Anthrax en México

Anthrax, una de las bandas mas representativas del trash metal (y considerada dentro de las mejores bandas de metal junto a Metallica, Slayer y Megadeth en The Big Four) se presentó en tierra azteca por tercera ocasión; esta vez con su alineación original. Sin embargo sorprendió la ausencia de Charlie Benante, baterista de la banda.

La noche del miércoles 18 de abril en el José Cuervo Salón, se dieron cita cientos de metaleros de la vieja escuela --y no tan vieja-- para disfrutar de este tan demoledor concierto que tuvo como teloneros nada más y nada menos que a Shadows Fall. Así que Brian Fair (voz), Jonathan Donais y Matt Bachand (guitarras), Paul Romanko (bajo) y Jason Bittner (batería) fueron los encargados de mantener al público al borde de la locura en esta noche tan especial con su estilo único y estridente, sin duda una gran presentación de la banda que dejó totalmente satisfecho al público que abarrotó el lugar.

Suficiente fue el intermedio para poder refrescarse y platicar con los amigos --en tono nostálgico-- sobre las experiencias con la música del grupo estelar Anthrax.

Las luces cayeron y el José Cuervo Salón temblaba, ya que en sus entrañas estaría albergando a los maestros e inigualables Anthrax, con una alineación que México no había podido presenciar: Joey Belladonna en la voz, Scott Ian y Rob Caggiano en las guitarras, Frank Bello en el bajo y Charlie Benante (ausente el pionero del blast beat), sin embargo quien mejor que Gene Hoglan (Death, Fear Factory y Asesino) para lograr llenar esta gran ausencia.

Anthrax arrancó la noche con Earth on Hell, Fight'Em Till You Can't para después hacer estallar las emociones con los clásicos y generar un gran slam de todo el salon con Caught in a Mosh Antisocial. Realmente fue un set list muy completo y preciso para el público mexicano: The Devil You Know, Indians, Hymn1, In the End, Got the Time, Deathrider, Medusa, Among the Living, entre otras.

Inolvidable y un concierto para verdaderos head banger´s…

Pulp… marcados por su primera vez en México

Así como alguna vez dijimos que Irvine Welsh era el portavoz literario más autorizado para hablar acerca de la generación del éxtasis, hemos palpado, con casi todos los sentidos, al portavoz sonoro más calificado para musicalizar dichas historias…

El hombre perfecto para describir con ritmos pegajosos, melancólicos y bailables, las andanzas más entrañables de una "generación bastarda" (según palabras de Margaret Tatcher), sin romperse mucho la cabeza: ¿Thom Yorke?, no, hablamos de alguien a quien las décadas no le han borrado un ápice de sinceridad: Jarvis Cocker.

Porque su capacidad para abordar una multiplicidad de relatos rompe con cualquier esquema narratológico; anoche en el Palacio de los Deportes, Cocker comprobó que es el contador de historias contemporáneo más fiable del Reino Unido y que, sin haber recibido un vergonzoso título cuasi-nobiliario (llámese Sir), podría ser el gran biógrafo de la masa inglesa que la isla ha esperado desde que dejó de ser la dueña del mundo, allá por el siglo XIX.

Anoche, Pulp encontró en México, después de más de un año de anunciar su reencuentro, el sentido de una conjunción que tenía un frágil basamento de libras, o al menos, eso lo demuestran las dos horas y 47 minutos que Jarvis y compañía convulsionaron a uno de los peores recintos que haya parido esta ciudad.

Y el abanico se abrió; Jarvis Cocker contó cada una de las vergonzosas historias que detallan la decadente vida de una Inglaterra sobajada por el punk… Y no quería dejar de hablar, de mover cada una de sus cuerdas vocales para enfatizar en todas las aristas de esa putrefacción social que, gracias a una soberbia industria cultural, cruzaron el charco en forma del estereotipo más espléndido a seguir.
Cocker, quien ha estado consciente durante 35 años de este tedioso discurso, ejerció una demostración de válido egocentrismo donde sólo tuvieron cabida canciones de los discos de Pulp que él había amalgamado.

