Esamipau, Omaar, Arieshandmodel y Bruja Prieta, con algunos ritmos más tropicales y latinos, como cumbia, dancehall, dembow y reggaetón, todo esto aderezado con la decoración, producción e iluminación que cautivarían nuestros sentidos.

La principal magia del festival ocurre el sábado, e incluso puedes comenzar a estimular el cuerpo y el espíritu desde temprano con actividades como yoga, meditación, musicoterapia, ceremonia de cacao, limpias, temazcal y masajes relajantes. 

En punto del mediodía, las acciones comenzaron en el escenario principal Sonorama, donde el dueto mexicano Vacación traería lo mejor de su disco Tiempo Compartido para endulzar la cálida tarde, mientras que en La Estación se presentaría Champetos del Jùjú, un conjunto que mezcla y experimenta con diversos ritmos africanos, música caribeña y latinoamericana, llenándonos de baile y goce.

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El calor cercano a los 35° te invita a refrescarte con un chapuzón a lo largo del río que rodea las instalaciones, o bien puedes optar por pasar un gran momento con tus amigos en alguna de las albercas disponibles dentro del festival. En El Asoleadero pudimos disfrutar del takeover que el colectivo Chingona Sound nos tuvo preparados desde temprano, ideal para disfrutar de grandes sets tropicales mientras nadábamos.

Pahua invadió con su sonido orgánico y afrolatino La Estación, dándonos “La Cura” a nuestros males cotidianos al probar la dulzura de su “Caramelo” musical, empapándonos con su “Aguacero Tropical” y poniéndonos a bailar.

La primera presentación en llenar el escenario Sonorama fue la de Kings of Convenience, quienes el año pasado estrenaran su disco Peace Or Love, mismo que abarcaría la mitad de su set con canciones como “Comb My Hair”, “Rocky Trail” y “Fever”, mientras que sus éxitos “Mrs. Cold”, “Boat Behind”, “Misread” y “I’d Rather Dance With You” fuesen los más coreados por la multitud.

Helado Negro nos hizo flotar con su mezcla homogénea entre el jazz, la música electrónica y el folk. “Gemini and Leo” fue el momento donde más contento se vio Roberto, que interactuaba constantemente con su público. Un poco de psicodelia no nos podía faltar, pues Petit Amie traería lo mejor de su disco homónimo a La Estación, electrizando nuestra piel con sus sintetizadores y suaves coros.

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Bahidorá contó este año con el Foro La Linterna, un sitio que buscó crear consciencia colectiva, ambiental y creativa a través de distintas actividades como pláticas, talleres, proyecciones cinematográficas y música. A su vez dentro del Circuito de Arte, el colectivo de arte Tundra y el MUFO colaboraron con un set de experiencias audiovisuales inmersivas que nos volaron la cabeza. De igual forma pudimos apreciar otras muestras de arte, por mencionar algunas como las esculturas monumentales de Galoescultor, las piezas coloridas de Queen Skittles y el mapping proyectado por Dux Animation, siendo este último mi favorito del circuito.

Sería el turno de Rubio, una de las exponentes de la música electrónica latinoamericana más emblemáticas del festival, misma que encendió a los asistentes con un set energizante, apenas caída la noche dentro del festival. La juventud de Koffee provocaría una explosión de baile gracias a su música jamaiquina, detonando el escenario principal al sonar “Toast”, “Raggamufin” y “Lockdown”.

Envueltos en la penumbra, el show de James Blake nos erizó la piel desde las primeras notas de “Life Round Here”, mientras que con su voz desataba los gritos de su fanaticada fiel que cantó con sentimiento a la par. “Before”, “Say What You Will” y “Godspeed” fueron esos temas que lograron mantener atenta a la multitud que se emocionaba al escucharle, y de pasar un bloque de temas ligeros y tenues, concluyó su set estroboscópicamente con “Voyeur” y “Retrograde”.

En contraste, Dawer X Damper ofrecieron un colorido show lleno de flow y mucha energía, donde los ritmos urbanos como el trap y el reggaetón fuesen los predominantes sobre su presentación, misma que traían montada perfectamente tanto en vestuarios como en las coreografías.

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La fiesta continua ya entrada la noche en la zona más profunda del festival, El Amate es la sede de aquellos que buscan desbordar la energía contenida hasta el último aliento, y cuya programación es la más longeva al terminar hasta el amanecer. En esta ocasión, visitamos este escenario para disfrutar el show de la DJ francesa rRoxymore, que nos deleitaría con un set polirítmico, donde el house, el dance y hasta mezclas con jazz pudimos degustar.

Domingo lo dejamos todo en El Asoleadero, donde el colectivo Nochenegra tomaría las tornamesas y nos haría más amena la mañana previa a nuestra despedida de esta maravillosa décima edición del Carnaval, dejándonos momentos memorables, así como una gran satisfacción y alegría por haber tenido la oportunidad de vivir nuevamente la experiencia Bahidorá.

