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Kim Gordon — No Home Record

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Kim Gordon
No Home Record

Matador Records / 2019

Artista(s)

Kim Gordon

21/Oct/2019

No Home Record: El transcurso de un siglo XXI sin Sonic Youth. 

Sin hacer una declaración oficial al respecto, Kim Gordon celebró de manera especial los 40 años desde la publicación de uno de los textos más famosos de Didion y el 20 de agosto de 2019 anunció el lanzamiento de su primer álbum como solista: No Home Record. 

“Nos contamos historias para poder vivir” fueron las palabras con las que Joan Didion dio apertura a su obra inspirada en The Beatles: The White Album.

Para los círculos de intelectuales así como para las y los representantes de la adoración popular, la permanencia de la autora en el mundo está representada por el retrato a prosa de un espíritu libertario decadente, la exploración de la muerte como tabú occidental y la fugacidad de la fama dentro de Hollywood.

En lugar de agotar su energía en las preguntas -que más bien sonaron a reclamos- de “¿Por qué hasta ahora hacer algo bajo su nombre si los demás ex Sonic Youth trazaron camino propio desde la primera década de los 2000?”, la artista recuperó al personaje principal de Play It as It Lays (Maria Wyeth) con el protagónico de Abbi Jacobson (Broad City) y el vestigio experimental de Loretta Fahrenholz. 

Lejos de ser el single de apertura, “Sketch Artist” se distingue por un salto abrupto de melodías de violín al desgarre violento del bajo, algunos destellos sonoros que remiten al debut de Death Grips (No Love Deep Web) y una lírica con dedicatorias anónimas y confusas: “Eres un misterio, tal y como un caballo”.

“Sketch Artist” funciona a manera de sumario de los ocho temas restantes. Durante 39 minutos, Gordon escribe y recita un manifiesto con versos ambiguos y realidades tangibles- ¡La vitalidad es una objeción!- y, al mismo tiempo, muestra claridad en la ruta a seguir: Recurre al back to basics, se apoya en fórmulas que le han sido funcionales en proyectos anteriores y marca distancia (musical) respecto a Thurston Moore, Lee Ranaldo, Bill Nace y Julie Cafritz. 

¡A orinar en el océano!, ¡Es gratis!

Al igual que la escritora que posó para Phoebe Philo (CÉLINE) bajo el encanto de las gafas de sol, Kim Gordon creció en California y se mudó a Nueva York para hacerse de un nombre. Como bien lo ha expresado en múltiples ocasiones, su reconocimiento como una de las figuras musicales más influyentes de los últimos 40 años “es solo un subproducto de haber buscado una manera de expresarse”. 

No obstante -le guste o no- el retrato (tanto físico, sonoro y filosófico) de Los Ángeles en No Home Record confirma la esencia de su identidad creativa dentro de la música, ya que amplia el umbral de ‘lo experimental’, agrupa múltiples géneros de la historia musical under, ilustra la relación intrínseca con su huella como artista visual, materializa el legado postmoderno de Robert Venturi y desmenuza las tesis y palabras de Trisha Low, Judith Mayne y Kevin Killian. 

Si bien los constantes ‘no sé’ de Kim durante las entrevistas no dieron pista alguna sobre el contenido de No Home Record, el recuento autobiográfico en Girl in a Band: A Memoir (2015) pudo ser un primer oasis de búsqueda: ¿Qué tanto podría cambiar su lírica y sonido entre la asfixia neoyorquina y la simulación californiana?

La ciudad que conozco ya no existe. Está más viva en mis recuerdos que cuando estoy presente en ella”.

Entre las páginas de dicho libro, Gordon dejó por escrito que la mención del nombre de su ex esposo y bandmate sería la última y también detalló que en algunos meses su hija, Coco -quien ahora tiene 25 años- se graduaría de la universidad y entonces ya no tendría más razones para quedarse en NYC. “Es tiempo de seguir adelante”, confesó durante una charla con Rolling Stone. 

Como refugio ante la incertidumbre de su regreso a Los Ángeles, Kim aceptó la propuesta de Justin Raisen (Yves Tumor, Sky Ferreira) -“¡Traéme tu jodida poesía y hagamos esta mierda, Kimye!”- y comenzó a escribir “Don’t Play It” y “Get Your Life Back”, canciones que la transportaron a momentos específicos de su infancia y juventud: Una educación consumista atípica a cargo de padres que crecieron en un periodo de recesión económica y el encarcelamiento en el mundo mágico (y fascista) de Walt Disney.