Al inicio, nuestro contador de historias se quiso comportar como si estuviera en cualquier parte del mundo, soltando un set list común y corriente, pero cada vez que entonaba los versos de la pieza inicial, "Do You Remember The First Time?", se daba cuenta que su historia de dos adolescentes drogadictos no estaba muy lejos de nuestras narices. Los tracks planeados del Different Class, su máxima creación, tomaron un matiz inédito, tanto, que no faltó una sola canción del mencionado e infaltable álbum. Pero en cuanto a calidad, se mostró trémulo cuando interpretó "Pencil Skirt" (como PJ Harvey, Beth Gibbons, Robert del Nadja y otros prodigios británicos que han pisado estas tierras), aunque en pocos minutos se asentó con una pieza que le recordó, gracias a las 20 mil almas presentes, la rave más truculenta de su época (Sorted For E’s & Wizz).

Seguro de lo que hablaba, quiso filosofar sobre el amor con "F.E.L.L.I.N.G. C.A.L.L.E.D. L.O.V.E" y construir un puente hacia sus perversiones con "I Spy". Anteriormente, había interpretado "Babies" y "Razzmatazz", con el mismo coraje con el editó el His ‘N’ Hers.

Evidentemente, desencadenaría el bloque más erótico que hayamos escuchado con "Underwear y This Is Hardcore", donde demostró que el pudor lo había dejado en el desierto californiano y, en la catarsis de esta coreada canción, ensayó algunas “largartijas” que todo el público supo interpretar, aunque no supieran descifrar su campirano acento inglés de Sheffield.

Pulp no se guardó nada, y cuando pensó que ya había abordado todo, Jarvis llamó a sus secuaces para un timeback que determinaría la siguiente historia; y la elegida fue una oda para su madre, "Little Girl (With Blue Eyes)".

En ese momento, Jarvis Cocker se quitó un gran estigma que ha cargado cinco lustros: no ser el líder del grupo desde su creación y no interpretar las bellísimas piezas que compuso cuando su voz era más grave de lo que la conocemos ahora.

Un gran avance para el ego de este contador de historias, quien seguramente pensará que, si se topa con otra audiencia de este calibre, tan entregada por el mainstream de la banda (es decir, "Common People" y "Disco 2000"), se atreva a entonar algún himno del Freaks o del Masters Of  The Universe… sin duda, cuentas pendientes que, esperemos, entregue pronto.

Pero era una herida demasiado profunda como para seguir excavando, así que volvió al timón con los tracks que él piensa le han guardado un lugar para la posteridad, esos del This Is Hardcore: "Sylvia, Dishes", "Like A Friend" y "Help The Aged".

Y volver al aclamado Different Class, con dos melancólicos relatos del Soho ("Something Changed" y "Bar Italia"), y terminar con una mordaz crítica al lacerante periodo que vivió el proletariado de su país en los 80 ("Live Bed Show" y "Monday Morning").

Así se comportó Jarvis Cocker en cohesión con los compinches que lo vieron crecer y consolidarse (principalmente Steve Mackey, Nick Banks y la virtuosa Candida Doyle), en un concierto que, seguramente, le dejó muchas preguntas que sólo él puede responder y que, su respuesta y difusión, debe ser la próxima tarea para los editores de esta publicación.

 

El recorrido de RÖyksopp

A principios de los años 90, el dúo noruego de música electrónica conformado por Torbjørn Brundtland y Svein Berge, fue introducido a esta gran industria sin saber el rotundo éxito que lograrían con sencillos como Eple y Poor Leno incluídos en el 2001 en su primer producción discográfica, Melody A.M.

La respuesta de la gente, fue sin duda, una de las mayores motivaciones que tuvieron estos dos noruegos para seguir impulsando el proyecto hacía adelante; esto después de haber vivido una pequeña pausa y haber trabajado cada uno por su parte experimentando con diversos géneros. Pero en 1998, la banda decidió, de manera definitiva, aventarse el paquete de vivir profesionalmente de su talento musical.

Una de las ventajas de trabajar dentro de este género, es que la diversidad de su música no se vería limitada hacía un solo lugar. Muestra de esto, es su trabajo en el 2005, con su disco The Understanding. En éste, el característico downtempo de la banda, continúa presente dentro de canciones como Only This Moment, Triumphant y What Else Is There. Misma que sirvieron de trampolín para estos dos productores por lo menos en nuestra ciudad.

