Favoritos

Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.

46851
El amigo alemán: Amor entre opuestos

El amigo alemán: Amor entre opuestos

17/Abr/2014

El Amigo Alemán

Jeanine Meerapfel

Max Riemelt, Benjamin Sadler, Hartmut Becker

Alemania / Argentina, 2012

Geißendörfer Film – und Fernsehproduktion (GFF), Jempsa, Malena Fimproduktion & Co

La directora argentina Jeanine Meerapfel (Annas Sommer, 2001) cuenta una historia semi-autobiográfica en El Amigo Alemán, una travesía de cuatro décadas que recorre y dibuja los lazos inquebrantables que se desarrollan por el amor tan particular entre dos almas gemelas. Este romance es especialmente particular porque surge en condiciones adversas entre dos opuestos: una niña judía asquenazí argentina y un chico de ascendencia alemana y padres nazis.

Es una trama cálida y emocional, pero demasiados errores técnicos en producción me terminaron agobiando en esta experiencia cinematográfica.

Sulamit Löwenstein (Celeste Cid) es una niña de familia judía-alemana en Buenos Aires durante los 50, poco después de la Gran Guerra. Pronto entabla una amistad con el chico de enfrente, Friedrich (Max Riemelt), cuya familia esconde un oscuro pasado fuertemente ligado al Partido Nacionalsocialista. La amistad entre Sulamit y Friedrich se convierte en un romance a lo largo de muchos años entre Argentina y Alemania, los movimientos político-sociales de la época y entre familias diferentes que no aprueban la relación.

Riemelt es un actor alemán cuyo español no ha de ser muy competente ya que sus diálogos estaban doblados, esperaba que se justificara la aparición de un actor alemán con diálogos en su lengua materna más complicados conforme avanzaba la trama, sorpresivamente, estos nunca llegaron. Más que un doblaje, es una pobre sincronización con los labios lo que resulta ser un gran distractor.

De igual manera el audio de una tremenda lluvia que caía no concordaba con las escenas de un pavimento en el no caían las gotas, ni techos de carros iluminados por los faros de otro auto recibían el aguacero; siendo que era una noche de lluvia en nuestra capital, me preguntaba si ya estaba lloviendo otra vez al exterior de la Cineteca y tan poco insulado de ruidos externos era su techo... pero no era el caso.

Hasta que los detalles en el audio empezaron a ser factor, había estado disfrutando la magnífica ambientalización de época que cuidaba cada detalle del Buenos Aires de aquella época; este cariño en el detalle se extendió luego a los 60 y 70 en Alemania. De la misma forma, admiraba la representación de Celeste Cid, una cara bonita con ojos grandes negros llenos de pasión y con maestría en su actuación a pesar de un guión algo falto de personalidad y con chistes flojos.

El Amigo Alemán hará pensar a cualquiera en las relaciones importantes en su vida, aquellas personas que entran y salen, pero que siempre andan por ahí.