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Rock & Cinema: [Capítulo 32] Fiasco total: Woodstock 99

Rock & Cinema: [Capítulo 32] Fiasco total: Woodstock 99

Del hippismo al capitalismo voraz.

“Esperábamos integrar algunos de los valores originales del 69 en el 99. Creo que fue ingenuo”, Pilar Law, asistente de Michael Lang, organizador de Woodstock 99.

Del 15 al 18 de agosto de 1969 en Bethel, un condado de Sullivan, Nueva York; se celebraría un evento que se convertiría en todo un suceso generacional, y funcionaría como el gran cierre de una era: el Festival de Woodstock. En él, medio millón de jóvenes se dieron cita para convivir pacíficamente durante varios días, unidos tanto por los preceptos hippies del Peace and Love como por la música rock de un tiempo el cual, en palabras de la cantautora Jewel “fue la mejor época de la música”.

Casi treinta años más tarde, del 22 al 25 de julio de 1999, en Rome, Nueva York; dicho evento intenta ser replicado de nueva cuenta por Michael Lang, productor y promotor musical quien estuvo detrás del primer Woodstock, pero ahora dirigido a una generación que creció viendo MTV, la Guerra del Golfo, y los escándalos sexuales de su presidente. Una generación marcada por la violencia tristemente representada por diversos tiroteos en centros escolares, y la cual estaba a punto de experimentar un rudo despertar el 11 de septiembre de 2001.

Y justamente, Lang buscaba que este nuevo Woodstock mitigase de alguna forma la violencia que rodeaba a los jovenes de finales de los noventa, ofreciéndoles un efímero espacio de convivencia sana y pacífica, mostrnado así que había otras opciones. Pero las cosas no salieron como esperaba, y todo devino en un caos que termino irónicamente, con estallidos de vandalismo y violencia.

De ello da cuenta Fiasco total: Woodstock 99 (Trainwreck: Woodstock '99) docuserie dirigida por Jamie Crawford, la cual hace una crónica de lo ocurrido durante esos tres días del que fuese considerado uno de los peores desastres en la industria de la música contemporánea. Y lo hace valiéndose tanto de imágenes de archivo obtenidas de diversas fuentes (como el propio MTV y diversos noticieros locales e internacionales), como de entrevistas llevadas a cabo con algunos asistentes, organizadores; promotores; personal de seguridad y logística; VJ´s y conductores televisivos; reporteros; camarógrafos; músicos y otras personas que estuvieron presentes allí.

Al mismo tiempo de narrar lo ocurrido a lo largo de tres capítulos (prácticamente uno por cada día que duró el evento), y a través de los testimonios de algunos de sus entrevistados, la miniserie intenta también dilucidar cuales fueron las razones que provocaron que las cosas se salieran de control y todo terminase en un gran desastre.

Desde el exceso de alcohol y drogas, el extenuante calor que atormentaba a los asistentes,  las condiciones insalubres y deficientes imperantes en el lugar,  pasando por la agresividad lírica y musical de algunas de las bandas que allí se presentaron (tales como Korn o Limp Bizkit), hasta llegar al nihilismo y el hartazgo de una generación, todos ellos son mencionados como posibles causas que detonaron la debacle la cual desembocó en una muchedumbre enardecida, presta a destruir y vandalizar lo que se le pusiera enfrente, y que tendría como consecuencia personas que resultaron heridas y violentadas en diversas formas. Pero sobre todo, lo que Fiasco total: Woodstock 99 deja entrever, es que estos fueron factores que convergieron para provocar el estallido, y que la verdadera causa se reduce a una sola palabra: codicia. 

Y es que el documental revela que tras las experiencias anteriores (incluido un fugaz Festival de Woodstock celebrado en 1994 que pasó sin pena ni gloria), Lang y sus socios trataron de economizar gastos en pos de obtener mayores ganancias, lo que los llevó a subcontratar varios servicios esenciales como los sanitarios, la recolección de basura y el abasto de agua y alimentos. Ello propició que por un lado, los servicios fueran deficientes por decir lo menos, y en otros casos, como pasaba con la comida y la bebida, no hubiese un control en los precios y estos se elevaran de modo desmesurado.

Además, los constrastes no podían ser más marcados: mientras por un lado los artistas y su personal cercano la pasaban bien en sus remolques, bien abastecidos de todo, e incluso celebrando parrilladas o recibiendo obsequios por parte de los diversos patrocinadores, los asistentes tenían que buscar refugio del inclemente sol en un área cuya superficie mayoritariamente era asfalto (al tratarse de una ex base de la fuerza aerea acondicionada preciariamente para el evento), o conseguir una botella de agua o un burrito a precios estratosféricos.

Ello aunado a las condiciones infrahumanas imperantes, con un sofocante calor, las carestías antes citadas e incluso promesas incumplidas (como la de un acto sorpresa que cerraría el evento) provocó que el enojo de los asistentes se fuese acumulando a lo largo de los días que duró el evento, y a diferencia de lo ocurrido en 1969, fuese haciendo brotar lo peor de los asistentes, hasta llegar a un motín en la última noche donde la turba enfurecida vandalizó, saqueó, incendió y destruyó todo lo que pudo, haciendo necesaria la intervención de la fuerza pública.

Aunque a veces se inclina por un tono un tanto amarilista, Fiasco total: Woodstock 99 deja en claro que lo que pasó en 1969 fue algo irrepetible, que difícilmente podra volver a darse en nuestros días, porque los jóvenes y el espíritu de ahora son distintos. Y menos aún si se permite a la codicia y el mercantilismo tomar la riendas del asunto y que terminen por crear un evento como este, el cual sarcásticamente fue rebautizado por algunos de los que estuvieron allí como Profitstock.

El documental lo encuentran en Netflix.