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Canoro: [Capítulo 17]  ¡Vivo Latido!

Canoro: [Capítulo 17] ¡Vivo Latido!

29/Mar/2022

Y tú, ¿qué historias te traen los festivales musicales?

Y es que tu son me sedujo, tu luz me dejó perplejo y caí.

Han transcurrido ya dos semanas y la euforia no descansa. La garganta sigue rasposa y los muslos me tiemblan evitándome salir a correr. Sigo con los labios resecos y unas agruras incómodas que no me permiten dormir. La billetera sufrió un golpe directo y me entra la melancolía al recordar mis gafas oscuras que, por cierto, sigo pagando. Aún con todo ello, la euforia no descansa: el pasado 18 y 19 de marzo se llevó a cabo El Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino y al igual que mis lentes, he perdido los años que dejé de asistir y aún más el número de ediciones del festival. Qué importa: estuvimos de vuelta. 

Si bien es cierto que los eventos masivos y/o musicales volvieron desde el año pasado, este 2022 se siento como un suspiro de esperanza y libertad. Una ligera calma que permitió mantener un nivel de alivio después de tantos meses de tortura, como el primer respiro al despojar el cubrebocas, literal. Y qué mejor forma de despegar el desapego temeroso que uno de los festivales de música más importantes del continente americano. Un lugar donde las historias brotan como las sonrisas de los asistentes: auténticas, ilusionadas y felices… 

Caminatas largas de distancias entre estacionamientos y transportes públicos que se curan con licor de valor duplicado en lugares clandestinos fuera de Foro Sol, justo ahí fue donde Daniel descalabró una caguama recién comprada mientras coreaba canciones de La Lupita que sonaban de una bocina volada; tanto la burla como la recolección para que repusiera su cerveza, ambas fueron colectivas. En los organizados lugares de acceso, Ángel se percató que el boleto que había adquirido en “reventa” no se reconocía tan oficial como se lo ofertaron, pues su acceso fue denegado; fue así como volvió adquirir otro ticket para ingresar y no perderse la primera presentación de Santa Fe Klan, sin importar quedarse sin capital para sobrevivir adentro. 

La tarde del sábado mi camarada me demostró su habilidad para irrumpir “las reglas” al ingresar clandestinamente un par de botellas de licor y así, notablemente, alterar el sistema, acotar el presupuesto y reventar el estado etílico de los que lo acompañábamos. Jaime dio su primera fumada de marihuana en el escenario que visitó para escuchar a Los Cogelones, tanto lo castigó la hierba que lo mantuvo tumbando en un costado más de la mitad del evento; sospecho que no volverá a fumar. Algo similar ocurrió con Mariana que, al comer una hamburguesa en un local plegado a las afueras del Foro, tuvo un problema estomacal denso que también la mantuvo guardada en los saturados sanitarios femeninos. 

Cuando Alfredo por fin atendió la llamada de su prometida, de fondo sonaba Julieta Venegas. Ella le dijo que “disfrutara su día” y que escuchara claramente la canción “Me voy”; podría sospechar que no habría boda próximamente: eso ocurre por ocultar información e invitar a todos menos a la próxima esposa. La misma suerte tuvo un sujeto de nombre desconocido al que Lucio le reventó la cabeza cuando se percató que una chica lo señalaba como el ladrón de su celular; al final logró recuperárselo, aunque al entregarlo se le haya caído estrellando su pantalla. Aún seguimos pensando qué fue lo peor del suceso… yo digo que fue haberse perdido a María Elena Ríos con La Maldita Vecindad por andar de superhéroe.

Mientras el afortunado Omar llegó a casa gracias a la chica que conectó en el festival y con la misma que siguió la fiesta, Armando continuaba caminando por Churubusco con la esperanza de hallar un taxi que no le cobrará más de 200 pesos por 3 km de distancia. Dicen que si crees que estas teniendo un mal momento, recuerda que hay alguien más que la está pasando peor… como el sujeto que extravió las llaves del auto, o aquel que tomó la dirección incorrecta del metro y al intentar trasbordar se percató que ya no hay más trenes disponibles por la hora. 

Alguien citó a Manolo temprano fuera del Foro y previniendo el caos compró cervezas camineras, después de llegar una hora y media antes decidió tomarlas en el estacionamiento del Palacio; cuando se acercó la hora del encuentro su embriaguez no le permitía ni responder el teléfono. Por otro lado, alguien llamada Evelyn decidió reposar un poco mientras sonaba Centavrvs: se recostó en el pasto sintético y cerró los ojos; despertó tres bandas después sola y ya con cruda.

Despachando mezcal, Martina conoció a un hombre que disfrutaba la fiesta mientras esperaba ser atendido. El cautivar en ambos fue tan cuajado que ella le dio su número telefónico y él no paró de hablar de Martina y su hermosura mientras volvía en auto con su pandilla: al siguiente día terminó el enamoramiento: ella sintió incomodidad por tener un novio actual y él cosquilleo por tener doce años más que ella. Un par de sujetos hicieron amistades con cuatro morras provenientes de Sinaloa, mismas que portaban un ambiente, ánimo y actitud tan brusca que no lograban hacer amigos: posiblemente era porque a todos les decían “los chilangos están todos chaquetos, ALV”.

El coro de un “Vos sabes” que interpretaban Los Fabulosos Cadillacs me humedeció la mirada, igual que el joven de mi costado que le besaba la barriga a la madre de su futuro hijo. Por su cuenta, Santiago, Teo y Mafer discutían el tema de si el “chichis pa’ la banda” era una vergonzosa dinámica en estos encuentros; ambas hipótesis me parecían prudentes. Al final del día domingo, una oleada de individuos andaba a paso veloz para escuchar a la Banda MS, aún aquellos que se burlaban de los que sí querían verlos. En fin, la hipotenusa.

Transcurrieron tenuemente aquellos dos días en donde la buena vibra se respiraba, sabiendo que “respirar” era un castigo o un privilegio, un momento glorioso para la vida de los citadinos, algo que les permitiera escapar de lo que nos tenía bloqueados; vaya que el antecedente de que el Vive Latino fue con el que empezó y con el que ─¡anhelamos!─ cerró la pandemia, es una bella metáfora. Sin duda el encuentro humano es la naturaleza forzada; y sin embargo, si el forcejeo se presentase de esta manera, para nosotros sería un gran placer: el agasajo de reencontrarte con tu gente, con tu ambiente y agonía; con viejos y nuevos amigos, con el entorno, el suceso y la delicia. Pero sobre todo agradecemos a ella, aquella que bien dice Nach nos acoge y nos acompaña, la que da existencia a nuestras vidas y merece a diario reverencia por su inmensa maestría, la que habla si las calles están mudas. A ella, reina entre mil reyes y cumbre de valles, la misma que es la métrica enigmática que envuelve mi ser y lo salva, el idioma con el que los dioses hablan: es la música.

Y lo he aprendido: la euforia descasará… hasta el próximo año.