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A 20 años del 'Mutter' de Rammstein

A 20 años del 'Mutter' de Rammstein

Dos décadas de compromiso y catarsis musical.

Rammstein está más allá del bien y el mal; su último disco tardó una década en llegar, pero sus fanáticos nunca se han ido; podrían aparecer mañana con un disco más austero y salir de gira sin su impresionante puesta en escena y la gente estaría ahí para ellos.

Es curioso que de todo lo que se ha discutido de la banda a través de los años, nadie hable de su importancia, como exportación contra el boom de bandas americanas del mismo género. Hace dos décadas propios y extraños desconocían el hambre del público por escuchar una propuesta del viejo continente, sin importar la cultura o el idioma. El sexteto de Berlín es sin querer el responsable de que hoy muchos artistas (hasta los que no te gustan) no vean en su origen y lengua una barrera para el éxito. Hoy una obra favorita entre fans, y una joya que muchos siguen descubriendo, Mutter era la confirmación de un talento, que llegaba para quedarse.

La agrupación comandada por Till Lindemann, se encontraba en una etapa difícil como banda; después del sorpresivo éxito de Sehnsucht (que le daría su primera nominación al Grammy) Rammstein se encontró con la tarea de hacer un nuevo disco. Para la creación de su segundo disco, Richard Z. Kruspe encontró en el computador, una forma de ir haciendo un registro de sus ideas, éstas con el tiempo dejaron de ser solo demos, al final cuando llegaba al local de ensayo, el resto de sus compañeros poco o nada  que aportar a estas canciones, y se dedicaban a recrear los sonidos que les indicaba, una fórmula que sin duda funcionaba, pero que a la larga se convirtió en el lastre que los llevaría incluso a considerar la separación.

Después de diversas discusiones con la banda, Kruspe decidió alejarse por un tiempo, se fue a vivir a Nueva York, inició un proyecto solista y el resto de la banda comenzó a trabajar en lo que sería Mutter. Meses más tarde y cuando las aguas estaban más tranquilas, todos los integrantes se juntaron y en la democracia que tanto peleaban completaron el que hasta el momento es su disco más vendido.

Asistidos por Jacob Hellner, la banda encuentra un “punto de equilibrio” o cumbre artística como se le quiera ver. En términos de sonido existe una síntesis que venían construyendo desde su debut Herzeleid, un rock, influenciado por el metal y el industrial: refinado, pero manteniendo la potencia y la oscuridad que contrasta con una voz de amplio registro como la de Lindemann. A partir de este punto en los créditos los 6 están encargados de letras y música. La temática de la banda continua por lugares que parecerían impensables, narrando historias con una precisión que asusta. Así tenemos relatos inspirados en pesadillas (“Mein Herz Brennt”), la banda sonora para un boxeador (“Sonne”) y como la felicidad a veces está (peligrosamente) en el sufrimiento de otro en "Feuer Frei!".

Por lo general los sencillos del disco son la parte más “amable” que se presenta para que la mayor cantidad de público posible, pueda acercarse a la propuesta. Sin embargo, hay una notoria división en el disco, dónde la última parte (que no fue lanzada de manera individual) se apoya más de la electrónica y los sonidos industriales que suenan, de hecho, mucho más comercial. Punto y aparte el notorio compromiso de la banda con su propuesta sin temor al éxito. La portada del disco es una fotografía del controversial dúo Daniel y Geo Fuchs, que muestran lo que parece ser un feto muerto, una temática que continúa en el resto del arte del disco con sus integrantes en la misma representación.

Un comentario en su propuesta visual, que como siempre, tenía el objetivo de dividir a la audiencia que los tachaba de fascistas y de extrema derecha. Esto último era respondido en “Links 2,3,4” que era su proclamación como banda de izquierda; no es la primera vez que alguien se muestra tan abierto en sus opiniones políticas, mucho menos bañadas de una propuesta artística más que explicita, pero si fueron los primeros en hacerlo sin medir las consecuencias, y con el objetivo claro de darle visibilidad a su música.

Mutter es su obra más vendida a la fecha, tan sólo en México es una de las últimas bandas en tener un disco con casi 100 mil copias vendidas, además de la anecdótica firma de autógrafos que terminó en caos. Ni sus propios integrantes sabían el impacto de su música en un lugar tan lejano de su natal Alemania. En “Ich Will”, Till canta con una sobriedad envidiable “Queremos sucumbir ante los aplausos”, y aunque aquel era un comentario irónico acerca de la fama, la banda no mentía, hoy un público fiel los sigue esperando, al parecer los fans fueron los que sucumbieron ante ellos.