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La electro cumbia sigue creciendo

La electro cumbia sigue creciendo

09/Ago/2012

...y aparece compilada en un disco.

Latinoamérica es un territorio cultural e ideológico –no sólo físico- en el que se superponen múltiples escenas y tendencias. Es un hervidero que no en vano sorprende a los anglosajones por su vitalidad y promiscuidad. A estas alturas ya no puede considerarse una moda a la electro-cumbia sino una corriente más en un amplio panorama continental, como lo pueden ser el rockabilly, el psychedelic trance o el metal.

Ocurrió que parte de una generación de músicos crecieron durante el apogeo de la música electrónica, pero tampoco podían negar sus orígenes. La cumbia lleva décadas presente en el imaginario musical hispanoamericano y gradualmente llegó incluso a otras latitudes. El músico que se respeta también es un melómano incansable y todo el material que se allega le sirve para ampliar sus referentes y posibilidades.

La electrónica latina buscó hacerse de elementos que le dieran identidad y sentido de pertenencia. No podemos soslayar los hallazgos de Nortec, la incursión de Nopal Beat y posteriormente el trabajo de Zizek Urban Beat en Argentina. Pero también es cierto que Sidestepper de Colombia hizo lo suyo, que el francés Sargento García impulsó a la cumbia –siempre desde la Orquesta- y que P-18 utilizó el arcervo afrocubano para su electrónica frenética. Es decir, existen antecedentes para está eclosión actual.

Los involucrados no sólo conocen de la vanguardia internacional, también se atreven a tomar y recontextualizar al movimiento sonidero de los barrios bravos mexicanos y la cumbia villera del extrarradio bonaerense. Otro caso sería el de Nuevo León, un bastión para la cumbia y con Celso Piña como santón, y no se diga toda la escena vallenata de Colombia, con grandes variedades regionales. Además de la chica peruana, que tanto han promovido los franco-gringos de Chicha Libre desde Brooklyn.

Era lógico pensar que tarde que temprano las disqueras transnacionales habrían de voltear a este fenómeno emergente y callejero. Así es que aparece Cañonazo electrocumbiero (EMI, 2012), compilando 15 temas tan variopintos como representativos.

En el conjunto destacan Sonido Gallo Negro, proyecto casi de arqueología musical del gran ilustrador Jorge Alderete y que entrega “Bocanegra”; “Sonidero Compay”, una pieza de otro impulsor crucial de estas fusiones, como lo es Toy Selectah, convertido en ciudadano del mundo más que regiomontano; y Sonido San Francisco, uno de los mejores actos nacionales en la materia que aportó “El género romántico”, que ya es su clásico.

El material interesante no escasea. Recomiendo prestar atención al remix de El hijo de la cumbia a “Para bailar” del grupo de reggae Alika y “Suavecito, Suavecito”  de Afrodita VS G. Flux. No podía faltar esa maravilla llamada “Fuego” de los colombianos Bomba Estéreo.

Y es que este mosaico es un reflejo del efervescente momento por el que atravesamos. Ahí están Sonido Changorama, Afrodita y tantos otros. Lo más seguro es que se trate de un primer volumen, pues siguen apareciendo novedades quemantes, como el compilado Future Sound of Buenos Aires –que también recomiendo- y restan muchos exponentes por incluir.

Cañonazo electrocumbiero no es un disco para puristas y talibanes de la música; aquí hay mucho desparpajo, ánimo de transgredir tradiciones y estilos y llevarlos hacia ámbitos inéditos. Dele a cualquier intelectual más de 3 tragos y verá que lo pide es una cumbia. Existe un espíritu fiestero y carnal no se puede esconder. La pachanga termina por imponerse.