Sus melódicos teclados, bases sencillas y característicos efectos especiales, han hecho de esta banda una de las más memorables dentro de la nueva era musical.En el 2009 decidieron dar un giro de 360 grados con su nueva producción denominada Junior. Y aunque ésta fue bien recibida por sus fans, los ritmos acelerados y las excéntricas voces son algo que por alguna extraña razón  nos hizo extrañar el característico sonido, que en sus inicios dio a conocer a estos dos noruegos.

Elementos como el ambient, el house y el drum bass conforman una buena parte del estilo de la banda. Grupos de antaño como Kraftwerk, Brian Eno y Erik Satie -padres de éstos géneros- son por supuesto una clara influencia para Röyksopp y herramientas fundamentales de inspiración. Casas productoras como Tellé, Apollo Records, y Wall Of Sound les han brindado el apoyo necesario para que pudieran hacernos llegar su música, a través de los distintos medios disponibles en la actualidad.

Finalmente en el 2010, el sonido del Röyksopp - tranquilo e introspectivo -regreso para deleitarnos con Senior, su última producción discográfica. Teniendo al igual que sus primeros discos, un éxito rotundo dentro de su ciudad natal. Este dúo ha conformado una muy buena reputación alrededor del mundo, especialmente en lugares como el Reino Unido y México.

Para los mexicanos, su música y sus conciertos han resultado ser una experiencia de primer nivel, a la que vale completamente la pena asistir. Quizás sea por esto que éstos dos noruegos han decido regresar a nuestro país el 28 de abril para hacernos bailar en el Auditorio Blackberry (presentados por Neofreak) y disfrutar de una vez más de todo su talento.

Noise Fest en Monterrey

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El día empezó caluroso con más de 30 grados, los tres escenarios estaban listos y Milkman ya abría el Noise Stage presentándose ante menos de 10 personas, quienes lo veían y movían el pie al ritmo. El sol aún estaba muy fuerte para que la gente se animara a salir y llegar al festival.

Cuando empezó El Cuarto apenas comenzaba a arribar más gente, abrieron con Las cosas han cambiado y agradecieron a los pocos que se atrevieron a estar desde temprano “Gracias por venir en vez de quedarse viendo el partido, nosotros somos el verdadero Barcelona” decía Nico, el vocalista, mientras continuaba con su set.

Del otro lado en la Dance Tent estaba Drop Out Orchestra, un dúo sueco que presentaba mezclas funky bailables, que al principio eran disfrutadas por tres personas, pero en pocos minutos la carpa se empezó a llenar de chicos y chicas que seguramente llegaron para escapar del calor, pero se quedaron a bailar.

Antes de que acabara Drop Out Orchestra ya empezaba en el Noise Stage  Torreblanca, que tocó sin Andrea Balency; todos escuchaban atentos, algunos pegados al escenario, otros bailando cerca y unos cuantos más sentados en el pasto, no faltó quien coreara cada canción, entre ellas Lobo, tema con el que acabó su set.

Luego siguió Royal Bangs y sus riffs pegajosos que sonaron bien, pero muy poca gente estaba ahí; para las cuatro de la tarde el sol seguía fuerte y en el Indio Stage apenas había una pequeña franja de sombra en la que las personas se trataban de acomodar, quienes no alcanzaban sombra preferían ir al Dance Tent, que estaba llenísimo mientras Sound of Arrows tocaba y un condón inflado volaba encima del público.

Más tarde Lower Dense empezaba en el Noise Stage con un poco de problemas técnicos, una bocina tronada retumbaba cada que el bajo hacía ciertas notas, a veces no era notorio, pero después regresaba; aún así dieron una buena presentación que pocos vieron.

Para cuando empezó Ssion el sol empezaba a bajar y mucha más gente llegaba al festival, el Indio Stage ya daba más sombra y el vocalista Cody Critcheloe empezó su show exclamando “You’re in the shade right now, you have a good reason to celebrate” para después abrir su show con Credit in the Straight World. Su energía contagiaba al público; Cody notaba a quienes se sabían las canciones y desde el inicio quería bajar con las personas, “I don’t like this barrier” se quejaba. Para el final su deseo se cumplió y cantó su última canción Feel good forever mientras hacía crowd surfing, la gente lo levantaba y lo llevaba de un lado a otro hasta que regresó al escenario y se despidió. Al terminar su show se acercó a la barrera, firmó autógrafos y posó para fotos.

