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Boogarins en la CDMX #NrmalFriends

Boogarins en la CDMX #NrmalFriends

Kevin Fripp
Jaime Fernández @jaimefphoto

Jaime
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09/Mar/2017

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Bajo Circuito

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Boogarins regresó a la CDMX y estuvo brutal.

El Nrmal ha estado dando mucho de qué hablar estas semanas más allá del festival, con sus showcases previos, de entre todo lo que andan armando dentro y fuera de la CDMX. Anoche nos lanzamos al Bajo Circuito al showcase que armaron los chicos de Beyond, con talento latino de gran calibre.

Con un line up difícil de ver por estas tierras, los de Beyond literal tiraron la casa por la ventana al tener a Boogarins de Brasil y a la francesa Laure Briard junto al dúo chileno Magaly Fields rematando con las tijuanenses (ahora radicadas en CDMX) Mint Field.

El Bajo Circuito, siempre en constante remodelación para darle una mejor experiencia a sus asistentes, nos recibió con una nueva barra lateral, donde tenían chelas de barril a un precio bastante considerable, caso contrario al cover, que sobrepasaba el gasto que uno espera destinar en un show en miércoles, pero bueno, la verdad es que traer a estas bandas tampoco es que sea lo más económico, por lo cual se respeta.

En fin, ya con nuestro tarrito en mano y una red de internet abierta con una velocidad bastante chida (lo cual se agradece bastante ya que nunca hay señal en el lugar) empezamos a subir nuestras primeras Instagram Stories de los chilenos Magaly Fields, quienes nos recibieron bastante cálidos, con un show que realmente no esperábamos. Con sólo guitarra y batería, estos vatos lograron poner los ánimos de la noche muy arriba, pues sus rolas cargadas de energía nos hicieron mover el cuerpo un muy buen rato, con ritmos que a momentos nos recordaban el inolvidable show de Thee Oh Sees en nuestro aniversario del año pasado.

Ya con flores y una pequeña aparición de Aldair ex liro de Vaya Futuro, las Mint Field tomaron el escenario para deleitarnos con su shoegaze pop. Demasiadas fallas técnicas y buena actitud, es en lo que podemos resumir este show, desde un problema con el ampli de bajo y mucho feedback en las voces, pero el público se mostraba cálido (aún así que el inge de sonido casi nos revienta los tímpanos como dos veces) y ellas muy agradecidas con los organizadores por la invitación y obviamente por la respuesta del público.

Después de una nube de humo de cigarros en el área de fumadores del lugar, otra ronda de chelas y distintas conversaciones sobre el festival y esa cala, llegó el turno para que los franceses comandados por Laure Briard hicieran lo suyo en el escenario, un set medio complejo, la falta de un soundcheck y un inge poco familiarizado con su sonido dio como resultado más fallas técnicas durante su show, lo cual, repito, no quitó que disfrutaramos bastante su show y darnos un muy buen segundo tiempo antes del plato fuerte.

Justo mientras íbamos por un poco de aire “fresco” nos topamos a un sujeto que nos dijo que venía con la banda (Boogarins), bastante calmado, sentado en un silloncito echando un ojo a su celular, nos dijo: “bueno, dejen voy para allá, ahorita nos vemos”. Ya cuando regresamos por la última ronda de chelas, nos dimos cuenta que era su inge de audio, quien le dio cátedra al inge del lugar de cómo sonorizar a una banda en sólo cuestión de minutos. Esta presentación la definimos con las palabras impecable, dinámico y psicodélico.

Es todo un deleite cuando una banda, sin necesidad de echarte un pasón o una fumada, te coloca en un plano que va más allá de nuestra dimensión. Acompañados de unos visuales sencillos pero sugestivos, los Boogarins nos arroparon en capas de psicodelia brasileira durante más de una hora, donde la improvisación se hizo más que presente, algo que se aprecia bastante, pues alargaban bastante sus tracks para darnos un show complejo lleno loops instrumentales, donde la voz pasaba a ser un instrumento más, que se mezclaba con los complejos compases de la batería, los reverbs y demás efectos de la guitarra y el galope desenfrenado del bajo. Un deleite sonoro y visual, la banda parecía estar en otro plano terrenal mientras tocaban, sobre todo su vocalista que, por más que entre canción se le notaba un poco de cansancio (sí, ya eran casi las 2 a.m.), nunca dejó de sonreír y manotear mientras cantaba y tocaba la guitarra. Esta vez sin fallas técnicas mayores, imperceptibles, de hecho, el show se disfrutó desde el primero hasta el último acorde, para ya pasaditas las dos de la mañana, las luces se prendieran y nos sacarán de nuestro viaje astral para regresar a casa.

Kevin Fripp

REDACCIÓN:

Kevin
Fripp

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