DIIV — Deceiver

Deceiver: La fuerza de la melancolía reinventa el sonido de DIIV.

Las experiencias personales forjan al ser humano. Eso es un hecho ineludible. Lo que se hace con dichas vivencias y hacia dónde se conduce cada ente tras pasar por las mismas, eso, ya es algo imprevisible.

Cuando DIIV regresó a los anaqueles con Is the Is Are el contexto de su carrera, además del lugar en el que se encontraba cada uno de sus integrantes, era completamente distinto del que se gesta ahora alrededor del lanzamiento de su tercer álbum: Deceiver. Tal vez parecerá obvio mencionarlo, pero también es cierto que como fans o escuchas, la mayoría de las ocasiones, esperamos que se mantenga un sonido único entre las diferentes producciones de los artistas o bandas a quienes coreamos en el baño o en los shows a los que tenemos oportunidad de asistir. DIIV ha sido un claro ejemplo de que esto no es una regla, mucho menos una obligación.

Deceiver es en sí mismo un disco completísimo y lleno de una energía cruda que se mantiene desde “Horsehead” hasta “Acheron”, el primer y último track respectivamente. En el sonido del álbum hay un sosiego perceptible, algo que parece que no termina de explotar. Una fuerza contenida que se limita a llenar cada poro de quienes lo escuchamos, pero falta algo, ese clímax que esperamos para poder gritar a toda garganta y resentir en nuestras cuerdas vocales los estragos de la rabia que parece no terminar de gestarse. Al mismo tiempo el muro de sonido que se percibe durante las 10 piezas de las que se compone este tercer disco de estudio es un refugio del cuál no sale nada. Parece que navegamos dentro de una esfera perfectamente sellada. No escuchamos nada más. Rock progresivo, dream pop, shoegaze… Este material lo tiene todo en cada track. Cada canción pertenece a la siguiente y es un ser por sí misma. Escuchar la decena de temas de principio a fin o uno por separado transmiten la misma sensación de estar flotando lejos.

Es un disco muy personal y doloroso, al menos así se lee en cortes como “Skin Game” o “Taker”, dos de los adelantos con los que Zachary y compañía nos envolvieron para dejarnos ansiosos de más. Temas como las relaciones personales, la desintoxicación, la decepción y pensamientos oscuros se tocan a través del viaje que es este álbum. Los momentos más luminosos vienen con “The Spark” y “Blankenship”, los tracks más cercanos al júbilo de todo el recorrido; el último, sin duda mi espacio favorito de todo el álbum. El sonido general del disco es muy distinto a sus predecesores, pero la esencia de la banda neoyorquina se mantiene latente. Hay una calma que se respira en todo momento, pero, en el fondo, una presencia funesta se puede sentir a través de los oídos. La piel se encina por momentos y sabemos que la tormenta está a punto de llegar. Riffs de guitarra, distorsión, melancolía, una batería simple y enérgica, la voz de Cole, soledad y una atmósfera intoxicante… todo eso se encuentra dentro de Deceiver.

Es una catarsis personal, tan personal que podemos hacerla nuestra. Después de más de 10 vueltas completas, el álbum se convierte en mi favorito de la banda.

Ely Guerra — Zion

El mapa exacto para llegar a Zion escrito por Ely Guerra.

¿Qué es la zona de confort? Para algunos puede referirse a la estabilidad, la seguridad y lo conocido, para otros, es donde su espacio de comodidad y la experiencia les permite sobrevivir; lo cierto es, que en esa zona, no se experimenta y el miedo gobierna. Cuando hablamos de la cantante Ely Guerra, esa zona nunca ha sido conocida en su carrera, con innovaciones y siempre haciendo diferencia, en este 2019 con el lanzamiento de Zion, esta idea no fue la excepción.

A inicios de agosto, fuimos parte de la primera escucha de este álbum y solo podemos decir, que nos voló la cabeza. Aquella vez, el disco sonaba tan lejano, tan ajeno y tan ella a la vez; la segunda vez escuchado, cobraba más sentido y era más Ely Guerra e, incluso en vivo, se tornó una experiencia completa. Zion fue creado en un periodo de cinco años, con nueve tracks que conforman la obra del álbum, que acoge momentos de frustración personal e inactividad, hasta un poco de bloqueo mental en la composición; un dato curioso sobre este trabajo es que fue grabado en primeras tomas, no hubo modificaciones y fue trabajado en soledad, sin opinión externa en su gestación, por la propia Guerra; son 37 minutos sin desechar nada, un trabajo lleno de intuición y audacia, un disco atemporal y difícil de etiquetar.

Los nueve temas que componen a Zion comienzan con el interludio “Atrium”, con tinte metódico y sonidos plagados de onomatopeyas, además del deleite vocal que emana la regia; la que le sigue, “Grandes Esperanzas”, comienza con narrativa, como un poema escrito en  prosa e incluye susurros in the background y un tono de vibrato sostenido en lo vocal, se asemeja a música de capilla. “Into the Desert” es un recuerdo de conciencias, habla de ciclos de vida, ciclos naturales; en “Harmonic” de nuevo con susurros múltiples, que aumentan de a poco, la cantante muestra notas melódicas y lírica en inglés que suena natural, de nuevo, la narrativa. Una canción que para ella debería ser el himno a entonarse en nuestro país, sin faltar al tradicional, es “Mía Patria”, cuyo control de voz revela que Ely Guerra se encuentra en un momento inmejorable, madura y experimentada; ésta brinda una reinterpretación del patriotismo y ese peregrinar de un país en transformación.

