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El sublime cambio de piel de Pat Hull

El sublime cambio de piel de Pat Hull

14/Feb/2013

La música de Pat Hull puede tener el mismo efecto como cuando ves a la persona que te gusta. Al escuchar sus canciones por primera vez, éstas deslumbran gracias a la simpleza de su composición pues con tan solo una guitarra y los tonos altos de su voz, logran transportarte a la pasividad de su granja de Chico, California. Después del éxito que tuvo su anterior disco, ahora regresa para presentar Shed Skin, con el cual apreciarás el mundo de forma distinta.

Este chico originario de Connecticut creció escuchando la música que componían sus padres pero no fue hasta  que estaba estudiando su carrera en California cuando se dio cuenta de lo mucho que le gustaba componer y tocar en bares locales. A lo largo de este tiempo, lanzó tres discos: Forever Night , Pat Hull y Fable Names. Al terminar sus estudios, se fue a explorar la escena musical de Brooklyn, donde conoció a Michael Chinworth. Ambos se dieron cuenta de que al unir sus voces podían crear algo maravilloso, y así fue como sacaron su cuarto álbum: Lights.

Luego de realizar varios tours por Estados Unidos y Europa, Pat decidió regresar a Chico para trabajar en este último disco, titulado Shed Skin, el cual fue producido por Chinworth y Jason Beck. A través de una serie de sonidos orgánicos como las conversaciones en “Flatenned Stone” o inclusive el sonido de las aves en “Going Mad”, hacen que el disco sea una joya auditiva; aunque seguramente la primera vez que lo escuches, te surja la misma duda al tratar de comprobar sí es un hombre, quién canta las canciones, pues su voz es tan aguda en los primeros tracks que parece como si una mujer las interpretara.

La belleza de este quinto álbum radica en la armonía de los sonidos ambientales de las diez canciones que lo conforman. Probablemente después de escucharlo, te gustará apreciar cada sonido al estilo August Rush, pues hasta el crujir de las piedras te hará recordar las canciones de este estadounidense, quién logra crear cierta intimidad con aquellos que lo escuchan y que rara vez se puede tener al apreciar por primera vez un disco completo.