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Relapse Records / 2020
“Away from You”, escarbando entre los escombros sonoros, y en los restos tangibles de lo que solía significar más que un desorden de ideas, de palabras, de recuerdos. Cosas que tuvimos que guardar en cajas para distraer a los fantasmas, esa presencia que se borró, ese plan de vida que se arruinó como todos los otros planes. Una voz que comienza a unificar la creatividad que tanto nos hizo falta, pero que también nos salvó. Boris y Merzbow uniendo fuerzas cual gemelos fantásticos activando sus poderes para convertirse en un ave fénix emanando del fuego, y unas potentes bocinas que emanan cierta salvación.
“To the Beach”, como el ruido que genera el volver a conectar ese amplificador que reposaba en un rincón sin ser utilizado, probar el reverb de la guitarra y sus cuerdas oxidadas, subir el pitch de un sintetizador cuyos drives tuvimos que actualizar, como nuestros modos, nuestra esencia, y nuestra calma. De nuevo las voces difusas en nuestra cabeza, esas que de repente no se callan y no nos dejan dormir, y el eco de un grito que se complementa con los golpes a las 6 cuerdas. “Coma” entre el ruido, queremos despertar pero nadie nos está procurando al lado de la cama, nadie nos dice al oído que todo va a estar bien, nadie aplica una crema en nuestras manos para que no se resequen, el ruido y la nada, las ondas sonoras y un todo, el delay de la guitarra que pelea a muerte contra el accionar de las perillas que controlan la ondulación.
“Love”, ese perro infernal que nos mordió, y que también aúlla en la desesperanza, la batería que nos guía a la batalla para invadir un castillo, de nuevo ese juego de destreza, de rodillas, presionando pedales de efectos, del shoegaze al kneegaze hay un movimiento pero millones de variantes. Boris y Merzbow, amos y señores del arte de crear sinfonías sin necesidad de una orquesta: attack, decay, sustain, release. “Absolutego”, tema ideal para entender el concepto detrás de este compilado de nueva música tal y como lo revelan las anotaciones en Bandcamp, la plataforma ideal para esta clase de experimentos, “Esta obra se convierte en un monumento al réquiem de la época anterior. Desde aquí, un nuevo mundo comienza de nuevo”. Y mientras sigan apareciendo monolitos a deidades falsas, este drone/ noise rock colosal seguirá siendo el soundtrack perfecto para la expiación.
“Journey”, por todos esos viajes astrales que tuvimos que hacer para liberarnos del encierro, lo instrumental que nos inspira, como esos ruidos que la NASA nos presenta de la magnetósfera de Júpiter. “Uzume”, porque el rock es un cadáver muerto y apestoso pero los ruidos orgánicos que sigue emanando le guardan cierto honor ante la horda de lacayos que le profesan fe ciega. Drone como alta causa, sube el volumen y haz creer a tu vecino que está temblando, o que pasó un pesado camión por la calle, nunca se sabe.
Masami Akita afina su sólido, espectral y maravilloso arte sonoro, Wata ambienta con el recio, filoso y siempre controlado feedback, Takeshi Ohtani canaliza su calma y furia cuando es requerida, y Atsuo Mizuno, siempre Atsuo, nos embelesa con sus cantos de ángel de la muerte y los golpes a la batería por cada una de sus víctimas. “Evol” como muestra inefable de que ante esta conjunción no existe el margen de error. “Boris” cual destacada rabia ante lo que hemos perdido, lo que nos han quitado, la rutina coartada, la esperanza eliminada, el block y el unfollow, la necesidad de gritar, rabiar y escupir ese veneno maldito.
“Shadow of Skull”, veladoras, sábana blanca y una cruz de cal para el año infame, 2R0I2P0 como esas letras que reposan sobre la cabeza de los cristos ensangrentados en las viejas iglesias del Centro Histórico, qué no ves que estoy aquí, y soy tu hijo, y has dejado que claven mis extremidades a la madera. Este disco en efecto es un requiem a un año siniestro, y en 2 semanas ante el cambio numérico no habrá gran diferencia. Pero seguiremos teniendo obras benignas como esta que de cierta forma nos aliviarán, aunque para algunos sea solo puro pinche ruido, es este mismo arte que a muchos atrae para el análisis, la escucha y la catarsis, una oscura sinfonía, un rito maligno, la oclusión de un 2020 lleno de gran música, el mismo ánimo espectral que parece alimentar a Gashadokuro a la par de los huesos de los damnificados durante épocas de crisis.