Nine Inch Nails en El Plaza Condesa

Clavos en nuestra psique.

“Branches / Bones”, nociones, aseveraciones, expectativas, de ninguna forma estábamos preparados para lo que nos deparaba.

“Wish”, ¿qué deseas?, ¿que el mundo sea perfecto?, ¿que mañana será un día normal en el que no tengas que preocuparte por nada?, al demonio, la pulsión instrumental te está lacerando, lo más real que tendrás en un buen fin de idiotas atascando las calles y los centros comerciales ávidos de cosas que no necesitan. La música que va a atacarte.

“Letting You”, déjate llevar, estás presenciando uno de los mejores conciertos acontecidos en la historia de El Plaza Condesa y es apenas el comienzo. Repleto como pocas veces, en un lunes en espera de volver a la normalidad, esa que te da cierta tranquilidad, get away, que todo se disipe, que las inyecciones de la enfermiza electrónica que antes que alegrarte te hipnotiza, te sofoque, te provoque, te mande al demonio. Somos cerdos en una marcha ávidos de atascarnos de todo lo que nos complace, ¿eso te hace sentir mejor?, entonces arráncate el cabello, delira, dispara, figura al opresor ante en ti y sorpréndelo con un golpe contuso a la quijada.

“This Isn’t The Place”, gran contradicción, estamos en el lugar correcto, El Plaza Condesa cual capilla de adoración ante un Trent Reznor que hasta el momento no ha dicho nada. Solo se concentra en lo mejor que sabe hacer: ofrecernos la música que nos lleva al delirio. “Sanctified” para arrastrarnos a la adoración primigenia, pequeñas máquinas de odio devaneando entre notas y frases, estamos siendo purificados, absortos miramos a nuestro alrededor, las poses, los rumores, los letargos, la indiferencia, cómo es que observas tu pantalla ante tal maestría sonora, cómo es que te preocupas por lo que pasará mañana sin disfrutar el hoy.

“Reptile”, la maldad avante ante las buenas intenciones, la maquinaria que pocos comprenden, porque es más fácil posar, estar presente, hacer check-in, tomar la foto para la red social favorita, vanagloriar la presencia antes que la esencia, y mientras sucede la selfie de manifiesto de los que están en apariencia, los que están en esencia cierran los ojos y se dejan llevar. El gran pecado de escuchar y apreciar antes que posar: “Sin” y su siniestra euforia, los gritos sinceros que opacan la hipocresía. No fuimos multitud, fuimos bendecidos por los tonos que no sonaron en un festival masivo. La intimidad y la fidelidad antes que el afán de pertenecer.

“Help Me I Am In Hell”, y en las llamas encontramos el confort, en los sonidos la iluminación, el candor que tanto nos falta. “Happiness in Slavery”, no abras los ojos, no quieres ver lo que sucede, solo siente, deja de ser un reo de tus necesidades. “God Break Down The Door”, el delirio, la necedad de moverse, el frenesí, la capacidad que tenemos para apreciar antes que perder el tiempo. Sin gran ardid visual y un saxofón nos arrastra a la locura.

“Gave Up”, y esa necesidad de azotar nuestras cabezas contra la pared que fácilmente nos lleva a la locura, “The Great Destroyer” para calmar el ímpetu pero no la emoción que claramente nos domina, brilla, y pertenece, sobre todo a aquellos pocos que cierran los ojos y disfrutan antes que escribir un texto en su teléfono. “Burning Bright (Field on Fire)”, no están todos los que lo merecen, “Survivalism”, bocanadas de nicotina ante la prohibición, un olor entre hierba ilegal y perfume barato, los tragos que fluyen. “The Hand That Feeds”, ¿morderás la mano de aquel que se entrega en el escenario para tu iluminación mientras te tomas una selfie?, no pertenezcas si no sientes, no aparentes si no hiciste el mínimo esfuerzo. “Head Like a Hole”, nuestras almas oscuras y podridas que saltan, trasfugan, enardecen, no tenemos dinero pero tenemos desgracias, no tenemos que adquirir pero sí qué saquear, tenemos lo que merecemos, no lo que podemos adquirir sin necesidad.

“The Day The World Went Away”, y cual dirección de orquesta los golpes a la guitarra, los ecos de una maldición, la instrumentación que nos guía a la figuración: imagina que todo terminará pronto, que el plástico matará los mares, que las guerras serán los nuevos deportes, que tus necesidades se convertirán en deseos. “Even Deeper”, no ha terminado nuestro descenso, “Over And Out”, y aquellos que se rinden y se van, pobres diablos, aún falta el alta causa, la expiación, el réquiem persistente, la costumbre, el preludio al final que no queremos aceptar.

“Hurt”, el viento orgánico de nuestra agonía, porque nos lastimamos para sentirnos vivos, porque nos golpeamos el pecho para hacer trabajar el corazón, la realidad del dolor punzante, lo que queremos dejar atrás pero nos sigue doliendo. ¿En qué nos hemos convertido?, en seres que en su nostalgia y el dolor se regodean mientras aquellos culpables de nuestra miseria se han olvidado de nosotros. Tronos de mentiras y porquería, cosas de las que nos arrepentimos, palabras que nunca debimos haber dicho, esa extraña cómplice amargura en una zona de confort incompleto. El final anunciado, el último momento para ahogarnos, la esperanza de encontrar un camino. Y las luces que nos guiaron y los sonidos que nos ultimaron de pronto callan, y lo agradecemos, lo saboreamos, después de ser crucificados por clavos en nuestra psique antes que en nuestras manos.

 

Grapetooth — Grapetooth

Suave deleite ochentero.

Grapetooth es el nombre que adquiere el dúo conformado por Clay Frankel y Chris Bailoni a consecuencia de su gusto por botellas de vino accesibles y que además logra retratar de forma oportuna de lo que va su jovial sonido ascendiente de las corriente más memorable de la década de los años 80: El new wave.

Podrá sonar familiar el nombre de Frankel, pues forma parte de la agrupación Twin Peaks, en donde predomina su habilidad para crear las melodías más contagiosas dentro de la escena de garage en Chicago (cosa que no se debe tomar a la ligera, pues dicha ciudad goza de una de las escenas más vibrantes en el momento) . Por otro lado, Bailoni es un minucioso productor que había estado componiendo música bajo el seudónimo de Home-sick, en donde se puede apreciar su apego por los sintetizadores.

Al final, influencias de proyectos como New Order, The CureArthur Russell, Fishmans, Yellow Magic Orchestra y Yukihiro Takahashi en conjunto con las ilustres cualidades de ambos miembros resulta en un álbum bastante placentero y encantador.

