205835
A 30 años del 'Fear of the Dark' de Iron Maiden

A 30 años del 'Fear of the Dark' de Iron Maiden

Finales y principios.

Con Seventh Son of a Seventh Son, la agrupación británica Iron Maiden alcanzó su madurez musical y uno de los pináculos más altos (¿el más alto, quizás?) de su carrera. Y con esa producción también le diría adiós a una década que, sin duda, fue la suya: la de los ochenta, un período en el cual el heavy metal creció, se expandió y se diversificó en muchas vertientes las cuales, a la fecha, siguen vivas y vigentes.

La siguiente década no le resultaría tan favorable a la banda: entre 1990 y 1993, dos piezas fundamentales de la agrupación la abandonarían por diversos motivos, siendo sustituidos por músicos que, si bien competentes, modificarían significativamente su sonido y sus dinámicas internas. Ello impactaría gradualmente en su producción musical, propiciando que durante los noventa la banda grabase y lanzase una serie de álbumes que iban de lo regular a lo francamente mediocre, provocando creciente descontento entre sus fans y un notable descenso en su popularidad.

De ese período tan estéril creativamente hablando, el que se salva de la quema sería su producción de 1992 intitulada Fear of the Dark, la cual cumple 20 años de haber salido al mercado, en un 11 de mayo. Fue el noveno disco de estudio en la discografía de la banda, y el segundo editado tras el mencionado Seventh Son…, y tras la partida del guitarrista Adrian Smith, quien estuvo con el grupo prácticamente desde sus inicios. En dicha producción, convergerían una serie de ciclos que iniciarían o que llegarían a su fin.

Uno de esos finales fue la salida de Bruce Dickinson, quien abandonaría la banda tras la grabación de este disco en pos de una carrera como solista, aunque todavía realizaría al lado de sus compañeros una gira de despedida. Con su partida, Maiden no solo perdía a un cantante cuya voz era ya sello inconfundible de la banda, sino también a un frontman con gran presencia y quien irradiaba una contagiosa energía en el escenario.

Otro cambio significativo tiene lugar detrás de las consolas de grabación, ya que se trató también del último trabajo en estudio del productor e ingeniero de sonido Martin Birch, el cual estuvo al lado de la banda desde su segundo disco (Killers) y quien, con esta producción, anunció oficialmente su retiro, aunque siguió haciendo colaboraciones esporádicas con diversos artistas por aquí y por allá hasta su muerte, ocurrida en 2020.

Sin duda, Birch fue uno de los principales artífices en la creación de sonido distintivo de la banda, y estuvo detrás de algunos de los discos más emblemáticos y exitosos de Iron Maiden, tales como The Number of the Beast (1982), Piece of Mind (1983) y Powerslave (1984). Además, la mano virtuosa de Birch también estuvo presente en importantes trabajos de otras bandas metaleras legendarias, tales como Black Sabbath, Deep Purple y Rainbow, entre muchas otras.

Inclusive la propia portada del disco refleja esos puntos de inflexión. En ella, si bien se puede apreciar la presencia de Eddie the Head (mascota a la vez que emblema de Maiden), este ya no se encuentra dibujado por Derek Riggs, creador del personaje e icónico ilustrador cuyo trabajo estuvo presente desde el primer disco de la banda lanzado en 1980. Su lugar fue tomado por el también inglés Melvyn Grant, quien presenta a un Eddie un poco más oscuro y siniestro, muy acorde al tono y la temática general del álbum.

Respecto a esto último, uno de los temas ejes del mismo gira precisamente en torno a la oscuridad, haciendo referencia no sólo al estado de penumbra y la ausencia absoluta de luz, sino también a aquella oscuridad que acecha al hombre en diferentes etapas de su vida, o que nace a consecuencia de diversas condiciones socioeconómicas, o que emerge a la superficie gracias a la ambición o la codicia.

Musicalmente hablando, y al igual que su predecesor No Prayer for the Dying, este álbum se encuentra alejado de la complejidad mostrada por la banda en producciones previas como Somewhere in Time y Seventh Son of a Seventh Son. No hay progresiones ni experimentaciones, solo metal en su forma más directa y básica.

Sin embargo, lo que distingue a Fear of the Dark de su predecesor, es que sus composiciones son mucho mejores, con un sonido que logra compaginar de forma equilibrada las aportaciones del aun recién llegado Janick Gers con el sonido más clasicista de la banda, dando como resultado un disco potente a la vez que melódico, como lo ejemplifica el track uno: “Be Quick or Be Dead", el cual se convirtió en el primer sencillo de la banda.

De dicha producción también destacan "From Here to Eternity", de ritmo contagioso y riffs poderosos, al igual que “Afraid to Shoot Strangers” y “Fear Is the Key”. Por su parte, temas como “Childhood's End” y “Fear of the Dark” –el cual da nombre al álbum-, recuperan esa capacidad de Maiden para crear números de tintes épicos, e incluso este último pasó a formar parte en la ya larga lista de himnos que integran el repertorio de la banda.

Mención aparte merece “Wasting Love”, canción compuesta por Dickinson y Gers, y que se convertiría en la primer power ballad lanzada por la agrupación en su historia, así como en el tercer sencillo de esta producción.

En resumen, Fear of the Dark resultó ser el mejor disco que Iron Maiden logró concebir en los noventa, el cual incluso llegó al número 1 en el ranking británico. Al final de dicha década, y con la llegada del nuevo milenio, tanto Dickinson como Smith volverían a la banda. Pero esa es ya otra historia que merece ser contada en otra ocasión.