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Vamos a jugar al infierno: La sistematización de la violencia y los excesos

Vamos a jugar al infierno: La sistematización de la violencia y los excesos

01/Jul/2014

Why Don’t You Play in Hell?

Sion Sono

Jun Kunimura, Hiroki Hasegawa, Fumi Nikaido

Japón, 2013

Bitters End, Gansis, King Records Co.

Aunque la trama del filme resulta ser lo menos importante de la película, iniciemos con ésta: Muto es un sanguinario y violento jefe yakuza que intenta a toda costa que su hija Mitsuko, una pequeña niña devenida en lolita femme fatale, se convierta en estrella de televisión. Por su cuenta, Ikegami es el jefe de otro clan yakuza que guarda una férrea rivalidad con la banda de Muto y que, al mismo tiempo, profesa un arraigado amor por la pequeña hija de éste.

Así, en el marco de la inevitable pelea entre ambos grupos criminales, aparece Hirita, director de cine y líder del grupo de cineastas denominado Fuck Bombers! obsesionado con lograr la mejor película japonesa de todos los tiempos, quien ve en la pelea una inmejorable oportunidad para llevar a cabo su ambicioso proyecto.

Sin demeritar el planteamiento anecdótico del filme, lo interesante de éste radica en las subtramas que se plantean, la manera en cómo se amalgaman distintos géneros cinematográficos y los guiños referenciales a KurosawaBruce Lee, el cine nipón clásico e inclusive a Tarantino. Ello, sin duda, es uno de los grandes aciertos de la cinta: haberla planteado como un discurso metaficcional sobre el acto de ver y hacer cine mediante la construcción de personajes y situaciones en apariencia insólitos pero jamás injustificados

De esta manera, con una audacia que sigue sorprendiendo, Sion Sono ha diseñado en Why Don’t You Play in Hell? un filme circular que, con poco temor y mucha osadía, brinca alegremente entre los campos del cine posmoderno y el clasicismo. Un relato en el que no abandona su gusto por los excesos y paroxismos que aderezan una excéntrica narrativa visual y en el que, al mismo tiempo, construye una coherencia y lógica interna que apuntalan un amor por las pulsiones naturales de cada individuo y con ello, aún dentro de tanto efectismo, se reivindica un gusto definitivo por la realidad.

Sion Sono, este excéntrico y arriesgado japonés que sin duda se ha ganado un lugar entre los grandes cineastas del país del sol naciente, ha conseguido con ésta, su más reciente película, plantearnos una obra llena de cabos aparentemente sueltos y en el que todo es insólito, absurdo, desproporcionado, excesivo y sumamente violento, pero al mismo tiempo racional, lógico y congruente dentro de su propia lógica interna. Un planteamiento acertado e inteligente por donde se le quiera ver.