Bien se dice que lo que sube tiene que bajar y al interpretar “Inevitable Defeat”, ella vislumbraba la tragedia por adelantado; “Zion”, es relajante, te hace reflexionar con el ritmo a tempo, “Strelitzia (Ave Do Paraiso)” tiene letras en portugués, una lengua natural en la familia de la intérprete y es una melodía entonada para dar gracias a la naturaleza. El álbum finaliza con “Stronger”, una canción que describe a la perfección a la nueva Ely Guerra.

El disco en general es difícil de etiquetar y mucho más de juzgar, es el resultado de un trabajo arduo, muy personal, que toca el alma y no solo el corazón; con él, no hay medias tintas y todo es claro, no será un material que cachemos en las estaciones de radio ni en los tops de popularidad; Zion es el statement de la experimentación y la expresión corporal, será el estandarte de algunos nuevos artistas que se atreverán a probar sin pensar en qué será.

Adiós a José José

José José: He podido ayudarme a vivir.

Yo he rodado de acá para allá, fui de todo y sin medida, pero te juro por dios que nunca llorarás por lo que fue mi vida, "Mi Vida".

Me enteré de la muerte de José José mientras miraba tocar la la Orquesta de la Tercera Edad frente al kiosko de un parque en Azcapotzalco rodeado de gente que bailaba danzón, pensé que ese ritual: el de sacar el mejor traje del ropero y bolear el zapato pachucón, de cortar dos flores, una para la solapa y otra para el costado del rostro de su amada, del bailar una tarde de domingo y recordar tiempos mejores al ritmo de la música, poco a poco se va perdiendo.  

Pero si aún tenemos música nunca vamos a perder, aunque los ídolos, esos que apreciamos en fotografías en blanco y negro que burdamente se vuelven un meme, esos que musicalizaron historias de amores no virtuales, se vayan a un plano trascendental.

“Pero por que le dicen el príncipe de la canción si nunca escribió alguna”, esa triste y patética necesidad de atención canalizada en un comentario en redes sociales, esa amargura dibujada de sapiencia, esa necedad por radicalizar y opinar a la fuerza, esas palabras que se perderán en un servidor antes que las canciones, mismas que su majestad hizo suyas. Roberto Cantoral, Alvaro Carrillo, Armando Mazanero, Manuel Alejandro, Rafael Perez Botija, Camilo Sesto, largo etcétera, aquellos que dieron fe de sus tragedias personales o sus amores incompletos, no pudieron encontrar mejor intérprete que en la magna voz del barítono incomprendido, ese que entre el alcohol y la cortisona tal vez buscaba el abrazo paternal que nunca recibió. 

Bien dicen que gran parte de los buenos artistas son almas atormentadas, que pocos sobreviven a la fama inesperada y a la gloria subsecuente de su arte, y para mi desde la infancia José José se me figuraba el drama eterno, la música de fondo de la ronda de los padres al sazón del Don Pedro o el Bacardí, el complemento musical de esas pláticas que no entendía, de ese olor insoportable entre cigarro y eter so pretexto de la navidad, el año nuevo o cualquier cumpleaños. Cortado el pastel procede la botella, basura de confetti y de colillas, el cassette o vinilo sonando una y otra vez. 

En viejos tiempos preparatorianos, cuando a alguien le parecía buena idea llevar una botella de Martell escondida en la mochila, misma que había robado de la cantina familiar para ser consumida en la reunión después de clases, el disco Tributo a José José era esencial, el comienzo, el descorche, pero pasadas las copas y las charlas, de las bromas a las penas, las grabaciones originales que bien sabías ibas a encontrar en los discos de los padres dueños de la casa o departamento, salían a relucir, y a reducirnos. He visto a grandes personas de mi generación desgarrarse la garganta cantando “El triste”, hombres y mujeres por igual con diferentes corazones rotos abrazando con su voz esa “Almohada”, al primo siempre avante en las peleas callejeras hecho un mar de lágrimas y mocos cantando “Adiós Princesa”, la versión original de “Lo dudo” sonando casi como el trip hop de Portishead. Entender que alguna de tus historias amorosas encontró semejanza o remedio con alguna de los tantos temas de largas colecciones de éxitos que ahora bien puedes descargar en una playlist

Reproducir en YouTube ese ya legendario video donde puedes ver a la mismísima novia de México, Angelica María, derretida internamente ante el supremo canto de “El triste” en el Festival OTI, el aplauso afable de Alberto Vázquez, la lluvia de rosas que parece de película pero que sucedió en realidad, ese imaginario del país de antaño y su magia llevada a las pantallas, a los hogares, a los negocios, que ayer a unas horas de la terrible noticia, ya sonaban a todo volumen a la leyenda, le petit prince, nuestro Sinatra como dicen algunos, el hijo pródigo de Clavería, barrio que lo vio nacer y el cual observa su efige, misma que fue inundada por la multitud y sus flores, el canto y su eterno reconocimiento, las lágrimas y los aplausos, y en una imagen comprendo el poder que tiene José José entre nuestro inconsciente: un chico de no más de 20 años con una playera negra con la ilustración de baphomet reposando en un pentagrama y jeans rotos, micrófono en mano cantando esa canción que sabe de memoria, que se quedó en su mente desde que la escuchaban sus padres, que seguirá retumbando en su psique a pesar de ser considerado un fan del rock por su vestimenta. Porque dicen que hasta el más rockero baila cumbia y se sabe canciones de Juan Gabriel, Vicente Fernández, y por supuesto y creo que más que los anteriores, de José José

