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Rock & Cinema: [Capítulo 5] Annette

Rock & Cinema: [Capítulo 5] Annette

El musical según Leos Carax y Sparks.

¿Qué pasa cuando una veterana banda norteamericana de art pop cruza su camino con el de un cineasta surgido de una importante vanguardia cinematográfica de los 80 y 90? Pues surge Annette, un musical sui generis.

El concepto de esta obra se origina en el interior de las mentes creativas de los hermanos Ron y Russell Mael, integrantes de la legendaria banda Sparks, nacida a principios de los años 70. En principio, ellos estaba pensado usar varias de esas ideas para un álbum de estudio conceptual, pero tras un encuentro que los hermanos sostienen con el cineasta francés Leos Carax en el Festival de Cannes del 2013, este último desarrolla un argumento el cual dará pie a la historia central, y también coescribe al lado de Ron y Rusell, algunas letras para varias de las canciones que se integrarán a este filme. Y en noviembre del 2016, el proyecto comienza a caminar.

En principio, los actores Adam Driver, Rooney Mara y la cantante y también actriz Rihanna son contemplados como parte del elenco. Pero varios factores hicieron que la producción se demorara y se hiciesen cambios en el cast planeado originalmente. Finalmente, en mayo del 2019, el proyecto comienza a tomar forma, conservando a Driver en el estelar, al lado de la actriz francesa Marion Cotillard quien se sube a bordo junto con el actor Simon Helberg.

Finalmente, Annette es lanzada a lo grande en la edición 2021 del Festival de Cannes, siendo elegida para darle apertura a ese importante evento cinematográfico, y recibiendo allí críticas muy positivas.

La trama tiene lugar en Los Ángeles del tiempo actual, y se centra en la relación amorosa entre Henry McHenry (Driver), un innovador y exitoso comediante de stand-up, y Ann Defrasnoux (Cotillard), una cantante de ópera internacional, especializada en interpretar personajes de corte trágico. Dicha relación (muy apasionada) no tarda en rendir su primer fruto, cuando Ann da a luz a una bebé a la cual bautizan como Annette (interpretada en pantalla por una marioneta). Henry decide hacerse cargo de la bebé, para que Ann pueda seguir atendiendo sus compromisos profesionales.

Y justo cuando pareciera que los protagonistas han alcanzado la felicidad completa, las cosas comienzan a venirse abajo. Primero Ann tiene un par de sueños donde atestigua y es víctima (directa e indirecta) de eventos funestos. Por su parte, Henry comienza a cambiar su carácter de un modo negativo, y a partir de ello su carrera comienza a declinar, y es evidente que resiente el éxito profesional de su pareja. Buscando rescatar su relación, ambos emprenden un viaje (junto con la pequeña Annette) en un crucero privado por altamar. Pero las cosas no salen como pensaban, y todo termina en desgracia. Al tiempo que se suscita este infortunio, la menor manifiesta tener un don especial: poseer las mismas cualidades vocales que su madre.

Al borde de un colapso emocional y financiero, Henry decide contactar al pianista quien acompañó a Ann en múltiples presentaciones (Helberg, demostrando aquí que hay vida más allá de Big Bang Theory) y le propone que le ayude a explotar ese don con fines mercantiles. Este acepta (movido por el amor secreto que profesa hacia Ann) y juntos, hacen de Annette todo un éxito y un fenómeno pop. Y cuando parecen estar de nueva cuenta en la cima del éxito, las cosas tomarán un nuevo e inesperado giro, y Henry se verá obligado a enfrentar las consecuencias de sus cuestionables acciones.

Carax regresa magistralmente a la pantalla grande con un relato de anécdota elemental pero el cual, gracias a las múltiples habilidades narrativas y estilísticas del otrora integrante del Cinéma du look francés, aunado a las canciones y las letras -mordaces a la par que lúdicas- aportadas por los músicos de Sparks; termina transformándose en una experiencia musical y cinematográfica singular, a medio camino entre una intensa tragedia griega, una sobria y melancólica ópera tradicional y una vivaz ópera rock, con comentarios aquí y allá sobre los azarosos -y a veces traicioneros- caminos de la fama y el amor (este último tema recurrente en la filmografía de Carax), y también ofrece breves apuntes sobre la explotación infantil, las personalidades tóxicas y autodestructivas, y hasta el #MeToo. Todo conjuntado en una obra excéntrica, arriesgada, propositiva y profundamente emocionante.

Advertencia: quien piense que aquí encontrará algo parecido a La La Land, se equivoca. Este filme es mucho más retador y ácido que el musical de Damien Chazelle… y mucho menos complaciente y edulcorado.