177276
Zero Kill — LAPSUS

8

Zero Kill
LAPSUS

Sony Music Argentina / 2020

Artista(s)

Zero Kill

02/Dic/2020

Lo sublime de la oscuridad y la felicidad de la desolación son los elementos que desnuda Zero Kill en su cuarta producción de estudio, LAPSUS.

La oscuridad tiende a intimidarnos un poco, es un ambiente donde nos sentimos obstaculizados y no podemos desenvolvernos con libertad, al menos al principio. Tal vez sea el tiempo, o la naturaleza humana, que después podemos ver con mejores ojos la lobreguez, le damos otro sentido y encontramos su lado romántico, su sensibilidad y la felicidad de entender que somos capaces de estar tranquilos aunque no haya luz y plenitud. Zero Kill te invita a conocer ese ambiente en su nueva producción, LAPSUS, que llega vía Sony Music Argentina.

El cuarto disco del proyecto comandado por Benito Cerati cuenta con una gama amplia de géneros llevados a horizontes sublimes, donde hay guitarras distorsionadas, pianos suaves, sintetizadores potentes y baterías contundentes que conviven con ritmos de trip hop y dance, así como rock, pop, gothic y new wave. La voz del artista protagoniza una trama cinematográfica donde es llevada a distintos extremos.

Zero Kill_

Con un pasaje instrumental lleno de magia es que se abre el disco, "Aurora" es el tema de más duración, pero también es un inicio donde los cambios de ritmo anuncian su carácter fuerte. La influencia del cine de terror y gótico en el aspecto musical es muy notoria, ya que su estructura parece una mini película.

"¿Cuánto Más Soportás?" y "$$$ (Dame Ma$)" tienen texturas más bailables, la llegada de sintetizadores suaves, baterías fluidas y voces falseteadas otorgan un espacio up tempo, pero sin dejar de sentirse oscuro. La dinámica de producción permite escuchar canciones con grandes distorsiones pero que no saturan la emoción de los otros elementos, por lo que también se agradece el gesto técnico en producción de Cerati.

El primero de estos dos temas tiene un sentido crítico, donde el cantante tira por la borda a sus ídolos, la dependencia en el amor y los prejuicios junto a la voz de La Maurette. Por su parte, "$$$ (Dame Má$)" tiene un lado más sensual, donde los arreglos de bajo capitalizan un ambiente tenso, pero placentero junto a una letra incitadora y la voz de Marina Fages.

Zero Kill

"ZHU" prosigue como un escalón más en la energía del disco. Los ritmos dance se apoderan junto a arreglos de piano elegantes que junto a la suave voz del cantante te permiten romper la pista. El siguiente tema, "Noche Oscura del Alma" nos regresa a la sensación de soledad, marca un antes y un después en el álbum gracias a su atmósfera tenue y su letra desoladora, pero la oscuridad y la realidad son así, están llenas de altibajos. La voz de Hilda Lizarazu ayuda a ofrecer una dinámica aún más teatral y profunda a la canción.

Zero Kill puede mostrarte escenarios tristes y complicados, pero si hay algo claro en estos pasajes de oscuridad (y que a menudo podemos pensar) es que "lo único importante es el amor". Así que "La Razón" surge como un tema que aliviana la postura y nos hace recordar lo primordial en el camino, sus espacios instrumentales tienen un sonido delicioso, con la suficiente tensión para estallar en un final épico.

"Santa Fe" es probablemente el climax del disco, su letra te ayuda a aceptar la realidad en medio de una persecución de objetivos, sueños y amor. Además es una manera empática de ver el mundo al ver las cosas que te disgustan plasmadas en los otros, para después aceptarlas y buscar un mejor camino. La voz de Marilina Bertoldi colorea pasajes místicos junto a guitarras que vuelan cabezas.

El disco concluye con "Cerca", donde Benito colabora con Sobrenadar, y el último tema "Ya Fue Todo". Ambas canciones se tornan más tranquilas, como si una tormenta ya hubiera terminado. Aceptar un final e incluso extrañar la belleza del pasado tenebroso generan conflicto en una balada sublime, dibujada con cajas de ritmo y la voz suave de Sobrenadar. "Mi vida es hoy, ya fue todo" es una manera linda de aceptar el presente, el lugar donde estamos parados, y es así que ya tenemos una mejor perspectiva sobre la oscuridad, la soledad y sus sombras, para dejar de tener miedo.

LAPSUS es una clara muestra del talento y la perspectiva de un Zero Kill a quien nunca le ha interesado llenar expectativas, sino poder expresar sentimientos ocultos y conectar con esos demonios ocultos. Te invitamos a escucharlo a continuación y a que cheques en este enlace los detalles de su próximo show en streaming.

Zero Kill_

177325
The Smashing Pumpkins — CYR

6

The Smashing Pumpkins
CYR

Sumerian Records / 2020

Artista(s)

The Smashing Pumpkins

La dirección más confusa de The Smashing Pumpkins a la fecha.

Después de tres décadas de carreras es difícil imaginar que el impulso creativo sea remotamente el mismo que en un inicio, esto crea una dicotomía: ser criticado por ser el artista que no supo evolucionar y simplemente repitió la misma fórmula hasta el cansancio o terminar siendo un artista completamente diferente que aliena a los fans que crecieron con su música.

Este año se cumplió un cuarto de siglo de Mellon Collie and the Infinite Sadness, para muchos la obra maestra de The Smashing Pumpkins –solo Siamese Dream le suele hacer la competencia en el imaginario colectivo- y aquella banda de Chicago comandada por William Patrick Corgan no podría sonar más alejada de aquel rock alternativo noventero.

