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Rock & Cinema: [Capítulo 1] ¡Ánimo juventud!

Rock & Cinema: [Capítulo 1] ¡Ánimo juventud!

Una inteligente comedia adolescente.

“Los adolescentes no tienen piedad”. Esta frase es empleada por el director de la escuela de Pedro, un muchacho quien ha optado por hablar en un lenguaje propio, que casi nadie (excepto su hermanita menor) puede entender, lo cual le está acarreando problemas tanto con sus papás como con sus profesores. Pero para él, la realidad es otra: los adultos son los verdaderos despiadados.

Lo que pasa con Pedro, constituye una de las cuatro historias que conforman ¡Ánimo juventud!, segundo largometraje de ficción del mexicano Carlos Armella el cual, aunque se mueve por los terrenos del humor, dista de ser la típica (y muchas veces tonta) comedia juvenil como las que el cine comercial produce en cantidades industriales.

Ubicada en la Ciudad de México actual, la trama se centra en un cuarteto de jóvenes, cada uno de ellos enfrentando un dilema particular en su cachito de realidad en el que se desenvuelve. Además del ya mencionado Pedro, se encuentra Martín, personaje tímido y sensible quien está locamente enamorado de una chica, y al tratar de hacer un grafiti para hacerle saber de dicho amor, las cosas tomarán un rumbo inesperado y dramático. Por otro lado se encuentra Daniel, quien con su corte de pelo a la mohawk y desde su taxi, esgrime una actitud altanera y cínica para defenderse de todos, pero quien en el fondo es muy noble e intenta siempre hacer lo correcto, especialmente con su novia a la cual ha embarazado. Y la cuarta protagonista que complementa el mosaico es Dulce, quien aunque se conduce como una de las bravuconas abusadoras en su escuela, en realidad es una chica muy sensible, en quien el deseo sexual está comenzando a aflorar y secretamente, busca que alguien la ame.

Valiéndose de una estructura narrativa fragmentada y no lineal, Armella va entrelazando las historias de cada uno de sus protagonistas, y conformando así un lienzo en donde, por un lado, va dibujando los sueños y anhelos personales de cada uno de ellos, al tiempo que nos muestra como deben batallar con un mundo adulto y muchos de sus aspectos negativos: la intolerancia; la indiferencia; el autoritarismo y el agandalle; la corrupción y la violencia. Y especialmente, con la incomprensión por la cual muchas veces, ni les escuchan o consideran sus opiniones.

¡Ánimo juventud! consigue retratar en la pantalla un universo juvenil muy genuino y fresco, gracias a un guión redondo, consistente e incluso podría decirse que comprometido, donde hay un perfecto balance entre la sensibilidad, lo dramático y lo chusco. Un argumento el cual funciona además gracias a su sólido cuadro de actores quienes dan vida a personajes entrañables, con diversas capas emocionales que contribuyen a acrecentar esa sensación de veracidad.

Este universo juvenil es enriquecido por una estética visual atractiva a cargo de la cinefotógrafa Ximena Amann, quien toma decisiones interesantes con respecto a los encuadres elegidos para ciertas escenas clave (como la forma de introducir visualmente a cada personaje), acompasado por una dinámica edición cortesía del propio Carlos Armella. Y por la inclusión de un soundtrack diverso, ad hoc al relato y que incluye temas de Israel Ramírez (Belafonte Sensacional); Gina Recamier (Madame Recamier); Paulina Sotomayor; Yosef Torres y Grizzy (Station Beatz); Santiago Casillas (Little Jesus); Saúl Fimbres; Fernando Heftye (Fishlights) y Carlos Mier (Malamar, Build A Vista), este último fungiendo como coordinador musical.

Pero sobre todo, el filme es un muy inteligente y sensible retrato de una juventud ávida de vivir, enfrentada a las barreras (a veces insalvables) impuestas por las contradicciones y crudezas de la vida real y el mundo adulto y “maduro”, y ante las cuales se ven obligados a cerrar filas entre ellos, y defenderse con las armas de la solidaridad, la sinceridad, el optimismo, el idealismo, la rebeldía y el amor -por cursi que pueda sonar este último-. Una juventud la cual necesita no sólo manifestar su necesidad de expresarse, sino también de que alguien esté dispuesto a escuchar lo que tiene que decir.