Penguin Prison siguió y aunque todavía hacía bastante calor, las personas seguían llegando para disfrutar de su electropop. Tocó A funny thing y algo empezó a oler, haciendo que Cris Glover exclamara entre risas “I want some of that later”.

Disco Ruido continuó y se presentaron ante un escenario casi lleno; Mercedes empezó a cantar con un casco negro casi espacial y la gente estaba feliz de verlos y escuchar sus canciones, entre ellas Mrs. Love.

Para las 7 el dúo de Flight Facilites empezaba su set con gorros de piloto en una carpa llenísima donde la gente apenas cabía, todos bailaban y saltaban mientras los guardias de seguridad se mantenían ocupados encargándose de que las chicas no permanecieran en los hombros de los chicos. La fiesta no paraba y definitivamente fueron de los que más prendieron, para muchos lo mejor del festival.

Otro de los favoritos fue Health que con su noise rock hicieron que el público aplaudiera y bailara con cada canción, entre ellas su sencillo Die Slow. Tocaron con mucha energía que se notaba principalmente en John Famigliettino, quien durante todo el show no dejó de mover su larga cabellera con cada nota.

A las ocho el sol ya se había metido casi por completo y Zola Jesus empezaba su set cantando con un vestido blanco y desgarradora emoción, acompañada de una batería intensa y violín mientras las personas la escuchaban con atención.

Del otro lado el Dance Tent seguía haciéndole honor a su nombre mientras Anoraak presentaba su sonido synth-disco lleno de texturas, el sol ya se había metido pero el calor se sentía en la carpa que estaba llenísima, mientras todos seguían con la fiesta y saltaban entre una alta torre de vasos apilados que se levantaba desde el público.

Después en el Indio Stage empezó The Knocks, el dúo formado por Ben "B-Roc” Ruttner y James “JPatt” Patterson, quienes con sus bailables y contagiosas mezclas hicieron felices al público. “This is your chance to dance with us” gritaban emocionados mientras remixeaban canciones de Fat Boy Slim, The Killers, Imogen Heap, etc.

Para cuando Aeroplane empezó, el lugar ya estaba tan lleno que apenas podías cruzar de un escenario a otro; desde el inicio Vito De Luca  y sus mezclas hicieron que la fiesta continuara. Aeroplane todavía seguía mezclando cuando el escenario de Uffie ya se empezaba a llenar; definitivamente era uno de los actos más esperados. Empezó con un DJ set que duró un poco más de lo deseado mientras el público esperaba confundido a que saliera ella. Después de casi 15 minutos por fin salió Uffie viéndose algo regordeta en un leotardo negro de lentejuelas que terminaría por romperse. Tocó sus éxitos como Steroids, ADD SUV y The Party mientras la gente aplaudía con ella; después de una floja presentación se despidió no sin antes anunciar que SebastiAn no iba a poder asistir ya que estaba enfermo, “Shit Happens” explicaba.

La noticia sorprendió a todos, algunos estaban enojados por que no avisaron antes, mientras la gente del festival aseguraba apenada que ellos también se acababan de enterar.

Para compensar movieron a Bag Raiders y a Junior Sanchez al escenario principal en donde también subieron Uffie, Zola Jesus y demás DJs a bailar. La gente continuó con la fiesta, algunos tratando de olvidar la decepción de no ver a SebastiAn, otros sin importarles en lo más mínimo.

En general el Noise no fue perfecto, pero estuvo bien organizado, cumplió con las expectativas y la mayoría la pasó bien.

Lo malo:

  • El sol horrible.

  • Los precios. La cerveza no era tan cara, pero lo demás sí. $30 por un refresco que daban en vasos pequeños, ni siquiera una botella o una lata. Además, al final de la noche aumentaron el costo de varias cosas simplemente pegando los nuevos precios encima de la lona.

  • La cancelación súbita de SebastiAn

Lo bueno:

  • Las bandas

  • ¡Las paletas de hielo! (esas no estaban caras)

  • El ambiente

  • Las personas que bailaron sin parar e hicieron del Noise toda una fiesta.

