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Boris en el Foro Indie Rocks!

Boris en el Foro Indie Rocks!

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Foro Indie Rocks!

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Boris: La necedad de lastimar nuestros sentidos.

Para aquellos inquietos que encuentran su calma en los altos decibeles, para aquellos ansiosos por escuchar sonidos de manufactura densa y demencial, la última semana de agosto del 2019 será recordada por mucho tiempo, entrañablemente, y esperamos que la iniciativa por traer bandas que a veces no imaginamos ver por estos lares, siga floreciendo cual enredadera para ahorcarnos. 

K. fue el primer gran aliciente de una noche infecta de maldad, el espíritu de Lxs Grises rebosante y abstracto, Bardoss y su agradable sicodelia, los efectos vocales que bien se trazaban entre la energía de la percusión, y una máscara de payaso observando el circo de la melé que comenzaba a darse entre el público que seguía atascando el Foro Indie Rocks!

Pero llegó al fin “The Power”, el gran estruendo al chocar las nubes grises, los tres dragones negros extendían sus alas y con una mano en el aire nos saludaban, los primeros zarpazos a las cuerdas y a nuestro pecho al descubierto, los enormes amplificadores Orange comenzando a efervecer, las amplias pedaleras dispuestas en el escenario comenzando a maquilar sonidos perfectos. “LOVE”, el afecto del trío hacia sus escuchas hecho feedback, el álgido respiro de un despertar al sentimiento, la voz que se pierde entre paredes, vitrales y la multitud absorta que solo mira antes que interactuar, que solo escucha antes que agetrearse. Momento de contemplación y calma, del lento headbanging, del trago de alcohol, de celebrar en silencio la majestuosa presencia de Boris de nueva cuenta en nuestra caótica ciudad. 

“To the Beach” y la aparente calma, “Akuma no Uta” para la introspección y el análisis furtivo: Wata cual violinista infernal acechando los tonos perfectos de oscura nostalgia, una suerte de sinfonía a modo ideal para la apreciación, un karma oscuro y a veces necesario, los golpes de Atsuo al gong cual destellos de vida en una noche de culto a la muerte, como las larvas que nacen de la fruta podrida, los devaneos de Takeshi en las seis cuerdas con el bajo adaptado, cual escopeta recortada de doble cañón disparando a discreción. El tan esperado sol naciente que emerge después de una noche siniestra. 

“Absolutego” y la catarsis absoluta, los cuerpos agitados y los oídos medianamente heridos, los bends más agudos y los cantos más desencarnados, el trepidante accionar de la batería que juega entre tiempos pero nunca pierde su potencia, el foro repleto y lleno de vida, no hay tiempo para la indiferencia cuando tanta maestría instrumental nos somete, inspira y acoge. “Melody” para recordar qué fue lo que te llevó a descubrir a la banda, tal vez la búsqueda entre cierto auge del post rock, hurgar en los huecos del drone, confiar en la depurada técnica japonesa en la ejecución musical de prácticamente cualquier género, o más recientemente, como recomendación de tu opción de streaming favorita. Como sea que hayas llegado al instante de presenciar su acto en vivo, ya sea por primera o segunda vez, la experiencia es gratificante. 

“Feedbacker” y nuestros tímpanos resentidos pero ansiosos, nunca es suficiente ruido, jamás podremos detenernos en esta suerte masoquista de arruinar nuestros sentidos. “Pink” para enaltecer los viejos tiempos y dejar lo que nos quedaba de furia ahogada en el slam, el presuroso desfogue y crowdsurfing, la interacción total con el ritmo frenético, las sombras cansadas que se juntan en las paredes que soportaron la fuerza de la vibración. Un encore más y la penosa despedida, “Farewell” cual elegía de una noche ideal, el último lamento antes de volver a la normalidad, otra espera que ojalá no sea tan larga, y la nostalgia absoluta por lo presenciado. Kampai Boris, esperamos volver a verte muy pronto.