El formidable debut abre con un himno titulado “Violent”, el cual te logra enganchar de manera inmediata al igual que una canción de New Order. El trabajo de los sintetizadores acompañando la entrega de las sencillas pero inolvidables líneas dejan una bella sensación que sencillamente podrías comparar con la misma que te podría dejar un final feliz de una buena película del género coming of age.

“Red Wine” es el tema que le da seguimiento a esta producción y aquí puedes encontrar una boyante oda a lo que es relajarse mientras te embriagas con una botella de vino al son de música confortable y buenas compañías. Efectivamente, esta canción fácilmente adquiere el estatus de música confortable.

“Trouble” es una pieza altamente contagiosa. Con tan solo una escucha, la melodía creada por el sintetizador se quedó plasmada en mí –ya desde hace algunos meses– y no me quejo. Es alegre, optimista y simplemente emana muy buenas vibras.

El título de otra canción destacable que también retrata a la perfección el sonido ochentero es “Death”, de tal manera que Kevin Bacon naturalmente podría desahogarse mientras baila de manera desenfrenada al ritmo de esta durante una catarsis emocional. Básicamente el 70% del álbum podría formar parte del soundtrack de muchas de las películas más memorables de los años 80.

"Hangover Sq." es en donde se pueden apreciar influencias por parte de The Cure, con una base que se nutre de una perfecta armonía entre los teclados, la guitarra acústica y la voz grave de Clay creando una grata energía.

Otra acierto que percibí del álbum fue en el cierre con "Together", en donde se aprecia un corte acústico que inspira un canto colectivo con una sensible lírica. Un adecuado cierre para esta producción tan amena.

Grapetooth es una banda que logra devolver un sonido que todos los entusiastas de la música disfrutamos sin que suene como una copia. Sus influencias son claras, pero definitivamente tiene su esencia y alma propia. Es evidente que gran parte de su sonido podría encajar en otra época, pero en ningún momento se puede confundir con algún otro proyecto musical dentro del género que sirvió como inspiración.

Corona Capital 2018: Día 2 presentada por AT&T

Se va a segunda vuelta.

Había preocupaciones de que el cielo se estaba tornando espeso y que el frente frío amenazaba con traer cierta humedad, pero afortunadamente los miles que se dieron cita para la segunda vuelta del Corona Capital gozaron de otro día soleado y con un augurio de que sería otro festival de música divertido y memorable. Lo fue por ambas razones, pero mientras el día anterior se percibía una algarabía musical más maleable para todos, este Corona se notó más refinado y rápido, quizás por los músicos y bandas que se presentaron y por lo empalmados que estaban en horarios unos con otros, lo que provocó que uno se quedara a cinco o seis canciones, esperar a que tocaran algún himno de la adolescencia o aquella que no deja de sonar en tu playlist, e irte a correr a ver al siguiente hasta el otro lado de la Curva. Bueno, después de todo el lugar se construyó para las carreras.

Quienes arribaron temprano pudieron deleitarse en el escenario Corona con el set de la cantautora Sasha Sloan, directo desde Boston, Massachusetts, que atrapó la curiosidad de propios y extraños con “Runaway,” “Normal” y “Here.“ Del otro extremo, en el Dorito’s Bunker, el proyecto como solista del baterista Ilan Rubin, The New Regime, daba batalla con su propia mezcla especial de hard rock y electrónica. Tú decidías cómo llegar al festival, ya que ambos actos se encontraban en los escenarios que colindaban con los accesos: con ondita y sofisticado o lleno de energía y adrenalina.

A medida que se iba llenando nuevamente de playeras fosforescentes, lentes de sol, olor a bloqueador, perfume y cebada, máscaras de animales hechos de pelo o plástico e inflables para playa, los neoyorquinos de San Fermin llegaron con violines y trompetas para hacer saltar a todos como conejitos y hacer que retozaran en las áreas verdes con “Bride,” “Emily,” “No Promises” y “Ladies Mary”. K. Flay devolvió lo rasposo y sensual al mood del festival con su híbrido de rock con hip hop y “Make Me Fade,” “Giver,” “Black Wave” y “Mean It.” A pesar de que contó con una ligera falla técnica al principio, la norteamericana lo compensó hablando perfecto español con el público y bailando entre gracioso y sexy.

En la Levi’s Tent, los ingleses de Superorganism hizo uso del escenario para convertirlo en un arcade, con visuales y tipografías ad hoc y sus miembros saltando por todos lados con capas de brillantina metálica y esferas de luz en sus manos. Las manos del público hicieron que un par de ballenas inflables nadaran en las alturas, pero sus bocas corearon cada parte de “SPRORGNSM,” “The Prawn Song,” “Nobody Cares” e “It’s All Good.” Al caer la tarde, los hermanos Brian y Michael D'Addario, mejor conocidos como The Lemon Twigs, dieron un show que tomó por sorpresa a un público limitado, aunque fiel y entregado. Entre duelos de guitarra, falsetes dramáticos e historias sórdidas acerca de Father John Misty, ambos dieron una repasada rápida por su disco conceptual, Go to School, acerca de un chango que va a la escuela. Ya se imaginarán lo absurdo de toda la situación.

La parte de ensueño corrió a cargo de Mercury Rev, quienes tomaron la Levi’s Tent y la convirtieron en su propio planetario, con animaciones espaciales, juegos de luces de todos los colores y la imponente presencia del frontman Jonathan Donahue, quien pretendía conducir una orquesta surreal. Con motivo de los 20 años de su emblemático Deserter’s Songs, sonaron canciones como “The Funny Bird,” “Tonite It Shows,” “Goddess On a Highway” y “Holes”, llenas de mucha melodía y reverberación que fascinaron tal y como en 1998. La cosa se puso más electrónica en el escenario vecino con Digitalism, que realizó un set en vivo donde hizo gala de su manipulación de samplers, vocales energéticas y producción solemne y dinámica. Fue una especie de “precopeo de energía” para que todos entráramos en calor y “Utopia,” “Battlecry,” “Glow” y “Pogo” ayudaron bastante.

El ambiente en general tenía un dejo de satisfacción, más no llegaba a los niveles de júbilo de la noche anterior; quizás por el bajón de la temperatura o el cansancio que ya se notaba en algunos. Eso no impidió que participaran en los stands de juegos de destreza; comieran hamburguesas, piernas de pavo, churros o tacos de cochinita; disfrutaran de tragos coquetos bajo una cabaña romántica o entraran a una especie de antro improvisado en donde te colocabas unos audífonos y tú mismo podías tener tu propia fiesta alrededor de otros que bailaban a su propio ritmo. De esas ondas europeas que van teniendo apogeo, ya saben. Eso sí, la producción va tomando mucha nota de las necesidades y deseos de los asistentes, y me atrevo a decir que va mejorando con cada edición. Si en una de esas arman un jacuzzi en alguna sección VIP techada, les aseguro que a muchos no les va a doler el codo comprar un boleto con precio jugoso.

