La voz áspera y amenazadora de Freddie Gibbs, acompañada de un paisaje sonoro digno de él.
Fredrick Jamel Tipton, mejor conocido como Freddie Gibbs, nos presenta su nuevo álbum de estudio $oul $old $eparately, a través del sello Warner. Luego del lanzamiento de Alfredo (2020) junto al productor The Alchemist, el prolífico rapero regresa con lo que parece ser su siguiente iteración, un disco conceptual que versa sobre; la fama, el éxito, el dinero, las drogas, los excesos y principalmente el vacío que deja experimentar todo esto.
En un tono “ficcional”, cada canción documenta el proceso y todas las dificultades que representó la creación de $oul $old $eparately. Aunque lo presenta en solitario, Gibbs no renuncia a su espíritu colaborativo, y cuenta con renombradas participaciones como Pusha T, DJ Paul, Offset, Scarface, entre otros, que acompañan al rapero de Indiana en esta travesía reflexiva y autorreferencial, cosa, que siempre es agradecida por los fans, ya que ayuda a ir completando el rompecabezas. Desde sus mixtapes de culto hasta sus colaboraciones más renombradas están abarcadas por este trabajo.
“Couldn´t Be Done”, es el primer momento a destacar, cuenta con sampleos poco elaborados pero funcionales, a los que se añaden pocos beats, para no opacar la potente voz de la cantante de R&B Kelly Price dando un inicio grandilocuente al disco. “Too Much” junto a Moneybagg Yo, es el punto culmen del primer acto y elegido como sencillo promocional, sonidos trap que logran transmitir ese ambiente de exceso; dinero, mujeres, champagne cristal y cadenas brillantes, un guiño al hip-hop de inicios de los 00´s. “Feel No Pain” que cuenta con la participación de Anderson .Paak, y en la que el músico californiano hace gala de su clase, elegancia y maestría, inaugurando una segunda parte llena de ritmos más complejos, un terreno donde Gibbs se maneja con total naturalidad. En la tercera y última etapa del álbum, mencionar “CIA” producida por Madlib, esta fase sirve como carta de presentación para quien no está familiarizado con la música del rapero, una buena oportunidad para conocer sus rimas, sus sonidos y su tiempo.
En conclusión, es un buen disco, que toma por asalto nuestros oídos, como si fuera un casino en Las Vegas o una disquera trasnacional. Con un concepto que nos lleva en una espiral descendente a través de la trayectoria de Freddie Gibbs y que encuentra sus mejores momentos en el contraste de estilos. Tiene un final demoledor, en el cual los sonidos tranquilos retumban en la cabeza, después de un inicio eufórico y que nos devuelven a la tierra con la pregunta ¿Qué sigue después de tenerlo todo?