Sería erróneo hacer pensar al lector que no soy consciente de que Corgan es un músico multifacético y con frecuentes tendencias a dar giros en su sonido. Adore de 1997 marcó un primer vistazo hacia su lado más electrónico y se convirtió en uno de los discos más apreciados de los Pumpkins con el tiempo, su álbum solista The Future Embrace más tarde demostraría como nunca antes su amor por el synth pop -con un toque de shoegaze- y prácticamente todos los discos bajo el nombre The Smashing Pumpkins lanzados durante la década pasada contaron en algún nivel con sintetizadores como ingrediente de la mezcla.

Una reunión agridulce

Hace dos años, cuando se anunció que el guitarrista James Iha y el baterista Jimmy Chamberlin volvían a la banda, conformando así tres cuartos de la formación original –la bajista D'Arcy Wretzky fue la excepción-, las expectativas eran altas pues a pesar de que Chamberlin ha sido mancuerna de Corgan en diversos proyectos suyos intermitentemente, los tres no habían estado juntos en casi dos décadas.

smashingpumpkins_reunion

Esas expectativas poco a poco fueron disipándose, primero por un corto y decepcionante Shiny and Oh So Bright y ahora con un inflado y carente de inspiración álbum titulado CYR que pone de manifiesto la imposición creativa del líder de la banda y la manera en que relega a una esquina a sus compañeros de banda, quienes se sienten desperdiciados a lo largo de 20 temas y 72 minutos.

Estamos hablando de una banda que cuenta no uno, no dos, sino tres guitarristas contando a Jeff Schroeder, en un disco con mínima a nula guitarra, además de reemplazar a un excelso baterista con una caja de ritmos en buena parte del material. “Starrcraft” es el mayor ofensor en este último ámbito, con un ritmo repetitivo de aplausos sintético y un bombo cargando toda la canción.

Así se pudre una calabaza

“The Colour of Love” arranca prometedora, presagiando una serie de canciones inspiradas en el sonido electrónico de los años ochenta con un toque de sonido industrial y en gran medida es lo que tenemos en este álbum. El problema es que en el proceso fue sacrificado todo indicio de un gancho o algún elemento que distinga a la mayoría de estas canciones entre sí o que las haga memorables en algún nivel.

El ritmo del álbum fluctúa entre movido synth pop a ratos y temas drenados de energía a continuación. En segundo lugar tenemos la insípida “Confessions of a Dopamine Addict” antes de pasar al track titular y el primer sencillo del álbum, una canción con pretensiones de sonar futurista y que no pasa de sonar a un tema promedio de la etapa electrónica de Silversun Pickups, banda que inicialmente se comparaba con The Smashing Pumpkins. Eso sí, vale la pena resaltar las vocales de apoyo de Sierra Swan y Katie Cole, quienes son un elemento importante que levanta este último tema y sus dulces vocales están presentes en varias de las canciones.

Este sube y baja de energía es una constante a lo largo de CYR, pasando por las arrulladoras “Dulcet in E” y “Wrath”, la más acústica y sentimental “Ramona” y luego con “Wyttch” cuyo sonido más pesado termina por sentirse totalmente fuera de lugar en medio de este mar de sintetizadores.

Los pocos rastros de aquellos The Smashing Pumpkins con los que estamos familiarizados nos los brindan las brillantes y luminosas guitarras –aunque distantes y relegadas al fondo de la mezcla, claro está-, reminiscentes al Machina I: The Machines of God del 2000, que encontramos por ejemplo en “Anno Satana”, “Save Your Tears”, “The Colour of Love” o “The Hidden Sun”.

Sería un inútil esfuerzo desmenuzar uno por uno todos estos 20 temas, especialmente en la segunda mitad donde es más difícil encontrar dónde termina Corgan y comienza el resto de la banda. “Haunted” y “Tyger Tyger” son los momentos en que el minimalismo llega a niveles ridículos y es más clara la distancia con sus tres compañeros, “Minerva” cierra el disco en una nota esperanzadora, pero para ese entonces ya es demasiado tarde.

Un experimento para el olvido

CYR es un álbum monótono por decirlo de una forma ligera, pienso en el momento de poner algunas de estas canciones en un setlist al lado de sus glorias pasadas y me imagino con ellas un buen momento para ir al baño durante sus futuros conciertos.

No hay justificación alguna para que este disco dure 72 minutos, The Smashing Pumpkins no es una banda ajena a la realización de obras extensas, pero nunca antes habían entregado una colección de temas tan olvidables. El líder de la banda sustituye las letras emocionales e identificables por palabrería rebuscada que raya en el sinsentido y sónicamente pierde todo rastro de identidad con la banda que le dio fama y aclamo alguna vez.

James Iha rasgueando una guitarra eléctrica de la cual no sale ningún sonido en el video de “CYR” es la mejor imagen para ilustrar este trabajo. Los dos discos anteriores de la banda podrán haber sido los más vapuleados por la crítica, pero este nuevo me provoca defenderlos con un “al menos se acababan más rápido”. Podría poner cinco temas de CYR en una playlist (“The Colour of Love”, “CYR”, “Anno Satana”, “Ramona” y “The Hidden Sun”) y borrar el resto de estas canciones para siempre de mi memoria.

Es triste pensar que una de las bandas de rock más apreciadas de  los años noventa acaba de lanzar uno de los peores discos pop de 2020.  Afortunadamente para los devotos de Billy Corgan, el hombre es un workaholic que lanza música nueva periódicamente, solo falta esperar que en el futuro privilegie la calidad sobre la cantidad.

  1. Favoritos

    Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.

Zero Kill — LAPSUS