 

Patrick Watson en El Plaza Condesa

La noche de consagración de Patrick Watson en El Plaza.

Patrick Watson recuerda que a los 16 ó 17 años era demasiado cursi e idealista. Algo que seguramente lo hubiera avergonzado años después si hubiera sido el líder de su banda de aquel entonces. Luego descubrió a Debussy y un mundo nuevo se abrió delante de él. Cuando le preguntan sobre las canciones que escribe y cómo es posible que la gente se puede identificar con ellas, se ríe. Dice que a él no le gusta escribir canciones que podrían salir de un diario, como podrían ser las de Sufjan Stevens. Pero quizá se equivoca. Las palabras que expresa Patrick Wilson, también condensan emociones primordiales. 

El Plaza Condesa se ha consolidado como uno de los mejores venues de la CDMX. Íntimo. con buen sonido. Las perfectas paredes para escuchar a alguien como Patrick. En el imaginario popular, es conocido como canadiense. En realidad nació en California pero desde pequeño se crió en el país vecino. Recientemente trabajó en el disco de Leonard Cohen —probablemente el canadiense más ilustre en la música, junto a Joni Mitchell o Neil Young— y, con vergüenza acepta que le gustan más las entrevistas que dio Leonard, a las letras que lo han inmortalizado. Patrick es un músico versátil, mejor letrista de lo que él cree y es creador de sentimientos. 

Wave, su más reciente producción, es un trabajo maduro. En su manufacturación, dice, escuchó a Frank Ocean y a otros pilares del R&B. Hasta parece que se muestra más al descubierto. A pesar de que tiene formación como jazzista, admite que el groove es algo que nunca te enseñan. Algo que cuesta perfeccionar. La verdad es que, cuando ves un sintetizador análogo con un piano vetusto y focos con resistencias llamativas y cajas de cristales giratorias, el groove pasa a segundo término y el efecto es embelesante. 

“Dream for Dreaming” empezó sin advertencias. Es uno de esos cantantes que no necesita del estudio para sonar impoluto. La voz frágil y la facilidad de las manos al teclado son rasgos distintivos. Aunque nunca hayas escuchado una canción de Patrick Watson, instantáneamente piensas que es diferente. En su haber, tiene diferentes etapas. Sí Wave es más despreocupado y con menos producción, discos como Love Songs For Robots presentan a un Patrick pletórico. Magnánimo. Tiene canciones como “Hearts” que, cuando sonó en El Plaza, se pudo llenar cada espacio con notas, cantos y manos al aire. 

La verdad es que ambos Patrick se llevan bien. Parecen ir de la mano. El íntimo que, junto a un foco, dos guitarras y Florencia —la cantante de Celest— encuentran un resquicio público para hacerlo particular, o el que, acompañado de una banda de excelentes músicos, parece un músico de festivales. De esos que hacen corear a un estadio las canciones que escribió en algún momento de aburrimiento. “Places You Will Go”, “Turn Out the Lights”, “Melody Noir” o “Broken” tuvieron un efecto contrastante. El silencio de la apreciación, y los cantos sin intención. Es una mezcla particular la que se vive con Patrick Watson

Al final, entre risas, anécdotas al aire y muchas acomodadas de pelo, lo que tuvimos la oportunidad de presenciar, fue a un artista con una plenitud musical y compositiva singular. Es probable que haya sido el mejor momento para ver al músico norteamericano y, cuando salíamos a las calles de la CDMX, las sonrisas denotaban, precisamente, satisfacción.

HIPNOSIS y Nrmal presentan: Beak> en el Foro Indie Rocks!

Beak>, la Virgen de Guadalupe y su espacial regreso a México.

HIPNOSISNrmal se caracterizan por siempre buscar proyectos que desafíen. Más que traer headliners que llenen estadios, los dos organizadores de eventos, cada uno con su respectivo festival, tratan de generar experiencias. De shows que te dejen perplejo por la propuesta que tienes de frente. Es algo, que, en este país, se agradece cada día más. La música nunca se detiene. Beak> regresaba a México con su ambiente lúgubre y electrónico.

Con algunos minutos de retraso, SuperSilverHaze fue la banda nacional seleccionada para darle inicio a la velada. Yendo por géneros que van desde el stonerkrautrock y la psicodelia, el trío comenzó su set con “Mugre, pelos, sangre, muerte” y “Cambio”, ambos temas nuevos que formarán parte de un EP que verá la luz a finales de noviembre. El show que inició con algunas fallas, fue mejorando considerablemente con cada tema. Patricio, Diego y Roy disfrutan mucho estar sobre un escenario, aunque se les notaba nerviosismo, ofrecieron una muy buena presentación. “Ya no se va” tomó por tarea freír algunos cerebros. Salieron entre una gran ovación, excelente agrupación. Tenemos muchas joyas nacionales en la actualidad. 

