Fotografo: Cynthia Flores

The Hives en El Plaza Condesa

Sudor, gritos, empujones y baile.

"¡Quiero tocar su cuerpo!", Un fan teniendo tan cerca y tan lejos a Pelle Almqvist.

Empecemos esta historia desde el mero principio de todo. Poco antes de que el reloj marque las 20:00 H. el lugar luce abarrotado, no cabe ya más no un alma... En realidad no, todo se ve lúgubre, casi nada de materia humana, tan poca que desde que entras al lugar puedes llegar al frente de la barricada. Pero justo al salir De Nalgas... El Plaza seguía luciendo tétricamente muerto.

Aún con instrumentos llenos de stickers, chamarras con estoperoles, playeras sin mangas, lentes oscuros, gritos alocados, tamborazos potentes, guitarras jugando entre pedales de efectos, los únicos aplausos y silbidos que consiguieron esa noche se pueden contar con los dedos de una sola mano o quizás mano y media.

No estoy tratando de menospreciar al talento mexicano, ni tantito, pero al final el grupo estaba tocando justo frente a una manta gigante que dibujaba las palabras en bold blanco y negro: The Hives.

No es que sea una banda mala, simplemente no hizo la curaduría correcta para calentar el escenario de The Hives. Al final esa es la gran lección de la noche, no dejen que la gente crea que el rock nacional no sirve, porque hay grandes bandas, la cosa es colocarlas donde deben ir... Como el Tetris. Solo hagan mejores curadurías y todo estará bien para todos.

Se va De Nalgas del escenario e inmediatamente entran los ninjas del staff de The Hives a acomodar todo el equipo, realmente solo a hacer ajustes porque ya todo está preparado, pues estos suecos trajeados tienen una producción precisa para dar los mejores shows y continuar siendo nuestra eterna banda favorita.

En los minutos previos a la salida de The Hives y aprovechando a echar un vistazo alrededor, se ve cómo poco a poco se llena El Plaza y logramos apreciar en el público playeras de Foals, de Bunbury, de Misfits, de Björk, rockers con chamarras de cuero con pelos relamidos y pantalones ultra apretados, bastante diverso todo.

Las luces se apagan después de un breve set de rolas de The Velvet Underground y el tema del Cabo del Miedo comienza a sonar para darle entrada a la, autoproclamada, mejor banda de rock del universo. Pocos segundos bastaron para comenzar a agitar el piso de El Plaza, recibiendo completamente desquiciados a los suecos.

Estos compas saben cómo causar expectativa y explotar en el momento indicado para destruir todo a su paso, por eso sin ningún aviso previo sueltan un riff de guitarra que nos hizo gritar hasta regresar al mero año 2000, año que fue lanzada, "Main Offender" casi termina por hacer escombros nuestras almas.

A excepción de una sola canción, ese temblor en el suelo se sintió durante todo el concierto, mucha energía arriba y abajo, mucho sudor, muchos líquidos flotando en el aire y cayendo directamente a los cuerpos de los de hasta adelante, descontrol y mucha energía desparramada por todos lados.

Pero después volteabas tantito hacia atrás y realmente no somos muchos los que estamos hasta adelante gastando nuestras energías para disfrutar al máximo a una banda que ya tenía muchos años sin aparecerse por nuestro país, una banda que nos está regalando música nueva.

Pero algo que nos puso emotivos fue la reciente operación de Chris Dangerous quien obviamente no pudo venir, pero le dedicamos muchas ovaciones.

He visto otros conciertos de The Hives y debo decir que este no fue el más enérgico de todos, pero no de arriba del escenario, arriba todo vibraba con la mejor energía, todos arriba estaban derritiéndose en sudor y abajo solo unos cuantos.

Quizás ya estamos viejos, quizás el público esperaba más éxitos con riffs más potentes para regarles toda su energía saltando, bailando y gritando o todo al mismo tiempo. La cosa es que The Hives lleva tocando desde 1993, tampoco es que su base de fans sea realmente nueva.

