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Entrevista con Lower Dens

Entrevista con Lower Dens

28/Oct/2019

La sociedad, la familia y el aislamiento son atravesados por el capitalismo, dice la banda de Baltimore.

Cuando enfermamos solemos atacar el virus a partir de los síntomas, a veces sin asistir a una consulta médica, el peligro que ello implica radica en que el síntoma puede ser en realidad en sí el virus o una mutación de él, una evolución, un malestar que consideramos maligno pero que no imaginemos su alcance, el grado de expansión al que llegara. Algo así nos sucede con el capitalismo y su transformación a raíz de la globalización digital y el ecosistema social. El filósofo francés Sami Naïr señala que “la crisis actual muestra no solo el carácter despiadado del capitalismo liberal y financiero -despiadado en el sentido de que lo único que le importa es sacar el máximo beneficio en detrimento del derecho y de la vida de millones de seres humanos explotados, excluidos y humillados por el desempleo-, sino también la dramática impotencia de las fuerzas progresistas (…) para ofrecer una alternativa creíble frente a los errores de este sistema”. Y lo que dice puede verse corto cuando miramos en derredor y somos testigos de muchas paradojas como la homogeneización de la cultura o el concepto atomizado de libertad.

La banda de Baltimore Lower Dens habla en su nuevo álbum The Competition sobre una característica de ese virus, malestar o modelo económico en el que, ridículamente, nos encontramos encerrados y que, aunque con elementos buenos, puede estar empujándonos a un cataclismo social e individual a nivel emocional. Es ridículo porque somos testigos de su ineficacia en muchos sentidos, pero no hay una clara oposición a él. “El concepto del álbum es algo que pienso en relación con mi familia, estamos conectados, pero hay quienes están más concentrados en el éxito y la ambición, no son buenos unos con otros. La sociedad nos alienta a tener mucha ambición y pone muros entre las personas; ahora somos vulnerables unos frente otros, porque somos criaturas de intimidad y nos necesitamos, pero estamos compitiendo constantemente, no creo que sea bueno, nos vuelve locos”, asegura a Indie Rocks! el vocalista trans de la agrupación, Jana Hunter.

El cuarto álbum viene cargado con una serie de planteamientos sobre la frialdad de la competencia a la que podemos sucumbir día a día (“Simple Life”), las expectativas de la sociedad en nosotros (“I Drive”) y en lo complicado que puede ser tomar una decisión que implique abandonar algo positivo para seguir nuestro deseo frente al temor de vivir frustrados (“Real Thing”); al mismo tiempo The Competition es soberbio, cabalgando entre el dream pop y el synth pop con unos maravillosos arreglos en los sintetizadores y en las voces. Dice Jana que la ausencia de conexión y empatía es intrínseca a este momento. “No sé si la ambición pueda hacer que la gente pierda el alma, pero creo que el aislamiento es propio de esa búsqueda del éxito. Ignoro si será permanente, pero vivimos una época en donde podríamos estar cuidándonos unos a otros o disfrutando un montón de cosas en lugar de estar pensando en el éxito”.

La industria musical o la vida de una banda puede verse arrastrada a ese torbellino vicioso, oferta-deseo-demanda-consumo y, sin duda, atomizar la creatividad artística por el hecho de cambiar el paradigma, el objetivo y la propia existencia. La razón de ser de la música. “Hemos hecho sustentable que vayamos de gira. Somos conscientes de que por el tipo de música que hacemos no nos vamos a hacer ricos. Queremos hacer música que sea un reto y que hable de lo que hablamos”, señala Jana Hunter y aclara que para él es complicado no sentirse atraído por el malestar general, incluso por una competencia con otras bandas. “Me siento tentado por ser reconocido por lo que hago, es parte de vivir en el capitalismo, querer reconocimiento y éxito material, cuando me llego a sentir así me recuerdo que la razón de porqué hago música no es hacerme rico o estar cómodo, sino expresarme. El único trabajo del artista debe ser escribir música y llevarla al acto de grabación y al acto en vivo”.

Y en este proceso de aislamiento en el llegamos a sentirnos “atrapados”, las relaciones interpersonales resultan fundamentales como una “salvación” o como un motivo de estrés, bien sea por una presión social o por lo difícil que implica el autodescubrimiento. En “Real Thing” Hunter narra la historia de una chica que está casada con un chico “estupendo”, pero prefiere ir por su juventud, tener sexo con diferentes personas y “bailar sin abandono”. Aunque la historia la leyó en una revista, él ha tomado decisiones en este sentido. “Sabía que quería una relación estable pero estaba en dos diferentes escenarios, uno era la relación y el otro era la banda, porque hacer música absorbe mucho tiempo, algunas veces resulta molesto. Por otra parte, en determinadas circunstancias te das cuenta de que esa relación no es lo que quieres y tienes que establecer tus prioridades. Nunca he estado en un punto en el que solo me importe lo que me suceda a mí. Pero lo puedo entender”.

Lower Dens visitará México con motivo de su presentación en Radiobosque el 2 de noviembre, razón perfecta para ir a bailar sin abandono y repensar nuestras prioridades como seres humanos. El cataclismo parece inevitable y aunque crítico, el punto de vista de la banda parece certero. La competencia nos puede arrastrar a un bucle sin salida en el que lo peor no será la muerte, sino el olvido de la vida.