Foro: El Plaza Condesa

Architects: Sonidos rabiosos y violentos

Fue en el ocaso de la tarde cuando las luces se apagaron y todo dio inicio. La noche de metalcore prometido empezó con los jaliscienses de Arcadia Libre, quienes arribaron al escenario del Plaza Condesa para ejecutar lo que ellos mismos denominan como metalcore agresivo con canciones como “Imagen y semejanza” y “México”.

Con letras en español y una furia mostrada en cada momento, estos cinco jóvenes le abrieron las puertas a un público ávido de agitar las cabezas, alzar los puños y gritar su rabia contenida.

Tras un corto set de apenas 30 minutos, los de Jalisco dejaron puestas las tarimas para el arribo de Everyone Likes Cathleen, banda nacional que tomó el escenario con una energía y furia activada desde el inicio. Luis, vocalista, no paraba de brincar y moverse por todo el escenario, mientras que los riffs graves y el bombo a toda velocidad invitaban al público a brincar y cantar. “Believe in Me” y “Patient Zero” fueron algunas de las piezas interpretadas y tras las cuales todo quedó puesto para el platillo principal.

Llegó el momento de Architects, británicos que han estado en la escena durante los últimos diez años, y en los cuales han adquirido una experiencia sobre los escenarios claramente evidente. “Gravedigger” y “C.A.N.C.E.R”, pertenecientes a su más reciente y aclamada placa Forever // Lost Together, fueron las encargadas de iniciar un set que desde sus primeros acordes elevó al público a niveles altos de euforia y emoción: brincos, puños, gritos y moshpits se comenzaron a observar desde prácticamente el inicio del set.

Al frente de la banda, Sam Carter se observaba cómodo y a gusto con la respuesta que el público le brindó desde el inicio, y ello pareció motivarlo a incrementar los movimientos frenéticos que realizó a lo largo de todo el escenario. Esa misma motivación la transmitió al público al momento de interpretar “Naysayer”, en la cual invitó a todos armar un enorme circle pit que giró como un violento torbellino que arrasaba con todo lo que se le parara enfrente.

Para cuando “Dead Man Talking” y “Follow the Water” sonaron, los sonidos graves y machacantes de las guitarras, más los golpeteos de un frenético doble bombo, ya inundaban las cuatro paredes del recinto. Architects había logrado apropiarse del Plaza Condesa y arrastrarnos a todos hacia un hormiguero del que emanaban sonidos rabiosos, iracundos y violentos.

Tras ejecutar “Broken Cross”, los ingleses culminaron su show con un encore que incluyó “Red Hypergiant” y “These Colours Don’t Run”, tras la cuales dejaron a un público exhausto y con las gargantas quemadas, pero sin duda complacido por haber sido testigos de una noche ataviada de metalcore.

De la Tierra: Estamos los que tenemos que estar

No hay nada nuevo al decir que el heavy metal, salvo en contadas circunstancias, no es un género de gustos masivos. Y no hay nada de malo en ello, ya lo dijo Sam Dunn con gran estilo en A Headbangers Journey: los que estamos lo estamos haciendo bien y no te necesitamos.

Valga esta esta referencia para ejemplificar el sentimiento que navegó durante la noche de ayer por las paredes del Plaza Condesa: éramos pocos, pero estábamos los que teníamos que estar, y justó así lo reconoció un Andrés Giménez, visiblemente alegre, tras ver la reacción y respuesta inicial del público nacional a las primeras piezas interpretadas por De la Tierra.

“Somos uno” fue la encargada de abrir la noche, con esos riffs iniciales tan cercanos a una era perdida de Sepultura, pero con suficiente carácter e identidad para forjar la que sin duda es la mejor pieza del álbum debut de la banda. Tras ésta, “Maldita historia” sonó y el público respondió con una rueda de moshpit que comenzó a moldear la noche.

Tras tocar la versión del cover de “Policía” que Sepultura le hizo a la banda brasileña Titas a mediados de los noventa, llegó una de las canciones más coreadas: “San Asesino”, tras la cual el Sr. Flavio tomó los micrófonos para manifestar su apoyo con los familiares de los desaparecidos de la normal de Ayotizinapa. Todo bien, aunque a juzgar por la señal que Alex González (baterista) le hizo a Gímenez indicándole con los dedos el número 43, y después éste comunicándoselo al Sr. Flavio, este hecho se sintió más como una corrección política que como una verdadera y genuina solidaridad con los 43 hermanos desaparecidos.

