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El cielo lució nublado, como si el clima supiera que la magia de Cumbre Tajín 2014 estaba por extinguirse. En medio de ese escenario Koji Kakinuma, ayudado por otras tres personas, acomodaba tres grandes tapetes rojos en la explanada principal del Parque Takilhsukut.
Alrededor de las alfombras comenzó a acumularse la gente que esperaba curiosa a que dieran las cinco para descubrir el arte del japonés. Cada vez que parecía que el escenario estaba el listo, el nipón hacía una corrección y reiniciaba el proceso: se volvían a acomodar las alfombras y los tres pedazos
de tela que fungirían como lienzo. Y así a base de repeticiones, el público fue testigo de la personalidad perfeccionista del artista.
El tiempo transcurrió por lo que ya era hora de que los voladores de Papantla utilizaran la explanada por lo que el happening tuvo que ser retrasado. Minutos después, el artista de la caligrafía, que vestía un pantalón blanco y estaba peinado con media cola, estaba listo.
El evento que fue inaugurado por el Embajador de Japón, quien explicó que en su país la caligrafía es una actividad que une generaciones, e inició con la bendición del espacio por parte de uno de los abuelos totonacos.
Tas la larga espera, el público fue testigo de cómo Kakinuma armaba su pesado pincel de más de 5 kilogramos para después comenzar a trazar en las telas con su pintura negra. Sus movimientos fueron rápidos e implicaron un gran esfuerzo, por lo que emitía sonidos graves.
Una vez que acabó develó el significado del kanji: “posibilidad”, palabra elegida debido a que “La Revelación de lo posible” fue el lema del festival. La gente aplaudió, aunque por sus reacciones quedó claro que les impactó más el tamaño del pincel que el resultado logrado.