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Semana IR! 2019: Entrevista con TR/ST

Semana IR! 2019: Entrevista con TR/ST

27/Feb/2019

Gerión, industrial pop, lujuria y perversión.

He escuchado relatos de personas que dicen haber descendido al infierno. Anécdotas de destrucción y autodestrucción humana. Unos cuentan su visita al inframundo como una acción estoica, casi heroica; otros, narran su paso por terrenos demoniacos con muchos nervios. A estos, los últimos, les tiemblan las manos, y les cuesta trabajo dormir por la noche. Me parecen los más cuerdos. Los primeros se sienten orgullosos de haber cruzado por lo oscuro de la existencia humana. Como sea, ambos se equivocan. Quien visita el inframundo no vuelve a salir de ahí. No hay salvación para quien destruye o se autodestruye. Quien visita los círculos del infierno ronda entre ellos, engañado, creyendo que ha salido, pero vaga eternamente entre uno y otro, atormentado por los monstruos que lo custodian, como Gerión, el símbolo del fraude, la bestia con cara de hombre justo, pero cuerpo de serpiente. Quien se quema con el fuego arderá mientras viva. No hay remedio para eso. No existe. Por eso uno debe pensarse muy bien si quiere caminar hacia el inframundo, atraído por las falsas creencias de los cínicos y los desvergonzados. De los que no creen. Esta es la historia de un chico que decidió viajar hacia lo negro de la noche… y quedó atrapado en vapores de azufre. Lo escucho entre sueños, cuando estoy a solas, cuando estoy acompañado, cuando oscurece, cuando amanece; cuando me acerco al lavabo, su voz gutural me habla por el agujero en donde se va el agua, en ese hoyo que parece infinito, y me cuenta cómo es ese lugar que muchos quieren conocer. Sus palabras llegan a ser espesas, pesadas. Esta es la historia de Robert Alfons.

Vigilado por las bestias de los diferentes círculos pocas veces tenemos oportunidad de hablar, a veces solo me relata escenarios, me describe emociones, me dice una o dos líneas que se mantienen a través de las paredes. Me habla de lo siniestro que habita en ese lugar. Hoy conversamos por tercera ocasión. Ha podido escaparse a sabiendas de que debe volver, que tarde o temprano lo regresarán. Se disfraza como TR/ST, una banda de goth pop, synth pop o industrial pop, su música es lujuria, oscuridad y seducción. La primera vez que hablamos él creyó que había salido del inframundo definitivamente, vino al Pasagüero en 2014 y abrió un portal para que los muertos revivieran, poco tiempo le tomó darse cuenta que debía regresar y que no iba a salir de aquel sitio, que estaba encadenado, que era mejor que si lo hacía por cuenta propia o las consecuencias serían lamentables. La segunda ocasión fue con motivo de su visita a El Plaza en 2015, para entonces ya era consciente de que su visita era temporal, y de que estaba condenado a cargar con la vergüenza y la culpa.

TR/ST lanzará en 2019 su tercer álbum de estudio, The Destroyer, una pieza doble cuya primera parte, “la promiscua”, se publicará el 19 de abril, y la segunda, “la oscura”, hacia el segundo semestre. Han pasado cinco años desde su último lanzamiento, Joyland; siete desde su debut, TRST, cuando la banda aún estaba formada por Robert Alfons y Maya Postepski. Ahora es él quien encabeza el proyecto cuyas canciones son acerca de una sexualidad pervertida y de amores perdidos. Durante el último lustro publicó algunos temas como “Slug”, “Bicep” y “The Destroyer” sin que anunciara oficialmente cuál era el sentido de esas canciones. Parecía que únicamente necesitaba confesar sus pecados. Convencernos Convencerse. “Pasé mucho tiempo haciendo música y no quería apresurarme, quería estar seguro de tener el apoyo correcto para el álbum. Quería sentirme nuevo, era importante llegar a ese punto antes de publicarlo”, dice a Indie Rocks! desde un lugar más allá del plano terrenal. “En 2017 hice una sesión en una granja, me gustó, pero la examiné y no sentí que estuviera totalmente completa”.

El segundo sencillo de The Destroyer - 1 es “Unbleached”, un potente corte industrial-rave-pop, lujurioso sonido de un encanto embriagador. Es promiscuo, ha dicho Alfons. Su música tiene un carácter sexual muy fuerte. “Let us spark, down below, fills me up with more. He's still my haunt, spoon fed by fork, you stormed us all”. Letras sobre perversiones, escritas por demonios del degenere en el sentido moral del cristianismo occidental. Primeras experiencias sexuales, cubículos para tener sexo con desconocidos, y sadomasoquismo. En “Bicep” canta: “And I am mercy, I am muscle. Darlin', won't you put my hand in me? I am naked, I am ravaged. Take a hold and, baby, put the good in me. Now be safe and sound. The masochistic bitter brine. Stumble into strength. In these deep waves, I wait for it”. Joyland era una fiesta oscura, melancolía y perversión. The Destroyer parece que será una bacanal, algo más salvaje. Sobre esto él dice. “La sexualidad es un tema que forma parte de la existencia, es muy profundo, siempre está cambiando, creo que es un regalo que está muy presente. Existe en muchos niveles, está al alcance de todos, creo que el presente es muy sexual”.

