Festival Antes - Día 5: El Prolongado Final

El gran final del Festival Antes puede referirse tanto a su extensión como a la calidad de lo presentado. Fue algo curioso ver a la juventud culta arribar al Salón Los Ángeles –venue para señores de zapato bicolor y señoras de abanico– dispuestos a más de 12 horas de música, a pesar de la resaca del día anterior.

¿Cómo poder abarcar en un límite de palabras un día con tal número de propuestas? Un día que, además, no mantuvo una línea narrativa fija, que transcurrió de maneras drásticas entre la sorpresa y el aburrimiento, entre el aplauso y el más cruel abucheo. Por ello, consideramos funcional hacer esta reseña en dos tiempos. El primero, consistirá en un breve resumen a base de adjetivaciones sobre algunos de los actos. En el segundo, se intentará esbozar una idea general sobre el significado del festival.

El Festival Antes dispuso de dos escenarios en los que las diferencias entre los sonidos fueron tan marcadas, que se llegaba a pensar que escuchabas música clásica para después bailar cumbia. Policromía, saturación, cual sea haya sido el resultado, los asistentes salieron con una percepción nada somera de lo que está sucediendo en la música.

Apocalipsis: cuando el metal se toma en serio, los músicos son siempre impecables. Sonora Chacalera: los norteños son los únicos certificados para hablar de ciertas realidades nacionales, y su contundencia es mayor cuando lo hacen con hip-hop, repleto de rimas audaces, referencias políticamente incorrectas y baterías fuertes. Futurología: queremos pensar que este trío de jóvenes no se toma en serio, que subieron al escenario para desconcertar y no para proponer.

The Mueres: ¡vaya forma de ahuyentar a un público que no rechaza con demasiada facilidad! Kupa: la cohesión entre lo teórico y lo festivo, entre el glitch y la electrónica más pura, hicieron de su acto lo más celebrado de la última noche del Antes. Los Macuanos: su set consistió en una transición milimétricamente controlada que fue de la seriedad a lo tribalero; la banda dirigió al espectador, demandando primeramente su atención para después permitirle su lado más guapachoso. Wyno: por un error curatorial, su propuesta fue escuchada cuando los ánimos exigían fiesta y no pensamiento, por lo que se perdió el interés hacia una propuesta de alto nivel; lo suyo son las atmósferas etéreas, del blues al ambient más cerebral.

Antes de Los Macuanos se proyectó un pequeño corto titulado “Ninis Héroes”, a cargo de Joey Muñoz. La historia, si bien puede tomarse como un cliché, constituyó un mensaje acertado dadas las circunstancias de la noche. Un combatiente de la Batalla de Chapultepec despierta en los tiempos contemporáneos. Recorre algunas de las calles más abarrotadas –las de mayor discurso social– hasta encontrarse con una chica que, fungiendo como el conejo de Alicia, le muestra algunos de los momentos más emblemáticos de la historia contemporánea de México, desde López Portillo llorando en la tribuna hasta la toma de protesta de Peña Nieto. Discursos políticos aparte, mirar la proyección de las herencias nacionales en el Antes confirmó lo significativas que pueden llegar a ser estas iniciativas. Festival Antes: sobrevivir o hundirse, jóvenes que no piden sino crean espacios para interactuar, no con talante de convención sino por el simple gusto de la música, del intercambio de opiniones, fanzines y cervezas.

Todo lo incomprensible, lo insultante y lo maravillo que hubo durante la semana confirma que el Antes de Que Nos Olviden logra el cometido de todo festival: ser una experiencia para el espectador. Un espectador que, al no gozar de muchas comodidades (o anestesias, según lo veo) retoma su capacidad crítica.