Pero algo es cierto, el final estuvo tan contundente que cuando por fin dejaron zumbando el último acorde para no volver al escenario, todos quedaron conmocionados por unos cuantos segundos, pocos segundos, unos 10 o hasta 30 se quedaron viendo hacia el escenario esperando a que no se acabara... Pero acabó y cuando por fin se dieron cuenta comenzaron moverse, buscando a sus amiguis o las plumillas que aventaron por montones.

Courtney Barnett en El Plaza Condesa

Courtney Barnett pone a las mujeres en frente y conquista con su show en México.

La cantante australiana visitó nuestro país hace unos años cuando fue parte del festival Corona Capital, pero esta ocasión fue diferente, mucho más significativa. No solo era un show por su cuenta y en El Plaza Condesa, también la interprete viene con distintas condiciones. Ya no es la artista promesa que sorprendió al mundo con su disco debut, ahora está consolidada en la escena independiente y promocionando su segundo álbum de estudio, que fue tan aclamado como su primer material.

El show de Courtney Barnett en México, así como toda su gira por América Latina, es importante. Pues los fans de la música independiente siempre están a la espera de nuevos ídolos a los cuales seguir, alguien que los fascine y maraville. La oportunidad está ahí, la de Melbourne ha llevado paso perfecto hasta ahora y podría convertirse en la nueva favorita del público.

Entramos al punto de las 20:00 H. para ver a Mint Field, banda que poco a poco iba atrayendo a la gente dentro del recinto. No había mejor elección para abrirle a Courtney, una agrupación liderada por mujeres y con un sonido increíble, que encantó desde el primer momento.

Mint Field conquistó a El Plaza Condesa casi repleto y estoy seguro de que se hicieron de una buena cantidad de nuevos admiradores, así que tal vez la próxima vez el grupo mexicano sea el que tenga su propia fecha en este escenario. La agrupación, con sus recientes shows y la publicación de su nuevo EP, Mientras esperas, la hace una de las bandas a seguir en este 2019.

Al terminar la gente se dirigió a las barras, el encanto de Mint Field no permitió que muchos fueran por la primera cerveza de la noche. Pero con los espacios que se hacían, las mujeres se abrían paso entre la gente para llenar las tres primeras filas. Fue algo que entusiasmaba, pues luego del polémico asunto que ocurrió en Chile, muchas fanáticas tomaron la iniciativa de apropiarse los lugares de enfrente y celebrar como si nadie existiera.

Courtney Barnett inició con tracks de su nuevo disco "Hopefulessness" y "City Looks Pretty". El rostro de la cantante era una mezcla de sorpresa y alegría cuando vio a todo el público bailando y cantando sus nuevos temas. Todo prometía que sería una noche espectacular para ambos.

Ya estábamos exaltados, pero la cantante no quiso esperar y reventó El Plaza desde temprano con "Avant Gardener". Los gritos y saltos no se hicieron esperar, era un caos cortés, pues la gente no se amontonaba, ni siquiera cuando Courtney se acercaba con su guitarra.

También escuchamos el más reciente track de la artista, "Small Talk". Aunque no causó la misma reacción que los anteriores temas, los asistentes no bajaron los brazos y aprovecharon para expresarle su amor a la artista o hacer peticiones.

Canciones como "Nameless, Faceless" y "Small Poppies", tuvieron un mejor resultado. Mantenían al público emocionado, listo para escuchar la siguiente canción y saber lo que Courtney Barnett había planeado para nosotros.

"Need A Little Time" y "Depreston" nos dieron los momentos emotivos de la noche. Ambos tracks fueron coreados de principio a fin y aunque bajaron la exaltación, aportaron mucho a que este show fuera memorable.

Courtney Barnett enamoró al público mexicano y salió del escenario con "Charity" y "Pedestrian At Best". Muchos no se pudieron contener y se olvidaron del espacio personal, un mosh pit se hizo justo en medio. No causó molestia ni reclamos, pues todos estaban en su propio desenfreno.

