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Bat For Lashes — Lost Girls

9

Bat For Lashes
Lost Girls

AWAL / 2019

Artista(s)

23/Oct/2019

Lost Girls: Sonidos nostálgicos de una historia personal.

El regreso al pasado, la revisita a épocas previas, la añoranza de tiempos vividos con anterioridad. Un mundo ficticio, una realidad simulada, una historia con guión ya escrito. Lost Girls es todo lo anterior y más, es un homenaje a la década de los 80, pero uno que propone y hace suya esa energía característica de bandas y artistas como Depeche Mode, The Cure o Madonna; pero también es una banda sonora de películas sci-fi y de terror de la misma época. Aún así el disco no deja de ser una bocanada de aire fresco, hay una intención latente de innovar y hacer de cada track una experiencia única.

Empieza nuestro recorrido con “Kids In The Dark”, que en un crescendo de los sintetizadores nos introduce a la tersa voz de Natasha Khan. Es una remembranza de su infancia rodeada de historias como The Goonies en la que los sonidos oscuros terminan apoderándose de el colorido de los 80, pero sin borrar todo rastro de esos destellos. El disco en general mantiene la misma energía que este primer corte, con sus claras excepciones. Aunque el álbum funciona como un ente en conjunto, la realidad es que cada uno de los tracks podría ser bien un sencillo bastante bien logrado… las historias que se cuentan en cada canción son independientes y, al mismo tiempo, terminan siendo un compendio maravilloso de cuentos como los que nuestros padres escuchaban durante su adolescencia.

El andar continúa con “The Hunger”, un tema que produce una sensación de ansiedad y tensión con un órgano en el fondo que mantiene la atmósfera opresiva, mientras que el resto de los instrumentos y la voz de Khan estallan en júbilo. “Feel For You” es una de las bellas excepciones al tono lúgubre que se extiende por todo el proyecto, pero aún así hay cierta oscuridad en el fondo que se hace más latente con cada pausa abrupta que hay en el track, tal como “Jasmine”, esta última recordándonos temas de la reina del pop por aquellos años; aún así la alegría que emana es suficiente para alumbrar toda la primera parte del álbum. Su sonido, lleno de sintetizadores y secuenciadores, es una fiesta en la que los vestidos satinados y llenos de color protagonizaban la pista de baile. Y de nuevo cambia la temperatura con “Desert Man”, que vuelve a llenar de tinieblas el panorama, pero esta vez de una manera tan cálida que las lágrimas pueden empezar a rodar por tus mejillas sin que seas consciente de ello. Uno de los temas que más me recuerdan su The Haunted Man.

Para la primera mitad del disco ya estamos completamente enganchados o no lo estamos, es así de simple. Llega el momento en el que podemos cambiar de álbum o en el que nos encontramos intrigados con lo que viene… no importa si ya lo escuchaste más de cinco veces de manera previa. “Vampires” es un tema puente, pero en el que la sensualidad de un saxofón solitario va jalándote hasta hacerte cruzar a tierras inhóspitas donde “So Good” nos recibe con sus sonidos sintéticos y repletos de una especie de magia oscura. El escuchar cantar a Natasha es sentir como decenas de manos te jalan de una manera suave para adentrarte a una fiesta melancólica. Pasas el portón y después de atravesar una gruesa cortina ya estás moviendo el cuerpo sin hacerte dado cuenta. La dopamina baja, cuando comienza “Safe Tonight”, para tener un momento reflexivo e introspectivo… vuelves a ser consciente de ti mismo y el lugar en el que estás, pero aún así un beat hace que tu corazón lata con un ritmo nada natural. Llega “Peach Sky” y ahora sonidos festivos del caribe aderezan una triste balada. La noche termina con “Mountains”, un track sencillo en el que la voz de nuestra heroína se escucha en todo su esplendor. Sin necesidad de arreglos redundantes ni un ritmo apresurado, Natasha termina enseñándonos el camino de regreso como una luz en el cielo, la estrella polar.

En realidad durante todo el álbum son de aplaudirse la producción y la calidad de cada composición, pero lo que nos mantiene embelesados en todo momento es la voz de la británica. El disco surge como una reinterpretación sonora de la película The Lost Boys y aunque el camino termina sintiéndose como un mero pretexto, la realidad es que al menos en cuanto a una atmósfera cumple con creces. La imposibilidad de Natasha de hacer un disco no personal es algo que terminamos agradeciendo, pues su perspectiva artística y su talento innato para crear historias y mundos sonoros es un aliciente para los corazones rotos con los que todos cargamos.