No pasaron 10 minutos cuando Geoff Barrow, Billy Fuller y Will Young tomaban presencia en el escenario del Foro Indie Rocks! Con sonrisas y chiflidos entre el público, el trío inglés acomodaba la posición de sus instrumentos. El genio Geoff probaba su micrófono, Billy se sentaba con su bajo como músico de jazz y Willy abría una cerveza, contábamos los segundos para el regreso de Beak> a México, una banda que se ganó el cariño y amor del público tras su presentación en Nrmal X. 

Con una estatua de yeso de la Virgen de Guadalupe en un amplificador, la ciencia ficción de The Brazilian comenzó a sonar y todo el recinto enloqueció. Con acordes muy progresivos que recuerdan a Yes, el proyecto de Bristol sonaba brutal. Cada segundo era perfecto y todo auspiciaba a una noche memorable. Al terminar este primer tema, Geoff habló por su micrófono a la cabina que se encuentra en el fondo del venue. Pedía que prendieran las luces y no existiera juego para ambientar el show. “Vete a tomar una cerveza”, le decía el baterista al encargado de iluminación. Para Beak> lo que más importa son los sonidos. El trío va a tocar, lo demás sobra.  

El poder de Bristol

“Brean Down” encendía los ánimos. La banda, de verdad, suena increíble en vivo. Todo lo hacen con exactitud y se crea una armonía única. Al terminar el tema, Geoff volvía a la carga y pedía que los fotógrafos salieran de pit. Y aunque su solicitud fue puesta a disposición, otro grupo entraba para capturar momentos. El multiinstrumentista de 47 años es todo un personaje. Cada pausa bromeaba con el público y con Billy y Will. A Beak> no le hace falta generar mucho ruido para hacerte volar, la noche se ponía mejor y la música siempre iba en ascenso. 

El trío volvía un poco en su discografía e interpretó Eggdog, The Meader y “RSI”. Con un audio impecable, “Allé Sauvage nos sumergía en un viaje espacial. Pocos eran los aventurados que grababan algo en su celular; muchos bailaban, se percibía olor a marihuana y la música bastaba. Antes de iniciar en esta casi mitad de set, Barrow le decía al de iluminación con una actitud bromista, que, ahora sí, tenía permiso de hacer esa “mierda tipo disco” con las luces.  

El clímax llegaba y los británicos hacían sonar “I Know, tema que cumplió 10 años este 2019 y sigue sonando vigente. He ido en muchas ocasiones al Foro Indie Rocks!, pero pocas presentaciones te hacen vibrar tanto como la de Beak>. Todo era trazado y desmenuzado a la perfección.We Can Go y When We Fall procedían con el show. Al terminar dicho par de canciones, Geoff anunciaba la entrada de Santiago Mijares, mexicano que tocaría Life Goes On con ellos en los bongos. Momento memorable. "Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, o algo de fierro viejo que venda...".

Abandonando el escenario por un minuto, la banda volvió para un pequeño encore conformado por The Broken Window, Kenn y “Blagdon Lake”, todo de sus primeras producciones. Un foro abarrotado, una banda que hizo todo como quiso y con un público que se entregó, así fue el regreso de Beak> a nuestro país. Sin duda, un show que debe estar en el radar como de los mejores del año. Poco más de una hora para demostrar que el trío de Bristol lo puede todo. Se agradece que pasaran a saludar antes de destrozar Levitation. Están muy cabrones. 

Festival RadioBosque en Tepotzotlán

Magia, luces y Día de Muertos en Festival RadioBosque.

La alta demanda de festivales en México ha ido mucho más allá de la simple oferta de actos musicales de calidad, ofrecer una experiencia única y memorable es parte del paquete y, en pleno Día de Muertos, los creadores de Trópico debutaron Festival RadioBosque en las afueras de la Ciudad de México de manera exitosa.

Una escapada de fin de semana en medio del bosque con música para bailar en sí ya sonaba como una idea ganadora. Aunque cuando llegué allá caía la lluvia a cántaros, afortunadamente esta no duró mucho y Tláloc nos permitió tener un día frío, pero despejado.

Inicio tropezado

Lamentablemente para los primeros actos del día, la lluvia y la hora no jugaron mucho a su favor, sus sets se atrasaron 30 minutos y aun así la afluencia de gente era muy baja para cuando se subieron al escenario.

La agrupación chicana Y La Bamba empezó a elevar los ánimos de los pocos presentes con su música de vibra tropical con una pizca de folklor latino. Más adelante, los neozelandeses Mild Orange continuaron con su rock suave que nos remitía al calor de la playa y nos hizo olvidar por un instante que estábamos cubiertos en chamarra e impermeable.

