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Greta Van Fleet — The Battle at Garden's Gate

9

Greta Van Fleet
The Battle at Garden's Gate

Lava / Republic Records / 2021

Artista(s)

Greta Van Fleet

Todo lo que ya hemos escuchado, pero no hemos explorado nos abre un mundo en The Battle at Garden’s Gate.

Greta Van Fleet retoma el vuelo para dar a conocer lo que podría ser una de sus mayores satisfacciones en la vida. Entre giras, construyó The Battle at Garden’s Gate con 3 pilares: el amor a la música, la hermandad y sus creencias.

No abandonan el camino del rock and roll puro y clásico; la influencia de los representantes en los años 60 existe, sin embargo, eso no los convierte en una banda wannabe. Musicalmente no son nuevos, sino atemporales, tratan de revivir el pasado con su estilo retomando mejores elementos de la época y una buena producción logrando un trabajo serio, con mayor profundidad y complejidad. La luz del faro fue Greg Kurstin, quien les ayudó colocar cada elemento para retratar una historia. Cerramos los ojos, y podemos ver el fotograma de cada momento vivido en este místico lugar, así como nos lo contaron en el Listening Session.

Prueba de ellos son los riffs embriagadores y poderosos de su EP From The Fires que prevalecen, y el aura enfrascada en Anthem Of The Peaceful Army logra salir y resplandecer. Sin embargo, la voz de Josh Kiszka, pierde su efecto cálido, transformándola en un tono desgarrador y desesperado.The Battle of Garden’s Gate se compone por 12 temas que, como símbolos, cuentan un pasaje de la historia ayudando a crear un mundo sobre libertad, el cambio y crisis climática, el empoderamiento y la ayuda a las comunidades; el álbum es un todo. Si queremos separar las canciones y encontrar su identidad, no lo vamos a lograr, pues entre ellas arman el rompecabezas.

La travesía comienza con “My Way, Soon”, un sonido familiar y alegre, con un riff de guitarra que nos llama a la aventura y libertad, pero el solo llega más pronto de lo esperado opacado por el sol del atardecer. Recorrer la carretera hasta llegar a aquella puerta dorada representada en la portada del álbum, ahí es cuando el misticismo comienza.

Las primeras notas del piano en “Heat Above” nos trasportan a una atmósfera etérea. Los tambores de Danny Wagner retumban al ritmo de la marcha, subiendo de intensidad para abrir las puertas del Jardín puntualizando y destacando sobre guitarras suaves. Durante “Age of Machine” y “Broken Bells” resaltan integran de manera sutil y discreta elementos como el piano, los arreglos de cuerda y la batería se acopla a los diferentes escenarios. En “Built By Nations” se sigue el latido del corazón, mientras que la guitarra se presenta en un tono limpio y brilloso.

“Tears of Rain” y “Light My Love” son baladas caracterizadas por un piano resplandeciente. Además, en la segunda podemos escuchar pequeños destellos de batería que reúnen fuerza para el final.

En “Stardust Chords” los tambores indican el comienzo de la fantasía y el espejismo retratado en metáforas. La guitarra sigue un ritmo de blues, pero el arreglo de cuerdas también lucha por destacar, hasta que llega el momento en que cada parte tiene protagonismo. La batería retumbante y la guitarra aguda en “Caravel” guía la aventura del barco portugués que descubrió nuevos mundos.

“The Barbarians” muestra una guitarra distorsionada y los metales inspiran el momento de levantarse. La parte instrumental nos acerca a la batalla llena de caos, ¿en qué parte del bando estamos? No importa, al final todo se consuma. “Trip The Light Fantastic” nos hipnotiza y retoma el sonido conocido de la banda. Un guiño al pasado que está cada vez más lejano. El bajo de Sam Kiszka es protagonista y logra conjugarse con el coro de “ram, ram, ram, ram” un mantra para dar poder.

“The Weight of Dreams” nos indica el final del viaje con un rasgueo de guitarra, pero dejando entrever que la historia no termina, y los estragos estás por verse. También representa el llamado al Peaceful Army para desentenderse del capitalismo y materialismo para concentrarnos en lo importante: la naturaleza. Nos hemos ganado un final lleno de desdicha, pero hay un rayo de esperanza disfrazado en notas de violín que logran asomarse entre la bruma. La batería y un grito lejano indican la catástrofe. La guitarra de Jake Kiszka tiene el momento que tanto había esperado, dando un solo enérgico parecido a un caleidoscopio envolvente y furioso que por momentos se va, pero consigue regresar. Finalmente, todo se convierte en tranquilidad y serenidad.

El crecimiento y trascendencia de la banda está plasmada en un álbum cautivador. Sin embargo, los altibajos continúan, pues en ciertas partes se llega a perder el hilo de la narrativa. El crecimiento y evolución está presente en este trabajo que abre un nuevo camino en la carrera de Greta Van Fleet.