La gente pedía más y Courtney salió por su cuenta para interpretar "Let It Go", uno de los temas de su disco con Kurt Vile. La cantante había cumplido y todo lo demás era ganancia.

Su banda volvió a salir para acompañarla y cerrar con "Kim's Caravan" y "History Eraser", canciones inesperadas pero que fueron del agrado de todos. Aún así muchos esperaban temas como "Elevator Operator" o "I'm Not Your Mother, I'm Not Your Bitch".

Courtney Barnett cumplió su objetivo, dio un show espectacular, que seguramente muchos querrán repetir en su siguiente visita. Demostró que tiene las armas e hizo lo necesario para ganarse al público mexicano, así como darle una noche increíble a sus seguidoras. El público es quien decide a sus nuevos ídolos, pero estoy seguro de que la australiana se ha convertido en esa figura especial de la escena independiente.

Roger Waters en el Palacio de los Deportes

And after all we're only ordinary men.

Luego de visitar algunos países como Brasil, Uruguay, Argentina Perú, Colombia y Costa Rica, el músico, compositor y activista británico Roger Waters regresó a la Ciudad de México para cerrar este el Us + Them Tour 2018 en el Palacio de los Deportes, como parte de la promoción de su quinto material discográfico como solista Is This the Life We Really Want? (2017).

Este tour –que toma su nombre del track del “Us and Them” y del discurso de Barack Obama sobre las reformas migratorias– es considerado uno de los más políticos de Waters. En este show –el primero de tres en CDMX– escuchamos canciones de los discos Meddle (1971), The Dark Side of The Moon (1973), Wish You Were Here (1975), Animals (1976) y The Wall (1979) de Pink Floyd, además de algunas canciones de su reciente disco.

For long you live and high you fly

Desde las 21:00 H. en punto, la enorme pantalla comenzó a proyectar una escena de la actriz italiana Azzurra Caccetta contemplando un hermoso paisaje, 20 minutos más tarde, Joey Waronker (batería), Jonathan Wilson (guitarra y voz), Gus Seyffert (bajo y voz), Bo Koster (órgano Hammond y piano), Jon Carin (teclados, voz y guitarra), Ian Ritchie (Saxofón), Jess Wolfe y Holly Laessig de Lucius (vocales y percusión) y Dave Kilminster (guitarra) comenzaron a hacer latir el escenario para darle la bienvenida a Roger Waters, quien nos recibió con “Breathe”.

El equipo de sonido envolvente cubrió totalmente el Palacio de los Deportes y nos permitió disfrutar de los detalles de “One of These Days”, el pasar de los días en “Time” y la soledad en “Breathe (Reprise)”. Después “The Great Gig in the Sky” nos transportó –con la ayuda del hipnotizante canto de Jess Wolfe y Holly Laessig a una alucinante constelación. 

La invitación a dejar las diferencias de lado llegó con “Déjà Vu” y, en seguida, “The Last Refugee” nos recordó el sufrimiento de los refugiados de Oriente Medio y la preocupación de Waters por las políticas de la Unión Europea ante la crisis de países como Siria.

El momento emotivo se presentó con “Wish You Were Here”, pero “Another Brick in the Wall Part 2” y “Another Brick in the Wall Part 3” anunciaron el final de la primera parte junto con un grupo de niños mexicanos que bailaron y corearon esta protesta.

Ha, ha, charade you are

Frases de resistencia, libertad y derechos humanos fueron proyectadas en la pantalla principal para acompañarnos durante 20 minutos de intermedio que culminaron con el anuncio de “Dogs”. Los músicos regresaron uno a uno al escenario y, al mismo tiempo, la Battersea Power Station surgió lentamente desde el centro del Palacio de los Deportes.

