Favoritos

Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.

188789
Entrevista con Anika

Entrevista con Anika

09/Ago/2021

Los festivales de música eran degeneradas copias.

Sobre el circuito internacional de Fuji en Japón fuimos testigos de una proeza. En un thriller que duró cuatro horas y se extendió a lo largo de 137 kilómetros, la voluntad se convirtió en una medalla de oro en la categoría de ciclismo en ruta para la austriaca Anna Kiesenhofer. Su triunfo es inspiración para cualquiera que tema a los obstáculos. Después de abandonar las competencias en 2017, llegó a Tokio 2020 como una desconocida, una ciclista amateur con doctorado en matemáticas, sin posibilidades de una medalla, sin equipo que la respaldara, sin compatriotas, sin entrenador. Parecía imposible siquiera que se colara en los primeros lugares. Pero lo hizo. Como ella, la británica Anika se mantiene en la independencia, haciendo música de una manera diferente a como suele trabajarse en la industria, y su nuevo álbum, Change, posee la misma fuerza inspiradora que la historia de la ciclista Kiesenhofer. Lo imposible se puede lograr.

Anika como solista tenía ocho años sin publicar nueva música, su anterior EP es de 2013 y consiste en seis covers de temas tan distintos como “I go to sleep” de Ray Davies o “Love Buzz” de Shocking Blue; el debut titulado de forma homónima es de 2010; y como parte de Exploded View, el proyecto originado en México, publicó su anterior trabajo en 2018. Change, su nuevo trabajo se origina en la adversidad, en los momentos de cambios, en las pequeñas revoluciones sociales que estamos experimentado como sociedad y en los problemas tan complejos que nos rodean. El álbum es efervescente. Por un momento pareciera que estamos escuchando a The Velvet Underground en esteroides, su voz recuerda a Nico, pero el sonido es más agresivo, avant-garde, post punk y krautrock.

Quería terminarlo en 2019, pero tuve unos problemas personales, al final de ese año dejé de hacer giras para concentrarme en escribir. En 2020 llegó el coronavirus junto con los movimientos Me Too y Black Lives Matter; la situación con el calentamiento global, el levantamiento y la caída de Donald Trump y Boris Johnson tomando el poder. Esto me hizo arrojar lo que había escrito, comencé a trabajar en otras cosas, de repente estaba en un punto donde tenía que decir algo, no sabía bien qué hacer, el coronavirus puso estos temas debajo un cristal que los magnificaba. Tenía una necesidad de expresarme”, relata Anika a Indie Rocks! desde un lugar cerca de Berlín. 

El 25 de Julio Anna Kiesenhofer, la matemática que se entrenó sola e hizo su plan nutricional por su propia cuenta, fue de las protagonistas en la fuga inicial en los primeros kilómetros, junto con la polaca Anna Plichta y la israelí Omer Shapira. Cambió un par de posiciones con ellas durante la carrera, se mantuvo firme, ecuánime, era un cometa ardiendo sobre la pista, se estremecía sobre la bicicleta. Detrás de ese grupo venían las favoritas, el grupo de cuatro neerlandesas que traían toda la indumentaria necesaria para llevarse las medallas. 

Anika, cuyo nombre real es Annika Henderson, en su autonomía ha trazado una línea clara contra el sistema. Su pasado vinculado con el periodismo la ha marcado por su fuerte posición política que combina con su actuar.

No quise escribir pensando que el mundo es una mierda, no es mi intención. Es más bien sobre superar las cosas, quería mostrar que tenemos poder para cambiar la situación. Muchas personas están esperando que las cosas cambien o que regresen a la normalidad, pero es un estado peligroso porque si esperas que todo vuelva a la normalidad mientras el poder está cambiando, eres un blanco fácil, eres como un pato sin protección a la espera del cazador. No es bueno hacer eso, hay muchos cambios de fondo mientras tú estás esperando y no siempre son buenos cambios, la gente con poder los maneja a su antojo, es importante mirar lo que sucede, pensar de forma activa, no ser pasivo".

Anna Kiesenhofer se logró fugar poco a poco de las que iban en su pequeño contingente. Muy atrás, las de naranja, las neerlandesas se apoyaban una a una, cortaban el viento, intentaban bloquear a las rivales, jalaban marca, descendían para ir por agua o alimento y se olvidaron de que Kiesenhofer, el caballo negro, era la punta de una flecha. El thriller llegaba a su fin y parecía que todo estaba escrito, había tres claras posiciones, porque Plichta y Shapira seguían detrás. El final tendría una sorpresa mayor. 

En Change convergen las frases sobre el cambio y lo que podemos hacer, el despido de los ruines en el trono que no volverán jamás, la libertad frente a la censura, es sobre todo, un recipiente del malestar general.

La pandemia ha forzado un cambio en la forma en que los músicos se presentan a sí mismos, un año antes había una imagen muy brillante de ellos, pero estaban pasando por un mal rato, el trabajo como tal ya no existía, algunos están en una posición privilegiada y pueden hacer lo que quieran. En mi caso comencé a hacer videos, porque sentí que sin poder tocar en vivo era importante hacerlos, he estado de gira con mi único álbum durante diez años, casi nadie hace eso. Solía escribir canciones sólo para tocarlas en vivo y luego cambiaba la forma en que las presentaba, quería retar a la audiencia y retarme a mí”. 

Anika expresa su desencanto con la música que se hace en masa, la producción excesiva de música que parece calcar lo que en ese mismo género se produce, como si se tratara de un McDonald's expendiendo canciones.

Algunos de los mejores músicos conocían ambos lados, el lado del negocio y el lado artístico, ellos encontraban el balance correcto. Y siendo honestos con el negocio musical pasaba algo así con todos estos festivales musicales y sus djs viajando en un fin de semana de Tokio a Dubái, metiéndose cocaína o cualquier cosa, era muy degenerado, estaba fuera de control, festivales que son copias de otros y son lo mismo, quién sabe de qué se trataban”.

Faltando 20 kilómetros la carrera cambió de posiciones. Hubo intentos de ataque, intentos de fuga, la ciclista francesa Juliette Labous se colocó en segundo lugar. Y a medida que se acercaban a la meta la técnica de las neerlandesas dio frutos. Annemiek van Vleuten se fugó por la primer posición. Detrás de ella, la italiana Elisa Longo Borghini también se había escapado. Cuando van Vleuten cruza la meta estira las manos segura de que ha ganado el oro. La sonrisa del triunfo es del tamaño de su propio cansancio. Pero es casi enseguida cuando se entera de que ya se lo han ganado. Minutos antes Anna Kiesenhofer ha roto las apuestas. Había rebasado a todas y muchas ni se habían enterado. Tirada sobre el piso se convulsionaba en llanto porque ha ganado, porque su esfuerzo, su dedicación, su templanza y su preparación han dado resultados. Inspirador.

Change de Anika es, de forma diferente, igual de inspirador. Al combatir el malestar, la enfermedad, ha creado un álbum emocionalmente cargado de política y optimismo para hacer frente a los obstáculos. “No sé cuál es la solución para este mundo, pero al menos quiero comenzar a hacer algo, mucha gente no ve que hay un problema con ciertas cosas, se acostumbra a ellas. No quiero aceptar eso. Es muy importante estar unidos, porque hay una tendencia a construir muros y separar personas, eso hace que la gente con poder tenga más poder”.