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A 45 años del ‘Marquee Moon’ de Television

A 45 años del ‘Marquee Moon’ de Television

Entre el punk progresivo y el rock intelectual que convierte lo sencillo en complejos rompecabezas musicales.

Pensar que el punk puede ser artístico y grandilocuente parece una contradicción. Aunque si escuchas a Television descubres que sí es posible. Así de trascendente es el legado de uno de los conjuntos más subvaluados que ha tenido la música. Su historia es tan corta como un orgasmo pero tan importante como el aire. Los integrantes jamás lograron posicionarse en el gusto de las masas pero dejaron como testimonio un álbum que se vuelve más famoso cada año que transcurre.

El origen de todo es la ciudad de Nueva York a la que le cantó Frank Sinatra. Sus calles frías y lluviosas fueron el punto de encuentro entre Tom Verlaine y Richard Hell. El segundo abandonó el barco al poco tiempo pero su estrafalaria forma de vestir inspiró a Malcolm McLaren para darle identidad visual a Sex Pistols y crear la primera boy band del punk.

Una vez reformado, el conjunto se enfocó en ensayar y tocar en cualquier lugar que estuviera disponible. Una de sus máximas victorias fue ser el primer grupo de rock en presentarse en el CBGB, un bar recién inaugurado antes solo admitía a bandas de bluegrass y hillbilly. Algunos años después se convertiría en la pasarela por la que absolutamente todos pasaron.

Cuando Nueva York era el epicentro musical del mundo

Por lo anterior, los integrantes de Television vieron en primera fila el surgimiento de agrupaciones locales como los Ramones, Blondie y Talking Heads. Con cada una compartieron escenario y tal vez algo más. Fue el momento de la historia en el que la música más propositiva del mundo se creó en un mismo espacio.

Una vez con la formación clásica de Richard Lloyd (guitarra, voz), Billy Ficca (batería), Fred Smith (bajo) y Verlaine en la otra guitarra y voz se alinearon todos los elementos. La intención de los cuatro era algo demasiado contradictorio que nadie había intentado antes: crear un rock simple pero al mismo tiempo complejo.

El resultado se materializó en ocho canciones que fueron publicadas el 8 de febrero de 1977. Por una parte, el impacto del punk es evidente al menos en la actitud “valemadrista” del grupo. Poco les importaba la opinión de los demás y jamás les interesó encajar en algún círculo social. Al mismo tiempo, también existían fuertes pretensiones musicales para crear algo más allá de la típica estructura de verso-coro-verso reunida en tres minutos.

Poesía, improvisación y actitud

Desde la abridora “See No Evil” es claro que se trata de música que se aleja por completo de todo lo que se hacía en esa época. Lo más cercano era Patti Smith quien convertía los poemas en canciones aunque aquí es distinto. La voz imperfecta de Tom se ha convertido en un sello personal que ha sido replicado desde entonces.

En ese sentido, el trabajo se alimenta del rock psicodélico de finales de los sesenta pero lo actualiza lo que ocurría en ese momento en el mundo. Mientras que los propios integrantes han señalado que uno de sus objetivos fue replicar con las guitarras lo que John Coltrane hacía con el saxofón.

De igual forma, el material es una continuación espiritual de lo hecho por The Stooges al combinar el protopunk con el free jazz. Aquí también se aprecian largos pasajes instrumentales que recuerdan los jams infinitos de Grateful Dead y el ejemplo más claro es “Marquee Moon” con sus 10 minutos de duración. El juego de dos guitarras que tocan las mismas notas pero con afinaciones distintas ha sido replicado desde entonces por agrupaciones de todo el mundo. ¿Acaso alguien dijo The Strokes?

Aunque en su momento el álbum fue un éxito con la crítica, el público le dio la espalda y las ventas fueron mínimas. Desde el primer LP de Velvet Underground no se había visto un fenómeno similar aunque al final los dos se han colocado dentro de los más importantes en la historia de la música. Tal vez el culpable sea el aire de Nueva York que genera músicos adelantados a su época.