7
Rocket Recordings / 2020
21/Sep/2020
Si buscáramos la definición etimológica de “hibiscus”, nos encontraríamos con la de un pequeño arbusto -o flor-, procedente de tierras lejanas como la India. Pequeñas manifestaciones de la naturaleza, diagramadas en la flora de una policromía avasallante. Adornos de un jardín de medio oriente, que invitan a los colibríes a beber de su sangre dorada. Sin embargo, la artista mexicana Lorena Quintanilla se apropia de la palabra para darle un significado nuevo: salida, penumbra y ansiedad.
Hibiscus, el nuevo LP de su proyecto solista J. Zunz, recoge los mejores (o peores) episodios de cientos de noches funestas de insomnia y desahogo, para plasmarlos en una sonoridad electrónica densa, oscura y que, en un principio, causa repeluz. Carecen las palabras, pero no son necesarias. La música resulta el canal justo por el cual la energía de esa tristeza nos llega de igual o mejor manera que en versos desalmados.
En retrospectiva, si su debut como solista fue “Silencioso”, el nuevo trabajo resulta más ruidoso, personal y, también, claro está, aún más experimental. Es el ejemplo contundente de lo que se denomina entregarse a la necesidad creativa. En esos espacios, no hay lugar para la inhibición. Lorena lo hace con total naturalidad y con una calidad más que aceptable.
Entre los ruidos confusos y el fermento de beats electrónicos también hay espacio para la denuncia y el descontento. “America Is A Continent”, una canción cuyo título sugiere mucho más de lo que en palabras y en musicalidad dice. Una realidad que parece pasar desapercibida, y más en tiempos violentos y de falsos nacionalismos. Otros tracks que destacan en el álbum son la neurótica “Four Women and Darkness”, y el corte final del LP “Ouve-me”.
No es nada fácil desprenderse de los fantasmas interiores. Exteriorizarlos y darlos a conocer. Pero hay situaciones en las que es mejor liberarlos que cargar con un peso que no es propio. Lorena Quintanilla o J. Zunz demostró –y demuestra– que no siempre los colores bellos son los más brillantes y llamativos, también hay mucha belleza en la oscuridad.
En esta producción plasma a su particular manera, que es posible florecer desde el dolor.
9
Rough Trade / Castleface Records / 2020
18/Sep/2020
Thee Oh Sees, The Ohsees, Oh Sees, Orange County Sound, OCS, y ahora, de nuevo con Osees, John Dwyer está de vuelta con su hijo predilecto. No es que lo abandone de manera habitual, pero lanza tantos discos al año y con distintos proyectos, que ya es complicado saber dónde no mete la mano en Castleface o cualquier disquera de amigos donde esté involucrado. El multiinstrumentista, que también estrenó material bajo Bent Arcana y Damaged Bug este año, comparte Protean Threat, el 23° álbum de estudio de la banda.
Los discos de Dwyer se reciben sin mucho anticipo, pero la calidad sonora no se demerita. Parece que cada semana se hunde en el fango y nada por ideas en su mente hasta alcanzar un nuevo yo. Podría sonar desgastante que tenga que cambiar el nombre cada dos o tres discos, pero tal vez sea una forma de representar a cada alter ego que vive en su interior. Canciones más cortas, cuerdas más ajustadas, un aletargamiento más profundo. Cada uno tendrá su magia en el corazón de John, y le gusta representar a cada alias sin intentar menospreciar el alma de la banda en sí. El sello del californiano de verdad es cautivador en el intento por sorprender con su talento, pareciera no encontrar un estancamiento creativo y que puede soltar a la bestia a placer.
“Scramble Suit II” empieza el viaje de Protean Threat, y sabes de inmediato que cambió la fórmula a lo presentado en Face Stabber. Agresivo, punk, un vórtice que va girando de forma violenta. La voz de Dwyer es más frenética, como si estuviera inmerso en un videojuego. Gran comienzo. “Dreary Nonsense” regresa a la banda a esos cortos arañazos que duran menos de 2 minutos. El grupo se siente en deuda con sus cimientos y aquí demuestran que jamás van a alejarse de ello. “Upbeat Ritual” nos recuerda un poco al aquel maravilloso Carrion Crawler/The Dream, los sintetizadores y efectos es una marca de la casa. Todo en su lugar tras tres temas, no sorprende, pero sí es un gran trabajo.
“Red Study” es la primera gran canción de Osees en Protean Threat; una influencia más funky y psicodélica que entra directo a tus oídos. Aquí la doble batería de la banda por fin hace su trabajo con creces creando sonidos desfasados de manera casi imperceptible, se enredan dando como resultado un audio más primitivo. Primer balazo contundente y que hace quieras escuchar mucho más. Se vale repetir. “Terminal Jape” vuelve a tonos más desgarradores, la rabia del proyecto que debe ser escuchada en vivo en al menos una ocasión.
“Wing Run” vuelve a los sintetizadores y da una vuelta a la tuerca. Este disco me parece un guiño a lo hecho por Dwyer en una década, pero reducido a 13 canciones. Aquí recuerda un poco a la fantasmagórica esencia del Orc. “Said the Shovel” borra todo y se va de paseo por el espacio, algo totalmente diferente para celebrar la mitad del camino. “Mizmuth” sigue con el juego espacial y con riffs cortados y pegajosos. Se siente bien escuchar salirse del habitual.
“If I Had My Way” fue de los pocos adelantos para este material, un tema con tintes más clásicos por catalogarlo de alguna manera. Sin tantos efectos en las guitarras y con las baterías sonando muy bien, la agrupación sigue ganando. “Toadstool” es de lo más largo en el LP rayando los 5 minutos de duración. Cambios constantes, no hay un seguimiento, hay de todo y para todos. Tal vez el disco más adecuado si quieres saber de una vez por todas qué es un John Dwyer.
“Gong of Catastrophe” auspicia el final y trae de nuevo el gran sonido de Dan Rincon y Paul Quattrone fusionándose como una gran batería de cuatro manos. Vuelve a ser uno de los grandes aciertos del material. El dispar y armonioso encuentro. “Canopnr '74” y “Persuaders Up!” son las encargadas de cerrar Protean Threat, un material que no tiene línea de seguimiento y se rompe entre cada corte.
El salvajismo y el atrevimiento son el sello de este zarpazo de Osees. Más allá de no caer en un sistema lineal que marque un rumbo sonoro, Dwyer sí lo hizo por medio de las letras, que toman un síntoma político a nada de las elecciones en los Estados Unidos. "Los futuros jóvenes, conspiren"… “Lo que sucede, lo que pasa, el sistema se ha descompuesto”... “Lavado encubierto de tu mente”... son algunas de las frases del músico en sus canciones. Me parece fue un gran momento para que volvieran a aparecer. Aunque siempre lo es, nunca nos cansaremos de ellos. La pandemia nos ha quitado demasiado, se necesitaban.
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