La crítica política continuó con “Pigs” y el cerdo Algie –intervenido por los artistas mexicanos Reez Ruiz y Triana Parera– sobrevoló el recinto con la poderosa frase “Sean humanos”. Las burlas a Donald Trump aparecieron en las pantallas, provocando gritos y rechifla de todos los asistentes. La visión socialista del sistema económico llegó con “Money” y “Us and Them” nos ofreció un show inigualable con un sincronizado juego de luces.

El lugar se oscureció totalmente y pudimos observar cómo los lásers dibujaron el clásico prisma diseñado por Storm Thorgerson para la portada del The Dark Side of The Moon (1973). El público estalló de emoción y justo en ese momento comenzaron a sonar los primeros acordes de “Brain Damage”, la atmósfera fue perfecta y la luz de los celulares ayudó a crear una escena inolvidable.

Los gritos de “Olé olé olé olé, Roger Roger” no pararon y el músico británico se mostró tan emocionado que estuvo a punto de derramar algunas lágrimas. Este emotivo momento fue aprovechado por el ex Pink Floyd  para agradecer al público y recordar el motivo político del Us + Them Tour. Finalmente, Roger Waters interpretó “Two Suns in the Sunset” y culminó este impresionante show con “Comfortably Numb”.

Us + Them Tour es un show planeado y desarrollado meticulosamente, es por eso que su setlist no cambia mucho entre presentación y presentación. Esta una producción que supera a cualquiera y definitivamente es una experiencia que no puedes dejar de vivir.

 

Desert Daze 2018 presentado por Aeroméxico

Más que una experiencia, un estado mental: Desert Daze 2018 #LaMúsicaTeHaceVolar.

La idea en escrito es muy buena: un cartel que abarque lo más trascendente y atractivo de los géneros actuales, una locación de ensueño en las afueras de California y una puesta en escena psicodélica. ¿Que podría salir mal? Solo la madre naturaleza nos podría parar…

Una reserva natural preciosa con las montañas por un lado y por otro la playa resguardó la séptima edición de este festival, fue adornado de una manera mágica con artefactos psicodélicos como totems gigantes y tipis enormes que al entrar te llevaban a experiencias sónicas inimaginables. Se trató de un festival de comunidad con una vibra uniforme a diestra y siniestra, desde el bazar con tendencias hippie, hasta los asistentes caracterizados con outfits curiosos, o con playeras de los grupos que querían presenciar. No es un festival para cualquiera, solo para los verdaderos amantes del rock que desean aventurarse al desierto por un fin de semana sublime.

El primer día en Desert Daze dio mucho de qué hablar, era imposible conocer Moreno Beach y no enamorarte de la inmensidad de las montañas que rodean y la vibra desértica que sentimos al dar los primeros pasos dentro del festival. Alcanzamos a ver unas cuantas canciones de las españolas Hinds en el escenario The Block, quienes ya tienen un show montado y por lapsos sincronizaban sus pasos de baile durante canciones, el grupo ofreció un set divertido.

El tiempo volaba conforme nos movíamos de un escenario a otro, y con ello se acercaban las nubes grises, bajo ese contexto salió Pond con la canción "30.000 Megatons" para abrir su set. El grupo atrajo a una gran cantidad de espectadores y nos cautivó durante una hora aproximadamente, el recibimiento y la vibra era tan épica, que Pond debutó canciones en vivo como "Sixteen Days" y "Burnt Out Star".

Posteriormente, Jarvis Cocker nos presentó su show solista JARV is, en una variación psicodélica, los visuales de luces líquidas en la parte trasera del grupo potencializaron los sentimientos que Jarvis profesaba a través del micrófono con su elegancia característica. El cantante tomó en su totalidad de su catálogo personal y solo cubrió "His N' Hers" por parte de Pulp.

