Con un telón alusivo al nombre del grupo sueco, luces azules y poca gente, El Plaza Condesa se dio cita para ver por vez primera a Shout Out Louds. Formados en 2001, esta banda atrajo no sólo a jóvenes, sino también a uno que otro adulto. Chelas por todos lados, gente sentada en el piso y conversaciones vacías, fue así como 10 minutos después de las nueve el concierto dio inicio.

“Sugar” fue el tema de apertura para esta presentación, la gente, expectante ante lo que la banda tenía por ofrecer,  pero al mismo tiempo moviéndose al paso de la batería y el bajo, todo entremezclado en un ambiente tenue y relajado.

“Esta es la primera vez que visitamos Mexico, estamos encantados de estar aquí”,  fueron las palabras con las que dieron inicio a otra rola perteneciente a su última producción: Optical. Los agradecimientos continuaban, mientras que Adam, vocalista de la banda, después de dar una pequeña introducción al baterista y con unos acordes débiles, introdujeron la siguiente canción: “Impossible”.

El sentimiento de la interpretación fue lo que más prendió al público, esos renuentes, o desconocedores de la agrupación, se tornaron cautivados ante la voz y coros de Bebban. El alargamiento de rolas y más baile fueron parte de lo que para ese entonces, ya era un romance consolidado de los suecos hacia los mexicanos.

“Llevamos 10 años esperando venir, y finalmente, estamos en nuestro último show por América aquí, en México. ” Sonaron un par de canciones más tranquilas, pero que no dejaban a los asistentes estáticos, sino todo lo contrario, brincos, aplausos y gritos, todos reunidos bajo los ojos del tigre siempre observante y brilloso ante las luces turnadas del escenario hacia el público.

La energía cósmica se hizo presente tal como el telón representaba con las prolongaciones de “Fall Hard” y posteriormente, con más de su nuevo álbum como las clásicas “Illusions” y “Blue Ice”. Mientras las parejas se besaban, el levantamiento de celulares se encontraba en su máximo; algunos grabando, otros tomando fotografías. Era el momento, todo permaneció estático pero no menos interesante, el ambiente se convirtió en una melancolía popera combinada con guitarrazos fuertes y alargados, todo para volver al stand by melodioso de “Please Please Please”, rola que no podía faltar en esta presentación.

Durante una pausa entre la euforia del auditorio y la emoción de los intérpretes, Ted, encargado de las percusiones, en un español bastante claro y orgulloso dio las gracias y presentó a cada uno de los integrantes de Shout Out Louds. Así, emprendieron el viaje con los primeros acordes de “Very Loud”, sencillo lanzado en 2004 y que tal como Stenborg lo dijo en entrevista para Indie Rocks!, “es la canción que los define como banda” y efectivamente, su interpretación fue perfecta. Cambio de guitarras y otros instrumentos, ideales para cerrar la primera parte del concierto.

Sólo 3 melodías formaron parte del encore. El público, ya inmerso en la atmósfera agradable y vivaz del quinteto de Estocolmo, se vio silenciado con “Tonight I Have to Leave it”, canción que ha sido la encargada de dar cierre a todos sus shows por América.

15 interpretaciones llenas de magia, vivacidad, emoción y entrega culminadas en una, fue lo que cerró con broche de oro la primer aparición en tierras aztecas de Shout Out Louds. Banda que en definitiva, es digna de ver en vivo más de una vez, y que a pesar de no ser conocidos dentro del mundo musical mexicano, la impresión causada fue una de las mejores.

El Teatro Metropólitan fue el lugar designado para recibir a Rock al Parque, Rueda por Latinoamérica. Cinco bandas de Colombia llegaron al Distrito Federal para dar una probada del rock de allá, la mezcla parecía genial: metal, ska, electrocumbia y más.

Ya en el lugar, te acomodaban como ibas llegando por la sencilla razón de que estaba casi vacío. Al final, una tercera parte del Teatro se ocupó por niños y adultos, mexicanos y colombianos.

Con un ligero retraso salió la primera banda: Monareta. A pesar de que en este momento solo había unas cuantas filas llenas, estos chicos lograron contagiar al público de su energía con música electrocumbianchera. Y aunque resultaban desconocidos ante los mexicanos, canciones como "Cumbia de la Sierra" y "El Combate del Parlante" provocaron que la gente se pusiera a bailar.

Después vino The Hall Effect, quienes estaban entusiasmados de presentar su primer material en español. Al principio se notaban tímidos, aunque su actitud era más tranquila que la banda anterior, comenzaron a tocar y se dejaron llevar. Entre chiflidos y gritos de “¡Papacito!” se fue calentando el ambiente y ofrecieron un gran final con la rola "Tu Sabes lo que Quieres".

El escenario que hasta el momento solo tenía instrumentos, se llenó de colores; luces, calaveras, pájaros, cuadros de tela y la guitarra de Andrea Echeverri emocionaron a todos los presentes. Con disfraces de esqueletos, bastaron tres músicos para lograr un show impresionante.

Andrea presentó temas de su disco Ruiseñora y algunas de los Aterciopelados. Colocándose detrás de telas que simulaban algún escenario de sus canciones, platicó con el público como si fueran grandes amigos.

Para ese momento la gente se encontraba bastante animada, a algunos ya no les daba pena dejar su asiento y bailar en medio de todos. Finalmente, salió la banda anfitriona a escena: La Gusana Ciega, quien logró levantar a la mayoría de los presentes de sus asientos. Desde la clásica "Tornasol",  hasta las más nuevas como "Ella estrella". todas las canciones fueron coreadas hasta el cierre con "Yes Sir, I can Boogie".

Una vez terminada la presentación de La Gusana, gritos desaforados inundaron el lugar. Todos pedían a la legendaria banda de metal colombiana Kraken. Ya no había colores, su lugar había sido ocupado por chicos con largas cabelleras y solos de guitarra.

Abrieron con "Hijos del Sur" y homenajearon su visita a México con la canción "Mexica". Mensajes de hermandad en sus letras y que en medio de su participación le dieran el micrófono a una ONG para felicitar la labor ambientalista de Bogotá, hicieron que se ganaran el respeto de aquellos que todavía no los conocían.

Después de Andrea Echeverri, la Gusana Ciega y Kraken, el lugar comenzó a desalojarse. Parecía que estos tres grandes eran lo único que muchos venían a ver. Ya casi nadie estaba en su asientos, algunos se habían acomodado en el pasillo y se podía ver a integrantes de las bandas colombianas disfrutando del show desde los lugares que el público había dejado vacíos.

Eran cerca de las 11 de la noche cuando salió Skampida, la última banda del cartel. Los integrantes portaban máscaras de calaveras y recorrían , de extremo a extremo, todo el escenario. Su mezcla de ska, punk y reggae animaron a quienes decidieron quedarse hasta "Barreto" canción con que terminó el evento.

Después de cuatro horas y media que duró Rock al Parque, Rueda por Latinoamérica, quedan claras dos cosas: elegir un recinto con asientos no fue la mejor idea y que las bandas realmente disfrutan lo que hacen, ya que les da igual tocar para 100 personas como para 70 mil.