La noche continuó y a lo largo de ella sonaron la gran mayoría de los tracks del álbum debut de De la Tierra, más un cover extra a “Señor Matanza” de Mano Negra, interpretada por un Sr. Flavio que, entrado en un éxtasis y emoción palpable, martillaba cada una de las 5 cuerdas de su bajo. Gran talento y desempeño el que tiene este señor, sin duda.

Es notable la experiencia que tienen estos cuatro señores: Kisser con una soltura magnífica detrás de las seis cuerdas, Sr. Flavio slappeando su bajo y bailando por todo el escenario; un Alex González dejando ver que en Maná está muy desaprovechado y Andrés Gímenez con una voz que encontró un perfecto balance entre los estribillos melódicos y los gritos guturales. Cada canción ejecutada se desmarcaba considerablemente del sonido mostrado en el álbum y en vivo exhibió una potencia y matiz distintos: bombos y bajos más graves y riffs más filosos y desgarradores.

La noche terminó y estoy seguro que en más de uno quedó insatisfecha la necesidad de escuchar algún cover a uno de los clásicos de Sepultura (o incluso de A.N.I.M.A.L.). Pero eso no importó, la sensación de haber presenciado un gran show de heavy metal quedó y permanecerá, aun cuando fuimos pocos los que estuvimos ahí.

Editors y el tangible peso del amor

Una noche llena de amor en muchos buenos sentidos cuando de música va el tema, y es que las canciones de Editors tienen un poder de gran peso cuando se exponen más allá del disco y el mp3. Afortunados todos por haber sido un galante Plaza Condesa el designado para presentar a esta banda, pues es sabido que la organización y el sonido que proporciona el lugar pocas veces queda a deber.

Editors no venía con su mejor disco, pero sí con un puñado de excelentes hits nuevos que dan un revulsivo a un catálogo lleno de piezas poderosas. No lo digo al azar, quizá usted fue uno o presenció la reacción del público, eufórico a más no poder, con todos y cada uno de los temas interpretados, incluso con las melodías lentas como “Sugar”, la encargada de abrir el set.

Tom Smith, excelso en todo momento, compartió palabras con los presentes cuando era necesario, no más; lo importante era su garganta sustentando el peso de canciones como “All Sparks”, durante la que nunca se quedó falto de potencia, ni siquiera cuando había vértigo desde las percusiones (“An End Has A Start”) como en una triunfal “Munich”, en las que su voz se entregó totalmente y de forma uniforme (“Bullets”).

No hubo parte de la noche en que el recinto no dejara de cantar una a una las canciones que Editors ofrecía, recibiendo a cambio aplausos y gritos siempre. El comportamiento de Tom, colgándose del micrófono, expresando el sentir desde los movimientos de sus manos hasta la manera en que se movía su boca al dar el canto (“Eat Raw Meat = Blood Drool”), incluso cuando se sentaba al teclado (“The Racing Rats”). Pero si hay algo digno de celebrar y ahora inolvidable, es y será la parte final del concierto tras el encore, la cual aseguro que no se compara con ninguna que el grupo haya dado antes en nuestro país.

Smith salió de nuevo con una guitarra, le dio naturalidad y dejó apreciar la esencia de “The Weight” en versión acústica para de inmediato enlazar con “Bricks and Mortar”, mientras el resto de compañeros emprendían sus instrumentos, fantástico y emocionante el poder que toma la canción en vivo y el salto al encadenar con “A Ton Of Love”, en la que el grave color vocal de Tom detonaba en el gigantesco estribillo.

El cierre no pudo ser otro más que “Papillon” y no puedo decir más que el momento logró hacer cimbrar el piso de El Plaza ante la explosión de emociones que en cada espectador provocó.

Uno de los conciertos que los fieles seguidores del grupo anhelaban tras ya un año de salida de su más reciente disco, una espera recompensada en la que Editors, ahora sí con un set completo, demostró cual es el verdadero y tangible peso de su amor.

