Favoritos

Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.

63947
Dinosaur Jr. Nostálgico e implacable noise

Dinosaur Jr. Nostálgico e implacable noise

Dafne Carballo
Osiris Priego

Osiris
Priego

Detalles

Organización

Producción

Ambiente

Lugar

El Plaza Condesa

Artista(s)

En su tercera edición, Converse Rubber Tracks Live aceleró nuestros corazones con la promesa de un concierto de esos que pocas veces pueden presenciarse. En el cartel impreso con letras grandes y coloridas se leía Dinosaur Jr., nombre de la icónica banda que junto a Sonic Youth y Pixies definió el sonido indie de los años noventa.

Conformada por J. Mascis (Guitarra y Voz), Lou Barlow (Bajo y Voz) y Murph (Batería), esta leyenda moderna nacida en 1984 habita un universo distorsionado, en donde punk, hardcore, tintes de country y noise conviven entre si. No hay manera de que un corazón no se acelere ante esto, ¿cierto? Ayer, la promesa fue cumplida en El Plaza Condesa.

A cargo de inaugurar el evento estuvo Hawaiian Gremlis, quienes en punto de las 21:00 horas tomaron el escenario. Abrir nunca es fácil, pero al final de 30 minutos de set se hizo notoria la complicidad divertida de quienes habían logrado superar la prueba con todo y sus errores.

Dinosaur Jr. estaba cada vez más cerca y los ánimos se aceleraban entre un público diverso que poco a poco se comprimía en dirección a un escenario repleto de amplificadores Marshall. La noche se perfilaba deliciosa y destructivamente ruidosa.

Pasadas las 22:00 horas, Barlow comenzó con un tímido “¡hola!” y acto seguido, “Forget The Swan” (del álbum Dinosaur, 1985) desató a la bestia que en altos decibeles se abalanza sobre nosotros para liberar las ansias contenidas. El setlist visitó buena parte de su discografía incluyendo temas como “In a Jar”, “Watch the Corners”, “Pieces”, “Feel the Pain” y “Start Choppin”; además de un par de covers (“Training Ground” de Deep Wound y “Just Like Heaven” de The Cure).

Solos afilados, voz rasposa, ritmo contundente, agallas, actitud. ¡Nada ha cambiado! El paso del tiempo se congela en el sonido implacable y honesto de estos “lagartos terribles”. No envejecen, sólo son más sabios y en ese conocimiento se entregan libres a la catarsis que provoca el saber que se está donde se debe sin mayor pretensión que disfrutarlo –ejemplo que debería ser tomado por algunas bandas actuales que viven preocupadas por generar grandes y vacías producciones-.

23:23 horas, los genios bajan del escenario, no se despiden, respiran. El encore se prepara. Al regresar, la inesperada interpretación de “Just Like Heaven” finaliza con una noche perfecta. De vuelta a casa, el zumbido insistente en los oídos ha valido la pena.