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Baroness en el Lunario del Auditorio Nacional

Baroness en el Lunario del Auditorio Nacional

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Lunario del Auditorio Nacional

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La noche de la Baronesa y la conquista del Lunario.

“Ya sé que cada vocalista dice esto, pero yo lo digo de verdad. Ustedes son los mejores”, dice John Baizley, voz y guitarra de Baroness, tras regresar de la primera parte del set para el obligado encore. Una pausa extraña, ya que las luces del Lunario se encendieron tímidamente y los fans no sabían si en verdad ya había terminado el show, con apenas una hora rebasada. La euforia volvió cuando John entró al escenario corriendo, con guitarra en mano y sonrisa en el rostro, una expresión que no aparecía por primera vez en la noche, sino que se fue alimentando por la recepción que los fans le dieron a la banda en su primer concierto titular en México, tras haber formado parte del Vive Latino en el 2016.

El público mexicano, casi siempre muy expresivo y agradecido con sus artistas, demostró las ansias satisfechas por ver a los de Savannah, Georgia, de nuevo en un escenario. Puños al aire acompañando el galope de las notas del bajo de Nick Jost, coros heroicos a una sola voz, los potentes “eh! eh! eh! eh!” mientras John y Gina Gleason en la segunda guitarra hacían duelos de solos, espalda contra espalda. Personalmente no vi su participación en el Vive Latino, pero sabiendo que en un festival el público siempre es dividido, podemos entender el asombro de la banda con la respuesta del los fans esta noche.

“Gracias por traer esta energía con ustedes”, volvía a comentar John, quien junto a los demás integrantes de pie, se acercaban constantemente a la orilla del escenario. Estoy seguro que en este momento, Sebastian Thomson se arrepintió de escoger la batería como su instrumento ya que no podía hacer lo mismo, pero bueno, lo compensaba con la intensidad de sus tamborazos.

Si a esto le sumamos que recién ha salido el quinto disco de Baroness (Gold & Grey, lanzado el 14 de junio), y la mezcla de nervios y emoción por tocar estas canciones en vivo recién salidas del estudio, el resultado no pudo ser mejor. La combinación entre estas canciones nuevas y los clásicos fue ideal gracias al gran setlist que armaron y que fue creciendo, destacando el inicio con la épica triada de "A Horse Called Golgotha", "Morningstar" y "Borderlines"; el canto incesante de Eula, el cierre de la primera parte con "Seasons" y "The Gnashing", para llegar al gran final con "Isak" y "Take My Bones Away".

La banda encargada de abrir la noche fue The Wicked Ones, de quien me gustaría hablarles más, pero por protocolos del personal del Lunario, lo único que puedo comentarles es “desde el lobby suena bien”. Lo poco que pude apreciar de su presentación fueron guitarrazos duros que lograron la aceptación de los pocos fans que ya habían tomado su aferrado lugar en la barricada. Buena propuesta de apertura para un show de este calibre.