Pido un aplauso para el amor y sus causas y efectos, el paraíso que dibuja y la tragedia que precede, brindo por los bohemios y los dolidos, los que cantan y lloran e insisten en ahogar sus penas en alcohol, bien lo dice Homero Simpson, la causa y la solución a todos los problemas. Pido un gran aplauso sobre todo a la música que nos seguirá acompañando, esa nave del olvido que no queremos abordar, levanto mi copa por esos payasos que no son lo que quieren, sino lo que pueden ser, por aquellos que resistirán del altar a la tumba, por el amor de discoteque, por el amar y el querer. Bebo por el día más triste del mundo, por lo pasado pasado, lo que un día fue y ya no será, por lo que es mi vida y fue la tuya, gavilán o paloma, tormenta y tornado, volcán que nunca se apagará. 

Que la ovación más larga y sonora sea por el príncipe, ese colorido caballero enfundado en smoking que en su voz encontró su salvación, y que en las gargantas de una generación entera puso su fe para permanecer en la eternidad. Gracias a tus canciones he podido ayudarme a vivir, es por eso que no es triste decirte adiós. 

CMD_Fest en Frontón México

CMD_Fest: Las segundas partes no siempre son buenas.

Tras una gloriosa primera edición y dejando atrás a Euritmia, el CTRL_Fest renació como el ave fénix bajo el nombre CMD_Fest prometiendo continuar con el legado que comenzó a instaurar en abril del 2018.

A pesar de haber arrancado muy temprano, la plancha del Frontón México lució medianamente llena para la presentación del músico francés Arnaud Rebotini, quien puntualmente dejó el escenario libre para Xeno & Oaklander. Ambos proyectos marcando la pauta de lo que sería constante el resto del festival: voz femenina al micrófono y hombre a la consola, o solo un hombre detrás de las consolas.

Eran apenas las 16:00 H cuando la gente comenzó a arremolinarse para disfrutar el primer plato fuerte del festival: Boy Harsher, dupla compuesta por Jae Matthews y Augustus Muller que en poco tiempo ha logrado hacerse de un importante lugar en la escena electrónica del “nuevo darks”.

Entre emocionados comentarios que recordaban su pasada presentación en el Foro Normandie y quejas por haberlos puesto en ese horario, el lugar comenzó a desbordar gente por los costados, en las rampas de entrada y junto a las salidas de emergencia.  “A Realness”, “Come Closer” y “Tears” sonaron fuertes y nítidas en voz de Jae, quien levantó suspiros y hizo bailar de manera convulsionada a sus fieles admiradores.

Tras un breve descanso, Pepe Mogt subió al escenario para hacer más amena el tiempo de convivencia en espera de lo que venía: The Golden Filter, dúo célebre por sus remixes que, a siete años de su primera y única presentación en México, volvió para recordarnos en un dejo de nostalgia quiénes éramos y lo que escuchábamos hace una década.

Una vez que el sol se ocultó y dejó de colar rayos de luz por el techo del Frontón, Adult. tomó el control del festival para sacudirnos un poco del ensimismamiento provocado por las cervezas, las suaves secuencias de quienes los antecedieron en el escenario y las seis horas que llevábamos ya en ese lugar. Regresando a México por primera vez desde la presentación de The Three Grace(s) Triptych en el 2011, el dúo regaló uno de los sets más enérgicos de la noche.

La posibilidad de reingresar provocó que los alrededores del Monumento de la Revolución estuvieran siempre llenos de gente que salía a buscar qué comer, qué beber o simplemente a que les diera el aire, sobre todo durante los sets de Ramón Amezcua y Daniel Miller, que si bien no estaban vacíos, se percibían bastante más tranquilos que durante otras presentaciones.

Después de que Daniel Miller dio las gracias y decenas de personas con playera de Boy Harsher se enfilaron con sus vasos de cerveza vacíos hacia el lobby, otros que portaban camisetas de Ministry y D.A.F. comenzaron a abrirse paso hacia el frente del escenario. Aunque el año pasado formó parte del festival con Black Line, volver a ver a Douglas McCarthy de cerca era algo imposible de dejar pasar.

Las luces se apagaron y en la pantalla apareció Nitzer Ebb. Bon Harris tomó posición y Doug salió al escenario con la misma fuerza que lo ha caracterizado desde el inicio de la banda hace 37 años. Desafortunadamente, las fallas de audio decidieron hacerse presentes y de la peor manera: la voz era casi imperceptible, el bajo estaba muy arriba y nunca le pudieron dar a las percusiones, lo cual hacía prácticamente imposible identificar de qué canción se trataba.

Ni “Captivate” o “Hearts & Minds” pudieron ser coreadas, fue hasta “Getting Closer” que se pudo distinguir un poco la voz. La gente bailaba, brincaba y se entregaba, pero el audio seguía sin funcionar. Para “Join in the Chant” parecía que la cosa se estaba arreglando, pero al final no fue así.

El show terminó con “Murderous”, cortando de tajo “Alarm” y “Godhead” originalmente previstas en el setlist. La banda agradeció y el público comenzó a salir con cara de confusión, ¿de verdad esperamos nueve años para esto? Sin duda, la presentación que más prometía pasó con más pena que gloria, aunque Robert Alfons llegó a levantar un poco los ánimos hacia la recta final.