Mr. Twin Sister, como sus predecesores, era otra banda que hacía su debut en vivo en nuestro país y se llevó una cálida bienvenida que los hizo prometer regresar. Su carismática líder, Andrea Estella, no paraba de bailar en el escenario al ritmo del ácido electropop de su banda y su energía se contagiaba.

Con Rhye cayó la noche al ritmo de la suave y seductora voz de Mike Milosh, ante una banda de R&B tan calmo debo admitir que no esperaba un show tan enérgico como el que presencié. En ocasiones sus canciones se prolongaban en extensas sesiones de improvisación donde cada instrumentista tenía su oportunidad de brillar y con el sonido funky de temas como “Phoenix”, “Taste” y “Hunger” el público sacó sus mejores movimientos.

Más allá de la música

El mapa del recinto constó de un escenario principal, dos pequeñas carpas –Archipiélago y Budweiser- y el escenario Mayan Warrior, además de diversas áreas con múltiples actividades fuera de la música. Por el reducido tamaño del lugar todo estaba muy cerca, solo de noche tenías que vadear uno que otro camino fangoso a oscuras, pero para esos terrenos se advirtió sobre la necesidad de llevar unas buenas botas.

Si querías entrar completamente en el ambiente de Día de Muertos podías pintarte de catrina en un stand y un camino de flores de cempasúchil te llevaba a la sección de La Ofrenda, donde encontrabas entre las tumbas algunas dedicatorias a músicos que se nos han ido recientemente como David Bowie y José José, además podías poner dedicatorias a tus seres queridos en la ofrenda principal.

Fue caída la noche que RadioBosque realmente cobró vida, la producción de las luces fue un espectáculo asombroso desde los árboles alrededor que parecían cubiertos de luciérnagas, El Camino que parecía un túnel lleno de estrellas, El Laberinto que retaba tu memoria y sentido de orientación en medio de una serie de árboles que se iluminaban de base a punta.

La magia comienza cuando el sol se pone

Los primeros en beneficiarse de la oscuridad fueron Lower Dens, durante su set fue desplegada una pantalla llena de luces que nos remontaban al espacio o a un viaje interdimensional. La agrupación de Baltimore cautivó a los presentes con su más reciente álbum, The Competition, una buena ocasión para bailar al ritmo de la dulce melancolía presente en la imponente voz de Jana Hunter, quien portaba un atuendo brillante que me recordó a Elton John.

Los británicos Hot Chip sin duda eran uno de los actos más esperados del festival y desde que empezó a sonar “Huarache Lights” fue una fiesta ininterrumpida con temas recientes como “Melody of Love”, “Hungry Child” y “Spell”, así como otros que sacan nuestra nostalgia por el indie pop dosmilero como “Boy From School”, “Over and Over” y “One Life Stand”.

Vestidos con batas blancas, seis músicos en total se encontraban sobre el escenario, desplegando un sonido masivo y con sintetizadores de bajos profundos. Para cuando se despidieron la vara estaba muy alta, pero Underworld era el headliner apto para el reto de cerrar el Escenario RadioBosque.

Fiesta hasta que salga el sol

Maquillados de catrines, Karl Hyde y Rick Smith salieron ante un abarrotado escenario al ritmo de “Two Months Off” y de ahí en adelante nos transportaron a aquellos raves noventeros con su euforia techno y house. “Jumbo”, "Always Loved a Film", “Border Country” “REZ/Cowgirl” hacían al público bailar y saltar como locos así como Smith en medio de una lluvia de luces de color.

Adecuadamente “Born Slippy (NUXX)” fue la última canción que desató el frenesí en dicho escenario, pero pasada la medianoche la fiesta continuaría hasta el amanecer en Archipiélago Tent, Budweiser, Sounds of the City y Mayan Warrior, este último reminiscente a un Tomorrowland miniatura con su apariencia de barco pirata espacial.

RadioBosque fue todo un éxito en su primera edición, a pesar de que a tempranas horas el aforo era reducido, para cuando la noche era un espectáculo de luces la congregación era significativa. Se trató de una fiesta, un despliegue de tecnología, una conexión con la naturaleza -que a veces olvidamos en nuestro existir citadino-, pero sobre todo fue una celebración y esperamos con ansias otra edición para pasar el Día de Muertos bailando.

The National en el Pepsi Center WTC

Noche de gotas de lluvia y lágrimas con The National.

Apenas un año después de su última visita al Pepsi Center WTC, The National regresó a México para promocionar su más reciente disco, I Am Easy To Find.

A la hora de la apertura de puertas se veían pocas personas formadas, cuando salió Ed Maverick en punto de las 20:00 H al escenario, el aforo apenas llegaba a media capacidad. El joven artista de Chihuahua, junto con su guitarra acústica y su banda de acompañamiento, en principio sonaba como una elección apropiada de telonero por la vibra melancólica de su música.