Pero de vuelta al show después de ese breve comercial. Uno de los actos más sobresalientes del día fue The War on Drugs, que superó el complicado reto de tocar por primera vez en México ante una multitud considerable en un festival reconocido, y lo hizo airosamente. Pudimos probar una pizca de verano manejando en la carretera con canciones como “In Chains,” “Pain,” “Strangest Thing,” “Under the Pressure” y “Red Eyes” gracias a la voz soñadora de Adam Granduciel y el magnífico trabajo de su ensamble en vivo. Mismo caso de MGMT, que empleó las pantallas e iluminación (y al respetable, ya de paso) para quebrar y distorsionar todo a su antojo, con “Little Dark Age,” “James", “TSLAMP” luciendo los nuevos sonidos y “Time to Pretend,” “Electric Feel” y “Kids” recordando a los de antaño.

Justo por este empalme, Death Cab For Cutie sufrió un poco tanto la asistencia como la potencia de sonido, hechos que su líder, Ben Gibbard reconoció pero logró salvar, diciendo “al menos nosotros tenemos más pinche sentimiento". Dicho y hecho, varias parejas aprovecharon para romancear con “I Dreamt We Spoke Again,”“Your Hurricane,”“Long Division,” “I Will Follow You Into the Dark,”“I Will Possess Your Heart” y “Transatlanticism,” convirtiendo esa parte del campo en una plaza de baile muy adecuada para el entorno carnavalesco. Pero la cursilería se tornó en furia, desolación y… más pinche sentimiento con el devastador show de Nine Inch Nails. Para este punto, muchos ya estaban acostumbrados a las deliciosas locuras del tío Trent Reznor, pero para los no iniciados, fue un deleite oscuro el poder sacudir las penas con “Wish,” “March of the Pigs,” “Reptile,” “Closer,” “The Perfect Drug,” “Burn,” “Copy of A” y, claro, “Hurt.”

Otro pequeño comercial que quisiera hacer aquí es la calidad del sonido, justo hablando de Nine Inch Nails. El tío Trent es quizás infame por su perfeccionismo en las cuestiones sonoras y tiene todo el derecho de serlo - vamos, el señor tiene un Óscar por Mejor Música y tiene mano en uno de los servicios de streaming más grandes. Sin embargo, uno de los aspectos que más fue aplaudido por el público y cuidado por los artistas durante los dos días fue el sonido. A diferencia del año pasado en donde la distorsión se coló varias veces en los escenarios principales, aquí sonaba impecable. Desde la baja fidelidad-convertida-en-HD de The Jesus & Mary Chain y las sirenas y beats ensordecedoras en el buen sentido de The Chemical Brothers el día anterior hasta los sintetizadores chillantes de MGMT, las cuerdas y vientos de San Fermin y prácticamente cada decibel que salía de NIN, el Corona se ganó otro sellito de tortuga en el cuaderno por “suena muy bien.”

Ya que la gente pudo agarrar un respiro, era momento de realizar la titánica tarea de pasar entre las multitudes que dificultaban el paso por quedarse a ver a New Order. Incluso hubo algunas molestias por quienes tiraban la cerveza sin querer, obstruyan neciamente los traslados o simplemente no les importaba que hubiera mujeres, gente con capacidades diferentes o niños pequeños. Pudo parecer que a la gente no le importaba, pero al sonar los primeros acordes de “Singularity” cualquier riña se convirtió en abrazo y los empujones se convirtieron en movidas ochenteras. Bernard Sumner y compañía supieron mezclar eficazmente canciones más modernas como “Crystal" o “Plastic” con algunas de su repertorio clásico como “True Faith,” “The Perfect Kiss,” “Regret,” “Bizarre Love Triangle,” “Blue Monday” y “Temptation.” Incluso por ahí tocaron “Disorder” para no negar la cruz de su parroquia, pero lo que selló el trato fue su encore con “Love Will Tear Us Apart,” en donde proyectaron varias imágenes de su vieja agrupación, Joy Division y culminaron con un bonito tributo a Ian Curtis. Sin duda, uno de los mejores momentos del fin de semana.

Era el momento de cerrar dos días de música, paz, amor y mucho frío. Una tarea nada fácil. Ya le ha tocado a Green Day, LCD Soundsystem, Calvin Harris, Kings of Leon y Queens of the Stone Age en años anteriores, con resultados mixtos. Los elegidos para este año eran Imagine Dragons, que ya gozan de un reconocimiento global cada vez mayor con su rock alternativo que puede tener algo para cada gusto, justo como el cartel de este año. Tenía sentido y, por lo que atestiguamos miles de melómanos ayer, vimos por qué fueron elegidos. Ya se graduaron de estar en el segundo renglón de actos de un festival (ellos tocaron en el Corona Capital de 2013 abajo de Phoenix y The xx) y ahora vinieron con fuegos artificiales, confetti y un admirable esquema de iluminación.

Si están notando que uso adjetivos muy conservadores es porque así estuvo su show. No estoy negando su poder de convocatoria, y me siento muy orgulloso de ver esta transición que han logrado. Escuchar canciones como “Radioactive,” “It’s Time,” “Machine,” “Zero,” “Demons,” “I’m So Sorry” y “Believer” con 100 veces más testosterona que en el disco ya es algo, o el hecho de cantar “Cielito Lindo,” que fue un gesto sorprendente. Pero desde que tocaron menos tiempo del previsto, la saturación del audio y lo intrascendente de todo el meollo, queda una sensación de que el puesto de headliners les quedó grande.

Si quizás hubieran movido a Robbie Williams a ese día o a Nine Inch Nails o a The Chemical Brothers, quienes realizaron sets sorprendentes, a ese horario, hubiera sentido un Corona Capital más allá de satisfactorio. Pero me quedo más con momentos que con un todo coherente. Momentos que sin duda fueron puntos altos en lo que va de conciertos en 2018 (las bandas que ya mencioné, Sparks y Friendly Fires, por ejemplo), además de los aspectos eco-friendly y de sonido, pero mi temor es que todo solo quede en comentarios más hacia el “vi a tal y tocó poca madre” o “tal banda o cantante cerró pero no estuvo tan chido,” en vez de decir “el Corona Capital de 2018 fue uno de los mejores.” Si contamos con una edición en 2019, sondearé y regresaré con ustedes para verificar si esto fue cierto. Ojalá nos veamos el año entrante.

Entrevista con Bandalos Chinos

El momento más importante de Bandalos Chinos.

Bandalos Chinos es parte de la camada argentina que está refrescando la escena en su país, aquí la banda ha ido colándose en el gusto del público. Goyo vocalista del grupo platicó con nosotros para contar de qué va su última producción y sobre su próxima visita a México donde el Foro Indie Rocks! será testigo de la presentación.

