131925
Let’s Eat Grandma — I’m All Ears

9

Let’s Eat Grandma
I’m All Ears

Transgressive Records / 2018

Artista(s)

Let’s Eat Grandma

Algo que se siente más avanzado que la mayoría de la música pop.

No es difícil imaginarse que, en unos años, toda la música sonará como Let’s Eat Grandma. Quizás en el futuro no haya más que pop poliédrico y experimental, agresivo y dulce, plástico y transparente, pero lo cierto es que ahora mismo no hay nada en el panorama musical parecido a I’m All Ears, segundo disco de la banda británica integrada por las adolescentes Jenny Hollingworth y Rosa Walton.

Nadie sabe todo lo que ha cambiado en la vida de WaltonHollingworth desde que debutaron a los 16 años de edad con I, Gemini. La vida avanza muy rápido, pero nunca tanto como durante la adolescencia. Si el primer disco se sentía infantil (y ellas son las primeras en reconocerlo) es porque fue hecho por niñas. Ahora que acaban de alcanzar la mayoría de edad, han hecho algo que no solo no suena infantil, sino que además se siente más avanzado que la mayoría de la música pop. I’m All Ears suena por momentos barroco como CocoRosie y chicloso como Hannah Diamond, pero además, contra todo pronóstico, sorprende con concesiones al rock psicodélico, al drone, al synth pop e incluso al rock progresivo. Esto, claro está, jamás será reconocido por los críticos hombres que esperan obstinadamente que éste sea un disco más de folk pop hecho por una banda de chicas e incluso puedo imaginarlos muriendo de envidia ante la posibilidad de tener entre manos uno de los mejores discos de pop de los últimos años.

En cierta forma en comprensible. El mundo de una chica adolescente es algo que, al menos en la ficción, se ha presentado como un planeta extraterrestre, más misterioso por lo que tiene de familiar. Yo mismo, mientras escribo esto, intento cuidar mis palabras para no decir algo que suene anticuado, desesperado por asirme a este impulso maravilloso que lleva a dos chicas tan jóvenes (tan creativas en el sentido más sublime de la palabra) a generar éste universo tan rico y honesto, en donde caben todas estas criaturas que habitan a la vez la vida cotidiana y el mundo de la imaginación.

Hay que ser muy necio para escuchar el primer track, “Whitewater” y creer que es un disco común de pop. Tras este primer delirio new wave instrumental, encontramos la canción más representativa del álbum. El primero de dos tracks producidos por SOPHIE (responsable de uno de los discos más importantes del año) y Faris Badwan de The Horrors carga todo el código genético de la banda y le suma el toque de la productora escocesa, por lo que suena abrasiva y encantadora, transparente en su completa artificialidad. Las palabras “Hot Pink” suenan como un grito de guerra y recuerdan la importancia del color rosa en la historia del arte hecho por mujeres. Quizás los temas más interesantes de la banda son los que no están producidos por las dos superestrellas, pues fuera de toda influencia se nota la inmensa capacidad creativa de la pareja. Tracks como “Falling Into Me” (con su desgarrador mantra “You, me, this.”), “I Will Be Waiting”, “Ava” y el single absoluto “It’s Not Just Me” son caleidoscopios de géneros que van avivando el asombro conforme avanza el disco. Dos intermedios sorprendentes adornan el tracklist: “The Cat’s Pyjamas”, un folk circense y fantástico, y “Missed Call (1)”, un pizzicato de violín que imita un ringtone de celular. Esta referencia casual a los mecanismos de la vida moderna podría sentirse forzada y vergonzosa hecha por alguien más, pero por eso no todos somos chicas adolescentes.

Para cuando llega el último track del álbum, “Donnie Darko”, se han despejado las dudas. La épica suite de 12 minutos nos ha llevado del rock psicodélico al disco pop y al shoegaze y ha quedado claro que este álbum es una anomalía, que quizás algún día toda la música suene a Let’s Eat Grandma, pero que por lo pronto basta con disfrutar este momento.