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La mirada perturbadora que el film de Michel Franco lanza, es al mismo la mirada de la víctima y del agresor. Después de Lucía aborda con mano firme (y un ligero toque de sadismo) el tema del acoso entre adolescentes; el en estos días tan mencionado bullying.
En la reciente entrega del Guanajuato International Film Festival se estrenó la segunda película del director mexicano Michel Franco, Después de Lucía. Una cinta recientemente galardonada con el premio del jurado de la sección "Una cierta mirada" en el Festival de Cannes.
El director Michel Franco, originario de la ciudad de México (nacido en 1979) estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y Cine en la New York Film Academy. Ha dirigido dos filmes, el primero fue Daniel y Ana (2010) y el segundo es el que nos obsequia en esta ocasión.
Un relato de naturaleza totalmente corrosiva. Alejandra (Tess Ia) es una joven que acompañada de su padre (Hernán Mendoza) llega a vivir a la Ciudad de México. Un viaje que representa una huida, el escape del recuerdo de la madre (y esposa) muerta; un peregrinaje que tendría que haber culminado con la llegada de padre e hija a la urbe, pero que en realidad apenas estará por comenzar. Alejandra es inscrita en una preparatoria particular, escenario donde rápidamente se convertirá en el catalizador de los instintos más destructivos de sus compañeros. Al mismo tiempo, el padre, imbuido en el dolor, se irá alejando de su hija, poco a poco, dejándola a la deriva entre la tristeza que los rodea y las agresiones de las que será foco la joven.
Un juego fugaz de miradas fragmentadas, atmósferas llenas de opresión y fragilidad que, además, se verán amplificadas por la forma tan impersonal con la que la cámara nos narra esta historia. Un relato de íntima violencia, tristeza y destrucción, una película que sin duda dará mucho de qué hablar.