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XO / Republic Records / 2020
Zoom… zoom… zoom. Uno tras otro pasan rápido los autos, resaltan sus luces delanteras y aunque van a velocidad alta, con la música hasta arriba, frenan en el tope de la esquina, brillan las luces traseras en un rojo intenso. Zoom. Una persona con gorra camina sobre la acera, mira hacia atrás, sigue derecho, enseguida gira de nuevo. Es media noche. En el otro lado de la calle va una pareja, traen una cerveza en la mano, se escuchan sus risas. Se tambalean. En algún punto todos coincidimos, yo vengo detrás de la primer persona, un chico, por cierto. Nos miramos los cuatro por un segundo y mi cuerpo se pone alerta. Quién sabe qué ocurra en seguida. Tal vez todo, tal vez nada. Como dijo The Weeknd a Apple Music sobre After Hours, después de media noche podemos encontrar el amor, el miedo, amigos, enemigos, violencia, baile, sexo, demonios, ángeles, soledad y unión.
Hay algo en la noche, aún no sé qué es, pero se despierta otro mundo. Suceden algunos de los eventos que se quedan con nosotros indefinidamente, que nos marcan como personas. The Weeknd habla sobre esto en su cuarto álbum, sobre su rompimiento con la modelo Bella Hadid, sobre la falta de compromiso en las relaciones y sobre su desconfianza en las mujeres, sobre su incapacidad para ser estable. Aunque ha cambiado su estética y se ha instalado en puntos musicales muy distintos, la esencia no ha cambiado, sus inquietudes líricas siguen en el mismo ángulo, lo cual, no es malo. Al inicio de su carrera comenzaron a llamarlo “El caballero de la noche”, ahora The Weeknd se ha transformado en un Joker que corre y conduce un auto por las calles de Las Vegas en un sofisticado traje carmesí. Se reconoce finalmente como un artista diverso que concentra la fuerza en su persona. Para su nueva pieza, una producción tan exquisita como punzante, ha cambiado la estética de su figura, construida al parecer a partir de cintas como Casino, Joker y Fear and Loathing in Las Vegas. En los videos que han acompañado el lanzamiento consume drogas, lame sapos que lo hacen alucinar, es golpeado hasta sangrar y asesina gente. Está desquiciado. Al final le cortan la cabeza.
Zoom… siguen pasando algunos autos, nadie los detiene, se ven tan solitarios en una ciudad que, cabe ponerlo aquí, está viviendo una crisis, una situación crítica a nivel mundial, mejor dicho. Y es que los discos se insertan en un momento concreto, y tiempo después puede cambiar la percepción de estos. Y sería absurdo ignorar que After Hours abre su paso en un punto histórico tan incierto como angustiante, el tiempo del Covid-19. Esto puede disminuir la atención que se le ponga y la mirada que depositemos en él, espero que no, porque After Hours es un disco acertado, es quizá, sin miedo a arriesgarme, la producción más estable y equilibrada de Abel Makkonen Tesfaye, el nombre real de The Weeknd. Quizá no tiene eso que los fans primarios de sus primeros mixtapes esperan, pero en longitud y aura, el cuarto álbum es consistente.
La imagen que proyecta a través de sus canciones como un alma solitaria incomprendida y autodestructiva no ha desaparecido, el drama romántico que proyecta con su voz sigue en lo intrínseco de sus canciones. En parte eso da la sensación de que se trata de un artista pop, una estrella que produce R&B, pero hay otra cara, una vena artística que en sus composiciones aparece, un Joker que crea canciones asombrosas, canciones que van más allá de los éxitos y que incluso en esos éxitos se trata de oro puro. “Blinding Lights” es el mejor ejemplo. Qué diablos es eso. Es synth pop, es un apabullante sintetizador que brota en medio de la canción perseguido por un beat constante, en poco más de tres minutos te da un subidón, es la bufotonina que proviene del sapo y nos hace alucinar, es un The Weeknd que se monta en un auto a toda velocidad y nos subimos con él, pisa el acelerador y cuando es tiempo de frenar nosotros le pedimos que no lo haga. Es cine galo hecho canción, es la nota pegajosa del sintetizador
En “In Your Eyes” va más despacio. Pero es esa misma esencia, la fuerza está en la parte electrónica, en el pop ochenteno nocturno que parece nacer en un club en Miami, y casi al final un solo de saxofón alucinante ilumina el tema. En “Save Your Tears” reconoce que ha lastimado a la chica, que la ha traicionado, que hay cosas que nunca debió haber dicho y hecho. Un cuasi italo disco que se une con un tema en el que intervino Kevin Parker de Tame Impala y el perturbador OPN, “Repeat After Me”, mezcla extraña de sonidos, un post soul deslumbrante de voces transformadas. The Weeknd, el Joker nocturno, entrega en el tema homónimo la combinación perfecta de trip hop y dance. Beats duros, bajos punzantes, sonidos abrasivos, voces cavernosas, teclados pegajosos, synths ochenteros. After Hours es un ensamble que cohesiona sus ingredientes, que se disfruta mucho caminando por una ciudad oscura, solitaria, con uno que otro individuo peculiar. Es el mejor álbum en la carrera del canadiense que en trabajos anteriores saturaba de canciones innecesarias, que podía perder el ritmo con sonidos intrascendentes.
El Joker nocturno está en un punto en donde los géneros han desaparecido, no juega con ellos, no se divierte mezclando, sino que simplemente no le importan, rompe sus propias reglas, sigue siendo un misterio quién se esconde en realidad detrás de sus facetas sonoras. De 14 temas, por lo menos, 10 resaltan incluso aunque parezca que no lo hacen. “Too Late” y la voz extendiéndose en el puente justo cuando dice una sola vez “I just want your body…”. No hay estructura pop y el tema se vuelve hipnótico. The Weeknd está convirtiéndose, extrañamente porque el proceso suele ser a la inversa, en un artista muy complejo. Aún no acaba su transformación. La esencia, ese protagonismo como un individuo autodestructivo, permanece. Cuando abandone ese papel para ponerse por encima de sí, es sólo una idea, se liberará totalmente y entregara, posiblemente, la pieza perfecta. After Hours no la es, se acerca, pero no la es.
Sigo caminando por estas calles oscuras. Alguien me rebasa, pasa a mi lado, no me había percatado de que venía detrás. Algunos indigentes están en la acera, en la calle de al lado dealers ofrecen cualquier sustancia, en la siguiente cuadra una prostituta me mira de reojo. No sé adonde voy, sólo salí a caminar. Zoom… un coche deportivo. Una patrulla detrás de él. Quién sabe qué pueda ocurrir esta noche…