Acompañado de bandas independientes, MoE visitó la Ciudad de México por tercera ocasión, ofreciendo un poderoso show.
Eran las 22:00 H y nos adentramos al peculiar recinto acondicionado en la Colonia Doctores. Tras subir tres pisos, entramos a una especie de vieja bodega, donde el escenario estaba situado en la esquina ambientado con apenas unas luces. La primera impresión es la usual, un conjunto de amigos que formaron un colectivo y están tratando de ofrecer conciertos con bandas que ofertan algo distinto a la usual industria nacional. El label de música experimental Substrata fue el encargado de la organización, escogiendo el emergente Mooi Collective para la especial noche, que desde su creación, alberga proyectos de diversos géneros y sobretodo, nuevas propuestas.
Pasaron 20 minutos y el ambiente seguía silencioso, donde ni siquiera había música para ambientar el lugar y apenas estábamos una veintena de personas esperando la primer banda. A las 22:40 H, Nada subió a escena, dúo que apuesta por no usar la lírica de la guitarra, y se arriesga a interpretar sus temas con un bajo y una batería. Con un set de escasos 18 minutos, el proyecto empezaba a calentar la noche. El baterista, lo más notable de la actuación.
Consiguiente, llegó Sunset Images a conectar su equipo e instalarse en el escenario. El dúo, antes cuarteto, experimenta por la distorsión y en ocasiones, hasta la psicodelia. La propuesta –tal vez la mejor de la noche–, tiene un plus especial. Su vocalista, guitarrista y bajista tiene un método inusual, pues al ejecutar los temas, empieza por grabar algún instrumento en vivo por medio de una pedalera, al encontrar el riff, lo registra y lo transmite en un loop para dejar dicho instrumento y así poder colgarse el otro e interpretar la melodía, pero en otro artefacto. En su propia definición, se identifican como una banda experimental, de noise y shoegaze.
Era casi media noche y Soledad iba a empezar su set. El dúo, bajo los decibelios, presentando una anormalidad: tocar sin batería. El cantante, ejecuta parte del fundamental instrumento, pero solo se apoya de un tom de piso y un pequeño platillo para interpretar sus canciones que en su mayoría, son de letras en extremo melancólicas y pesimistas. El guitarrista, experimenta en su interpretación, pero no ofrece nada sólido o novedoso. Tal vez, Sunset Images hubiera sido la mejor alternativa para ocupar ese horario, pues Soledad solo se encargó de bajar los ánimos que iban en gradual crecimiento y en ocasiones, de dispersar al poco público.
Ya pasada media noche, se veía a MoE conectar su equipo y afinar sus instrumentos. MOE, HEIBØ y SKASET, pseudónimos que adquirieron al formar el trío, se notaban felices a pesar de que solo estábamos unas 50 personas en su presentación. Y, ¿cómo se podría definir el proyecto?. Si en alguna ocasión te has inmerso por completo en discos potentes como el Goat de The Jesus Lizard, Superfuzz Bigmuff de Mudhoney, Melvins y su increíble Houdini o Nirvana y su enérgico debut Bleach, tendrías que conjuntar todo eso y hasta duplicarlo para entender a MoE.
MoE es una banda sin pretenciones, que por cincuenta minutos nos transportó a la gloriosa época de los 90, donde el grunge y el noise reinaban y los espectáculos eran con apenas unos amplificadores y se convertían en salvajes presentaciones. Pasando por una revisión de sus placas, resulta complicado reseñar lo acontecido, la palabra más adecuada sería: brutal. El guitarrista, increíble y limpio ejecutante. El baterista, intratable y desenfrenado. La bajista y vocalista, una de las mejores representantes del riot grrrl en la época contemporánea.
Y aunque hubo innumerables fallas logísticas y audio mal ecualizado, el proyecto noruego valía cada centavo que se tenía que pagar en la entrada. MoE consiguió algo que pocas bandas pueden lograr, sorprender al público. Esperemos, de verdad, regresen pronto a México.