Sus nervios y temor eran muy notorios y, a pesar de que los murmullos del público en ocasiones ahogaban la quietud de sus canciones, Maverick puso mucha emotividad e intensidad en ellas, lo cual fue acentuado por su banda cuando lo necesitaba y para cuando llegó el momento de su éxito viral, “Fuentes de Ortiz”, más de uno entre el público la coreó.

Llegó el turno de The National, esta vez venía acompañada de cuatro músicos adicionales, incluyendo a Kate Stables, a quien pudimos escuchar en varios cortes de su nuevo disco y quien fungió como la voz femenina requerida para la interpretación en vivo de las canciones de I Am Easy To Find.

“You Had Your Soul With You” dio arranque a la presentación y lo primero que salta a la vista es la cálida recepción que tuvieron las nuevas canciones, las cuales eran coreadas una tras otra. “Quiet Light”, “The Pull Of You”, “Hey Rosie” le siguieron, generando la misma emoción entre el público y con Stables vitoreada cada vez por su acompañamiento a la voz de Matt Berninger.

Con “Don’t Swallow The Cap” empezó el viaje al ayer y la energía no hacía más que subir, en seguida las luces se volvieron tenues y anaranjadas como indicación de que venía “Bloodbuzz Ohio”. “I still owe money to the money, to the money I owe”, se escucha al unísono entre un público emocionado y Berninger con su característica voz profunda y melancólica.

Es difícil discernir entre los gemelos Aaron y Bryce Dessner en la sección rítmica. No solo sus facciones son idénticas, sino que tienen el mismo corte de cabello y ambos fluctúan entre las guitarras y el piano, pero prueban ser un dúo dinámico que genera un sonido masivo y envolvente en una de por sí numerosa banda arriba del escenario.

A pesar del tono gris que caracteriza la música de The National, su vocalista Matt Berninger es un personaje que contrasta con esta. Rara vez se mantiene quieto y, cuando no hace comentarios humorísticos entre canciones, gusta de pasearse por el pasillo debajo del escenario para tomarse fotos con fans mientras canta, lo cual debe hacer del trabajo de su jalacables una pesadilla.

“So Far, So Fast”, “Where Is Her Head?” y “Oblivions” demostraron que las versiones de estudio no le hacen justicia a su desgarrador potencial. Con “I Need My Girl” naturalmente llegó uno de los momentos más coreados y grabados de la noche desde que comienzan aquellas notas suaves de guitarra, quizás el riff más reconocible de The National.

“The day I die, the day I die, where will you be?”, se preguntan Berninger y el público al ritmo de las azotadoras percusiones de Bryan Devendorf. Para su sucesora, “This System Only Dreams in Total Darkness”, un fan pidió tomar el lugar de este último, pero no tuvo éxito, no todas las bandas son The Killers o Green Day para dejarte subir a tocar un instrumento.

“Pink Rabbits” es una grata sorpresa para los fans más acérrimos y, en esa misma vena delicada y sombría, “Light Years” llegó con su dulce melodía de piano que nos arrulla y hace que las parejas se abracen.

"Rylan” ha sido una favorita de fans desde tiempo antes de que apareciera en un disco y esta junto con “Graceless” hizo uno de los momentos más enérgicos de la noche antes de volver a la paz, tranquilidad y brazos ondeantes nuevamente con “Fake Empire”, en cuya interpretación destacó una sección de trompetas cortesía de los músicos de acompañamiento de la banda.

Primer encore, hora y media de música no es suficiente para una banda con la trayectoria de The National, aún se siente que falta mucho. “I Am Easy To Find” suena con dedicatoria a un profesor universitario de Berninger que falleció; “Mr. November” nos recuerda que no todo es sentimentalismo y pesadumbre, sino que también hay guitarrazos y comentario político.

“It takes an ocean not to break”, ruge el líder de la agrupación mientras porta una playera regalo de un fan durante “Terrible Love”. “About Today” presagia el final de la velada en una depresiva nota de corazones rotos, pero la esperanzadora “Vanderlyle Crybaby Geeks” llega como su ya tradicional cierre donde Berninger cede las vocales al público, el cual corea cada palabra al ritmo de las guitarras acústicas de los hermanos Dessner.

Dos horas de música y aun así se siente que faltó repasar los primeros discos, especialmente Boxer y Alligator. Sea como sea, dos Pepsi Center WTC llenos en dos años son prueba de que The National ha trazado un gran camino y generado una amplia base de seguidores mexicanos desde que debutaron en nuestro país como teloneros de Foo Fighters allá por 2013.

The Offspring en el Pepsi Center WTC

Patinetas, cerveza y playas citadinas: The Offspring en el Pepsi Center WTC.