Robert Alfons engendró TR/ST en Winnipeg, Manitoba en 2010. Compuso un álbum que firmó como Robert Hiley y que no vio la luz de manera oficial (se puede encontrar flotando en el purgatorio del Internet) del que retomó algunos tracks para el segundo álbum, Joyland. Bajo su seudónimo escapa de los diferentes círculos y advierte sobre los misterios y castigos que se ocultan en los sitios que Dante y Virgilio visitaron. Su voz contrasta con su presencia en el escenario en donde parece una de esas bestias siniestras que engañan para atrapar a los curiosos. De algunos temas no quiere hablar, como el nombre que usa para el nuevo material, “el destructor”. “No tiene un significado lineal, a lo largo del álbum hablo sobre diferentes temas como la vergüenza. Hay muchas ideas alrededor de eso. No hay una forma correcta de describir los diferentes temas del álbum. Cada quien lo puede interpretar a su manera. Muchos de los significados de las canciones son interminables”, sostiene misteriosamente y agrega. “La música es un mecanismo que me permite encontrar una libertad que de otra forma sería muy difícil conseguir. Eso es todo lo que diré, lo demás lo dejaré para mí, no quiero causar una confusión”.

Si en este punto quieren continuar leyendo sobre los peligroso que puede ser descender al infierno es importante que tengan claro qué es TR/ST. Si aún les interesa arriesgarse y creer la farsa de quienes advierten vidas en los límites acercándose a los abismos de la existencia deben saber qué se esconde ahí. Puede ser tan corruptor que el joven Alfons se transformó en una banda que suena a Cocteau Twins en una versión para bailar. Es la perversión de la new wave. Es una noche lluviosa en una costa agitada por el viento. Es la voz que escuchan en su habitación y los incita a salir en su búsqueda. Después de Winnipeg, TR/ST se trasladó a Toronto, y desde hace un par de años a Los Ángeles. “Necesitaba el cambio. Ha sido muy bueno, necesitaba estar en un nuevo espacio, en un lugar que realmente me gustara, quería cambiar mi escenario. Estar aquí con un nuevo espíritu, con una clase de personas diferentes, tiene una influencia en mí, pero yo existo fuera de este espacio haciendo música. Tenía ideas de lo que quería crear, sólo necesitaba encontrar en dónde hacerlo”. La grabación de su nuevo álbum se realizó en Ontario, en una granja, aislado del entorno, y en Los Ángeles. Sobre el sonido promiscuo de la primera parte dice que se debe al juego de elementos sonoros, a su “intensidad, mientras que la segunda será más constante, más fuerte”, incluso.

En The Destroyer es acompañado en seis tracks por Maya Postepski, quien fuera parte de la banda en el inicio. “Dejamos de lado aquellas cosas que nos habían separado en un principio. Nos la pasamos bien, el disco es genial porque pudimos conectar de nuevo, estoy orgulloso de esas canciones. Ella no viene de gira porque la banda ahora es Esther Munits y Lia Braswell”. Si soy sincero con ustedes debo decirles que no crean todo lo que aquí está escrito. Estoy dudando de lo que ha dicho Alfons a Indie Rocks!. Creo que él no es un testigo de lo que ocurre en los círculos del infierno, no parece que esté angustiado, sino que se asume como algo fuera de este plano. Como si fuera parte de sí. De su naturaleza. Es muy probable que en realidad sea Gerión, la bestia del engaño que ronda el séptimo círculo, con cuerpo de serpiente y patas de león; espalda, pecho y costados escamados, y cola de escorpión. Por eso el nombre de su canción “Geryon” en Joyland. Por eso la dualidad en su voz, a veces cavernosa, otras gutural. Por eso se niega a profundizar en el significado de algunos conceptos, porque se mostraría tal cual es. Por eso puede mirar hacia atrás y no sentir algún remordimiento. “Cuando comencé el proyecto no imaginé hacia adonde podía llegar, me gusta que aún es joven, que se sigue desarrollando, creo que soy menos reflexivo que antes, trato de estar más en el presente y de apreciar cada momento. Estoy muy feliz de comenzar de nuevo, de viajar y de conectar con la gente y espero hacer más música”.

He escuchado relatos de personas, historias, anécdotas. Creen conocer el infierno. Retan a las bestias. Caminan sobre la orilla y miran hacia el abismo. Pero no saben que una vez que te toca la oscuridad no te suelta más. Y después solo es descender eternamente seducidos por algún engaño de Gerión, de la lujuria, del exceso o de cualquier forma que adopte TR/ST, la bestia del industrial pop. Me alejo del lavabo, él me sigue llamando por el agujero de la tubería, quiere convencerme, emite gorgoteos, gruñidos, zumbidos, pero no, salgo de la habitación y me tapo los oídos. Una vez me asomé dentro, en el abismo circular del agujero y me aterrorizó lo que vi. Amén.