Bach es el nombre de la nueva producción de la banda y es tal vez su proyecto más importante hasta ahorita, el proceso creativo fue muy peculiar ya que se encerraron durante un mes en una casa en medio de la sierra en Córdoba. Los argentinos tuvieron que reconfigurar la composición ya que a petición de Adan Jodorowsky –productor en esta ocasión– solo había que presentarle las canciones a guitarra, por lo que la melodía se volvió un factor importante.

La cita con Adan fue en el mítico estudio Sonic Ranch, lo que significó mucho para la agrupación. “Fue un momento de nuestra vida muy importante, era la primera vez que se hacía algo así y fue un momento místico, estar en el desierto unos días grabando fue una experiencia deliciosa”, aseguró el cantante.

¿Pero cómo es trabajar con Adan?, Bandalos Chinos no conocía a su productor y su primer encuentro sería trabajando. “Fue único, no nos conocíamos hasta el estudio, y con mucha generosidad y mucho amor supo llegar adelante, la verdad es que aprendimos mucho en el camino, es un tipo que está muy focalizado, es muy objetivo y está muy metido en todas las etapas de la producción, increíble”, expresó Goyo.

Al final el disco cuenta con 11 canciones y el resultado fue muy del agrado del grupo, quien disfruto al máximo todas las etapas de su creación. Estas nuevas canciones como era de esperarse muestran un diferenciador al trabajo pasado, y amalgamar los trabajos es algo en lo que se encuentran trabajando para lograr un show en vivo parejito.

“Veníamos de dos discos anteriores con mayor presión a nivel dinámica, y es un proceso de adaptar las canciones viejas a las canciones nuevas, a algunos temas les subimos el bpm a otros les cambiamos la tonalidad, aún estamos en ese proceso de encontrar la dinámica justa para el show”.

Y con canciones nuevas y las otras que no lo son tanto Bandalos Chinos se parará en la tarima del Foro Indie Rocks!, situación que los tiene emocionados. “Obvio que al ser producción nuestra la fecha, hay expectativa puesta en eso porque también es medirnos y saber cuánto público mexicano quiere vernos en vivo. A nosotros no nos importa cuanta gente haya viéndonos siempre vamos a ir a dar el mismo show a todos lados, nosotros queremos madurar, crecer y dar los mejor”, expresó el músico con un aire de excitación.

“Para nosotros el Foro Indie Rocks! es como un Niceto nuestro, Niceto acá en Buenos Aires es un foro que tiene mucha mística y creemos que el Foro Indie Rocks! es u poco eso, la expectativa está puesta que lo que pase en el escenario qué tanto pueda impactar en la gente que irá ese día”, agregó.

Sobre si hay nervio por ser la primera visita a nuestro país, Goyo lo tiene claro. “Siempre hay nervio porque sin eso es difícil encontrar el foco, por lo menos a mí me gusta sentirlo, esa adrenalina me domina como dice nuestra canción, hay usarla a nuestro favor y no permitir que nos haga quedarnos en el molde, tenemos rituales antes de los shows como abrazarnos y que circule la energía entre nosotros. Así que la respuesta es que hay mucho nervio”, finalizó.

Será el próximo 24 de noviembre cuando podamos ver el show de la banda, así que hay tiempo para aprenderse las nuevas canciones.

Sun Kil Moon — This Is My Dinner

El hiperrealismo de Mark Kozelek.

Muchas veces, las obras artísticas contienen mucho de quien las idea. Es algo que puede encontrar a quienes aprecian el producto, como aliados incondicionales, puesto que la sinceridad a la hora de crear, suele ser apreciada. No obstante, también conlleva un riesgo para el artista. Son pocas las personas que disfrutan ser transparentes con los demás, y si esa transparencia se prolonga hasta miles de escuchas, los pensamientos pueden acabar con la tranquilidad de cualquiera.

Mark Kozelek es, probablemente, el hombre más despreocupado sobre la Tierra. Por supuesto que esto es una exageración, pero por momentos parecería que es así. Una carrera que se prolonga años y años, primero con los Red House Painters y ahora, en tiempos recientes, con ese sobrenombre Sun Kil Moon. Claro que es un juego de palabras (el Sol mata a la Luna), pero también, desde ahí se puede apreciar una de las pasiones fervientes que tiene Mark: el pugilismo. Moon Sung-kil o Sung Kil Moon tuvo una carrera boxística no tan llamativa, quizá su mayor logro fuera que un músico de Ohio lo tomara como inspiración para grabar música. En la carrera de Mark, figuran cosas como ser el personaje que comenzó a cantar “Tiny Dancer” en Almost Famous para dejarnos una de las escenas más memorables de los últimos tiempos. Y también cosas como decirle a una audiencia: "Everybody, all you fucking hillbillies, shut the fuck up. I don't give a fuck if I get paid or not, I'm gonna walk". Polaridades. Uno de esos artistas que cautivan por el misticismo a su alrededor.

Y al parecer, no puede dejar de escribir. Escribe mucho, en verdad. This Is My Dinner es un disco con 10 canciones, pero con una duración de hora y media. A partir de aquí ya se puede sentir el primer filtro con Sun Kil Moon. Seguramente, si un extracto de una de sus canciones saliera en la siguiente gran película de amor indie, podría parecer como un artista que podría estar encabezando festivales alrededor del mundo. Pero cuando te sumerges en la obra completa, la densidad es tal que le alcanza para estar en festivales pero en letras más pequeñas. Eso no es malo, de hecho quizá ahí está su fortaleza. Mark Kozelek podría estar haciendo canciones con coros pegadizos y cobrar muchas regalías, pero a raíz de lo que escribe, podríamos inferir que la pasaría mal.

Críticas e ironías, pasajes que parecerían que están directamente sacados de una conversación que Mark tiene con su propia computadora. Una honestidad que tira por la ventana todo glamour. Como ejemplo tenemos la canción “Candles”, en donde confiesa la culpa por haber dejado prendidas unas velas en su casa y cómo unos trabajadores tuvieron que llamar a los bomberos para evitar una tragedia y cómo quizá estaría en la cárcel de lo contrario. Al mismo tiempo evoca a su padre, las advertencias, recuerda que una vez se quiso despedir de Elliott Smith pero luego pensó que lo vería de nuevo, cosa que nunca sucedió. Después de una larga plática, todo deriva en el momento en donde estaba escribiendo la canción. La misma canción dice que estaba a punto de terminarla pero llegó una azafata para pedirle que por favor cerrara su computadora, y luego todo culmina como una canción incompleta, repitiendo una frase: "And this is my incomplete song from seat 12C Scandinavian Airlines from Copenhagen to Stockholm". ¿Falta de creatividad o genialidad en la franqueza? Una oda a Estocolmo que se extiende por casi 14 minutos y, sin embargo, al terminar quisieras volver a escuchar para repasar lo que se ha dicho.

