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A 15 años de la primera visita de Pearl Jam a México

A 15 años de la primera visita de Pearl Jam a México

La espera que nos volvió locos.

I know someday you'll have a beautiful life
I know you'll be a star
In somebody else's sky
But why
Why
Why can't it be
Why can't it be mine, "Black".

Verano del 2003, una fiesta, dos amigos enfundados en la misma playera que compraron afuera del Palacio de los Deportes hablando de lo glorioso que había sido el primer concierto de Pearl Jam en México, mi aflicción por no haber estado ahí, tragos de más y baile forzado al compás del hit de la temporada: “Get Busy” de Sean Paul una y otra vez hasta el hartazgo, esperando a alguien que nunca llegó. Escenas subsecuentes que se disolvieron en el olvido.

Al día siguiente pensé en ir afuera del "Domo de cobre" por lo menos a escuchar, la lluvia me detuvo y una llamada telefónica me dibujó una sonrisa que hasta la fecha esbozo recordando aquel instante: era V, había venido a pasar las vacaciones a su tierra natal para liberarse del internado en Vancouver y tenía dos boletos para el último show de 3. Y como siempre llovía, su auto era el refugio perfecto y el Vitalogy el soundtrack ideal para aligerar el tedioso camino por el viaducto y las anécdotas curiosas: las lecciones de historia del arte que tanto llamaban su atención, la mariguana de contrabando para fumar en el techo del instituto desde donde me mandaba postales, las charlas hasta la madrugada por ICQ.

No pudimos haber tenido mejor bienvenida después de llegar empapados a nuestros asientos en tercera fila: “Oh please let it rain today, this city's so filthy like my mind in ways .Oh it was the time like a clean new taste. Smiling eyes before me and tears from my face”, sus lágrimas que escurrieron hasta la curva perfecta de su sonrisa, mi emoción ante el estruendo, la cercanía con esa banda que había esperado toda mi vida, el frenético latir del corazón en ese instante y hasta este al relatar y recordar: “It’s evolution baby!”. Eddie Vedder es mi pastor, nada me faltará. Tantos años que han pasado y el sentimiento que siempre aflora, la música cual confortable transporte a tiempos mejores sin tantas preocupaciones, lo engañoso que a veces resulta el libre albedrío, tal vez después de aquel momento ya nadie me salvaría, pero las letras tomarían tanto sentido: “a human being that was given to fly”, y seguimos volando, revoloteando entre rencores, surcando nuevos caminos.

Recuerdo haber tomado su mano al inicio de “Corduroy” tal y como lo indica una de sus sagradas frases: “take my hand, not my picture”, la espera nos había vuelto locos, habíamos esperado tanto tiempo, ella me encontró y fuimos un desmadre. “Immortality” para abrazarla y cantar a dueto, la venganza que no tenía lugar entre nosotros, el confort que me faltaba, “Wishlist” para tachar en la lista lo primero que quise hacer desde que la conocí en fotografías digitales, un beso, y su correspondencia, su abrumador impulso, sus manos trémulas en mis mejillas, el baile ideal, el momento perfecto ante las luces cual estrellas que emanaban una esfera disco. “Even Flow” y el solo de Mike McCready que me hizo pensar en vender mi guitarra ya que nunca alcanzaría tal nivel interpretativo, “Daughter” para cantar y brindar con cerveza, “Jeremy” para terminar de lacerarnos las cuerdas vocales, “Better Man” para perderme en sus ojos sin pensar en todo lo que pasaría después, quedarme en ese momento, no importaba si después ella encontraría a alguien mejor.

“Alive” y su condición salvadora, el eco épico de la reconciliación con uno mismo, las historias que después contaremos, “makes much more sense to live in the present tense”, y esa canción como memoria fugitiva que regresa cuando pretendes aferrarte al pasado y preocuparte por el futuro, el ahora como lección e inspiración. Esa fue la primera ocasión de escuchar “Black” y quizá la menos dolorosa, aunque después, como en la historia de mi vida anterior y reciente, ella brillaría en el cielo de alguien más. Entender que “Rearviewmirror” es una de esas canciones que te hará sentir escalofríos toda la vida, y que le cantaste las mañanitas a Stone Gossard, y que el show eventualmente se convertiría en una fiesta con mariachi.

“Last Kiss” que se convertiría en un himno importante de este idilio que terminaría en una despedida en un aeropuerto y una relación intermitente, pero debo decir que aquel 19 de julio quedó como una linda cicatriz en mi psique y una emoción inspiradora al evocar aquella noche, la primera con Pearl Jam y de compartir un concierto con alguien que siempre regresa a mi memoria al escuchar “Yellow Ledbetter”. Aquel instante perfecto terminó como esta frase: “I’m thumbing my way back to heaven”, después de un beso y la promesa de volver a vernos para recorrer caminos etílicos al compás de los mismos discos, las mismas canciones en repeat, las bromas: “¿Qué avenida es esta?, “¡It’s revolution baby!”. Los acordes de siempre que me harán querer llorar como aquel día, el ánimo de volver a ver a una de las bandas más queridas de mi vida.