A pesar de haber llenado de manera consecutiva dos fechas en el Foro Indie Rocks!, TR/ST no pudo evitar que cerca de la mitad de la audiencia del festival decidiera emprender el camino a casa. Afortunadamente, para su presentación no se registró ningún contratiempo ni problema en el audio, lo cual nos permitió disfrutar en su máximo esplendor de canciones como “Bicep” y “Sulk”.

Eran ya las 2 de la mañana y aún habían muchos aferrados con ganas de seguir bailando. Finalmente, Caroline Martial de Kap Bambino tomó el micrófono para cerrar con desbordada energía la segunda edición, aunque primera con este nombre, del CMD_Fest.

En papel, cuando se anunció, el cartel prometía muchísimo; sin embargo, en la práctica, dejó un extraño sabor de boca. A diferencia del año pasado, cuya oferta musical iba del EBM al dub, pasando por el aggrotech y hasta llegar incluso al psych, el CMD_Fest.se quedó cortísimo y, aparentemente, esto se vio reflejado a nivel producción.

Mientras que los actos básicos de consola y voz no tuvieron ningún contratiempo, el único que implicaba un mayor grado de complejidad en cuanto al audio fue el que más lo padeció. Al final, esta edición del CMD_Fest. no fue desastrosa. Pero si quiere seguir vigente y gozar de la fidelidad de un público en particular, tendrá que aprender de sus errores y ajustar algunas tuercas.

Caravan Palace en El Plaza Condesa

Caravan Palace puso a temblar a El Plaza con mucho baile quita penas y su electro swing.

Ayer, 28 de septiembre, la Ciudad de México tuvo la fortuna de bailar al ritmo de Caravan Palace en El Plaza Condesa. Esta fue la primera vez que la banda se presentó en México. Con un sonido moderno que retoma elementos del swing clásico de los años 20, la banda ha forjado una fuerte base de seguidores. El público que ayer inundó el recinto demostró que Caravan es una banda para bailar, gritar, y sacar toda la energía para hacer retumbar la Tierra.

Las puertas del recinto se abrieron a las 18:00 H, y entre la tormenta que amenazaba con dejarse caer y la emoción de los fans más devotos, El Plaza comenzó a llenarse. Dentro, esperaba una silent party montada por Aspirina Sound Off. La fiesta era un recuadro lleno de gente con audífonos inmersa en su música. Los encargados de crear el ambiente dentro de esta fiesta, fueron DJ Puma, y el dúo, DJ Sobrio.

Alrededor de las 19:30 H, la audiencia ya se veía realmente dividida entre los más aficionados y el resto. Parecía un concurso de locos, entre los que se amontonaban frente al escenario vacío, y los que bailaban y aplaudían a la nada. A las 19:45 H, la silent party llegó a su fin, y en menos de cinco minutos, solo quedaba una mancha de gente ansiosa por que el grupo ya saliera.

La entrada a la atemporalidad

El escenario estaba descubierto y asomaba un robot destartalado, justo como el de la portada de Chronologic, el disco que Caravan Palace lanzó en agosto de este año. Cuando las ansias y el ambiente que traían los espectadores parecía comenzar a bajar, los encargados de sonido pusieron "El triste" de José José. El público enloqueció, y con gritos cómicos recordaron cantando al recién fallecido Príncipe de la canción. Entre risas y un luto cómico estuvieron listos para bailar con Caravan, que salió unos minutos después.

La gente estuvo fuera de sí, y desde el comienzo se sintió una energía indescriptible. El robot que tenían de fondo llenó el escenario de misticismo cuando se inundó de humo y de luces estruendosas. La audiencia se amontonaba para casi casi sentir el sudor de Zoé Colotis, la cantante de la banda, mientras otros sacudían los pies al ritmo del saxofón y la sombra del sintetizador.

El diseño de las luces animaba al público a llegar al clímax, mientras que Zoé, Arnauld, Victor, Charles, Antoine y Paul los animaban para bailar y dejar su alma en la pista. Presenciar esto es algo mágico. Estar a punto de llegar al 2020 con gente bailando y cantando swing es increíble. Nos pusieron a bailar durante casi dos horas y media.

La energía que se sentía en la audiencia, y el estruendo que generaba fue increíble. Hubieron canciones como "Miracle" que prendieron a la audiencia y los hizo brincar y bailar por todos lados. El Plaza crujía al tono de "Lone Digger" y "Tattoos", y la felicidad del público y la banda, era tal, que salieron dos veces por encores. Colotis, en su español perfecto pidió fotos y agradeció por la bienvenida que les dimos, habló de cuánto les gustó nuestro país, y de lo mucho que significó la visita.

Sin duda fue una noche mágica y atemporal, con sonidos eclécticos que imposibilitaban saber si estábamos bailando en el futuro, o en un pasado utópico.

Camilo Séptimo en el Auditorio Nacional

Camilo Séptimo: Una noche de consagración.

Si tuviéramos que identificar una señal de evolución de la escena musical mexicana, la más clara tendría que ser el crecimiento de nuestros proyectos más importantes: Justo en la semana en la que Café Tacvba se convierte en la primera banda latinoamericana en tener dos MTV Unplugged, Camilo Séptimo se adueñó del Auditorio Nacional para confirmar su peso dentro de la industria nacional.

La irrupción de Camilo Séptimo en los registros del Coloso de Reforma no fue poca: sold out absoluto. Y la banda respondió con creces. Con puntualidad, Manuel Mendoza “Coe”, Jonathan Meléndez y Erick Vásquez subieron al escenario entre el estruendo del público y los sintetizadores de "Contacto’’, una canción ideal para incentivar la adrenalina de los primero minutos.

