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These New Puritans y la orquestación de lo inhóspito

These New Puritans y la orquestación de lo inhóspito
These New Puritans y la orquestación de lo inhóspito

Artista(s)

06/Dic/2013

These New Puritans

Fields of Reeds

Infectious Music

2013

Después de la partida de Sophie Sleigh-Johnson, ex tecladista de la agrupación, These New Puritans llevó sus horizontes de experimentación a territorios inhóspitos con su última obra, Field Of Reeds.

Si ya se veía un gran avance en Hidden, su entrega de 2010, es aquí donde Jack Barnett y compañía, exploran caminos intrépidos con un enfoque que va más hacía el avant-garde, el jazz y la música clásica pero sin dejar atrás las capas electrónicas. Field Of Reeds no es digerible, es una obra que requiere atención y el mood para entrar en los senderos espinosos y densos que se apoderan de la mayor parte de la obra que fue concebida por los tres miembros de la banda, una orquesta con más de 35 integrantes y una producción que se enfoca a los detalles.

La obra comienza con un piano y una orquestación apegada al jazz que peca de melancólica en “This Guy’s In Love With You”, seguida de “Fragment Two”, la mejor del disco, donde la voz afligida de Jack Barnett, el piano y una trompa oscura, sirven de preludio para explotar en un coro lúgubre que se quedará en tu cabeza por un buen tiempo.

La introspección de Barnett llega a niveles aún más inhóspitos en el tercer tema con “The Light In Your Name”, llena de detalles y texturas pero que pasa desapercibida hasta llegar a “V (Island Song)”, la más larga con casi diez minutos de experimentación con base en percusiones, pianos y coros.

La segunda parte del disco es aún más arriesgada. Desde los fantasmas de Björk que aparecen en “Spiral”, las capas electrónicas y el sonido de un halcón en “Organ Eternal” hasta el jazz de “Nothing Else”, una voz desgarradora en “Dream” y el desconsuelo que refleja la que le da título al disco y que cierra su entrega más ambiciosa.

La inclusión de Elisa Rodrigues y Elizabeth Turner que prestan sus voces en algunos temas, la incorporación de instrumentos como el clarinete, la tuba o el vibráfono, el riesgo de incluir una orquesta completa, los coros de niños de una escuela primaria en Inglaterra y el sonido de un halcón y un vaso roto en la producción, hacen de Field Of Reeds, una aventura que requiere de atención para lograr su objetivo: evocar emociones.

Más allá de un disco, Field Of Reeds se siente como un boceto sonoro extraído de un sueño en la compleja mente de Jack Barnett. El soundtrack de ese sueño es arriesgado y su protagonista transita por episodios de contemplación y tristeza que no encuentran alivio en todo el recorrido de tan insólito viaje introspectivo. Al final, Barnett despierta para soñar una y otra vez con el mismo boceto que irá descifrando todos los fragmentos que probablemente le ayudarán a encontrar un poco de esperanza al termino de su odisea.

Sin duda, esta entrega entra en la lista de las obras más arriesgadas y aventuradas del año con un resultado oscuro y placentero. Más allá de que Jack Barnett peca de obsesivo y perfeccionista, el resultado es cautivador. A algunos les parecerá aburrido, a otros, pretencioso pero el saltar a territorios inhóspitos con una orquesta completa y alejarse de un sonido convencional en tan sólo tres discos, no es poca cosa. Toma eso, Sigur Rós.