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A 30 años del ‘Against the Grain’ de Bad Religion

A 30 años del ‘Against the Grain’ de Bad Religion

Punk de ritmo acelerado pero con letras que invitan al pensamiento crítico.

La vida es demasiado corta pero siempre habrá tiempo para escuchar a Bad Religion. El combo californiano ha sido parte fundamental dentro de la renovación que ha tenido el punk y a la fecha permanece como un emblema del género. Pocas agrupaciones pueden presumir de tener una extensa trayectoria con lanzamientos constantes. Aunque ahora los rostros lucen arrugados, la energía se mantiene intacta y así lo demuestran en cada una de sus presentaciones.

El fundador y único miembro estable del conjunto es Greg Graffin, quien vivió la explosión del punk siendo un adolescente a finales de los setenta. Presenciar los conciertos de Black Flag y Bad Brains fue un punto decisivo en su vida que lo llevó a formar su propia banda. Nunca tuvo grandes aspiraciones y por lo mismo a los pocos años llegaría una abrupta separación aunque no sería definitiva.

Música que ha trascendido por generaciones

Es a partir de 1986 cuando se puede considerar el reinicio de Bad Religion. Ahora con la suficiente madurez, el entonces quinteto retomaría su carrera con una serie de materiales que hoy conforman la columna vertebral del punk rock. El acelerado estilo en el sonido se convirtió en un ejemplo a seguir con hijos y nietos desperdigados por todo el mundo. Desde The Offspring y Green Day hasta Gula y Dolores de Huevos.

Fue durante este nuevo comienzo que el grupo publicó álbumes de manera anual que hoy ya son clásicos dentro del género. Aunque lo más importante es que también consiguió un balance entre la prensa y el público. Cada trabajo lanzado obtuvo reseñas favorables en los fanzines y revistas musicales de la época, aunque además también logró ventas que parecían imposibles para una pequeña banda autogestiva.

Después de cosechar dos éxitos consecutivos, el 23 de noviembre de 1990 vio la luz Against the Grain, con el que continuó la misma tendencia. En cuanto a la música tampoco hay cambios y a lo largo de 17 canciones se presenta un acelerado sonido que se convertiría en el soundtrack de todos los aficionados a las patinetas. No existe mejor forma de retar a la gravedad encima de una tabla que a través de furiosas composiciones en donde la batería nunca descansa.

En la abridora “Modern Man” se escucha una feroz crítica del cantante Graffin hacia la humanidad. Aunque a diferencia de muchos de sus colegas, lo que vuelven únicas sus canciones es la compleja forma que tiene de abordar los problemas. Su elaborado lenguaje no es gratuito porque inclusive cuenta con una maestría y doctorado. Abandona la simpleza que en su momento manejaron Sex Pistols y Ramones para optar por frases contundentes en donde saca a relucir su bagaje cultural.

Aunque no se trata del único miembro que destaca por su trabajo fuera del grupo porque también se encuentra el guitarrista Brett Gurewitz, quien fundó su propia disquera independiente con el objetivo de apoyar a las nuevas bandas de punk rock. Fue así que nació Epitaph Records que a la fecha se mantiene como el hogar de infinidad de proyectos de distintas generaciones.

Canciones furiosas imposibles de ignorar

Por su parte, la agrupación mantiene la idea de que a las canciones se les deben quitar todas las partes innecesarias hasta dejar lo único relevante. Es así que "Positive Aspect of Negative Thinking" ni siquiera llega al minuto de duración pero se trata de una bomba sonora cercana al hardcore-punk. En tanto que "21st Century (Digital Boy)" es otra mordaz crítica a todos los jóvenes mantenidos por sus padres que a la fecha se mantiene como una pieza emblemática dentro de la discografía de los americanos.

Como se relata en la autobiografía de la banda Do What You Want (Hachette Books, 2020), parte del éxito fue conseguido gracias a los conciertos y las giras constantes. Para los integrantes se volvió un estilo de vida rentar una camioneta y recorrer Estados Unidos durante meses. La promoción de boca a boca fue infalible y significó una alternativa para los músicos que no tenían canciones en la rotación de las estaciones de radio ni aparecían en la televisión.

Aunque pasan los años las canciones de Bad Religion se mantienen vigentes y con la misma frescura que cuando fueron publicadas. Por encima son aguerridas composiciones marcadas por la velocidad y el descontrol, pero cuando se analizan de manera minuciosa contienen letras inteligentes que abandonan el facilismo de la queja para inclinarse por la invitación al pensamiento crítico y eso es lo más punk que puede existir.