Era 1988 y una banda llamada The Dead Milkmen, filmaba un video musical en una ex penitenciaría de Filadelfia para la canción “Punk Rock Girl”. Sin saberlo, estaban por pasar a la historia. Siete años habían pasado desde que MTV debutara con su lema: “Por cable. En estéreo”, con sus videojockeys presentando videos musicales 24 H al día. La algarabía se mantenía con el canal que daba voz a una generación de supuestas equis. Un día, “Punk Rock Girl” fue escogida como el highlight de la semana, la canción más pedida del canal más popular entre la juventud, era también la primera canción de punk rock en traspasar la barrera hacia la televisión. El underground comenzaba su ascenso.

Si 1991 fue el año en que —generalizando un poco— el rock alternativo desbancó al pop de Michael Jackson a través de Nirvana, 1994 también sería un año importante para los ideales del Do It Yourself: Smash, el tercer álbum de estudio de The Offspring, salía a la venta a través de Epitaph Records. California y sus patinetas estaban en el mapa otra vez. Hasta la fecha, es el álbum de una disquera independiente más vendido de la historia. Smash lo tenía todo. Tenía rabia punk, letras en donde se problematizaban aspectos mundanos. Hasta tenía momentos de bajar el ritmo. Acerca de esto Kevin “Noodles” Wasserman dijo en una entrevista para la Rolling Stone.

Cuando estábamos escribiendo 'Self Esteem' no lo entendía del todo. La estructura de la canción me parecía extraña. Estábamos acostumbrados a tocar realmente rápido… lo más rápido que podíamos”.

Es ese melodismo no tan crudo, lo que hizo que The Offspring llegara a lo más alto. Años después —en 1998— sacarían el Americana, un disco que podía agradar a un niño de siete años, o a adolescentes incomprendidos y viejas glorias del punk. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, cinco, ses.

Los años pasan y la nostalgia reverdece los gustos. Después del Conspiracy of One del 2000, The Offspring pasó por un periodo “oscuro” en los 2000, cuando, quizá, no encontraban su lugar en el mundo. Los 90 habían terminado y el punk rock californiano era desplazado por muchachos que cantaban sobre la inteligencia de policías de Nueva York y lo que había dicho una chica la noche anterior. Pero el 2019 es una historia diferente, y el Pepsi Center WTC de la CDMX, presentaba un sold out para ver a sus ídolos. Esta es una aseveración temeraria, pero creo que el mejor género para presenciar en vivo es el punk. Cualquiera se puede unir a los gritos distintivos de “uoh oh oh”. El ambiente era el propicio y la banda de California lo sabía.

El setlist no podía decepcionar, “Americana”, “All I Want”, “Come Out and Play”, “It Won’t Get Better” y “Want You Bad”. Parecía una de esas recopilaciones con las que introduces a un neófito a una banda. The Offspring sigue sonando igual. Sigue teniendo la energía que los catapultó a convertirse en símbolos. No hubo un solo momento durante la presentación en donde no hubiera centenares de celulares por los aires para capturar una canción en dudosa calidad, pero invaluable pertenencia sentimental. Lo indispensable para decir: "yo estuve ahí". “Original Prankster”, un cover de “Whole Lotta Rosie” de AC/DC y “Bad Habit”. Un domingo de octubre que, ojalá, se hubiera extendido lo más posible.

Y de repente, empezaron las percusiones. Gritos por reconocer un patrón rítmico impregnado en la memoria. Pelotas de playa aparecieron para rebotar entre las manos de los asistentes que por un momento se trasladaron a las costas de Huntington Beach mientras coreaban. “My friend’s got a girlfriend, man, he hates that bitch…”. Una fiesta descolocada, The Offspring es capaz de transportar a otras experiencias, recuerdos, amistades y amores del pasado. Y también de crear nuevas memorias para la posteridad. Después del encore, “You’re Gonna Go Far, Kid” recordó que en el 2008 también hacían canciones y, para terminar, aquella canción de estructura extraña, de ritmo más pausado que “Noodles” no entendía: “Self Esteem” cerró un concierto del que pocos se pueden quejar.

Tal vez fue “Punk Rock Girl” una de muchas semillas que germinaron el camino para que el punk rock saliera de los lugares improvisados para tocar, pero sin lugar a dudas, The Offspring está, junto a otros como NOFX, Bad Religion, Green Day o Rancid, en el pedestal de encumbrar a una ciudad, una cultura y a todo un género.

HIPNOSIS Presenta: Temples en el Foro Indie Rocks!

Foro Indie Rocks!: Un templo de movimientos.