Noisia & Counterstrike

El Centro de Espectáculos Premier presentó a una de las bandas más representativas del drum & bass y el dubstep en el mundo: Noisia, conformado por Nik Roos, Thijs de Vlieger y Martijn van Sonderen, que viajaron a la Ciudad de México para brindar a sus fans uno de los mejores conciertos y espectáculos del género.

Con un ambiente bastante agradable, el lugar fue adquiriendo un cierto calor hogareño conforme la gente llegaba. Loudcity y Bkrash fueron los encargados de amenizar la espera de la gente. Y aunque podría decirse que estos muchachos se defienden, la noche evidentemente comenzó a subir de tono con las intensas líneas de bajo que Counterstrike tenía preparadas para su set.

Un pequeño receso bien merecido para todos aquellos que disfrutaron del slam con éste último performance. Pero la cosa por supuesto que no terminó aquí, conforme iban tocando los DJ’s, la pista se fue calentando y adquiriendo un nivel de baile mucho mayor. La participación de Downlink fue, sin duda, una de las mejores la noche.

El dub step se adueñó de la pista y de los cuerpos de los asistentes. Breaks exquisitos y súper bien estructurados resonaban en el foro, y a lo lejos, Noisia sabía que tenía que salir con toda su actitud para lograr mantener el nivel de euforia que su predecesor había logrado. Fue así que con sólo media hora de retraso, dos de los tres holandeses más esperados, salieron al escenario.

No cabe duda que estos productores, a lo largo de la noche, fueron demostrando ser de los más grandes exponentes del género. Sus famosos breaks y líneas de bajo, combinados con hard y un poco de dub step, hablan por si solos. La gente de los más alivianada recibía una buena dosis de endorfinas para su cerebro y compartía la pista de baile, sacándole fuego a sus pies al ritmo de las mezclas de éstos dos hombres.

JUSTUS KÖHNCKE EN EL IMPERIAL

El pasado 20 de abril, El Imperial Club fue el escenario de un concierto con el que muchos quedaron contentos. El opening estuvo a cargo Time Machine y Baby K, quienes no incurrieron en el error de querer llamar demasiado la atención y tampoco aburrieron, sino que se dedicaron a levantar los ánimos de la gente preparando el terreno para el alemán Justus Köhncke. La cercanía de la gente con el escenario permitió una convivencia feliz del público con el DJ, quienes llegaron a prenderle sus cigarrillos, a mandarle besos y a sacarle fotografías con muy poca distancia entre lente y Köhncke. Parte live act, parte DJ set, Justus demostró tener mucho oficio, pasando de lo más atonal, muy a los franchutes Ed Banger, al house más bailable y fashionista con la difícil facilidad que su género exige.

Su acto duró unas buenas tres horas en las que abundaron los momentos en el que el público unánimemente bailó, así como también en los que todos lo escuchaban con mucha atención. Definitivamente, es alguien digno de volverse a ver, y es muy probable un tercer regreso a nuestro país. Se le notó muy contento con el público mexicano.

(Mínimo paréntesis: Definitivamente, fue un poco cruel que subiera alguien que a todas luces es un iniciado en los escenarios tras haber visto a alguien como Justus, pero el joven Nathan E, quien complementaba el cartel, no es alguien que pasó del todo desapercibido para quienes se quedaron a escucharlo. En su dj set elaboró estructuras semejantes a las de Errorsmith y mezcló a grupos tan viejos como Liaisons Dangereuses. Será muy interesante ir conociendo sus avances futuros: tiene vistas de evolucionar).