Funk nipón de primer nivel con Osaka Monaurail

Noche de funk y soul en el Plaza Condesa y no precisamente por parte de un ensamble que imaginaríamos, sino que desde Osaka, Japón, muy a la usanza de los conjuntos y orquestas clásicas de R&B, Osaka Monaurail llegó por vez primera a un escenario mexicano para ejecutar lo mejor y más destacado de la música afroamericana de los 60 y 70.

Con un quórum ridículamente reducido que, tal vez por ser domingo de festividades o ser una agrupación poco común, tuvo a la organización regalando y promoviendo el 2x1 a toda hora, es digno reconocer como afortunados a quienes se animaron a asistir, ya que la fiesta de casi dos horas fue memorable e inolvidable, por decir poco.

Con más de veinte años de trayectoria y casi diez discos bajo el brazo, la noche fue reinada por el sonido de los vientos que acompañaban al grupo; tres piezas instrumentales en las que destacaron temas de The Temptations y The J.B.'s (la banda de James Brown) dieron paso a la llegada de Ryo Nakata, vocalista y frontman de tan espectacular conjunto que, entre broma sobre la ausencia de verdadera música japonesa esa noche, fue recibido con aplausos y gritos de un público en que claramente se veían sus paisanos echando porras.

A pesar de tener un consistente número de piezas originales, la banda, siendo más una especie de grupo de entretenimiento cuasi novelty act, se optó por un set en que predominaron los estándares del género como “Get Up” de James Brown, “People Make The World Go Round” de The Stylistics, y hasta el tema de Shaft de Isaac Hayes.

Era domingo y la plancha del Plaza Condesa estaba abierta para baile. Sí bien pocos fueron los que se animaron a mover el bote, todos aplaudían y seguían el compás; estaban frente a un gran conjunto que, para culminar su encanto, terminaron por bajarse del escenario a saludar y convivir un poco con la audiencia. Grandes nipones.

AFI: Con la energía del fuego azteca

Para su regreso a la capital mexicana, A Fire Inside eligió una fecha emblemática: El día de todos los santos, la cual no fue para una presentación cualquiera, sino la del cierre de su gira. La noche comenzó con un oscuro total y gritos ensordecedores de cientos de fans que emocionados aclamaban a la banda.

Eran las 8:20 cuando Davey Havok, Adam Carson, Hunter Burgan y Jade Puget aparecieron en el escenario y tras una introducción llena de luces, arrancaron con “The Leaving Song Part II”.

El ambiente era impresionante y la gente acompañaba a Havok cantando a gritos todas y cada una de las letras. Con “Girl’s Not Grey” la emoción continuó y la audiencia entera se puso a brincar sin parar. Cuando llegó el turno de “I Hope You Suffer”, Davey se acercó a cantar con el público que simplemente enloqueció. Al terminar la canción, el vocalista agradeció a sus fans y dio la bienvenida en español.

El concierto continuó con “A Single Second” “Love Like Winter”, “Ever and A Day” y “Medicate”, durante las que la energía del público no perdió intensidad en ningún momento. La conexión entre la banda y los fans, quienes sabían a la perfección en que momento aplaudir, gritar, saltar o corear, era evidente.

Antes de que llegara el momento de tocar “17 Crimes”, Havok volvió a agradecer reiteradamente al público mexicano y declaró que no había mejor lugar para terminar su gira. Llegó el momento de bajar el ritmo por unos cuantos minutos y “The Leaving Song” fue la encargada de llevar a los aficionados a un lugar un poco más íntimo.

“Days of the Phoenix”, “Beautiful Thieves” y “Kill Caustic” también formaron parte de un setlist tan variado que la banda californiana presentó en el corazón de la colonia Condesa.

Cuando los primeros acordes de “Miss Murder” sonaron, El Plaza parecía derrumbarse con los gritos y saltos. AFI se despidió de su público al finalizar esta melodía y tras un par de minutos y miles de gritos, reapareció para tocar “Greater tan 84” y “Silver and Gold”.

Las emociones dentro del recinto estaban a tope y para los fans mexicanos la presentación de 1 hora no era suficiente. A las 9:20, cuando AFI volvió a abandonar el escenario, la gente permaneció en sus lugares y gritando ¡AFI! ¡AFI! hasta que después de unos minutos las luces se volvieron a apagar.