El Foro Indie Rocks! se ha consolidado como uno de los lugares que dan lugar a una mayor intimidad en la relación entre público y artista, al igual que ofrece una plataforma para actos más de culto, talentos emergentes o por si algún cantante o ensamble digamos de mayor perfil desea realizar un recital en donde la cercanía con sus audiencias más devotas son clave. Aunque la banda inglesa de rock psicodélico Temples ya había engalanado un lugar en el festival de la cerveza hace algunos años o una fecha llena de algarabía en el SALA, su llegada a México como parte del cartel de bandas de HIPNOSIS 2019 conllevó a que tocaran aquí para aprovechar todas esas propiedades y el afecto de sus adoradores.

Las bases las puso el grupo mexicano Flamingo Sunset, que brindó la vibra necesaria para que todos los presentes que empezaban a llenar el salón principal aportaran con su granito de oro festivo al templo. A partir de las 21:00 H, la agrupación integrada por Pony (bajo y vocales) Louie (guitarra) y Vaquero (batería) dio muestra de su potente dominio en el escenario, sus incansables ganas de contagiar su euforia y su mezcla del psych rock con toques de surf, garage y tropical. A ritmo de canciones como “You Owe Me,” “Hot Steam,” “I Ain’t Right” y “Stone Shot,” el trío de flamingos demostraron que son un acto que llegará a bastantes lugares y oídos con originalidad y entusiasmo.

Poco después, la efusividad bajó un poco a raíz de que el acto principal tardó casi una hora en salir –les daré un poco menos a cuenta de la reglamentaria media hora de soundcheck– pero sí empezaron a escucharse silbidos y preocupaciones. En punto de las 22:21 H las luces comenzaron a jugar entre sí, los ánimos lentamente se restauraban y una fanfarria llena de tambores bélicos anunció la llegada al escenario de James Bagshaw (guitarra y voz principal), Tom Walmsley (bajo), Adam Smith (guitarra y teclados) y Rens Ottink (batería). Temples había arribado para continuar la construcción e hicieron de este aparentemente mesurado aposento musical su propio santuario hecho de ritmos duros, riffs demoledores y melodías mágicas.

Comenzando con “The Howl”, Bagshaw y compañía iniciaron las obras con baterías que sonaban cuales pisadas de estampida de elefantes, guitarrazos como sierras eléctricas y texturas en los sintetizadores que amarraban y extendían todo como gomas de mascar de diferentes colores y sabores. Después, empezaron a mezclar algunos temas ya clásicos como “Colours to Life,” “Certainty,” “Keep in the Dark,” “(I Want To Be Your) Mirror” con las nuevas ofrendas de su disco más reciente con el que vinieron a visitarnos, Hot Motion. Sus fieles discípulos ya entonaban a la perfección “Holy Horses,” “Context,” “The Beam” y “You’re Either On Something” como si ya estuvieran embonados en la memoria desde hace tiempo, o como himnos en un misal. La misma banda se sorprendió de esta fidelidad.

Cabe mencionar también que Temples ha crecido bastante en su producción e interpretación en vivo. Al igual que hay una madurez más táctil en sus letras –aunque sigan hablando de cosas misteriosas y viajes trascendentales– hay un aspecto más terrenal y centrado en sus letras. También fue una sorpresa ver a un acto que, después de un disparejo toquín lleno de áreas de oportunidad técnicas e interpretativas en aquél festival de la cerveza, se convirtió en un ejército demoledor de paredes físicas y metafóricas. Sus improvisaciones más seguras; su manejo del escenario más dinámico; la voz de Bagshaw más pulida. Son esa banda que, aunque suena polvosa y vintage en el disco, en vivo soplan toda esa cobertura y hacen de cada acorde y melodía que hacen única cada canción algo maximizado y hermoso.

Ya para armar la cúpula en la construcción que todos habíamos ayudado a armar, los ingleses soltaron “Shelter Song,” convirtieron a “Oh The Saviour” en una arrolladora power ballad y se fueron galopando con la fuerza de millones de camellos con “Hot Motion”. Pero para dejar bien pulidos los detalles y mantener todo sólido, el encore dio pie a la sesión psicodélica de aplausos de “A Question Isn’t Answered” y la aventura astral que logró “Mesmerise”. Fue como si Temples nos hubiera agradecido por ayudar a convertir el Foro Indie Rocks! en un templo en movimiento para ellos, y luego nos llevara al espacio para seguir explorando en conjunto. Al menos esa fue la sensación que se percibió en la noche monumental de ayer.

Sónar en Parque Bicentenario

En su primera edición, Sónar promete y pasa la prueba.

Cuando se anunció la edición mexicana de Sónar las expectativas fueron altas, pues más que un festival de música, este se ha convertido en una celebración de la vanguardia y la experimentación. La gran interrogante era si la versión mexicana podía ponerse a la altura.

La gente comenzó a llegar desde temprano al Parque Bicentenario, locación que ha brillado por ser muy accesible y diferente a los venues que acostumbramos. El espacio, aunque vistoso, a primera vista parecía muy reducido y distaba mucho de lo que uno esperaba para Sónar. En esta primera edición, los organizadores optaron por el formato normal de festival.