Para nadie es ajeno que el concepto visual de Camilo Séptimo es una parte importante de la agrupación, por eso fue notorio el particular esfuerzo que pusieron en la producción del show. Las pantallas de gran escala y los juegos de láser potenciaron la noche para inducirnos a una experiencia futurista.

Al ser una fecha especial, el concierto del Auditorio Nacional tenía que diferenciarse del resto: invitados de la talla de Luis Jiménez (Los Mesoneros), Marcela Viejo y Santiago Casillas (Little Jesus) hicieron de las canciones algo todavía más emocionante.

Pero no solo basta con acrecentar la infraestructura o la popularidad de la agrupación; también hay que mejorar la calidad en la ejecución sonora, y los originarios de la Ciudad de México dan muestra de ello. Existe un claro trabajo dentro de los arreglos en vivo, además de la solidez consecuente de meses en una gira.

Definitivamente, ‘’Frecuencias’’, ‘’Me Dejas Caer’’ y ‘’Pulso’’ fueron puntos altos del concierto. La audiencia se sincronizó al poder de sus linternas, creando la ya clásica estela de luz para el gozo de la misma banda. De principio a fin, cada canción fue coreada hasta que artistas y público se volvieron una sola fuerza.

El setlist cerró con la epítome de su synth dance hecho con texturas de neón: ‘’Vicio’’. Y así la gente bailó con la liviandad de los fantasmas…  Creyendo que aquella era una noche eterna.

Camilo Séptimo no olvidará ese sábado, porque fue cuando se afianzó en el mainstream de México y se declaró lista para dar el siguiente paso.

HVOB en Galera

HVOB nos hizo reventar con la presentación de Rocco.

El dúo austriaco de nueva cuenta a México para presentar su show la noche de ayer en Galera en la colonia Doctores. Con un sold out anunciado, la expectativa crecía a medida que se acercaba el momento de disfrutar de HVOB.

Afuera del lugar, el ambiente era un caos: entre la búsqueda de boletos, la euforia de la noche y la larga fila que a ritmo lento avanzaba.

Trip Tease nos recibía con beats que pintaban para que la noche fuera una gran fiesta. Sin embargo, las dificultades técnicas parecieron molestarlo, por lo que bajó del escenario tiempo antes de la hora anunciada.

Tras un breve set de otra persona para rellenar, en punto de las 00:25 Anna Müller y Paul Wallner subieron al escenario y la gente no paró de vitorear. Fue notorio que ellos no esperaban esta reacción de la gente, pues a Anna se le escapó una sonrisa que delataba emoción.

Una vibra completamente diferente a lo que veníamos escuchando en el warm up inundó el foro. Con tan solo algunas notas de piano y la dulce voz de Anna comenzaron con “Dogs”, pautando así el inicio de su presentación y provocando los gritos del público. La atmósfera pasó de ser la de una fiesta a la de un íntimo concierto. HVOB llevaba su música canción tras canción con aplausos entre cada una.

Algunas de las canciones que más ocasionaron furor en el público fueron "Tender Skin" , "2nd World" , "Azrael", "Bloom" y "Butter".

Aunque sus característicos beats no nos permitían parar de bailar, las pausas entre canciones nos servían para darnos un respiro del calor que se sentía dentro del venue. HVOB complementa su sonido en vivo con una batería que acentúa los beats y enriquece la experiencia a la que estamos acostumbrados en el álbum.

El motivo de su visita fue para presentar su nuevo disco Rocco que, a pesar de tener unos meses de haber sido publicado, tuvo una buena recepción por parte del público como si fuera la ópera prima del dúo austriaco.

HVOB nos regaló una noche muy agradable que, por momentos nos hizo recordar las presentaciones en vivo de The xx o un concierto de remixes de Beach House. No exageramos al decir que nos quedamos con ganas de escuchar mucho más y esperamos que la banda pueda regresar pronto.

Aquí dejamos un link de nuestra reseña a Rocco.

Santa Sabina en el Teatro Metropólitan

La eternidad de una despedida en el Teatro Metropólitan (Gracias).

"No te andes por Avenida Juárez… presenta tu credencial. Y llégale por otro lugar, el eje central te puede acercar".

Alameda Central, Palacio de Bellas Artes… ¡Teatro Metropólitan! ¡Oh sorpresa! Aún son visibles los vestigios del disturbio capitalino dos días después del aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Todavía son latentes los daños causados en el histórico cuadro de la Ciudad de México por la marcha que captó la atención de propios y extraños hace dos días.

Aquel viernes 27 de septiembre de 2019 fue cómplice del caos citadino, tal como nuestra urbe nos tiene acostumbrados. Horas antes la avenida de los insurgentes – típico conector vial para los habitantes de la selva de asfalto – era un campo de batalla entre sindicalistas y detractores del Sindicato Mexicano De Electricistas. Pocos pensarían que horas después de todos estos sucesos una de las bandas más importantes que ha parido el rock nacional estaría diciendo adiós definitivo a los escenarios.

¿Quién diría que 15 años atrás los mismos artistas que este viernes pisaron el mismo escenario del Teatro Metropólitan estarían aun acompañados de uno de los mitos más importantes dentro de nuestra escena rockera como lo fue la inmaculada Rita Guerrero? Mismo lugar, diferente postura. Aquellos muchachos visionarios que acumulaban elogios por sus actuaciones en el mítico Rockotitlán, ahora se visualizan 30 años después de su primera tocada, cuando la simple aventura terminó por forjar a la leyenda, el día en que los profanos se convirtieron en santos no reconocidos por los católicos, romanos y apostólicos.