¡Había un maldito Mickey Mouse con walkie talkies!” 

Decorados por una atmósfera techno (“Don’t Play It”) y de pinceladas industriales (“Get Your Life Back”), en ambos tracks la artista recita una oda disidente respecto al funcionamiento del régimen capitalista: El depósito de desechos tóxicos en los reservas naturales, la expansión de las McMansiones y un capítulo de Mad Men escrito por Charlie Brooker. 

¿El fracaso del mundo moderno?

Tiempo después de que Justin Raisen contactó a ‘Kimye’ vía DM, la artista tomó en cuenta el consejo de la poeta Elaine Kahn. “Escribe todas las palabras que se relacionen con tu vida cotidiana”. Durante su trayecto de una privada en Franklin Hills a sus clases de yoga, Kim Gordon tiene la oportunidad de prestar atención a los grandes anuncios fast fashion y a los carteles de ONGs que buscan la garantía de la vivienda como derecho humano. 

A partir de lo que denomina “la satisfacción de la nausea existencial” y la coexistencia de realidades en “Air BnB” y “Sketch Artist”, Gordon sintetiza una de las tesis centrales del último libro de Trisha Low (Socialism Realism): “La historia racista y colonial de California es la evidencia de que (usualmente) el buen vivir de alguien es al costo de la vida de otra persona”. 

En No Home Record la transitoriedad californiana se refiere tanto a la idealización de la actividad nómada en propiedades rústicas, modernas (y ajenas) como al 47% de la población homeless en los Estados Unidos.

Desde una óptica más personal (pero no por eso apolítica), “Air BnB” puede ser considerada como una canción que difumina la negatividad (y artificialidad) de la cartografía de los no lugares de Marc Augé. Para Kim Gordon, conocer (más que poseer) los espacios personales de otros es moverse entre lugares posibles.

La idea de globalización se usa para legitimar quién eres a través de la estética a la que estés enchufado”.

Dentro de la lógica de abordar No Home Record desde su relación con la tecnología, en “Cookie Butter” -misma que destaca por distintos estadios temporales y tintes minimalistas- la cantautora narra la falta de humanidad en un diálogo entre un Adán y una Eva contemporánea y traslada el vacío de la palabra a los tonos folk de “Earthquakes”.

“This song is for you. If I could cry and shake for you”.

PussyGrabsBack: (Casi) 2020 y no puedo creer que sigo protestando por esta mierda

A finales de los 80, Kim declaró a Rolling Stone que “no escribiría canciones de amor, sino de todas las cosas de las que una mujer puede y quiere hablar”.

A 27 años del lanzamiento de “Swimsuit Issue” y de la memorable interpretación de “Kool Thing” en MTV, en “Hungry Baby” Kim Gordon protagoniza a un varón y hace referencia a una de las insignias durante la Marcha de las Mujeres en Washington, retoma el contexto político del MeToo - de aquí el vínculo con su exhibición Lo-Fi Glamour- , manifiesta su preocupación ante el feminismo pop corn y denuncia el primer trato sexista que recibió dentro de la industria musical (este por parte del manager de Neil Young en 1991).

Inglaterra fue la primera vez en mi vida . Me sentía realmente invisible. No saben cómo lidiar contigo, a menos que seas un personaje escandaloso como Siouxsie Sioux (…) Pienso que los hombres están confundidos sobre su papel en la sociedad”.

(***)

Al reunirse con Justin Raisen en Sphere Ranch, ‘Kimye’ decidió que el título de su primer álbum en solitario estaría inspirado en No Home Movie (2015). En dicho documental, Chantal Akerman retrata las implicaciones de ser una mujer joven en Nueva York en los años 70.

A pocos meses de la segunda década de los 2000 y a 4489 kilómetros de Manhattan, Kim  lo hace a través de un collage sonoro que bien podría ser un zapping entre KEXP, XRAY y Smack Urban Radio.

Al igual que Joan Didion, desde hace cuatro décadas Kim Gordon cuenta historias que le permiten vivir a ella y a las generaciones que -pese a su incomodidad- insisten en llamarla “icono” o “madre del grunge”.

Y, al contrario de lo que algunos periodistas pensaron después del último concierto de Sonic Youth en São Paulo, el siglo XXI sigue avanzando. Solo que esta vez con una Kim Gordon que aboga por el final del capitalismo.

Losers.