Empezamos con un retraso de una hora en el escenario principal, lo que provocó cierta confusión y desconcierto con los horarios. Afortunadamente, los escenarios no estaban lejos y era fácil llegar de un lugar a otro.

Noa Sainz fue de los primeros shows en el Sónar Club, el escenario principal. La cantante y su banda se mostraron bastante emocionados y aprovecharon la oportunidad. Entregaron todo sobre el escenario e incluso compartieron algunas canciones nuevas.

Siguió Flohio, artista británica que desde su presentación en festival Ceremonia dejó a muchos sorprendidos. Varios de los que estábamos ahí veníamos por una segunda dosis de lo que mostró a principios del año. La energía que desbordó la rapera era contagiosa, tanto que la carpa se ahogaba en gritos y hasta hubo un mosh pit. Sin duda uno de los shows sobresalientes de este Sónar.

Del otro lado, en el escenario Sónar Lab de Budweiser, estaba Jesse Báez. El guatemalteco ya es uno de los favoritos del público y se nota. El cantante no tuvo que esforzarse mucho para convencer y animar a la gente.

Otro de los que se llevaron aplausos en este Sónar México fue Kidd Keo. El cantante español de trap decidió no irse por lo ordinario y lo sutil, nos trajo un verdadero espectáculo. Su show fue grande, memorable y justo lo que merecía esta primera edición del festival.

Antes de que cayera la noche, Nosaj Thing se hizo del Sónar Lab. Desde que se reveló el line up, el músico y productor estadounidense fue uno de los más celebrados del cartel. Los fans mexicanos mostraron su emoción y fue uno de los pocos momentos en los que la gente se hizo notar. La música estaba levantando los ánimos y calentábamos motores para ver a los esperados headliners.

Los asistentes habían terminado de llegar, no éramos muchos, pero sí suficientes para lograr una verdadera fiesta en Sónar. Sin embargo, con más gente un problema se hizo evidente: había suficientes barras y centros de cashless, pero solo un área de baños. Las filas de 40 o 50 personas para entrar a los portátiles obligaron a muchos a perderse el inicio de los shows o a buscar otras alternativas. La organización hizo un poco incómoda la experiencia, pero todavía quedaba mucho por ver y la gente mantenía los ánimos.

Por fin pude visitar el domo con LAO. Era un escenario llamativo, diferente y que evocaba la verdadera esencia del festival. El miembro fundador e integrante de NAAFI sorprendió con diversos estilos y varios invitados. En el mismo recinto también pudimos ver a Badsista con Cashu y a Fatima Al Qadiri, una de mis favoritas del festival por su naturaleza obscura y enigmática.

Para la segunda mitad de Sónar se hizo con BadBadNotGood. Los canadienses juntaron a la gente en el escenario principal y demostraron por qué eran uno de los actos más esperados, no solo del festival sino del año. Talento y habilidad fue lo que caracterizó su show, un espectáculo que maravilló sin necesidad de props o muchos visuales. Tuvieron problemas con el audio al principio, pero esos detalles fueron arreglados al instante y pudimos disfrutar de un concierto único, que dejó con buen sabor de boca y ganas de que vuelvan a visitar México. Charlotte Day Wilson como invitada en “In Your Eyes” y el solo de batería de Alexander Sowinski fueron dos de los mejores momentos de la noche.

Skepta prometía, desde un inicio, ofrecer el clímax de Sónar México y en un inicio fue así. El músico salió al escenario con un disfraz de La casa de papel, muy apropiado, por cierto, y comenzó fuerte con temas como “What Do You Mean?” y “Praise The Lord”. El Rey del grime constantemente estuvo exigiéndole a su público, demandaba movimiento, gritos y energía. A penas le pudimos seguir el paso, pero lo logramos. Creo que el rapero se fue agradecido con la gente y una buena impresión del público mexicano.

Finalmente, Richie Hawtin fue el encargado de cerrar la noche. Muchos estaban más que cansados, ya no podían más, pero el DJ británico logró moverlos como a Lázaro. Nadie paraba y esto habría seguido hasta el amanecer. Me quedo con esa sensación de Sónar, un festival que te hace creer implacable.

Más que una versión mexicana del festival de Barcelona, este fue un Ceremonia chiquito. La calidad y estilo que define a Eco, antes Grupo Sicario, pero no el concepto y tono que debió llevar como Sónar.

La prueba de traer este festival a México promete bastante y esperemos que crezca para poder tener ese ideal que muchos esperábamos. Roma no se hizo en un día y un festival de esa magnitud requiere de esfuerzo y el apoyo de una comunidad.

Queremos que Sónar crezca, que los organizadores se arriesguen con más y mejores sorpresas y la gente se involucre con este festival.