Coachella 2012: Día 3 #IRCoachella

¿Qué dijeron? ¿Dónde quedó la tercera parte de la visita a ese otro ricón donde Coachella se desdobla? He aquí. Sucedió, en el último día, lo que tenía que suceder: veríamos lo que vieron quienes asistieron la primera vez. El holograma de Tupac no sería una sorpresa como el fin de semana anterior, pero no por eso dejaría de ser impresionante que la tecnología permita reproducir raperos influyentes, asesinados hace casi dos décadas.
Cuenta la leyenda que la organización de Coachella, ante la cancelación de Black Sabbath, dio un cheque en blanco a Dr. Dre y Snoop Dog para encargarse de la producción de su cierre; ellos buscaron al equipo del cineasta James Cameron para hacer lo que en Japón se utiliza hace más de cinco años con Tupac Shakur. Dos canciones: “Hail Mary” y "2 of Americaz Most Wanted” se reducen a una lucecita y como en las películas de fantasía, desaparece. Entonces el hip hop de la costa oeste se encargó de traer a occidente una nueva forma del acto en vivo, que en definitiva, fue de los conciertos más importantes de quienes lo experimentamos, por primera o segunda vez. Insisto, la transmisión del festival a través de internet debió de haberse hecho de la segunda y no de la primera versión.
Aún así, más allá del holograma, un recurso que sabemos que será fundacionista, que en diez años nos parecerá deficiente pero que hoy nos rompe los esquemas, este cierre es de los momentos más impactantes de la historia del festival. No veía tanta devoción desde Rage Against the Machine. Las personas conocían las letras de tan complejos cantos, bailaban placenteramente lo que yo encuentro inbailable, yo, extranjera residente de su país, era en ese momento, invitada a presenciar cómo le hip hop transita por la sangre de la cultura popular. Cuando uno sabe que eso que va a pasar será algo deslumbrante. Tener el acceso, casi como en un museo, a un juego de ritos, de significados, de códigos, al que no pertenecemos, que irremediablemente no entenderemos pero observaremos con detalle. "So what we get drunk, So what we smoke weed, We're just having fun…" como ante una explanada repleta de fieles cansados a coro, toda la inexpresividad de la que me quejé durante el fin de semana se revirtió en el preciso final, We don't care who sees.
Pronto, una reseña completísima del festival en la versión impresa de la revista. Pero hoy, a un día del festival, la verdad es que después de este par, no hay mucho más que recordar.
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Coachella 2012: Día 2 #IRCoachella

Aquí seguimos, estimados. El día de ayer, segundo día de la segunda versión de Coachella, padeció un calor que, entre otras cosas, hoy nos tiene en proceso de descomposición. Tuvimos el honor de presenciar un concierto de Radiohead al final de la noche; el montaje en el escenario, que algunos de ustedes habrán visto en el Foro sol esta semana, es asombroso: ocho pantallas colgantes, dos laterales del escenario, una horizontal arriba y la del fondo. Discutiblemente, el grupo más importante de mi generación, quienes fuimos adolescentes a finales de los noventa, ante un público, insisto, poco apasionado pero observador. Regresaron dos veces, se despidieron con Paranoid Android, antes Exit Music (for a film) y antes Give Up the Ghost. Un total de 21 canciones que empezaron con Bloom. Supongo, que sólo por Radiohead, subieron los subwoofers laterales del escenario principal que el día anterior mantuvieron al nivel del piso. Todos los actos sonaron más fuerte, más graves, pero Radiohead, que tanto miedo confiesan tener ante este festival de lo impecable, llenaron el espacio de música que describen como irremediablemente imperfecta en vivo.

En otras noticias, St. Vicent se enredó con el cable de su micrófono y se aventó, quién lo diría, al público en el que surfeó. Noel Gallagher tocó nueve canciones de sus High Flying Birds y después lo que estábamos, aunque no debiéramos, esperando: Little by Little y Don't Look Back in Anger; y nos doblegamos. Mi acto favorito secundario fue el set de Buzzcocks, que en esta realidad alterna que duplica aquello sacralizado, el grupo legendario de punk rock de Manchester, provocaba unos varios círculos de slam entre los más jóvenes.

Al principio del festival, Azaelia Banks dejó claro que es la rapera que el mundo necesita. The Shins, antes de Bon Iver, que sinceramente estuvo aburridísimo, nos alegraron la existencia con melodías buena ondita como Australia, Phantom Limb, Kissing the Lipless y ahora, Simple Song, el primer sencillo de su nuevo disco, Port of Morrow.

Ahora, comenzamos el tercer día, cansados esperando nuestro turno para ver los hologramas que suplieron la cancelación de última hora de Black Sabbath.

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Coachella 2012: Día 1 #IRCoachella

Muy buenas, queridos lectores.

