Favoritos

Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.

128845
Hell and Heaven 2018: Día 2 presentada por Aeroméxico

Hell and Heaven 2018: Día 2 presentada por Aeroméxico

México suena a metal.

Creo que todos los metaleros que no creen en algún Dios, ayer lo hicieron, y rezaron para que el aguacero del viernes no se repitiera en el segundo día del festival. Funcionó, le ganamos la batalla al Dios de la lluvia, al proveedor azteca del líquido vital, al Dios Tláloc.

La energía fluye por el cuerpo humano a través de descargas eléctricas que hacen que nuestro cuerpo funcione, y este hace milagros. Segundo día del Hell and Heaven y todos estábamos al pie del cañón para continuar con la ceremonia. Dichosos aquellos vendedores de impermeables que estuvieron en los alrededores del Foro Sol y vendieron como pan caliente este artículo de primera necesidad para el metalero asustado por la lluvia del día anterior.

Todos estaban expectantes y emocionados, las entradas 6 y 15 del Autódromo estaban llenas y la gente corría para alcanzar a ver a la banda seleccionada. El sábado prometía brindar un día inolvidable a los miles de asistentes al festival mexicano y eso lo sabían todos los que lograron que ese día fuera sold out.

El metal mexicano nuevamente abrió el festival. Bandas como Lack of Remorse, Tulkas, Tanus, Strike Master, S7N, Los Viejos, le mostraron al mundo que en México se hace buen metal y “que hay talento, solo falta apoyarlo”. Es increíble como el metal mexicano ha logrado posicionarse más notoriamente dentro del gusto del público haciendo que sus presentaciones tengan una buena concurrencia, y además la gente porte orgullosamente playeras, gorras, o cualquier tipo de afiche en los festivales. Qué orgullo siento, ¿ustedes no?

Después de la presentación del material nacional, fue el turno de las californianas L7 y las brasileñas Nervosa. Cada banda en su estilo y contexto, transmitió fuerza, potencia y control del escenario, y nos mostró que el rock es para quién lo quiera crear.

Mientras Nervosa estaba presentándose en el True Stage, la banda británica de heavy metal Saxon nos transportaba al pasado con su estilo característico. Canciones como “Thunderbolt”, “Motorcycle Man”, y “Princess of the Night” hicieron que todos cantaran, hicieran air guitar, y headbangearan; sin importar la edad, el tiempo o la experiencia.

Pequeñas gotas empezaron a caer del cielo y todos raudos nos preparamos para enfrentar a Tláloc. Impermeables de colores vistieron el entorno, pero solo fue un susto porque duró poco, la lluvia paró y así estuvo hasta el último minuto. El universo ama al metal.

Era el turno de la banda teutona de thrash metal Tankard, y literal rompieron madres. El mosh pit era el centro del universo en ese momento y todos se entregaron a ellos de una forma bestial. Los riffs furiosos y atascados retumbaron e inundaron todo.

Uno de los momentos cumbre, estuvo a cargo de los franceses Gojira. Los hermanos Duplantier se adueñaron del escenario y lo convirtieron en una fábrica de sonidos. “Flying Whales”, “L'Enfant Sauvage”, “Backbone” y “The Shooting Star” fueron algunas de las canciones que destrozaron nuestros tímpanos. El poder de la voz, guitarras, bajo y batería en conjunto, dieron como resultado una explosión en la que los fans fueron parte primordial. Para mí, la mejor presentación del festival.

Marilyn Manson una pena absoluta. Sin poder, ganas y esfuerzo; por lo que muchos empezaron a moverse a los otros escenarios para continuar con el metal mood. GWAR con su estilo único y sucio, sus disfraces grotescos, y performance, prendieron a la gente en el True Stage. La verdad es que son muy divertidos y, muy diferente a lo que opinan muchas personas, son buenos músicos. Definitivamente una mejor elección que quedarse viendo a Manson.

La noche cayó sobre nuestros hombros y el final del festival se acercaba. Megadeth fue el siguiente en la lista, pero el sonido estaba muy mal ecualizado y para los que estábamos atrás, fue todo un martirio porque no se escuchaba bien. Una verdadera lástima.

La “corredera” entre escenarios empezaba para varios que querían ver a la mayoría de las bandas que se empalmaban. Overkill se plantó en el escenario y el atasque empezó. La voz tan reconocible de Bobby Ellsworth llenaba todo el espacio alrededor y la gente celebraba cada grito que su garganta profería. Riffs intensos, bajos penetrantes, y golpes de batería que le daban sentido y forma a todo.

En el Alternative Stage, Tenacious D hacía su presentación con su toque de humor y grandeza. “¿Están listos cabrones? A huevo”, dijo Jack Black y el principio de todo se creó.

Judas Priest, legendaria banda británica de heavy metal liderada por el gran Rob Halford, abrió las puertas del cielo en el Heaven Stage. La CDMX sonaba a “Painkiller”, “Metal Gods”, “Breaking the Law”, “The Hellion/Electric Eye” y “Living After Midnight”, y todos coreaban, se subían a los hombros de sus amigos para poder ver mejor a sus ídolos, y headbangear. Ver a Judas en vivo nunca decepciona, nunca.

El final fue inminente y Ozzy Osbourne era el encargado. Un medley con fragmentos de sus mejores canciones inició el encuentro con el príncipe de las tinieblas y “Bark at the Moon” prendió la mecha. El público estaba absorto frente a la leyenda mientras que “Mr. Crowley”, “Mama, I’m Coming Home”, “Crazy Train”, y “War Pigs” marcaban el ritmo del corazón con la ejecución magistral de Zakk Wylde en la guitarra y Tommy Clufetos en la batería. Se pudo ver a un Ozzy grande, sin condición y cansado, pero se agradeció el esfuerzo de salir y hacernos recordar. “Paranoid” fue la estocada final que todos esperábamos y todo se volvió oscuridad.

“We Are The Champions” de Queen comenzó a sonar, y en las pantallas pasaron uno a uno los personajes que han hecho que la historia de la música sea otra, y que ya no están con nosotros. Fuegos artificiales iluminaron el cielo al mismo tiempo que recordábamos a Dio, Bowie, Frank Zappa, Elvis, Cliff Burton.

Nuevamente termino mi reseña como la de la edición anterior del Hell and Heaven:

Los fuegos pirotécnicos estallaron y llenaron la obscuridad haciéndonos recordar que no todos los finales son dramáticos. Los colores iluminaron nuestras pupilas para decirle adiós a un día inolvidable y por un momento el dolor de pies, la sed y el cansancio no existió.