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Pietà: Un fin y un principio

Pietà: Un fin y un principio

10/Dic/2013

Pietà

Kim Ki-duk

Min-soo Jo, Jung-Jin Lee, Ki-Hong Woo

Corea del Sur, 2012

Next Entertainment World

Una madre: base, pilar y titán. Su fuerza es inconmensurable, su coraje sin precedentes y su alma más delicada y fina que un pétalo. Una madre se quiebra fácilmente, pero jamás se desmorona. Es la portadora de todo lo que somos. Es luz y guía en la oscuridad. Ánimo en los obstáculos y el aplauso en la cima, es la única portadora de todas las virtudes del hombre.

La madre vivió el dolor de la muerte de un hijo y es representada en el mundo del arte con el nombre de Pietà, la piedad. El dolor más terrible y la madre arrodillada sigue de pie. Pietà es la nueva cinta de Kim Ki-duk, una obra que habla de la redención y del poder espiritual de la piedad que transmite la imagen de la madre.

La historia se centra en un hombre huérfano cuyo trabajo es cobrar dinero para una aseguradora y quienes no pueden pagar, quedan inválidos. Un hombre sin corazón que arrastra vísceras del suelo como calcetines y que no vacila ante el dolor. Una mujer, su madre, llega y pide clemencia por su abandono; lo cuida y comienza a reconstruir el alma despedazada de su hijo. Pero es algo más que solo su madre: lo es y a la vez no.

Pietà se aproxima a temas cotidianamente occidentales como los pecados del hombre y la redención, puesto que las enseñanzas de la biblia y Jesucristo forjaron los valores morales del hombre del occidente. La naturaleza y el tiempo son conceptos ajenos y se encuentran mucho más desarrollados en la filosofía oriental.

Kim Ki-duk siempre brilla en festivales. Sus películas tienen la característica de mostrar el lado más existencial de los valores occidentales, desde una visión oriental. Son bellas obras que sustituyen el mármol por el celuloide. Cuando concluye la cinta, uno por dentro se siente destrozado y reconstruido; se cuestiona sobre sí mismo y tienen el poder de replantear el espíritu humano. Es uno de los grandes maestros del cine.

Pietà no se queda atrás. Tal vez se vuelve más asimilable que las anteriores, es cotidiana y es una primera capa sencilla a la vista. No contiene muchos diálogos pero los actores mantienen escenas que podrían ser pesadas. El mensaje es claro. En su totalidad, es una obra cinematográfica que representa uno de los episodios bíblicos más devastadoras y se codea junto con las obras maestras de  Michelangelo y El Greco.