El primer día de la segunda versión Coachella, que por cierto se rumora es la última vez que se lleva acabo en esta locación, fue un día por demás caluroso. Al parecer, la cantidad de asistentes es una tercera parte menor a la del fin de semana pasado, lo cual, sinceramente lo hace más tolerable. Da un poco la sensación de que los organizadores más que aprovechar el éxito del festival para engrandecerlo al duplicarlo, hicieron una réplica ilegítima. Hay algo de Coachella que no está en este Coachella; como si el festival verdadero ya hubiese sucedido, registrado por todo el planeta entre asistentes y transmisión en línea y quienes sin éxito, tratamos de no enterarnos de los hechos como si estuviéramos en un festival en otras coordenadas de una realidad alterna.

Personalmente, me encanta, si me permiten el disparate. En el momento en que aparece John Fogerty en el escenario de los Black Keys, quienes se merecen el tamaño de las letras que ocupan en el cartel, el desfase fue más claro y el privilegio más sentimental. Tal vez nadie lo sepa y el siguiente fin de semana todo vuelva a acontecer.

Antes, el concierto de Pulp fue maravilloso. Jarvis Cocker es un hombre al frente de un grupo, tan elegante, tan carismático y tan honesto, que más allá de que sea un gran cantante o no, es un eslabón que por muchos años estuvo un poco perdido en los mejores panoramas del mundo y cuya recuperación me parece importantísima para estos años. Puro hit, desde luego, abrieron con 'Do You Remember the First Time?' y cerraron con 'Common People'. Fue el último concierto de su gira por Estados Unidos. Confién en mi, a pesar de mis palabras, y vendan su alma al diablo para verlos la próxima semana en la Ciudad de México.

Madness, nos regaló un "es bueno volver a México" en pleno acto. Una bandera mexicana hondeaba entre el no mucho público que los veía pero que bailaba y gritaba como no creo haberlo visto en otro acto. Abrieron, siempre fieles, con su versión de 'One Step Beyond' y cerraron con 'Forever Young', 'Our House' y 'It Must Be Love'. Perdón por la cursilería, pero como dice Teleradio Donoso, éramos todos felices.

Los Arctic Monkeys, lo hacen ya muy bien, más les vale porque ya están grandecitos, nunca han sido uno de los grupos favoritos de éste otro lado, pero la audiencia de Coachella, aunque ha evolucionado hacia la inexpresividad, los recibió decentemente, con la plancha frente al escenario principal a la mitad.

Así, a grandes rasgos, el primer día de Coachella en su versión irreal.

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MÉXICO POP: proyecto político

En estos días de festivales como el Corona Capital o el 72810, días con una agenda de conciertos que alcanza la saturación, días de exposiciones que provocan revuelo en la prensa y en los espectadores como la de Ron Mueck, semanas dedicadas al jazz, al cine clásico o a las nuevas producciones nacionales, a cualquiera le da la impresión que el Distrito Federal se convierte o ya es una capital cultural importante en la que chicos y grandes no sólo pueden recrearse sino también pensar: retroalimentarse. Al mismo tiempo, el país es marco de una de las guerras más crueles que siembran fotos de degollados en las primeras planas de los periódicos, y que provoca cada vez mayor desconfianza o indiferencia hacia la capacidad política de las autoridades actuales y también de las futuras (copetudos que necesitan de un guión para poder articular palabras coherentes, mujercitas que no responden a las preguntas pensando que es suficiente con que sonrían, etc).

El México pop nunca ha surgido en un ambiente expurgado por completo de corrupciones y balazos. Carlos Monsiváis en Días de guardar pone como eje a México antes y después de la matanza de los estudiantes en Tlatelolco elaborando un cuadro de todos los sucesos importantes de esos años: la puesta en escena de Oh! Calcutta en Acapulco, obra simbólica para la revolución sexual gringa y razón de escándalo para la clase media mexicana; el público joven que fue a ver a Raphael (aquél que cantaba la de "yo soy aquél") en La Alameda que oscilaba entre auténticas groupies e intelectuales; la llegada de The Doors a México; las primeras pistas de baile para preparatorianos en la que tocaron los primeros grupos de rock: todo esto en una época de gran tensión política y social.
Días de guardar es un libro que, además de ser un gran retrato de los años 60 nacionales, ayuda a comprender que el país no siempre fue ni ha sido tragedia, ya que no todo está compuesto de la política y sus infamias sino también de sucesos culturales.

Autor: Carlos Monsiváis
Título: Días de guardar
País: México
Editorial: Era
Año: 1970