Sun Kil Moon

Quizá otro punto dicotómico de Mark entre fortaleza y debilidad, sea que es indispensable entender lo que está hablando. La instrumentación es delicada y se siente más como un acompañamiento para el verdadero protagonista, que es el discurso. Pero quizá me equivoco, probablemente alguien que no entienda ni un poco de inglés, encuentre algo embelesante en cómo se dicen las cosas. Igual dicen que los humanos tenemos desarrollado el sentido de la audición para distinguir cuando alguien se quiere comunicar con nosotros. Igualmente, creo que si buscas las letras en Internet y las escuchas a la par, vas a querer pasar una tarde con Mark mientras te habla de lo que sea, porque lo mundano se convierte en fantástico, cuando se habla de ello con tal desparpajo y en un contexto en el que normalmente el lenguaje figurativo abunda.

Los momentos graciosos son sublimes, también. En el cover de “Rock ‘n’ Roll Singer” de AC/DC, una banda que ha estado muy presente en el material grabado de Mark, cuando llega la parte de cantar “Rock n roooooooooooll”, la o se prolonga tanto, tanto, tanto, que llega a ser incómodo la primera vez, y luego da risa. En “Linda Blair”, Mark, de nuevo en un transporte para llegar a otra ciudad, escucha a una niña pequeña toser detrás de él, mientras dice que suena como Linda Blair en El Exorcista e imita los sonidos. Pocos artistas quisieran que te rías de lo que hacen, pero muchos quisieran que te rieras con ellos. Eso consigue Sun Kil Moon.

En una entrevista que hizo Conor Oberst a Mark, el compositor de I'm Wide Awake, It's Morning, le decía que sus letras parecían casi hiperrealistas, y creo que es la mejor manera de describir lo que sucede con Sun Kil Moon. A veces es más un monólogo que una canción. Particularmente este disco trata sobre el tour de noviembre de 2017 y podría funcionar también como una especie de audio diario. Una bitácora que funciona para conocer a un artista, aunque como todo buen representante de su profesión, esconderá algunas cosas, cambiará nombres y, quizá, exagere las cosas, pero para hace que parezcan tan naturales, hay que tener un talento inimaginable.

Un disco largo pero que da para horas y horas de reflexión, de análisis, de risas, de descubrir referencias y que reitera que Mark Kozelek es uno de los músicos más despreocupados de la actualidad, o el mejor y más fascinante farsante con una guitarra.

Corona Capital 2018: Día 1 presentada por AT&T

Algo para todos.

Día 1

Como cada noviembre en la Ciudad de México, llega esa época especial para todo melómano en donde tiene que elegir su atuendo más colorido y alusivo a la cultura pop; sus compañeros de guerra para que lo acompañen por senderos tremebundos llenos de piedra, pavimento y pasto (aunque algunos caigan en el intento) y que luzcan esos esfuerzos de haberse aprendido tantas canciones, buscar a tantos artistas desconocidos y sacar sus mejores movidas de baile duro o romántico. Es noviembre de Corona Capital, y ahora ofrece algo para todos.

Muchos habían tenido reservas acerca del cartel por tener en el repertorio a artistas usualmente ubicados en festivales de indumentaria, pero al darse sede todos este pasado 17 de noviembre en la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez, todo tuvo sentido: el Corona siempre fue pensado bajo el precepto aquél de la música, ese que predicó Madonna en el año 2000: la música hace que la gente se reúna. Y hubo algo para todos, tanto en temática artística como en amenidades, que nuevamente dio pie a lo carnavalesco, lo extremo y lo tierno. Entre ruedas de la fortuna, columpios y casas de descanso de diversas marcas, miles de almas se conocieron por vez primera, mientras que otros cimentaron amistades y relaciones a ritmo de canciones agresivas, melancólicas y agitadas, como debe de ser.

La tarde soleada comenzó con los sureños de Blank Range, quienes recibieron a los asistentes puntuales con el rock sin adulterar de “86 My Mind” y “Ember in the Ash”. A la concurrencia que cada vez llenaba más el recinto, los acompañaron dos de los grandes representantes del llamado bedroom pop: Clairo y Gus Dapperton. Cada uno con juventud y simpatía de sobra demostraron el enorme culto que ya tienen entre el público mexicano y dieron gala de su enorme potencial para ganarse un recital en solitario.

A varios pasos, los australianos de Pond dieron sonoridad a la incandescencia del día con su psicodelia llena de sintetizadores y guitarras. Liderados por uno de los miembros de Tame Impala, Nick Allbrook, cubierto de plata en su atuendo y maquillaje, los músicos interpretaron “3,000 Megatons”, “Fire in the Water”, “Sweep Me Off My Feet” y un breve tributo a los Bee Gees con “Jive Talkin’”. Minutos después, Sparks, la legendaria banda glam de Los Ángeles, dio cátedra de lo que es dar un show electrizante y divertido y convirtió el Escenario Corona en un club underground de los años setenta. Al ser su primera vez en México, los hermanos Russell y Rob Mael se sintieron conmovidos al ver que miles de voces coreaban “Tryouts for the Human Race”, “This Town Ain’t Big Enough For the Both of Us” y “The Number One Song in Heaven”.

Como era de costumbre, los globos, coronas y disfraces de peluche desfilaron entre los árboles y bocinas, mientras que el buen ambiente se palpaba mayor al tener a escuchas con varios gustos y perfiles. Toda la buena vibra fue exacerbada por el propósito del festival para hacerlo más ambientalmente amigable, de modo que tus vasos de chela o platos de hot dogs iban directamente a las fábricas cerveceras o a las comunidades indígenas necesitadas. Si esto tiene más impulso en otros festivales, no estaríamos lejos de tener una especie de Live Aid pronto. No es exageración.

Mientras un atardecer deslumbrante de naranjas, amarillos y azules iluminaba los campos, Jenny Lewis subía al Dorito’s  Bunker en un outfit reminiscente a los que usa la icónica Dolly Parton, con carisma para igualar. La oriunda de Las Vegas, Nevada lució su coquetería country con temas como “Rise Up (With Fists!!)”, “See Fernando” y “One of the Guys”. Del otro extremo,  los californianos elegantes de Shannon & The Clams convirtieron la Levi’s Tent en una cafetería de los años cincuenta con el R&B, surf y twist de “Hey Willy”, “Did You Love Me” y “The Boy”.

