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Black Country, New Road — Ants From Up There

10

Black Country, New Road
Ants From Up There

Ninja Tune / 2022

Artista(s)

Black Country, New Road

El largo adiós.

El rock británico de los 2020 se ha destacado primordialmente por su negación a ser clasificada tan fácilmente en el espectro musical. Aunque la mayoría de las bandas tienen un común denominador al traer la tristeza, desesperación y entropía provocadas por el Brexit y el COVID-19 en algunas de sus letras, cada una trae este mensaje grupal en coberturas tan distintas como fascinantes. Está la combustión espontánea de alaridos y guitarras de Squid; los filosos monólogos y guitarras lacónicas de Dry Cleaning; la tragicomedia y construcción de personajes de Yard Act y la versatilidad intoxicante de black midi. Diferentes facetas de las perspectivas y emociones de la población inglesa que se complementan entre sí para formar otra escena simbólica de su tiempo, similar al gélido rock neoyorkino post-11 de septiembre a principios de los 2000. 

Black Country, New Road se cuece aparte en este gremio no oficial gracias a la elasticidad de sus composiciones, oscilando entre el jazz, la música klezmer, el drone, el punk y el mood a la par de la elocuencia y poesía surreal en las letras. Su potente primer disco, For the First Time, ya mostraba el enorme potencial detrás del conjunto de Cambridgeshire para empezar a desarrollar melodías y atmósferas sin temor a dónde llevarían al escucha. A casi un año exacto de su salida regresan de manera triunfal con Ants from Up There, un catártico segundo capítulo que busca una mayor estructura y significado dentro de sus creaciones. En papel suena al siguiente gran paso para consolidarse como una de las bandas emblemáticas del Reino Unido para esta década. Y luego Isaac Wood, su vocalista y guitarrista líder, anunció su salida de la banda a una semana de su lanzamiento.

Es imposible no conciliar una nueva vida dentro del material tras este suceso, pero tras la revelación de la salida de Wood por cuestiones de salud mental, uno no puede dejar de percibir una agonía palpable más allá de una separación política o una pandemia global que se refleja en las letras. Esto se evidencia con la fanfarria engañosa de la “Intro” y en el primer track con el conjunto completo, “Chaos Space Marine”, en donde el narrador habla de dejar Inglaterra en un plano terrenal y corporal mientras se despoja de su fría e inservible armadura. Su referencia a escapar en un Concorde da pie al inicio del siguiente track, justamente titulado como la aeronave mencionada.

“Concorde” nos da una de las metáforas más preciosas y dolorosas de todo el disco, comparando lo efímero de un veloz avión tocando el sol con la lucha por alcanzar a tener un vistazo del ser amado. “Bread Song” desmenuza las reglas implícitas de la intimidad y qué obstáculos deben atravesarse para lograr “comer pan en la cama”. “Good Will Hunting” admite la derrota sentimental y el agridulce sabor de la co dependencia que a veces resulta de ella, tema que recurre de manera más explícita y desesperada en “The Place Where He Inserted the Blade”. Con cada canción, la inquietud incrementa y las plegarias por ayuda sofocan. Es un descenso lento y tortuoso, pero exquisito e indeleble.

El desenlace lo integran dos imponentes canciones que alcanzan en conjunto los 20 minutos de duración. El clima juega una parte integral como fondo y personaje inerte que mitiga sin decir nada tanto en el mundo pequeño e inmóvil de “Snow Globes” como en la tormenta dentro de una casa en “Basketball Shoes”. Mientras Wood canta acerca de cómo espera verse fresco y compuesto ante ojos ajenos y guardar las apariencias de su extrema fragilidad, el resto de sus compañeros acompaña con complejos y abrumadores arreglos. A diferencia del espíritu libre y bipolar de For the First Time, en esta ocasión las cuerdas, saxofones y percusiones suenan intimidantes, pero triunfantes y llenos de seguridad, como yuxtaposición a las inestables letras.

La condición humana es algo que el arte casi nunca puede plasmar con exactitud debido a lo abstracto y cambiante que siempre es.  A través de la música, ésta puede encontrar una forma de expresión que asemeje su mercurialidad. Ants From Up There logra detallar estas particularidades como si fuese una prueba de Rorschach que cambia sus deformadas figuras en algo hermoso - y de vuelta a lo anterior - ante tus ojos. Como el segundo disco de una banda con infinitos caminos emocionantes por recorrer, es un trabajo de gran valentía y madurez. Como una cápsula temporal de la psique humana en tiempos de Brexit y COVID-19, es algo contundente. Y como testimonio del largo adiós de una voz muy cansada y perturbada como para seguir, se vuelve perturbador, pero adquiere trascendencia. Mucha suerte con recuperar el aliento al terminar de escucharlo.