Describir la relación que tienen México y Thom Yorke se puede resumir en “idolatría y adoración”; desde el triunfal regreso de Radiohead a nuestro país en 2009, tras más de una década de ausencia y la subsecuente visita en el 2011, cada que este nativo de Northamptonshire muestra su cara frente al público mexicano, una ola de desgarradores gritos se deja escuchar como sí no hubiera un mañana. Atoms For Peace pisó por primera vez suelo mexicano, en lo que fue una ensordecedora velada de música, griterío, mañanitas y diversión.

Mucha expectativa y renuencia hacía este show ya que, presentado dentro del Pepsi Center WTC, un gran porcentaje del público se expresó escéptico de qué tanto disfrutarían de este proyecto que incluye al percusionista Mauro Refosco, al baterista Joey Waroknker, al aclamado productor Nigel Godrich y en el bajo, al carismático y bailarín, Flea.

El primero en subir al escenario fue el artista y productor de música electrónica James Holden, que a comparación de su presentación dentro de MUTEK.MX hace una semana, incluyó un baterista en vivo y una enorme consola análoga. Entre IDM, techno, y lo que el mismo ha denominado como “trance”, proyecciones de dibujos y líneas de luz acompañaron su breve pero bien recibido set.

Pasadas las 21 hrs, las luces se apagaron para recibir a este conjunto de músicos en un recinto de localidades total y absolutamente agotadas. Mentiría al decir que la ovación principal no se la llevó Yorke; desde que toma su guitarra hasta sus chuscos y cómicos bailoteos. La gente aplaudió y celebró cada movimiento del artista en un punto casi histriónico. Sí se mueve a la izquierda, si sonríe, si se rasca, si se acomoda la playera ¡aplausos! Una marcada sonrisa por parte de los músicos e interpretes sobre el entarimado fue sucedido por una magistral rendición a no solo temas del único disco de este grupo, AMOK, sino a varios de los cortes del álbum solista de Thom Yorke, The Eraser. Mención especial a “Rabbit in Your Headlights” original de UNKLE, que para muchos fue un sueño hecho realidad el poder escucharla en vivo.

El sonido de las múltiples percusiones fue predominante sobre el recital, donde las guitarras y el bajo fungieron realmente como acompañantes para música que a final de todas las capas y explicaciones ¡se puede bailar! Flea y Thom se llevaron los aplausos a los mejores pasos de baile. Dejando la postura de serios interpretes, lo que inició como un “recital” culminó en una fiesta cuyo chusco pero a la vez histórico momento fue cuando la agrupación regaló “Got To Give Up” de Marvin Gaye ante una audiencia por demás agradecida y bailarina.

Risas, carcajadas y aplausos dejaron en claro que no había que tomarse tan en enserio a Atoms for Peace. Un gran concierto de casi dos horas, y uno donde al final del día se va a divertir, a pasársela bien y ¿por qué no? a bailar. 

Hace 6 meses presenciamos el concierto mas largo en la historia de The Cure y de los eventos realizados en nuestro país, Robert Smith y compañía tocaron durante 4 horas ante más de 25,000 asistentes al foro sol el 21 de abril; presentación que coincidió con el cumpleaños no. 52 de Smith, convirtiendo este concierto en algo histórico, una hazaña que todos pensamos sería única.

Anoche, en la Arena Monterrey, The Cure no superó la maratónica velada en la capital del país, pero si la igualó a un nivel que será recordado por los momentos únicos que la banda otorgó, consumando un particular matrimonio que inició en el Estadio Universitario hace más de veinte años. Un show para curiosidades, rarezas y fanáticos.

La aventura comenzó a las 10 de la mañana cuando los acérrimos fans, que decidieron formarse desde temprano para obtener buen lugar, fueron abatidos por el sol inclemente que no perdonó el color negro de su vestimenta.  Jóvenes, adultos, familias, darketos, punks y uno que otro incauto que no sabia a que iba, esperaron impacientes  bajo los rayos, hasta que a las 7:30 las puertas del recinto fueron abiertas. Poco a poco, la arena se llenó de gente impaciente por ver a una de las bandas mas significativas de todos los tiempos.

Para las 21:30hrs, las luces se apagaron y el grito de la multitud recibió a Simon Gallup, Roger O'Donell, Jason Cooper, Reeves Gabrels y a Robert Smith, quien elevó aún más los gritos y chiflidos de euforia. Sin decir mucho, la banda inició con “Shake Dog Shake”, desatando la locura de los asistentes.

Adivinar el setlist al que se apegará The Cure en sus presentaciones es como jugar a la ruleta ¿qué tocarían que un set de 50 canciones no hubiera ya revelado? Para esta ocasión, la banda regaló a los regios joyas increíbles como “Birdmad Girl”, “Give Me it” y “Treasures”, mismas que no tocaban desde hace mas de 10 años, “Sinking” y “Catch”, que llevaban alrededor de 5 años sin ser ejecutadas, y como cereza de pastel “Stop Dead”, un lado-b que jamás había sido interpretada en vivo.

La banda verdaderamente pensó en qué tocar frente a un público que lo había visto todo; su repertorio entero. Indagaron en su catálogo y por primera vez en lo que va de su gira, dejaron escuchar algo distinto. Como un matrimonio viejo, que aún busca sorprender y rejuvenecer a base de detalles, aunado al desfile de rarezas, aparecieron canciones como “A Night Like This”, “The Top”, “High” y “Charlotte Sometimes” ,que con tan solo enunciar en este texto, la piel se enchina. ¿Clásicos? Las obligadas como “Pictures of You”, “Lovesong” y “Friday I’m In Love“ y entre otros.

El final de esta jornada de 3 hrs y media llegó con dos encores y 16 temas más que fueron un bello complemento para aquellos que hicieron todo lo posible por estar en el Foro Sol hace unos meses, o para quienes nunca habían visto a The Cure. Los ingleses invitaron a todos a degustar un universo e historia de música, logrando que la Arena Monterrey sonriera y se conmoviera al unísono.

El record de 4 hrs impuesto a principios de este año no fue roto, pero la banda le regaló a la sultana del norte un evento que no había visto desde hace mucho tiempo.