La primera parte de exuberancia pop jovial de la noche llegó de la mano de Panic! At the Disco, una banda que ha pasado por tantos estilos y cambios de alineación en su trayectoria como fanáticos y escépticos. Esas diferencias quedaron en la parte de afuera cuando Brendon Urie (el único miembro constante) dio una repasada a su trayectoria musical con “The Ballad of Mona Lisa”, “Say Amen (Saturday Night)” y “Nine in the Afternoon,” que pusieron a bailar a poperos y hipsters por igual.

Al caer la noche, las cosas tomaron un giro más retro con el shoegaze de The Jesus & Mary Chain. A diferencia de su afamado sonido en sus álbumes, en donde la baja fidelidad y las reverberaciones dominan los canales de audio, en vivo son una bestia totalmente diferente, con una claridad que dejó atónitos a sus aficionados y a quienes los descubrían por vez primera. Jim Reid y el resto de sus escoceses compañeros dieron una repasada a “Amputation”, “April Skies”, “Head On” y la esencial “Just Like Honey”.

La afición musical de la Curva 4 se dividió en tres partes iguales: los nostálgicos del indie clásico de The Kooks, que logró una convocatoria bestial al entonar éxitos como “Eddie’s Gun”, “Bad Habit”, “Always Where I Need to Be” y “Naive”; los que se sentían sexys a causa de BØRNS y “Blue Madonna”, “American Money” y “Faded Heart”; y los que tenían ganas de bailar que recibieron el retorno de Friendly Fires con emoción descomunal, al ritmo de “Jump In the Pool”, “Lovesick”, “In the Hospital”, “Skeleton Boy” y “Paris”. Cada uno de estos actos aseguró su lugar en el corazón de los mexicanos y demostró el por qué suelen hacer sus aperturas o cierres de tour en tierras aztecas.

Llegó el esperado momento de los actos principales. La neozelandesa Lorde convirtió el Dorito’s Bunker en un cuento de hadas oscuro, incierto y seductor, gracias a su equipo de bailarines, diseño de producción y vestimenta sui generis. Aún con 22 años, la cantante mostró un completo dominio del escenario y mucha emotividad, al anunciar que decidió cerrar su Melodrama Tour tras muchos intentos de venir. La gente se rindió a sus pies con canciones como “Sober”, “Homemade Dynamite”, “Tennis Court”, “Magnets”, “Green Light” y “Royals”. Definitivamente consiguió un lugar en la realeza musical consolidada en México, si disculparán mi sutilidad.

El momento épico de la noche sin duda fue para Tom Rowlands y Ed Simons, mejor conocidos como The Chemical Brothers. Lograron que el paso entre foros fuese casi imposible entre todos los que deseaban sacudirse hasta no poder y todos los que procuraban a sus acompañantes y bebidas. Si uno tenía suerte, podía disfrutar del magno show que armaron con visuales hipnotizantes y robots gigantes mientras sonaba una mezcla compuesta de temas ya legendarios como “Go”, “Do It Again”, “Swoon”, “Elektrobank/Piku Playground”, “Believe”, “Star Guitar”, “Hey Boy Hey Girl”, “Galvanize” y “Block Rockin’ Beats”. El sangre y sudor para lograr siquiera un rinconcito para moverse a gusto y disfrutar de la luces y sonido valieron la pena al final. Uno de los actos para recordar en la historia del Corona Capital.

Finalmente, el festival consintió a quienes habían comprado con apuro en la preventa, a los que pelearon hasta la camisa y el bono bien merecido por el Buen Fin para obtener un boleto; a conocedores de la música y escuchas casuales; a los asiduos de la fiesta y los más elegantes y reservados con un verdadero showman hecho y derecho: el señor Robbie Williams. Wow. Si la idea es siempre cerrar con un acto de calibre internacional, dieron en el clavo con una opción poco convencional para lo que nos tienen acostumbrados, pero Williams se lució teniendo en cuenta que gran parte de la multitud no iba exactamente por él.

Williams tomó posesión de las masas y las moldeó a su antojo, ya sea para unas lecciones de canto con unas sesiones a cappella de “Livin’ on a Prayer”, “Take On Me”, “Rehab” y “Don’t You Want Me” o poniendo a prueba su memoria lírica con “Love My Life”, “Come Undone”, “Millenium”, “Somethin’ Stupid” y “Rudebox”. Además, derrochó gallardía de gentleman británico al cortejar a una chica en el público con “She’s the One” y subió a su mismísimo papá para que lo acompañara en una emotiva rendición de “Better Man”. Para dar el último toque a su bloque, deleitó a todos con “Tripping”, “Feel”, la esperada “Rock DJ” y por supuesto, “Angels”, que hizo que más de uno sollozara a moco tendido. Todo esto mientras salía ataviado con una playera de la Selección Mexicana y la famosa chamarra de “Mexico is the Shit”. Si Williams había sellado el trato hace unos días con su base de seguidores hace unos días en Guadalajara, ahora logró esa rara tarea de que todas las personas, sea cual sea su edad, grupo favorito o preferencia, se unieran en una misma nota, letra o melodía.

Así terminó el primer día del Corona Capital con las razones por las que seguimos esperando con ansias noviembre y realizamos ese venerable ritual de preparación: las sorpresas, los servicios, las actividades, la camaradería e, indudablemente, la calidad musical. ¿Nos deparará algo similar el día de mañana? Aún hay más…

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Deep Purple en la Arena Ciudad de México

Noche fenomenal a cargo de Deep Purple, una de las bandas más icónicas que dice un prolongado adiós con su The Long Goodbye Tour.

Este año que Deep Purple cumple cinco décadas de haberse formado, el grupo del Reino Unido tuvo una cita más con sus fanáticos mexicanos, después de presentarse con éxito en la reciente edición del Hell & Heaven. El pretexto fue la promoción de su álbum de estudio número 20, Infinite, lanzado el año pasado bajo el sello earMUSIC y que le valió su lugar más alto en las listas de popularidad de su nación en más de 30 años.

El recinto que recibió a estos verdaderos artífices del heavy metal fue la Arena Ciudad de México, que no lució lleno pero acogió a un público que vitoreó a los ingleses de principio a fin.

En punto de las 21 H., In Flames, la banda sueca de death melódico cuya última placa, Battles, data del 2016, se encargó de abrir la noche. Desde antes de ingresar, ya se notaban varios seguidores del grupo quienes esperaban el regreso de la agrupación a la CDMX.Colony”,tema homónimo de su LP que está a poco de cumplir una década de haberse lanzado, inauguró el set de los nórdicos. La recepción en general fue calurosa. 

