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A lo largo de los años, he escuchado que las mujeres no estudian música, que son pocas o que no tienen calidad. A veces, esas voces se resumen en un contundente "¿se les debe incluir solo por ser mujeres?", donde se adopta e interioriza el discurso de la opresión al realizar una clara discriminación por el simple hecho de ser mujeres, justificándola a partir de un doble estándar.
Estas respuestas son fórmulas hechas que se repiten en un orden específico, puramente para cubrir las apariencias, sin tener en cuenta las preguntas y preocupaciones de quien cuestiona. Parten de la experiencia masculina (incluso asumida por muchas mujeres en la industria) y se utilizan como medidas para cuestionar la constancia, la inclusión y permanencia de las mujeres y disidencias. La aplicación de criterios similares para evaluar situaciones y procesos que parten de claras diferencias no son objetivos. Simulan igualdad, pero no contemplan prejuicios, estereotipos o desigualdades culturales, donde se obliga a las poblaciones marginadas o minoritarias a demostrar su competencia, mientras que un sector privilegiado es evaluado positivamente por las mismas acciones.
Las mujeres son juzgadas con estándares más altos que los hombres en cuanto a la calidad de su música y su desempeño en el escenario, pero al mismo tiempo se les etiqueta como "divas" o "difíciles" si tienen una opinión fuerte sobre su obra o carrera, mientras que los hombres son aplaudidos por tener una fuerte personalidad y liderazgo. Entonces, se exige excelencia y modestia en una industria donde son a menudo retratadas como objeto sexual o como una figura de apoyo para el éxito de otros. Las contradicciones hacia las mujeres y disidencias facilitan la exclusión y la opresión simbólica, con insidiosas formas de discriminación que pueden ser difíciles de identificar y abordar.
Al preguntar si las mujeres deben ser incluidas en determinados espacios solo por ser mujeres, es importante recordar que la inclusión no se trata de un trato preferencial o de privilegios especiales, sino de justicia y equidad, que son anuladas por el doble estándar basado en prejuicios de género y oportunidades limitadas a partir de la excelencia, donde se aplican criterios diferentes para evaluar el desempeño en contextos donde existe una carga adicional de acceso y recursos, perpetuando la discriminación.
La exigencia de excelencia oculta en la frase “¿se les debe incluir solo por ser mujeres?” para acceder a espacios en estaciones de radio y festivales, no contempla los desafíos y obstáculos únicos en el camino hacia la excelencia artística que se les exige y que al mismo tiempo niega la profesionalización a través de la inclusión y la creación de espacios para ser reconocidas y valoradas como creadoras a partir de la experiencia de las músicas.
Si la equidad se concibe como un derecho y como un valor, establecer un estándar a partir de la semejanza de capacidades y méritos o cualidades, es olvidar la gran innovación introducida por la doctrina de los derechos humanos a partir de principios de igualdad jurídica, es un valor que reconoce precisamente la diversidad humana, oponerse a cualquier medida que de un trato diferenciado, es creer que el piso está nivelado y no existen brechas que limitan o excluyen de forma directa o simbólica.
Como explica el estudio "BE THE CHANGE: La igualdad de género en la industria musical 2023", hay una brecha de percepción, “la industria musical tiene una clara desconexión en cómo asumimos la experiencia de profesionales y artistas en la industria y la realidad... Cuando se les pregunta a los encuestados si consideran que la industria musical es avanzada en términos de igualdad de género, la respuesta depende del género de la persona encuestada. Los encuestados masculinos son más propensos a considerar que la industria musical es más avanzada, mientras que las mujeres y las personas no binarias consideran que la industria es menos avanzada que otras”.
Lanzada el pasado Día Internacional de la Mujer, la investigación realizada por Believe, Tunecore y Luminate analiza diferentes perspectivas para evidenciar con datos duros las repercusiones para las artistas, profesionales y la industria en conjunto. Inicia con la brecha de percepción, pero al incluir más indicadores nos permite notar que “la solución no es tan sencilla como incluir a todo el mundo en las conversaciones importantes”, por esa razón es necesario observar factores como Identidad e Interseccionalidad, Acoso y abuso sexual, Salud y bienestar, Reconocimiento y representación, Liderazgo y Oportunidades de Desarrollo, diferencias que demuestran “la relación directa entre la experiencia individual de la discriminación de género y los cambios en la percepción de este tipo de discriminación”.