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26/Abr/2018
La noche caía como un velo sobre la Ciudad de México y los alrededores del Pepsi Center WTC se llenaban de almas que habían pedido su último deseo a la lámpara maravillosa: una sola noche de recuerdos, baile y juventud. Los amigos se reencontraban para bailar como antes, como cuando Madonna era la reina del pop, Star Wars apenas llevaba tres películas y los pantalones acampanados habían pasado de moda; y aunque había uno que otro millenial aferrado a la música vagando por ahí, el reencuentro fue en el pasado.
A las 21 H. el intercambio de luces rojas y azules nos dieron la bienvenida y un Andy Bell ataviado en una playera negra de lentejuelas que citaba Thrasher, y unos mallones color piel con “tatuajes”, salió al escenario; mientras que Vince Clark saludaba sobre uno de los tres marcos rectangulares situados ahí. La gente explotó y el sintetizador empezó a sonar con “Oh L'Amour”.
“Estamos muy felices. ¿Todo va muy bien esta noche?”, fueron las palabras que Andy profirió al frente y en ese momento el público lo bautizó mexicano.
“Ship of Fools”, “Breathe” y “Just a Little love” fueron los siguientes actos y todo se convirtió en una discoteca con lásers que atravesaban el aire y cortaban la respiración de los que bailaban al ritmo de la voz y sintetizador del dúo. “In My Arms” apareció sexy, tentadora, lenta, y prendió el motor para “Chains of Love”, y es que jamás había experimentado lo que viví anoche con esta canción. El público bailaba, cantaba, grababa, las luces iluminaban los rostros extasiados y todos los que tuvieron la fortuna de vivir la década de los 80, tuvieron 20 años otra vez. La música se convirtió en elixir de juventud y vitalidad para todos.
Corría un río de sudor, y sin aviso o antelación Andy Bell decidió quedarse en lo que antes pensábamos que eran unos mallones y estábamos equivocados. Un body color piel lleno de “tatuajes” delineaba la silueta del cantante y aunque el paso de los años era notorio, su alma transpiraba vida el día de su cumpleaños 53.
“Sacred” prosiguió con energía y contundencia para hacer movernos de nuestra zona de confort. Los bajos guiaban el ritmo de los corazones en “Sweet Summer Loving” y nos dejamos ir, como el viento, como el tiempo, como los amores imposibles.
Canciones como “Victim of love”, “Phantom Bride” y “World Be Gone” dieron diferentes matices al momento y nos envolvieron en un viaje entre el pasado y el presente lleno de sonidos ochenteros característicos del tecno new wave.
“We back to the very very beginning call Erasure”, fueron las palabras secretas de Andy para estar de regreso en el año de 1986. “Who Needs Love Like That” del disco Wonderland estalló en nuestros oídos y nuevamente el Pepsi Center WTC se convirtió en una pista de baile. “Love To Hate You”, como buen himno de desamor de los 80, hizo corear a todos con ahínco y fuerza porque los recuerdos son tan poderosos que eso hacen, revivir.
“Take Me Out of Myself” porque el presente también tiene su encanto, “Blue Savannah” porque el beat característico de los 80 hace bailar a cualquier corazón y “Drama!” porque Erasure tiene la capacidad infinita de transmitir y convertir en tabú una canción magnifica.
El final se acercaba, y las canciones más emblemáticas sonaban una tras otra para marcarnos el paso del tiempo. “Stop!”, “Always” y “Sometimes” sonaron como recordatorio del pasado, de lo que se había hecho, del legado que bandas como estas había dejado y la gente lo sabía.
El momento cumbre la noche estuvo a cargo de la canción más famosa del dúo inglés y “A Little Respect” retumbó en todo el lugar. La gente bailaba, cantaba, brincaba, y se entregaba por completo a la canción que ha marcado generaciones cerrando con broche de oro una magnifica noche.
Sigo cantando “A Little Respect” en mi mente, sigo viendo las luces y escuchando el sintetizador. ¿Ustedes no?