Los californianos no defraudaron a sus seguidores y salieron nuevamente para tocar “Veronica Sawyer Smokes”, “The Killing Lights”, “6 to 8” y “The Conductor”, emocionando y sorprendiendo gratamente a la audiencia. Finalmente, la tercera fue la vencida y la agrupación se despidió de sus fans mexicanos.

AFI mostró no solo su fuego interior, sino el fuego exterior que emana y comparte con su público mexicano. Una velada llena de energía, gritos y emociones que no decepcionó y llenó los corazones de todos los presentes.

La maestría de Bajofondo de vuelta en la ciudad

Sería redundante condecorar como triunfal el regreso de Bajo Fondo Tango Club a la Ciudad de México, puesto que cada una de sus presentaciones, desde aquella vez en el antes llamado Salón 21 hace exactamente ocho años, han sido memorables.

Cada que se avisaba el arribo del llamado Maestro Gustavo Santaolalla, no solo los ávidos consumidores del tango electrónico, sino los deseosos de un show de categoría que mucho tiene que ver con la nueva frescura que invade a Latinoamérica, hacen siempre lo posible para abarrotar las salas donde se presente y esta no fue la excepción.

Después de pasar por festivales, no solo el Cervantino o la Cumbre Tajín en nuestra nación, sino el prestigioso Festspillene en Noruega y el por demás laureado Glastonbury Festival en Inglaterra, la plancha del Plaza Condesa, en esta ocasión sin sillas para que se pudiera armar el baile, recibió con una ola de aplausos al colectivo rioplatense que, aunque con la notoria ausencia de único integrante mujer, Verónica Loza, ofreció una memorable velada en la que se demostró que sin importar edad, credo, atuendo o sector social, la música es música, y es de todos para bailarla.

La batería de Adrián Sosa, al lado de las programaciones de Juan Campodónico, retumbaron desde el primer tema, “Código de Barras”, a un nivel que el mediastino de los presentes vibraba con la música. Siguieron “Sabelo”, “Segundos Afuera”, “Pena en mi Corazón” y muchos otros que comprenden su más reciente y exitosa producción, Presente, hasta que el bandoneón de Martín Ferres y el violín de Javier Casalla azotaron con “Duro y Parejo” para enardecer la locura que era ya la pista.

El momento que el mismo Santaolalla condecorara como de reflexión llegó con un tema desprendido de la banda sonora de Diarios de Motocicleta que, antecedido con un solo de bandoneón, fue acompañado de un mensaje de solidaridad ante la actual situación de estudiantes y civiles desaparecidos en México. “Que se solucione pronto, nosotros entendemos lo que se siente”, dijo el ganador dos veces del premio Óscar.

El set parecía terminado, pero el obligado encore se presentó con tres temas más, entre ellos “Leonel el Feo”, “Perfume” y “Los Tangueros”. Baile sobre el escenario, "Las Mañanitas" para Campodonico y un dedo al cielo en agradecimiento cerraron una velada grandiosa, en la que el romance entre México y Bajofondo se reafirmó y se enalteció.

Fiesta entre semana al estilo The Drums

Miércoles, mitad de semana; día en el que todos están preocupados porque a la mañana siguiente hay que levantarse temprano para ir a la escuela o trabajar y también el día elegido por The Drums para visitar México por tercera ocasión.

Las puertas se abrieron a las 7:00 p.m. con una larga fila de personas que esperaban a la entrada del Plaza para poder llegar hasta la parte de adelante. Una hora después, con el lugar casi lleno, la impaciencia de los presentes provocó los primeros gritos y chiflidos, además de la compra de cerveza.

Luces amarillas y azules a medio tono, con un fondo alusivo al nombre de los neoyorkinos, dejaban claro que todo estaba listo, sólo hacía falta que Johnny Pierce y Jacob Graham salieran para iniciar lo que parecía ser una noche prometedora.