A lo largo de su presentación, In Flames fue poco a poco animando al público con temas como “Delight and Angers” y “Here Until Forever” (previo a éste, una parte importante de la arena coreaba el nombre de la banda). El vocalista Anders Fridén se dijo privilegiado de compartir escenarios con las leyendas a quienes le estaban abriendo, mientras el baterista Tanner Wayne presumía la bandera mexicana en su playera. “The End” dio cierre a ésta potente intervención, un tanto desconcertante para algunos —un hombre detrás de mí, luciendo un traje impecable, gritaba sentado un contundente “¡ya no más, por favor!”—, pero en general muy bien recibida.

Como ya se sabía, Eddie Trunk, el hombre al frente de “That Metal Show”, presentó a los íconos ingleses y grabó material para el documental del pequeño tour de 10 fechas que Deep Purple dará en nuestro país. Sumado a esto, Trunk continuó con las transmisiones de la gira en México para su programa de radio Trunk Fest. En punto de las 22:30 H., el conductor apareció en el escenario. “Es mi gran honor presentarles a una de las más grandes bandas de todos los tiempos…”.

Looks variados se dejaron ver en el recinto: metaleros empedernidos, hombres trajeados, mujeres con el cabello morado, motociclistas enfundados en piel e incluso uno que otro vaquero rocanrolero. El inicio del show, inmejorable. Pocos esperábamos un tema tan emblemático, tan pronto. Los primeros acordes de “Highway Star” se distinguieron y el público no dejó su emoción resguardada. Ian Paice, desde un principio, mostró sus dotes en los tambores —tocó un hermoso Pearl Drum Kit Signature que lleva el mismo nombre de la canción mencionada— y dio prueba de su lugar en la élite de los mejores bateristas.

Siguió, ligado, y también del grandioso Machine Head, “Pictures of Home”La parte del solo de Gloveracompañado de sus amplificadores TC Electronics y su bajo Vigier, impecable. Inevitable aquí no recordar al mítico Ritchie BlackmoreInevitable también hablar de Deep Purple y no mencionar a sus distintas alineaciones, mismas que sus fanáticos bautizaron como “Marks” y de las cuales la consentida sigue siendo la conformada por el músico inglés ya referido que también formó parte de Rainbow, otra banda icónica cuya voz fue el gran Dio, el legendario Jon Lord uno de los mejores tecladistas que ha dado el género, Glover en el bajo, la voz inconfundible de Ian Gillan y ese portento de baterista que sigue siendo Ian Paice.

Hoy, la agrupación que incluye a los virtuosos Steve Morse en la guitarra y a Don Airey sustituyendo a Lord en los teclados, se mantiene vigente y representa la alienación más estable que ha tenido el grupo. En total, ocho formaciones distintas con más de 10 músicos; su legado, indiscutible.

Del disco en el que debutaron Glover y Gillan (quien mostró una voz muy cuidada), In Rock, continuó el set “Bloodsucker”Después, otro clásico de la banda: “Demon's Eye”A mi lado, un hombre de sombrero negro y una playera que mostraba el coyote de Ciudad Neza bailaba al más puro estilo urbano. La ejecución de Purple, magnífica.

Tras interpretar “Sometimes I Feel like Screaming” y “Uncommon Man”, llegó el turno de otro de los temas favoritos del público: “Lazy”, no sin antes dedicarla al gran Jon Lordcuya fotografía lucía en las pantallas del lugar. Después, recordando la promoción de su última pieza de estudio, The Surprising” (gran tema), “Time for Bedlam” y “Birds of Prey”.

Llegó aquí el momento pináculo de la noche. Un solo a cargo de Don Airey que incluyó temas emblemáticos para México como su himno nacional o “Bésame Mucho”sumado piezas de jazz, música de cámara y una variedad de recursos técnicos y tecnológicos que dejaron boquiabierto a quien escribe éste texto. Simplemente fabuloso.

El grupo originario de Hetford siguió con canciones simbólicas para su carrera como “Perfect Strangers”homónima del disco de 1984 que marcó el regreso de la banda después de su separación, ocho años antes—, o “Space Truckin'”. Seguido a éste, un hito del hard rock y el heavy metal y uno de los temas fundamentales del rock: “Smoke on The Water”.

Ian Paice sugirió si queríamos una más, y la respuesta fue contundente. El encore nos presentó el cover de Joe South “Hush” y dio cierre a la fecha con otra composición esencial de la carrera de Purple: “Black Night”.

Con esto, quien alguna vez fue considerada la banda más potente del mundo regresó a nuestra ciudad. Aunque el lugar mostraba huecos, los asistentes compensaron la ausencia con mucha energía. A cambio, el grupo dejó muestra de su relevancia y sus dotes individuales que, en conjunto, dejan un espectáculo con pocas cosas que reprochar. Según los mismos miembros de Deep Purplela gira de su adiós pretende prolongarse lo más que se pueda. Mientras llega la despedida, esperamos volver a verlos. De no poder, damos gracias por sus 50 años de música y por dejarnos varias canciones en el soundtrack de nuestras vidas.

14 aniversario de Reactor 105.7 FM en el Foro Indie Rocks!

Rebel Cats, Los Mesoneros, Sexy Zebras y Johnny Nasty Boots celebran los 14 años de Reactor 105.7 FM.

La noche del pasado viernes 16 de noviembre, se celebró el aniversario número 14 de la famosa estación de radio Reactor 105.7 FM, en el Foro Indie Rocks!; dicha fiesta contó con la presencia de Rebel Cats, Los Mesoneros, Sexy Zebras y Johnny Nasty Boots, quienes fueron los encargados de musicalizar y dar vida al evento.

Las puertas se abrieron a las 19:00 H., algunos de los asistentes fueron puntuales y llegaron temprano para poder encontrar un buen lugar para escuchar a sus bandas favoritas, otros, en cambio, optaron por llegar justo cuando iniciara el show. A las 20:00 H. la banda mexicana Johnny Nasty Boots dio inicio a los festejos.

Juan Herrera (Johnny Nasty), Alfredo Espinosa y Mr. Chochi, fueron los encargados de abrir el show, tocaron sus grandes éxitos durante una hora, preparando los ánimos de los fieles seguidores de Reactor 105.7 FM, la actitud del público incendio el Foro, todos cantaban y saltaban, un gran inicio para una gran noche.

Johnny Nasty Boots es una banda de rock mexicana, que debutó con un álbum homónimo en 2017; Su esencia se encuentra en la energía que pone en cada una de sus canciones e interpretaciones en vivo, pero aún más importante, en su autenticidad, ya que ha logrado crear un estilo propio que los distingue de cualquier otra banda de la escena musical mexicana.

Los siguientes en entrar a escena fueron los españoles Sexy Zebras, quienes tocaron durante una hora sus simples pero pegajosas canciones como: "Yeah", "Hey Mama", "Salvajes", "El fugitivo", entre otras. Vestidos como si fueran rumbo a una pelea de box subieron al escenario y comenzaron a hacer vibrar a los asistentes. Durante el show invitaron a Ale Bonilla y a Juan Herrera (Johnny Nasty), quienes lograron cautivar a los asistentes.

