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Entrevista con Low Roar

Entrevista con Low Roar

Sentimiento y honestidad hecha música.

Ryan Karazija es un músico que a la par, sin saberlo (o tal vez sí) es un maestro del disfraz. Es difícil saber leer cada uno de sus movimientos; mientras hablamos por teléfono es inevitable saber que hay que estar preparado para lo que sea que vaya a salir de su boca, puede ser una idea o muchas a la vez, puede ser un chiste o un comentario que sutilmente refleja disgusto, pero algo está claro; él cómo todo ser humano desea ser escuchado, entendido y a la vez mantener esa sensación de libertad y movimiento que se refleja en su música.

Creo que estoy escribiendo y componiendo en cosas que pasan a mi alrededor, cosas que veo y cosas que suceden en mi vida, incluso algunas veces en cosas que les pasan a otros. Si la gente lo encuentra extraño no es mi problema, me importa un carajo, al final todo queda a la interpretación, y creo que esa es la belleza detrás de la música, puedes llevarla a dónde tú quieras y a dónde tú la necesites”.

El compositor actualmente nos lleva al universo de “Hummingbird”, sencillo promocional de este disco, es una pieza sutil, ambiental, pero con la producción suficiente para crecer mientras van pasando los minutos de escucha. Este track es capítulo más de una pieza que su autor no estaba muy de acuerdo en mostrar por separado (“fue decisión de la disquera”), él hubiera preferido lanzar todo de una sola vez, ero ha aceptado mostrar un poco de su mundo esperando que la gente tenga más curiosidad cuando salga el disco.

Para este trabajo el cantante adquirió un nuevo piano producto de sus ahorros, y que se convirtió en una nueva forma de intentar componer. Aunque él se considera un pianista amateur, constantemente cuenta emocionado como esta soledad producto del encierro y de su relación con el instrumento lo llevó a nuevos caminos al momento de, sin saberlo, escribir lo que terminó siendo este disco.

“Tenía un poco de dinero extra y me compré un piano y así fue como escribí este disco, de hecho no soy un gran pianista, incluso puedes escuchar algunos ruidos raros que hice con él, y eso fue lo que me gustó, esa ingenuidad de escribir con un nuevo instrumento, porque en realidad no tenía ni idea de qué carajo estaba haciendo”.

Para el músico que muchas veces pone la melancolía como sello en su música, esta se ha convertido con el paso de los años en una terapia, en una forma de ver lo que sucede a su alrededor desde múltiples perspectivas, con las que a veces la gente logra identificarse y otras en las que sus composiciones terminan siendo otra cosa.

“Hay algo acerca de la melancolía que te pone en un estado emocional que, si puedes hacer que la gente se acerque a ese estado, llevarlos a tu mundo siempre pienso que entonces eso fue una conexión más profunda”.

Aunque es un tópico siempre que se le entrevista, para el músico, a estas alturas no le es relevante la manera en la que la prensa perciba o trate en definir su música, al final es un viaje tan personal que incluso el entiende que la gente puede o no empatar con sus palabras, muchas veces producto de una concepción de su persona basada en el velo de misterio y parquedad que a veces muestra al momento de hablar de su propuesta.

Puedo llamar a mi madre todos los días y hacerla reír con una broma y podría hacer eso con cualquier otra persona, en realidad soy una persona muy feliz, y probablemente la gente piense que soy un hombre viejo y triste que camina con la cabeza abajo, lo cual no es verdad, pero creo que la música es mi propia terapia, auto terapia, entonces cuando dejas sacar las emociones y dejas que la gente entre a ese estado, creo que es algo especial”

El nuevo disco llegará a finales de mes y con él, espera una nueva oportunidad de intentar poder salir de gira, aunque es algo que el ve cada día más lejano. Durante toda la charla Ryan se encontraba viajando en tren, cuándo le pregunte ¿a dónde se dirigía?, rápidamente me respondió “a la siguiente parada, no tengo idea” y es justo ese halo de misterio que refleja en su música, lo que sigue cautivando a propios y extraños.