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Apocalyptica en el Auditorio Nacional

Apocalyptica en el Auditorio Nacional

Romelia Zúñiga
Fernando Aceves / OCESA

Fernando
Aceves / OCESA

08/Dic/2016

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Auditorio Nacional

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Así vivimos el concierto de Apocalyptica.

Hace algunos años, en los primeros semestres de la universidad, vi por primera vez un documental que abrió mis ojos hacia un mundo que yo pensaba conocer mucho mejor. Metal: A Headbanger's Journey es un documental dirigido por Sam Dunn, antropólogo canadiense y amante del heavy metal, en el que muestra en un viaje a través del mundo la historia del metal, los mitos y opiniones que se han formado alrededor del género; así como su origen y evolución. Con base en una amplia investigación y recopilación de información, Dunn nos revela que existen más de 20 subgéneros del metal para todo tipo de necesidades auditivas; desde el Pop Metal divertido y energizante, hasta el Black Metal noruego oscuro y decadente.

El metal es un género tan vasto y multifacético, que ya nada nos sorprende a los metalheads. Su evolución hoy nos ha permitido ver a tres violoncellistas y un baterista interpretarse a través de sonidos diferentes y un caos divino llamado Apocalyptica.

Anoche, el Auditorio Nacional abrió sus puertas en la penumbra para recibir a la banda finlandesa de symphonic metal dentro de sus entrañas. Los metaleros jóvenes se mezclaban entre la multitud, las botas de casquillo y plataforma pasaron lista, los vendedores de objetos fluorescentes mostraban para vender (me hubiera encantado decirles que era un concierto de metal, que eso no era lo común, pero para mi asombro, a la mitad del evento, un grupo de fans organizó una sorpresa para la banda y “Riot Lights” se iluminó ante todos), y el negro era el código de acceso permitido. Los altavoces marcaban el tiempo: primera llamada, segunda, tercera; y la gente corría a sus lugares para presenciar el inicio.

A las 8:30 de la noche, el escenario se iluminó de rojo y la banda de cabello largo y rubio salió a nuestro encuentro. Las cuerdas de tres violoncellos inundaron el recinto de Reforma inesperadamente y “Reign of fear”, canción de su última producción Shadowmaker,  dio inicio. “Refuse/Resist”, cover de la legendaria banda Sepultura, continuó majestuosamente con un sonido desquiciado y tenso, mientras que “Grace” habló de amor con el viento.

Franky Perez salió al escenario y se adueñó de “I’m Not Jesus” y “House of Chains”, una faceta vocal de la banda que a mí en lo particular no me cuenta historias. Su registro vocal es muy bueno, aunque no concuerda con el estilo metalero de la banda, dándole un toque a Rage Against de Machine.

El pasado tomó fuerza y las siempre presentes “Master o Puppets”, “Seek and Destroy” y “Nothing Else Matters” de Metallica llenaron los oídos de los presentes con un toque sinfónico y pesado mientras que la gente coreaba las canciones de los californianos interpretadas por Apocalyptica. “Inquisition Symphony” mostró el dominio innegable de Eicca Toppinen, Paavo Lötjönen y Perttu Kivilaakso sobre las cuerdas de su instrumento, “Bittersweet” lloró sobre la noche y “Till dead do us apart” inundó los corazones lentamente.

La noche se hacía más profunda. “ShadowMaker” y “Not strong enough” hicieron corear a más de siete mil personas entregadas a la lírica de la banda, la batería de Mikko Sirén marcaba el pulso de “Riot lights” y “Last Hope” al ritmo de las cuerdas furiosas que hacían comunión y “I don’t care” catapultó el anochecer y se convirtió en el himno de la banda en voz de todos.

“One” cerró la noche con viento, cuerdas, doble pedal y gritos, un cover muy bien logrado por parte de los finlandeses que hicieron de su talento, algo nuevo y diferente.

Romelia Zúñiga

REDACCIÓN:

Romelia
Zúñiga

Fernando Aceves / OCESA

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