La banda española Sexy Zebras tuvo sus inicio en 2005 lanzando algunos EP, sin embargo, Nada más lejos de la realidad es el álbum debut de la banda y con el cual logró mayor reconocimiento en su país de origen. Sus ritmos son frescos y enérgicos, y aunque sus letras no son trascendentales, la combinación de ambos te invita a bailar o a unirte en un slam, tal como pasó en la celebración de los 14 años de Reactor 105.7 FM.

A mitad de la fiesta, mientras los ingenieros de sonido cambiaban y afinaban los instrumentos musicales, los locutores de la emblemática estación de radio subieron al escenario para convivir con sus fieles seguidores, una de las dinámicas que utilizaron fue dar regalos, así que María Letona fue la encargada de lanzar playeras a los ansiosos fans, mientras esperaban la entrada de la siguiente banda.

Uno de los grupos más esperados fue Los Mesoneros, que llegó para hacer bailar y cantar con sus rolas corta venas a todas las personas que se encontraban en el Foro Indie Rocks!. Iniciaron con su reciente sencillo "Dime como tú quieras", Luis Jiménez, vocalista del grupo venezolano, logró enamorar a más de una fan con su sexy movimiento pélvico y su peculiar voz, la cual hizo a los fans corear sus canciones por una hora.

Con broche de oro, Rebel Cats cerró la celebración por los 14 años de Reactor 105.7 FM, e hizo de la noche un gran baile en el que ninguna persona logró quedarse quieta. Los pioneros de la corriente rockabilly han logrado mantenerse a la vanguardia por el cariño de su público, pero sobre todo por ser fieles a sí mismos y a su proyecto, el cual los ha llevado a pisar grandes escenarios.

Rebel Cats, Los Mesoneros, Sexy Zebras y Johnny Nasty Boots les regalaron una noche mágica, llena de energía, emociones y baile a los fieles radioescuchas; estas bandas lograron que la celebración del 14 aniversario de la estación de radio Reactor 105.7 Fm fuera una verdadera fiesta, en la que ningún invitado salió sin haber bailado un poco.

¡Felicidades por tu aniversario Reactor 105.7!

Disfruta del streaming de Corona Capital 2018

¿No alcanzaste boletos? No te preocupes que aquí puedes ver vía streaming los detalles del Corona Capital 2018.

El Corona Capital se ha convertido en uno de los festivales más importantes de nuestro país. Este año la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez se engalanará con las propuestas musicales más importantes del mundo.

Este evento es uno de los más esperados del 2018 ya que su cartel está compuesto por grandes nombres como LordeThe Chemical BrothersNine Inch NailsThe War on DrugsMGMTNew Order,The KooksCHVRCHESRobbie WilliamsBastillePanic! At The DiscoODESZABØRNSBad SoundsSasha Sloan, entre otros.

Sabemos que estamos a horas de que comience y muchos se quedaron sin boleto o están bastante lejos. Es por eso que en Indie Rocks! tenemos el streaming para que disfrutes de cada uno de los actos que se llevarán este fin de semana.

Si no conoces a parte del cartel te dejamos una selección especial realizada por el equipo editorial de Indie Rocks! con las canciones que no pueden faltar. Da clic aquí.

Dale play a continuación:

Sábado Señal 1

Sábado Señal 2

Domingo Señal 1

Domingo Señal 2

Checa los horarios para ver a tus artistas favoritos en la comodidad de tu casa:

Gepe en el Centro Cultural Roberto Cantoral

El romance folclórico de Gepe.

Hace algunos meses vivíamos la emoción de la visita de Gepe al Foro Indie Rocks!, un espectáculo festivo, explosivo, con el cantante bailando en el escenario portando una máscara de luchador, una fiesta y una montaña rusa de emociones, o lo que es lo mismo, un show convencional del chileno; esto hacía pensar que su regreso a nuestro país tardaría un poco pero afortunadamente no fue así.

En los meses después de su visita se cocinó la salida de su disco Folclor Imaginario, si bien nunca el artista ha dejado de lado en su música los sonidos de Latinoamérica, con este LP se entrega de lleno a ellos, un homenaje a Margot Loyola que como consecuencia traería uno de los en vivos más especiales en la carrera de Daniel.

Quien ha ido a El Cantoral entiende lo peculiar que resulta vivir un recital ahí, el escenario rodeado casi los 360 grados de butacas, la cercanía del público, además de ser un recinto estéticamente maravilloso, parecía el lugar perfecto para ver a Gepe romper el molde, y lo fue.

Una alineación de siete músicos, más un desfile de instrumentos, como arpa, charango, acordeón, guitarras, contrabajo, saxofón, trombón, cajón; todo lo necesario para que sonará Folclor Imaginario más versiones adaptadas de sus éxitos, contrario a otros actos, esta gira ofrece algo más intrínseco y profundo.

Alrededor de las 20:30 H. y después de una introducción instrumental el cantante saltó al escenario para interpretar “Qué sacarán con quererme” seguido de “Hablar de ti”, para así darle la bienvenida a un público que no dejaba de festejar, ver a Daniel interpretando “El volcán”, “Tu nombre” o “La vertiente” y explicando un poco la historia de cada canción, solo reafirmó la madurez que ha alcanzado como artista, y cómo ha logrado consolidar su versatilidad, estamos presenciando tal vez a una de las mejores versiones de Gepe (si no es que la mejor).

El éxtasis se presentó muy pronto con “Alfabeto”, donde el teatro se puso de pie y bailó hasta donde las butacas lo permitieron, también hubo tiempo para mencionar al pueblo mapuche y mostrar solidaridad con Flor Canelo, e interpretar una tremenda versión de “Amor violento” de Los Tres en honor a Álvaro Henríquez.

El teatro entero coreó “Ser amigos”, “Fruta y té”, y al grito de “a ustedes se les viene y a nosotros se nos va” llegó “Invierno”, no faltaron “San Miguel”, “Joane”, ni “Marinero Capitán”. La atmósfera del lugar era suave, relajada, el público se mostraba en conexión íntima con su artista, había algo de magia. Con “Bomba Chaya” bajaron del escenario y regresaron con “Las hojas de los naranjos”, y dar cerrojazo con “Hambre”, el concierto había llegado a su final y la gente pedía más.

La noche fue un éxito y seguramente del agrado de todos, Gepe logró darle su estilo al folclor como consecuencia de un proceso artístico natural, y es que tarde o temprano esto iba a pasar, uno siempre termina regresando a sus raíces y enamorándose de ellas.