El papá de los pollitos regresó a nuestro país tras las presentaciones ofrecidas por bandas como Vamos Perdiendo, Flema, Bulldog y Tukera; 2 Minutos llegó al escenario del José Cuervo Salón con su gira Que No Se Te Moje El Gremlin, el verdadero grande del punk argentino se reencontró con su fiel y siempre sudoroso público en una inolvidable noche de Domingo.

El show inició temprano, 19 hrs para ser preciso, y contó con la presentación de los locales Tungas para preparar los ánimos. Con apenas unos cuantos años en el circuito nacional, ésta joven banda ha logrado de hacerse un nombre por su bien lograda mezcla de pop punk, que aunque no son precisamente Teenage Bottle Rocket, se nota la influencia de la escena californiana de los 90's.

Por fin llegó la hora de la verdad: Monti, Papa, Pablo, Pedro y Mosca se plantaron sobre el escenario vestidos de traje y corbata para recibir los merecidos aplausos que una banda de su trayectoria y calibre podría merecer “Pelea Callejera”, “Lado Oscuro” y “Mosca de Bar” dieron inicio al recital que rápidamente se cubrió en cerveza, porras y brincos.

En menos de quince minutos, ésta banda ya había regalado más de diez temas, destacando una aparición de Lenuz, vocalista de la banda Darling, para acompañar en las voces de “Lejos Estoy” y “Como Caramelo de Limón”. Como dato, entre la audiencia se podía ver los integrantes de The Toasters, longeva banda de ska neoyorkino que justo un día antes habían dado un concierto en el Pasagüero.

"Hemos venido acá durante mucho tiempo, aún recuerdo nuestra primer vez en Tijuana y luego en esta capital; lugares como RockStock y Rockotitlán ¿en el… 95? ¿ustedes recuerdan?” Preguntó Mosca, antes que la banda diera su rendición a “Las Piedras Rodantes” de El Tri, “El Mejor Recuerdo”, “Jason”, “Q.E.P.D.” y “Aquaman” prosiguieron con los golpes y brincos, que aunque la acción se concentraba en la parte delantera del foro, el ambiente de fiesta reinaba en todo el lugar.

El concierto había terminado con “Valentín Alsina” y “Otra Mujer”, pero sin dejar el entarimado, la banda comenzó a improvisar un encore que en algunos sectores dejo decaer los ánimos debido a los minutos entre cada canción donde reinó el silencio y la plática entre el público.

Se dejaron escuchar “Tema de Adrián”, “Vampira” y su versión totalmente doblada al argento de “I Turned Into A Martian” de Misfits, no sin antes despedirse con una cara de fatigo en sus integrantes que como un último esfuerzo antes de colgar la toalla, gritaron a todo pulmón el tema que les da nombre “2 Minutos punkeando para vos, esta noche con huevo y corazón, solo te pido un puto favor: respeto al de al lado y diversión”. ¡Grande, 2 Minutos! 

Triunfal regreso de una de las bandas más queridas del ska norteamericano que, datados ya de principios de los 80's y con un solo integrante original, cerraron un tour que los llevó no solo a nuestra ciudad, sino a Tecate y Tijuana tras surcar Norteamérica, a punto de despegar para Europa.

Apenas dos años de su gira de 30 aniversario, Robert “Bucket” Hingley y compañía tomaron por asalto el escenario del Pasagüero, que ahora convertido en una especie de restaurante con mesas estorbando y olor a ceviche en el aire, fungió como salón de baile para skins, rudeboys, mods y uno que otro skato congregados el sábado. No sin antes agradecer a Minions, banda telonera, The Toasters comenzó “Dog Eat Dog” y el tema que dio por terminado el saludable skankin’ para convocar las patadas y empujones “2 Tone Army”.

Una noche de baile con amigos o con extraños, bañado en cerveza y carcajadas, continuó con grandes rendiciones a clásicos de estos neoyorkinos como “Pirate Radio”, “Social Security” y “Run Rudy Run”; todo siempre va de maravilla hasta que alguien empuja la persona incorrecta y se arma la trifulca. En pleno “Thrill Me Up” se abrió un hoyo a un costado del público donde las patadas con Dr. Martens y las chamarras Lonsdale como escudo, evidenciaron que es imposible llevarla tranquila en un concierto donde se supone la comunión por la música y la hermandad reina. Elementos de seguridad sobre el escenario se abalanzaron cual Super Porky o Villano III sobre los contendientes que ya estaban usando tarros como arma; mientras los “invitaron” a salir del lugar, fue remarcable el hecho de que la música nunca paró y The Toasters ya saben como tener tranquilo al público.

Las cervezas tintinearon y el skankin’ prosiguió, y a pesar que al final del show el ingeniero de iluminación decidió experimentar con las luces para que pareciera show de Skrillex, haciendo imposible mirar a la banda, “History Book” y “Matt Davis” clausuraron un excelente concierto donde el vencedor que pudo hacer brindis de victoria fue la música. 