Por fin se escucharon las primeras distorsiones y Jacob, acompañado de un guitarrista, baterista y bajista, inició con “Bell Laboratories”, que desató los primeros empujones que prácticamente no pararon durante toda la noche. Posteriormente apareció Pierce con su típica chamarra roja metálica y ahí sí que empezó la fiesta. Sus sinuosos e incontrolables movimientos enamoraron inmediatamente a todos los presentes, en su mayoría eran hombres, mientras que la representación pantomima de Jacob inevitablemente llamaba la atención.

Continuaron con “Let Me”, “Me And The Moon”, “Days” y “I Can’t Pretend”, canciones en las que Johnny nunca dejó de agradecer el amor de los mexicanos y lo su entusiasmo. “Te amo, México; somos The Drums!”.

De entre los puntos álgidos del show cabe destacar “Best Friend” y “Money”, durante las que Johnny incluso dejó de cantar para que se pudieran escuchar las voces al unísono de todos. La dupla neoyorkina no podía estar más feliz de estar allí.

El mes pasado, la banda dio a luz su tercer álbum, Encyclopedia, que interpretaron en su mayoría, lo cual, como toda banda que promociona disco, es bueno, pero no tanto. Por más que sus fans se supieran las canciones, éstos esperaban escuchar algo más viejito, una muestra de aquello que los colocó el ojo de la popularidad.

Momentos después retomaron un poco de Portamento con “I Need a Doctor” y “How It Ended”, cuya emotividad sacó las letras de los asistentes al tope de su voz.

La velada estaba por terminar y el escenario se tornó a media luz en un silencio impregnado de sudor y cigarrillo. Jacob tocó los sintetizadores y Johnny, pegado al micrófono, cantó “Wild Geese”. Aunado a ellos, se escucharon la guitarra y bajo con un poco de batería, para luego dar gracias y salir de escena.

Aplausos por doquier, más y más gritos que pedían otra canción, y aunque todos sabían que así iba a ser, que iban a tener más dosis de The Drums, la espera era insoportable, pues el éxtasis seguía allí.

Nuevamente, Pierce y Graham aparecieron para tocar, por vez primera en todo su tour, “Forever and Ever”, superando las expectativas de todos a través de un embelesamiento incontrolable. Las parejas se besaban y otros solo miraban a la banda mientras cantaban con ellos; cada quien disfrutaba a su manera.

“Let’s Go Surfing” y “Saddest Summer” prolongaron aquel instante. Si hay algo característico de The Drums, es que pueden llevar del punto más eufórico al punto más melancólico en un santiamén, y así fue como pasaron de los saltos y empujones a la levantada de manos con “Down By The Water”, tema que cerró con broche de oro una fiesta entre semana.

Sharon Van Etten en El Plaza

La gira promocional del disco Are We There traerá por primera vez a México a la cantautora Sharon Van Etten.

Los boletos estarán disponibles a partir de mañana, miércoles 29 de octubre, a la 1:00 p.m. a través del sistema Ticketmaster y taquillas del inmueble.

Osaka Monaurail en El Plaza Condesa

Considerada como la mejor orquesta de funk de Japón, más de 20 años de trayectoria, Osaka Monaurail llegará a nuestro país para ofrecer una noche especial llena de baile, gritos y diversión.

Con siete producciones de estudio y decenas de sencillos bajo el brazo, además del honor de haber colaborado con la leyenda del soul-funk Marva WhtineyOsaka Monaurail visitará México con un sólo objetivo: hacerte menear las caderas hasta desfallecer.

Los boletos ya están disponibles en las taquillas del inmueble y el sistema Ticketmaster.

Erlend Øye en México

Como parte de la gira promocional de su nuevo álbum en solitario, el músico y cantautor noruego Erlend Øye volverá a México para ofrecer tres presentaciones:

28 noviembre - Teatro Estudio Cavaret, Guadalajara

  • Early Bird $300 Preventa $350 Día del Evento $400

29 noviembre - Café Iguana, Monterrey

  • Preventa: $340 (Los primeros 500 boletos) General: $390

30 noviembre, El Plaza Condesa, Ciudad de México

  • Preventa: $400
  • General: $500
  • VIP: $650

Los boletos para D.F. y Guadalajara estarán a la venta a través de Ticketmaster y taquillas de los inmuebles, mientras que para Monterrey se podrán conseguir en el sitio arema.com.mx.