Pero ¿quién necesita el reconocimiento mediático para ser un gigante de la música de principios de los 90? Prueba de ello es el semblante de todos aquellos mortales que llegan plenos, pero nostálgicos a su cita al recinto de la avenida Independencia número 90. Rostros resignados a su encuentro con el ultimo rock, el ultimo adiós masivo a la vampiresa del rock mexa y su legado, así como a la memoria de Julio Días (batería) y así unirse al encuentro con la experiencia cuadrafónica preparada con meses de anticipación por parte de Santa Sabina. Una propuesta sonora pocas veces vista y planteada por una banda mexicana.

Concierto Santa Sabina, Teatro Metropolitan. Foto: Paulo Vidales/OCESA

Tomando como presagio aquella canción de Los Ángeles Negros “Debut y despedida”, la banda conformada por Alfonso Figueroa, Alex Otaola, Jacobo Lieberman, Juan Sebastián Lach, Pablo Valero y Patricio Iglesias dieron el último adiós frente a su fiel público chilango, brindando un recital excelso que fue planeado estratégicamente para ser un madrazo musical, comprometido con ofrecer un digno cierre a su carrera, una experiencia sonora sin igual llena de sorpresas y variedad en todos sus aspectos.

El ritual místico dio inició con una obertura que enfatizó con “Incierto Destino”, un espeluznante preámbulo para lo que serian las siguientes 32 canciones reunidas en un solo momento de hermandad banda - fanáticos. Un ensamble de músicos conformado por el Coro Virreinal Rita Guerrero, el Coro Eliseo, Santa Sabina, bailarinas, chelistas, sección de vientos y un sinfín de invitados de alto calibre fueron los protagonistas de una noche inolvidable que sin duda fue y será irrepetible en la historia de la banda.

Un performance aludiendo a una ceremonia prehispánica en honor a la sacerdotisa de los hongos, María Sabina, con rezos en náhuatl por parte de Alfonso Figueroa, fue el inicio de un festín marcado por la nostalgia y la negación de algunos fans a decir hasta luego. Los acordes de “Laberintos” dejaban entre dicho la pronta incorporación de la empoderada Iraida Noriega para dejar una excelsa interpretación de “Ojalá fuera tu voz”, marcando claramente el paso demoledor de lo que sería una noche de ensueño que fungió como repaso de todas las glorias de la banda.

La parte musical fue acompañada todo el tiempo de elementos visuales verdaderamente sobresalientes, aderezando a la perfección la experiencia durante el concierto. La brutalidad del sonido conjugado por todos los artistas arriba del escenario merece una mención verdaderamente honorifica. La guitarra ejecutada por Alex Otaola terminó siendo un deleite que de paso prueba que es uno de los mejores ejecutores en nuestro país. Así de sencillo.

Concierto Santa Sabina, Teatro Metropolitan. Foto: Paulo Vidales/OCESA

La noche apenas estaba agarrando el ritmo cuando “La Daga” sorprendió a la fanaticada y de inmediato evocó recuerdos de aquellos años de Mar adentro en la sangre y esa clara influencia del expresionismo alemán heredada del Gabinete del Doctor Caligari.

Siguiendo con el repaso – más que justo – de toda la discografía de la agrupación capitalina, llegaba el turno de la mística “Babel”, un agasaje barroco de principio a fin, que sirvió como introducción para que el Coro Virreinal Rita Guerrero deleitara al público con una versión imponente de “Olvido”. Las emociones fueron aumentando cuando llegó el momento de darle la bienvenida a Ximena Mor, invitada de lujo que comenzó su magnifica participación interpretando “Lamento” dejando clara la escuela vocal que Rita Guerrero dejó a muchos artistas en varios sectores de la música a pesar de su ausencia.

La mención honorífica se la lleva la variedad musical que la banda oriunda de la Ciudad de México impregnó, partiendo de nuevas versiones apoyadas por los coros, pasando por la cantidad de invitados que no decepcionaron en ninguna de sus intervenciones, hasta la introducción de voces sampleadas de Rita en canciones como “Una canción para Louis (Vampiro)".

Resultó emotivo el fervor con el que artistas como Salvador Moreno de La Castañeda, y Dafne y Sandra de Descartes A Kant imprimieron en sus actuaciones, desplegando aplausos y elogios de los asistentes. Siguiendo con la energía a tope y el despliegue de simbolismos alusivos a Rita como vestuarios e imágenes, canciones como “Alas negras”, “Miedo” y “Estando aquí no estoy” fueron un verdadero vendaval para los asistentes al Teatro Metropólitan.

Concierto Santa Sabina, Teatro Metropolitan. Foto: Paulo Vidales/OCESA

Una de las sorpresas más llamativas fue la invitación de Alfonso André – el padrino de la banda – por parte de Alfonso Figueroa para cantar una canción nunca antes grabada por Santa Sabina, llamada “Rinoceronte”. curioso haber podido apreciar a Alfonso tomar sobre el escenario unos rototoms tal y como lo hacia en la década de los 80 con Las Insólitas Imágenes de Aurora.

Las notas de “Vacío” también acompañadas de la voz de Alfonso André comenzaron a anunciar el cierre del recital, para sorpresivamente cambiar a la caótica “Mirrota”, que hizo que todo el teatro se pusiera de pie para descontrolarse e invadir pasillos para poder bailar y saltar como una sola alma. Por si no fuera suficiente los micrófonos anunciaron a Jessy Bulbo como la elegida para cantar “Chicles” y rematar de forma despiadada.