En el mismo escenario The Block, Uncle Acid & the Deadbeats reventó tímpanos, sesos y todo lo que se les puso alrededor, desde el primer riff distorsionado, todo entró en sincronía: los visuales, la música y la gente presenciando al grupo. Desde "Waiting For Blood" hasta "No Return" el lugar retumbó por la energía y decibeles con los que tocó, de nuevo los visuales elaborados por el Mad Alchemy Light Show aportaron una vibra electrizante a la presentación.

Por último del primer día y como acto estelar de la noche, Tame Impala tomó el escenario The Moon (principal) con "Nangs" para introducir su show, la noche estaba en su plenitud y las gotas de lluvia empezaban a caer, las pantallas se apoderaron de la atención del público y los asistentes hipnotizados presenciamos a la banda más popular del rock psicodélico actual… pasaron a su segunda canción "Let It Happen", sencillo de su álbum más reciente donde hubo confeti y el show tomaba una vibra más de fiesta, hasta que el cielo se tornó color blanquiazul, los rayos nos ahuyentaron y procedieron a evacuar el lugar por riesgo de una tormenta eléctrica.

El amanecer del segundo día nos hizo olvidarnos de lo sucedido, el paisaje era nuboso, el frío se había apoderado del día y lo que en su momento era un regocijo de alegría, tomó una vibra misteriosa.

Llegamos al comienzo de Boogarins, los brasileños tocaron ante un escenario principal con un gran número de seguidores bailando y tarareando canciones en portugués, su entrega en el escenario fue un tanto mágica, experimentaban con nuevos sonidos durante su set y con mucha emoción entregaron un show memorable para la audiencia californiana.

El rock alternativo y psych rock chocaron con Mercury Rev, que logró animar al público a un sentimiento de felicidad. La banda neoyorquina revisitó su álbum Deserter's Songs como parte del 20 aniversario de la placa.

Chelsea Wolfe trajo las tinieblas a Moreno Beach con su característica aura tétrica y terrorífica en la noche del 13 de octubre, la puesta en escena atrapó todos nuestros sentidos y nos hipnotizó con temas de toda su carrera, como "Feral Love" y "House Of Metal".

La noche continuó con Kikagaku Moyo, que mostró su maestría instrumental en el escenario The Block, de nuevo los visuales de aceites añadieron un sentimiento especial a la presentación. El sitar, las guitarras y sus largas improvisaciones volaron la cabeza de los asistentes.

Para finalizar la noche vimos a tres grupos seguidos: King Gizzard & the Lizard Wizard que tocó un set similar al de su gira mexicana y no llevó a los asistentes al frenesí completo como en tierras aztecas, Beak> propuesta krautrock de Geof Barrow (miembro de Portishead) que en una pequeña carpa logró una presentación catártica con una audiencia de no más de 500 personas, y la monstruosidad de A Place To Bury Strangers, que literalmente destruyó tímpanos e instrumentos por su energía en el escenario.

El festival llegó a su cierre con un domingo cálido, como había iniciado, la gente se acercaba a la playa para nadar, Preoccupations sonaba a lo lejos con su angustia y ruidos estruendosos.

Este día vimos a Earth, que nos mostró la importancia de ensamblar un acto en vivo sin error alguno y dominando la ejecución instrumental, su vibra fue ideal para el entorno, mientras contemplábamos como desaparecía el sol y nos preparábamos para una noche gélida.

Death Grips voló nuestros oídos y ganas de sobrevivir con su presentación violenta y sus actitudes fuera de serie, íbamos de una propuesta sónica a otra y el lineup del festival no te dejaba quedarte estancado en un solo subgénero musical.

Earthless nos regresó al planeta stoner, pero My Bloody Valentine no nos dejó escaparnos de la onda shoegaze/experimental, al grado en el que el audio era tan pesado, que empezaron a regalar tapones para los oídos.

Por último y para cerrar el festival, Ty Segall & White Fence nos deleitaron con sus genialidades en la guitarra y cerraron The Block con su distorsión fuzz característica, de una manera muy sutil y estruendosa.

Sutil, pero estruendoso; caóticamente bello, así describiría a Desert Daze: un estado mental.