El australiano cuya fama estalló en cuestión de meses gracias a un cover a Blackstreet llegó al Lunario como parte de su primer gira por este continente. Con apenas siete canciones en la red, Chet Faker se encuentra en un tour mundial que, inflado por los medios, prometía ser uno de los eventos más relevantes del año y sobre todo una inolvidable velada de música electrónica, soul y downtempo.

Primero subió al escenario Belafonte Sensacional, un ensamble de folk que logró captar la atención del público, con una amena presentación de guitarras acústicas y trompetas, con canciones sobre el argot mexicano y referencias a la cultura norteamericana como el hip hop y los beatniks.*

Por fin llegado el momento del tan laureado y ansiado nativo de Melbourne llegara a un curiosamente engalanado escenario del Lunario, con ventanas abiertas de fondo y focos encendidos colgados del sistema de iluminación, la pista guardó un respetuoso silencio que estalló en griterío a las primeras notas. Un cover de Burial para calentar motores y dejar en claro que la entrega del público era total. Chet mostraba una cara de verdadero asombro al escuchar los aplausos del quórum, consciente que más allá de ganar premios de los Independent Records Award o Rolling Stone en Australia, la aceptación de un publico fuera de casa es más que satisfactorio.

El sonido de su voz, claramente orientado el R&B y el soul, fue elocuentemente acompañada por su teclado ecualizado para que sonara como hammond más un ensamble de músicos en los que destacó una guitarra rickenbacker. “Solo he lanzado apenas siete canciones y las he tocado todas ya” enunció Chet seguramente excusando la brevedad de su presentación, que aunque en jams e improvisaciones para extender y lograr impresionantes versiones de “Love and Feeling”, “I’m Into You” y su cover de “No Diggity”, ofreció apenas una hora de show.

Un único regreso a escena para regalar un tema nuevo de nombre “Melt” fue ofreció antes de despedirse con una sonrisa de oreja a oreja, que hasta hubiese parecido le avergonzaba tener tal recibimiento. Aplausos y aplausos, gritos y gritos, Chet Faker conquistó al público mexicano. Si apenas está empezando su camino en la industria, no podemos esperar lo que ofrecerá con el tiempo.

*NOTA DE LOS EDITORES: Aunque el contenido de esta publicación es responsabilidad de quien lo firma y no refleja necesariamente la opinión de Indie Rocks!, decidimos editar la versión original de esta reseña, cuyo contenido salió de los parámetros que reflejan nuestra identidad y valores.

El regreso de Miami Horror a escenarios mexicanos se realizó en el marco de una gran celebración, pues tras apenas unos días de haber lanzado una probadita de su nuevo material discográfico, el conjunto australiano galardonó a la Ciudad de México como el punto de partida de su gira mundial.

Antecedidos por Los McAllister, poco antes de las diez y media, hora en la que el alcohol ya había pasado a ser parte del torrente sanguíneo, el recinto recibió a Benjamin Plant y compañía entre los gritos eufóricos de un Salón José Cuervo a media capacidad. “I Look To You” marcó el inicio, cuyo beat logró impregnarse en las manos, corazón y en los pies de todos los presentes.

Las ganas de bailar evolucionaron con “Moon Theory”, canción que se apoderó del cuerpo de Josh Moriarty al trasladarlo de un lado a otro del escenario, deteniéndose para girar ocasionalmente sobre su propio eje mientras interpretaba efímeros pero contundentes solos de guitarra; movimientos que nos hacían recordar a memorables iconos del pop como Prince o Michael Jackson.

El dance-pop que caracteriza al grupo hizo catarsis con “Ultraviolet” y “Make You Mine”, reubicando a Moriarty del centro de la escena a la parte superior de uno de los amplificadores con la intención de seducir a sus seguidoras, tocando la guitarra con una sola mano y agarrándose la entrepierna de vez en cuando. “Sometimes” desprendió el alma del público en un efecto de antigravedad, atrayendo al techo los brazos de las personas, llevándolas de un lado a otro mientras coreaban al unísono las letras de uno de los sencillos más exitosos de la banda.

Después de un breve encore, mismo que fue interrumpido por Daniel Whitechurch que salió para entusiasmar a la audiencia, el cuarteto interpretó “Real Slow”, sencillo que, además de robarnos el aliento, fue bien recibido por sus seguidores. El frenesí concluyó con “Holidays”, copla que fue despedida entre saltos y gritos en una noche que muchos consideraremos como memorable por el resto de nuestras vidas.

Lo atractivo de Miami Horror, sin duda, es la autenticidad y sencillez que reflejan en el escenario. Moriarty es un gran frontman que no muta en lo ordinario, amenizando al ambiente, inclusive, cuando se equivoca en alguna canción y detiene por completo el concierto. Una banda que se debe de contemplar en vivo para disfrutarla al máximo.