“Gasto de saliva”, “No me alcanza el tiempo”, “Azul casi morado”  y “A la orilla del sol” fueron clásicos que no pudieron faltar en la celebración de los testigos de una historia como pocas en nuestra música. Una ovación de pie de parte de los asistentes fue la clara sentencia de la convocatoria que Santa Sabina tiene y tendrá como legitima contribución a la escena rockera mexicana. Las lagrimas de algunos asistentes y gritos de apoyo no se hicieron esperar cuando el escenario del Teatro Metropólitan quedó en penumbras para solamente dejar aquel micrófono con rosas enredadas en su mástil que solía usar Rita, acompañado de una grabadora que posteriormente reproduciría una ultima canción, una ultima canción que confirmó que el espíritu de la mítica cantante sigue presente, y seguirá allí mientras su gente se aferre a su recuerdo.

El fin de la travesía se dio con “El ángel”, canción memorable, idónea para cerrar con broche de oro un recital de altas proporciones, una digna despedida para un legado que duró más de treinta años, un hito ecléctico llamado Santa Sabina. La salida del recinto es triste, pero es tajante al momento de asegurar que fueron dichosos todos aquellos que estuvieron dentro, que aquella noche una estrella brillaba más que las demás. Sonríe Rita, que la música te dio voz, y tu voz te hizo inmortal. Gracias por tanto, Santa Sabina.

Iron Maiden en el Palacio de los Deportes

Iron Maiden: El eterno e infalible legado de la bestia.

Debemos defender nuestro derecho a decidir sobre nosotros mismos sobre todas las cosas, debemos pelear en las calles y desde nuestras trincheras, debemos pelear contra nuestros demonios y nuestros pesares y nunca rendirnos, y después de la oda de Winston Churchill a la batalla, el Supermarine Spitfire de la real fuerza aérea es nuestro vehículo a la catarsis absoluta: “run, live to fly, fly to live, do or die”. “Aces High” para emprender el vuelo piloteado por la doncella de hierro en la primera de tres noches completamente vendidas en el Palacio de los Deportes

“Where Eagles Dare”, la precisa y poderosa ejecución instrumental, Janick Gers y esa única forma de revolverse con su guitarra y maltratarla, Bruce Dickinson cual gran mariscal en las alturas controlando a un ejercito, Adrian Smith y Dave Murray y sus solos enmarañados y perfectos, Nicko McBrain escondido tras sus tambores y un telar de camouflaje, y el supremo Steve Harris, alta causa, el comandante, Alexander the great, disparando a diestra y más siniestra las líneas insuperables en el bajo. “2 Minutes to Midnight”, la emoción de una niña por ver a la banda que tal vez hizo que sus padres se conocieran, la familia abrazada al compás de Iron Maiden apreciando su grandeza y enlazandose en la tradición de asistir al show, gritar, ensordecer y llevarse a casa los mejores recuerdos posibles.

“Esta es una canción de libertad”, refiere Bruce Dickinson antes de interpretar “The Clansman”, la oda a la epopeya de William Wallace y su lucha por la tierra que siempre le perteneció, las canciones como clases de historia, puedes aprender más de mitología griega o de los grandes iconos de Escocia, Egipto o Macedonia al compás de heavy metal que en un salón de clases con un burdo y aburrido resumen. El grito de “Freedom” trasfuga entre la lluvia de cerveza y los puños al aire. “The Trooper” enmarca la aparición en escena de Eddie y una de sus múltiples personalidades, quizá la más famosa, pero es difícil afirmarlo ante tantas grandes caracterizaciones en las portadas de los discos, singles, playeras y videojuegos. Después de ondear la bandera del Reino Unido, Bruce hace lo propio con la mexicana ante el desato de la multitud. 

La primera estrofa del canto religioso de un poema Gilbert Keith Chesterton es el comienzo de uno de los temas quizá más incomprendidos de la obra lírica de Bruce Dickinson, pero también de los más grandiosos, “Revelations” y su afán de re descubrimiento e inspección, caer y levantarse, mirar más allá de la adversidad y entender que ni la tormenta puede hundir el barco. “For The Greater Good of God” y sus pasajes instrumentales que alimentan gran parte del display en los modos de juego de Legacy of the Beast, el videojuego cuyo nombre enmarca este tour al igual que la mayoría de los temas que se presentan y en el cual simulas batallas épicas entre Eddie y sus diferentes formas y enemigos siniestros como faraones, soldados nazis, demonios y aliens. Términos como ironita, almas, runas, talismanes son comunes entre los jugadores que incluso hacen grupos para compartir tips de juego como en LOTB usuarios en español en Facebook.

“The Wicker Man” y su ánimo punk, los cantos gregorianos como preludio a “Sign of the Cross” y un gran display en el escenario evocando a un Eddie en llamas emergiendo del cielo ante el rezo de monjes y hombres crucificados incendiandose. La suprema imaginería de Iron Maiden que domina desde sus inicios hasta nuestros días, dantesca, tan llena de imaginación y alineándose a diferentes épocas y situaciones. “Flight of Icarus” y su poderoso statement, el mismo hombre y mito blandiendo sus alas ante el domo de cobre, Bruce Dickinson disparando fuego de sus manos, “fly on your way like an eagle, fly as high as the sun”, aunque se derritan tus alas y caigas, vuelve a levantarte. Al final la imagen cae ante una lluvia de fuego y vemos idealizada una parte de lo que siempre quiso lograr la doncella de hierro: llevar los conciertos de rock a un nuevo nivel visual e interactivo más allá de la música. 

“Fear of the Dark” para que el canto de batalla al ritmo de la guitarra nos cimbre, los grupos de amigos que se abrazan, los niños tal vez experimentando su primer concierto enganchándose de por vida a la experiencia en vivo, las viejas generaciones de cabello largo cantando como si fuera la primera vez al giro del vinilo en su cuarto, la generación del streaming que llegará a casa a armar la playlist para recordar tan épica noche. 

La invocación al maligno tal y como se lee en el libro de las revelaciones, capítulo 13, línea 8, una lluvia de fuego en el escenario, “The Number of the Beast”, la euforia y la energía, el recuerdo de una playera tirada a la basura porque mi mamá consideraba que era satánica, la memoria de haber visto por primera vez esa portada del disco y pensar que era lo más malditamente diabólico que existía, tocar hasta la fecha esas canciones y pensar que Iron Maiden es una de mis bandas favoritas de la vida, y ante su canción homónima y una enorme efige de Eddie mirando a todos lados en el escenario, entender que el legado de la bestia es eterno y trascendente. 

“The Evil That Men Do” es la canción que suena cuando abres la aplicación de Legacy of the Beast para comenzar a jugar y como mencioné anteriormente, el hilo conductor de este tour que no deja de ser interesante, aunque los “metaleros clavados” digan que “Maiden siempre toca lo mismo”, tres noches vendidas refutan a aquellos que se quedaron en casa escuchando sus discos de Saxon. Simplemente tienes que ver a Iron Maiden por lo menos una vez en la vida, apreciar la ejecución instrumental y la teatralidad que llega a su cenit en “Hallowed Be Thy Name”

“Run to the Hills” para decir hasta luego, en verdad, espero que no sea un adiós, y sé que el tiempo y las causas harán que Iron Maiden deje de hacer giras, solo su música será eterna, pero por esta razón, porque el tiempo es implacable y el destino no perdona, agradezco a la vida por ponerme de nuevo frente a ellos, llenos de vida, con la energía que a veces a mi en mi aparente juventud me falta, con el talento musical que nunca tuve, con esa potencia sonora evocadora que levanta el ánimo y llama a la batalla diaria: ”we will never surrender”. UP THE IRONS.

SG Lewis en Galera

Euforia electrónica con SG Lewis.

Samuel Lewis, mejor conocido por su nombre artístico SG Lewis nos dio un gran show el día de ayer 26 de septiembre, en Galera.

Un todologo en la música ya que es productor, cantante y escritor. Este DJ nos hipnotizó con sus melodías, letras y con sonidos electrónicos, esos que son difíciles de describir. Siempre encajar a alguien dentro del género “música electrónica” nos hace dudar, nunca puedes realmente definir a un DJ.

Solo puedo decir que la electrónica de SG Lewis es llevada a otro nivel y eso fue lo que pude percibir el día de ayer. Por que no solo estamos hablando de un DJ posado enfrente de una consola, poniendo sonidos que parecen ser el mismo. Sino hay una gran variedad de detalles en sus canciones. Combina voces únicas como la de Ray BLK. La música de este chico va más allá de un solo sampleo. Son canciones compuestas por letras premeditadas donde se destacan su talento como escritor además tienen melodías diferentes, lo que hace que destaca a sus canciones del montón.

Todo este conjunto es lo que a la gente le encanta y por ello todos el día de ayer estábamos completamente emocionados, no parábamos de bailar ni de corear las letras de este gran artista.

Las luces de Galera, las vibraciones y por supuesto la música crearon una atmósfera llega de ritmos, buena vibra y baile.

En canciones como “Throwaway” se junto toda ésta euforia, guiada con la voz de Ray BLK, línea y ambiente que perduró hasta el final de la noche. Aunque había un exceso de calor, nada nos impedía dejar de bailar.

Me encantó como él estaba irradiando felicidad, hubo momentos en los que pensé que se le iban a escapar las lagrimas y era ahí cuando más aplaudíamos y gritábamos. Estaba muy contento de estar en México y sobre todo de tener una gran público como lo fuimos nosotros. Constantemente nos agradecía en el micrófono y nos demostraba su emoción.

Durante toda la noche, nos fuimos contagiando mutuamente de felicidad y emoción. Fue muy bonito percibir que compartíamos una conexión entre el público y la banda. Porque en el escenario no estaba solo él, lo acompañaban dos voces, teclado, y guitarra. Esto hizo que pudiéramos disfrutar mucho más su presentación. Ya que por muchos momentos me sentí como si todos conociéramos a los músicos y fuéramos amigos de toda la vida y fue un gran sentimiento.

Un detalle importante en un concierto, es como los músicos se va desenvolviendo en el escenario. A SG Lewis y a su banda no le costo nada de trabajo, desde el principio salieron con la mejor vibra y disposición para hacernos fiestear y pasar un buen rato y eso fue lo que más me encantó y espero allá sido lo mismo con todos. Por supuesto que nuestra energía también contribuyo bastante.

La pase tan bien el día de ayer, que el tiempo se me pasó volando de un segundo a otro ya estaba terminando el show. Me hubiera gustado poder seguir escuchándolos por el resto de la noche.

Pero cerramos nuestra euforia con una de las canciones más conocidas de SG Lewis, “Warm”. Una gran rolita para cerrar una gran noche. Aunque la fiesta siguió nos despedimos de SG Lewis y los demás con un último baile y unas ultimas cantadas.